sábado, 30 de mayo de 2015

Visión del Aura


Visión del Aura
 Sixto Paz Wells.

“Hay un arco iris de colores que envuelve nuestros pensamientos que decora nuestra alma y que nos muestra tal como somos. Le llamamos Aura...”


El Aura es el cuerpo bioplasmático o cinturón electromagnético del ser humano. Es nuestra cúpula de luz natural, nuestra barrera inmunológica frente a la acechanza de entidades bajas. Allí se puede apreciar el estado mental de una persona, su estado de salud, su armonía y equilibrio, su honestidad y sinceridad, su avance, poderosa mentalidad y también su elevación espiritual. Es muy útil llegar a aprender a ver el aura, por cuanto eso nos permitiría conocer a las personas en profundidad. Todos tenemos Aura, pero no sólo una sino tres: El Aura Mental, El Aura Total y El Aura de Salud.

Todos podemos llegar a visualizar el Aura de una persona y para ello debemos entrenar nuestra concentración y capacidad de focalización de nuestra atención. Para ello primero practicaremos la visión del Halo o Etérico o Doble Etéreo, que es la cantidad de energía que una persona tiene, mientras que el Aura es la calidad de dicha energía. A diferencia del Halo que se puede observar a simple vista, el Aura no se ve, sino que se siente, de tal manera que la vamos a ver no con los ojos físicos, sino con el tercer ojo o la visión interior clarividente.

El ejercicio más común para la captación del Etérico o Halo es la concentración en la llama de la Vela.

Ejercicio de la Vela

Esta práctica consiste en la fijación de la atención por espacio no mayor de un minuto en la llama de una vela encendida, ubicada a por lo menos un metro de distancia, en una habitación en penumbras. Después del minuto cerraremos los ojos procurando controlar la imagen que queda registrada en la retina, para que ésta se ubique en el entrecejo (nuestra frente) conservándose fija, procurando observarla del mismo color y tamaño como la veíamos con los ojos abiertos. Al cabo de tres o cuatro minutos, abriremos los ojos y trataremos de observar la vela nuevamente por espacio de medio minuto, volviéndolos a cerrar y repitiendo la observación anterior. Luego podemos hacer una última observación de la llama de la vela sin que nos lastime los ojos, proyectándonos mentalmente de forma imaginaria al Interior de la flama; sintiendo con ello una purificación en la que nos veremos envueltos de una luz vivificante
Este ejercicio lo haremos lo suficientemente espaciado en el tiempo (una vez cada quince días). De ninguna manera se permitirá de que se insista sobre este ejercicio si es que la vista se encontrara afectada.

El propósito del trabajo con la vela será focalizar nuestra atención y fortalecer la voluntad mediante la concentración de nuestra atención sobre un punto fijo, para conseguir el dominio paulatino de nuestra mente.

El ejercicio de la vela tiene su aplicación sobre el incremento de la sensibilidad en la percepción, ya que en el campo de las sensaciones visuales, la gama de frecuencias que abarca el espectro cubre desde los 428 hasta los 750 billones de ciclos por segundo. Ampliando el campo de frecuencias que pudiésemos apreciar (por educación del cerebro y de la mente, y no simplemente del ojo) se seguirá viendo el naranja, pero con otra intensidad y calidad, se vera un nuevo amarillo, un nuevo verde, etc. Todos y cada uno de los colores serán apreciados con sus distintos tonos y matices, pero cada uno de estos, más luminosos que el básico o inferior de la gama conocida.

Ejercicio de la Visión del Halo, Aura Mental, Aura Total, Aura de Salud y Formas de Pensamiento

La percepción extrasensorial conocida como clarividencia no es tanto el producto de una facultad superior a obtener por muy pocos, sino mas bien, la recuperación de una condición perdida por falta de una educación y motivación al respecto, ya sea por un olvido progresivo de su existencia o producto de una tenebrosa manipulación que se basa en mantener al ser humano sumido en la ignorancia de ciertos aspectos potenciales propios de su naturaleza, pudiendo fomentar de esa manera la falsedad y la mentira. Debe destacarse que en los niños existe una clarividencia natural que se olvida y se pierde casi invariablemente en cuanto comienzan a recibir una educación que mas bien desorienta, obligándolo a entrar en el proceso de socialización que en vez de integrarlo lo individualiza hasta aislarlo de sí mismo y de los demás.

