CONSTRUCTORES CELESTES
ENRIQUE DE VICENTE
gran piramide, egipto, gran esfinge
Según antiguos textos, los seres semi-divinos que gobernaron Egipto en tiempos remotos, planificaron la Esfinge y otros monumentos con disposiciones estelares muy precisas. Todas sus antiguas listas de reyes afirman que, tras los soberanos divinos que reinaron en una Edad de Oro, esa tierra fue gobernada por seres semidivinos, conocidos como Shemsu Hor (Seguidores de Horus). Se relacionan estrechamente con los Shebtiu, los Siete Sabios que aparecen sobre las paredes del templo de Edfú, a quienes se llama Dioses Constructores y son descritos como fundadores de un templo mítico. Según el arqueólogo David Rohl, serían civilizadores supervivientes del diluvio y tanto Shebtiu como Shemsu Hor se convirtieron en títulos que mantuvieron sus descendientes. Al comienzo de la era faraónica éstos dieron lugar a una élite nobiliaria que rodeaba al faraón (hijo de Horus): los iry-pat, estrechamente asociados a Horus en los Textos de las Pirámides como descendientes de sus Compañeros y el famoso de los cuales fue Imhotep, considerado por los egiptólogos constructor de la primera pirámide o puerta hacia el cielo. Investigaciones como las del astrofísico Belmonte han demostrado que todos los templos y monumentos egipcios fueron construidos siguiendo orientaciones astronómicas precisas. Algo que no podemos considerar fruto de las observaciones celestes acumuladas durante milenios, ya que los templos que hoy contemplamos no son sino la quinta versión de otros levantados en los mismos lugares en tiempos primigenios, siguiendo un «plan inscrito desde el tiempo de los Shemsu Hor», como afirma una inscripción en el templo de Dendera. La clave: esta obsesión de orientar astronómicamente los antiguos monumentos, que se repite en todo el planeta, guarda una estrecha relación con las patrias celestes de sus ancestros divinos.