Habíamos dicho que el Halo es el reflejo del cuerpo electromagnético del ser humano. Es la cantidad de la energía. Su existencia se fundamenta por principios físicos comunes y corrientes, como que el cuerpo humano es un circuito eléctrico que crea un campo magnético, percibible a simple vista. La observación del mismo se alcanza por la concentración visual, y se precisa por la percepción extrasensorial.

Debe destacarse como elemento de interés, que la capa más densa del cuerpo etérico humano, es más sutil que el tipo de éter ambiental por el que se propagan las radiaciones, luz, calor, etc. En otros términos: la energética etérica humana es en cualquier caso mas refinada que la energética etérica, que
es equivalente, utilizada en los procesos físicos. En cuanto al aspecto morfológico aproximadamente el espesor del halo de una persona adulta, de salud más o menos normal, es de unos dos a tres centímetros. Por supuesto la parte de la cabeza sobrepasa la medida o el grosor del resto del cuerpo.

La distribución de esta energética etérica es sustancialmente la misma en todas las zonas del cuerpo siguiendo su forma. Se forma así una especie de doble corporal, pero etérico; aunque como decíamos suele observarse siempre como más grueso e intenso a la altura de la cabeza.

Para efectuar la observación del Halo procuraremos sentarnos todos cómodamente, poniendo a alguien parado frente a nosotros a una distancia no mayor de 5 metros , de espaldas a un fondo claro y con una luz ambiental no muy fuerte, prefiriendo si se realiza el ejercicio en la penumbra. La idea al realizar la práctica como en el caso de la vela, consiste en retener la vista fija sobre el hombro o la cabeza del sujeto a observarse por espacio no mayor de un minuto sin parpadear, tratando de precisar el espesor de la luminosidad alrededor del cuerpo.

Todos los seres vivos ya sean seres humanos, animales o plantas cuentan con un Halo que suele ser fluctuante dependiendo de la hora del día en que se haga la observación, y dependiendo del grado de desgaste o cansancio. Los objetos también llegan a presentar una suerte de Halo que es más bien constante.

En cuanto al Aura, como decíamos antes, a diferencia del Halo que refleja el volumen, cantidad e intensidad de la energía vital, o sea el aspecto cuantitativo; la observación del aura nos expresa el aspecto cualitativo del ser, esto es, la calidad o su nivel de vibración en los planos físico, mental y espiritual.

Como comentario diremos que la fotografía de la yema del dedo obtenida por Semiur Kirlian, mediante la célebre cámara, permite apreciar parte de la capa más densa del cuerpo etérico y no precisamente el aura, lo cual constituye algo más sutil todavía.

El Aura es el reflejo de nuestra realidad interna. No podemos impedir que alguien que tiene la percepción necesaria nos observe tal como somos, ya que el Aura no puede ser disfrazada o arreglada; pero para una adecuada captación e interpretació n se deberá conocer las variaciones y combinaciones múltiples de los colores, su significado así como la existencia en el ser humano de aquellas tres Auras que llevamos con nosotros: El Aura Mental, El Aura Total y
El Aura de Salud.

Aura Mental

Es el arco iris de colores que se observa por encima de la cabeza, con tonos definidos como medias lunas por encima del cráneo y los hombros. Esta aura es muy variable, debido a que está sujeta a los estados mentales, anímicos y emocionales de la persona, los cuales suelen ser cambiantes.

Se puede interpretar el aura mental, como el estado mental de la persona; un estado que resume sus actitudes, conceptos, y manera de ver la vida. Para percibirla se ubicará a la persona sujeta a observación, parada al frente nuestro, a no mas de 5 metros de distancia de espaldas a una pared o fondo
claro (la persona a observarse debe estar vestida con ropas claras), en un ambiente bien iluminado. Concentraremos entonces nuestra atención y la vista física ligeramente por encima de la cabeza del sujeto observado. En ese momento, con el dedo índice nos tocaremos suavemente el entrecejo. Esto lo haremos para concentrar nuestra atención en la frente y poder captar, ya sea con los ojos abiertos o cerrados, en nuestra mente, los colores del aura. Al cabo de veinte segundos, relajamos la mano y mantenemos la concentración a través de la sensación aún presente, de la yema del dedo en el entrecejo.

Después de un minuto –como en el ejercicio de la llama de la vela-, uno cierra los ojos y procura trasladar la silueta de la persona guardada en la retina, hacia el entrecejo, y allí procuramos “sentir” los colores alrededor de la persona. Porque la idea es «sentir» mas que ver. Y podemos continuar percibiendo y sintiendo con los ojos abiertos, entreabiertos o cerrados; como nos resulte más fácil, recordando que el color más cercano al cuerpo es el violeta, le sigue el azul, el celeste, el verde, el amarillo, el naranja y finalmente el rojo como el mas externo.

En una hoja en blanco, con lápices de colores dibujaremos la silueta de un cuerpo humano y alrededor le pintaremos los colores que captemos. No siempre se apreciaran los colores en el orden antes mencionado, por cuanto alguno suele destacarse mas que otro, o hay colores que están tan sutiles, o que son imperceptibles, pudiendo aparecer en la observación, sólo dos o tres como revueltos y en movimiento.

El Aura Total

Es la cúpula de protección natural que posee el ser humano. Su tamaño abarca lo que alcanzan nuestros brazos extendidos, pudiendo llegar a ser ésta en algunos casos mucho mayor, pues el tamaño del Aura Total es a la vez el del campo de influencia e irradiación de las energías que forman nuestra esencia integral, de cuerpo, mente y espíritu.

Como el Aura envuelve completamente la persona, suele destacarse en ella un color en particular, que es el llamado color “envolvente” o “predominante” , que suele definir nuestro actual estado interno. Nuestra Aura Total tiene la forma de un huevo (forma ovalada), ligeramente achatada en los pies y en la cabeza. Dentro del Aura los colores pueden aparecer horizontales, verticales, oblicuos o como manchas, cubriendo o girando por delante, encima y atrás de la persona dependiendo de su grado de equilibrio o desequilibrio.

Cuando los colores aparecen horizontales esto podría interpretarse como que la persona va a mantener constante su estado actual, ya que el lado derecho del cuerpo suele relacionarse con el momento actual de la persona, mientras que el izquierdo con su futuro inmediato. Mas bien, cuando los colores aparecen oblicuos, podría interpretarse esto como que hay una tendencia hacia el equilibrio o al desequilibrio de tal o cual color. Un Aura con manchas podría estar señalándonos caos personal.

Para que tengamos un Aura Total sana y estable, los colores tendrían que aparecer en sus ubicaciones correctas que corresponden a los chakras, esto es: el color violeta a la altura de la coronilla en la cabeza; el color azul índigo a la altura de la frente o entrecejo; el celeste aguamarina a la altura de la
boca y la garganta; el verde cubriendo los hombros, el corazón y los pulmones; el amarillo ubicado en el plexo solar, a la altura del esternón y el ombligo; el naranja en la zona del bajo vientre y los órganos sexuales; y finalmente el rojo a la altura del cóxis y de las caderas hacia abajo. Para ser saludable y positiva el Aura Total, los colores tendrían que lucir claros y brillantes. Pero en la realidad normal y corriente son pocas las personas que poseen sus colores en las ubicaciones correctas y con la claridad y brillantez que denoten equilibrio y armonía.

Para observar el Aura Total habremos de ubicar nuevamente el dedo índice sobre nuestro entrecejo por veinte segundos, al cabo de lo cual, relajamos la mano y concentraremos nuestra vista física durante un minuto sin parpadear, calculando una cuarta o una mano sobre la cabeza de la persona que hayamos escogido como foco de nuestra atención. Al cabo de ese minuto cerramos los ojos y procuramos definir la silueta de la persona, ubicándola en el entrecejo, tratando desde ya de sentir el color que la envuelve o destaca. Después de un minuto, abrimos nuevamente los ojos y volvemos a concentrar la vista física en el mismo punto, procurando sentir y definir primero: el color envolvente, luego los colores al interior del Aura, y su ubicación; si son horizontales, oblicuos o verticales. Todo detalle del Aura lo plasmaremos en una hoja blanca con lápices de colores, llevados a propósito que nos permitirán después, cotejar y comparar las similitudes en las captaciones.

El Aura de Salud

Comprende los colores que pueden ser apreciados a través de la clarividencia en el cuerpo o fuera de él, y que se asocian con los estado de salud o enfermedad que afectan a la persona. Estos colores suelen asomar del cuerpo como manchas, las mismas que no serían otra cosa que las dolencias y enfermedades que ha tenido, tiene o tendrá en el cuerpo la persona. En otras palabras, los males que aquejan al individuo.

La ventaja de la percepción del aura de salud es que permite establecer la verdadera causa por encima de los efectos de las enfermedades, localizando el foco de concentración de los desequilibrios energéticos. Esto permitirá al facultativo establecer una atención precisa a la raíz del mal, sin tener que perder tiempo en especulativos diagnósticos. Y es que hoy sabemos que antes que se enferme el cuerpo, se enferma la mente, y antes de que se enferme la mente se enferma el alma.
Y las enfermedades del alma pueden haberse gestado en ésta vida o en otras por actitudes inadecuadas. El aura de salud nos permitirá captar y distinguir posibles orígenes en vidas anteriores de las enfermedades y hasta medir la gravedad de las mismas. La observación de esta aura se consigue con la práctica, la experiencia y el entrenamiento continuo, concentrando la visión física y luego la percepción mental en un punto determinado del cuerpo de la persona sujeta a investigación, pudiendo ser éste punto, el plexo solar (ligeramente por encima del ombligo) o cualquiera de los otros centros energéticos o chakras de la persona.

Al cabo de un momento de tener nuestra visión física concentrada sobre la persona, podemos cerrar los ojos, (esto es optativo) y procuraremos concentrar la imagen en nuestra mente, a la altura del entrecejo, percibiendo y detallando mentalmente lo que percibimos. Al rato podremos abrir nuevamente los ojos y seguir la observación con los ojos abiertos, pudiendo desplazar la vista física por distintos otros puntos del cuerpo de la persona observada.

Como en lo anterior, todo detalle observado lo plasmaremos en una hoja blanca, con lápices de colores, para cotejar luego entre todos. Las manchas blancas o amarillo brillantes suelen ser enfermedades ya superadas (como cicatrices energéticas); manchas de color verde señalan recuperación de enfermedades; las manchas de color naranja, las enfermedades que se están gestando y que en cualquier momento pueden manifestarse con fuerza; las manchas rojas son enfermedades ya presentes que podrían llegar a acabar con la persona; y finalmente las manchas color ladrillo, grisáceos, u oscuras pueden ser graves enfermedades de origen karmático (deudas de vidas anteriores). Muchas veces ocurre que con los ejercicios y las prácticas, basta con cerrar los ojos para que aparezcan delante nuestro un sin fin de colores, estos pertenecen a nuestra propia aura.

Para la preparación de la observación de las distintas clases de Aura durante las prácticas deberá procurarse contar a mano con cartulinas de colores de un tamaño de unos 15 x 10 cm .: una de color violeta, otra azul, verde, amarillo, naranja y rojo. Un juego por cada miembros de familia o miembro del grupo con el que deseemos trabajar. Tienen que ser estas cartulinas del mismo material, y del mismo tamaño. La idea
es que cada uno vaya familiarizándose con la vibración de cada color, tocando cada cartoncito por espacio de un minuto con las yemas de los dedos y luego, colocándoselo en la frente procurando “sentir” la vibración del color. A continuación todos los presentes se separarán entre sí, en lo posible, un metro y medio colocándose uno frente a otro; esto, con la finalidad de que con los ojos cerrados cada uno trate de sentir su propia Aura y luego, la del vecino que tiene detrás o delante, o a los lados. El ejercicio se puede combinar con la visualización previa del túnel mental, al final del cual llegamos a una habitación amplia e iluminada, donde delante nuestro hay como un espejo de gran tamaño, con un marco de bronce , que está cubierto por una sábana blanca, y que nosotros al llegar a él, le retiramos la sábana, pudiendo vernos a nosotros mismos reflejados. Esto, como una forma de concentrarnos en nosotros mismos. Luego, la idea es sentir qué color es el que nos está envolviendo; cuál es el que está destacando en nuestra Aura. Este color, es el que caracteriza éste momento de nuestra vida.

Igualmente, cuando hayamos terminado de precisar el nuestro, procuraremos visualizar el de los compañeros mas cercanos presente. Al término del ejercicio compararemos nuestras observaciones.

FORMAS DE PENSAMIENTO

Dentro de la observación del aura se da frecuentemente la aparición de manchas móviles de color, pequeñas sombras, figuras geométricas o destellos alrededor y sobre el cuerpo. Todo esto no es otra cosa que las llamadas formas del pensamiento, ósea, que los pensamientos pueden adquirir colores y formas diversas, ya sean éstas, ideas positivas o negativas.
Colores claros y brillantes siempre suelen acompañar lo positivo, mientras que lo negativo vendría a englobar los colores sombríos y oscuros. Por ejemplo: una nubecita ploma a la altura de la cabeza , podría significar tensión o angustia familiar o problemas en el trabajo. Un destello brillante en el oído sería una inspiración musical o una idea positiva. Un cuadrado transparente, o un rombo naranja podría relacionarse con ideas limitadas a lo cotidiano, preocupaciones o proyectos en el trabajo, etc.

Para la práctica de éstas observaciones, se pedirá a la persona voluntaria que se ha colocado delante de los demás, que se concentre en una idea específica la cual anota previamente sin comunicárselo a nadie, y lo guarda dentro de un sobre. Lo que llegue a ser observado por el resto del grupo, será precisado por los participantes en la hoja blanca, donde previamente hemos dibujado una silueta humana. Si queremos tener la seguridad de que lo estamos observando o sintiendo es exacto o correcto, se recomienda la presencia en el lugar de por lo menos dos niños pequeños entre los cuatro y seis años, quienes también intentarán hacer cada una de las captaciones. Nosotros confrontaremos con ellos.

LAS AURAS, SUS COLORES, Y SUS CARACTERÍSTICAS Y PROPIEDADES

El aura viene a ser el resplandor, vibración luminosa o radiación surgida del cuerpo humano, cuya captación es posible por parte de una persona sensibilizada. En otras palabras, el Aura es la representació n en colores de los aspectos cualitativos de nuestro ser, en forma de emanación de un efluvio brillante, una envoltura vaporosa brillante, oviforme, que rodea el cuerpo y que está compuesto de siete partes fundamentales, siendo la parte más alta, más dilatada. Estas capas son los diferentes cuerpos o vehículos que se ha elaborado el ego, para expresarse en cada uno de los planos. Y reinos de la evolución del hombre; aquellas personas que no cesan en su preparación mental y espiritual alcanzan un día la clarividencia que les permite percibir, sino bien todas, algunas de las capas que más destacan en el huevo áurico. Reiterando la anteriormente expuesto cuando hablamos de auras no podemos dejar de lado el cuerpo vital o doble etérico, conformado por emanaciones que se ven como luminosa neblina muy suave bordeando el cuerpo, con la tonalidad del agua y que es lo primero que nosotros captamos en un ejercicio de visualización de aura. La neblina del cuerpo aparece brillante y clara cuando la persona está descansada y sana, mientras que se torna delgada y lechosa cuando es lo contrario. El doble etérico puede tener muy poco espesor, quizás menos de un centímetro o elevarse hasta dos o tres dedos de espesor.

Cuando se ha desarrollado lo suficiente la voluntad y la capacidad de enfoque de nuestra mente, y por consiguiente, la visión astral o clarividente, es posible percibir fácilmente las vibraciones del cuerpo vital; para comprobarlo es igualmente necesario acercarse a una persona cuyo doble etéreo se observa sano. En comparación con percepciones anteriores, es descrito el movimiento vibratorio que vemos como el aire caliente; esto está íntimamente, relacionado con la curación por imposición de manos, donde uno siente y percibe la energía desprendida del cuerpo y lo reconoce como tal (cuerpo vital). En caso de existir alguna enfermedad o deficiencia del organismo uno lo reconocerá por emanación de una energía o calor diferente proveniente del área afectada.

Lógicamente, uno de los primeros pasos para lograr, la visualización del aura, como decíamos antes es la percepción del cuerpo vital. Esto es un inicio de la clarividencia, quienes perciben el cuerpo astral y vital, disfrutan de la llamada clarividencia sencilla, pero no alcanzan a percibir escenas distantes en el tiempo y espacio sino hasta lograr un adecuado entrenamiento con constancia y perseverancia. Los éteres del plano físico no son captados por la visión física, ellos son el resultado de muchas complicadas combinaciones de sustancias.

La infinita variedad de rasgos fisonómicos es precisamente uno de los resultados de la variabilidad plástica sin fin del doble etérico. El éter akásico, o estado gaseoso. La densidad del doble etérico disminuye a medida que se gana altura, que se aleja del cuerpo físico.
Luego del cuerpo vital tenemos al huevo áurico propiamente, poblado de colores y constituido de vibraciones astrales. Este conjunto multicolor es lo que se distingue como aura humana y a quienes son capaces de su lectura, les revela los sentimientos, las emociones y las pasiones, y algunas formas de pensamientos del individuo observado. Para poder precisar entre el Aura Mental, el Aura Total, el Aura de Salud y las Formas del Pensamiento, habremos de ejercitar nuestra capacidad de enfoque y nuestra voluntad, al decidirnos qué de todo lo que se manifiesta deseamos ver y precisar. Y es que en una primera observación, todo se nos podría estar manifestando junto y revuelto, llevándonos a confusión.

El cuerpo vital es el lugar donde se ubica la enfermedad, cumpliendo labor similar a la del aura de salud. Si la persona atraviesa un momento de tranquilidad su aura nos ofrecerá a la perfección la apariencia de sosegada fosforescencia; pero si en los instantes en que es analizado el individuo, éste se encuentra exaltado, sacudido o fuertemente conmovido por una violenta pasión, angustia o desaliento entonces llamea el aura, se percibe como tormentosa y la sustancia astral se turba en un remolino que se agiganta y chispea.

El huevo áurico envuelve totalmente a la persona y puede alcanzar en el caso de un gran desarrollo, algo más de dos metros de altura desde su extremo mas amplio que esta sobre la cabeza de la persona, hasta su extremo más afilado, que se extiende por debajo de los pies.
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Dentro del seno materno el feto está rodeado por una masa carnosa que es la placenta, que constituye algo así como una bolsa protectora de la nueva vida humana. Fuera del vientre de la madre, la persona posee otro tipo de envoltura, el aura: un capuchón policromo, que conocido debidamente nos advierte así mismo que es un manto protector. Así el aura total revela cualquier enfermedad que podamos padecer, incluso las que están en periodo inicial, lo que nos permite asignarle una oportuna intervención.

El aura total, está poblada de diversos colores y tonalidades, unos tenues y otros brillantes, estos colores cambian de intensidad según las variaciones de la persona. Ninguna persona puede engañar a otra en lo relativo a su aura, menos ocultarle su estado anímico; pero el aura no sólo denota los sentimientos, emociones, y algunos pensamientos interiores, sino que también evidencia así mismo aquello que es constante: el temperamento.

El color o los colores predominantes del aura expresan el grado de adelanto o atraso espiritual de la persona. La riqueza cromática del aura es precisamente ilimitada y en ella, el blanco evidencia el símbolo de la perfección.


COLORES, CARACTERÍSTICAS Y PROPIEDADES

Rojo.- Es uno de los colores del arco iris con la vibración más baja, e igualmente es el color más cálido. En la naturaleza y el hombre, el rojo simboliza el fuego creador; en el aura representa los aspectos del amor, desde lo sensual hasta lo afectivo o lo que con mayor propiedad deberíamos definir como emociones, sentimientos, atracción y conjugación física.
El rojo suave es el color del amor personal abnegado y lo es también del amor familiar. El rojo brillante es el amor puro; mientras que el color rosa es el color del amor en el servicio.
Un rojo oscuro se relaciona con la pasión, mientras que un rojo sucio (sombrío) se asocia con la fuerza y vitalidad empleados en el mal. Un rojo de esa clase revela al sujeto desleal, con inclinaciones a las riñas. Los criminales tienen este color.
Un rojo como la grana subido, evidencia ira, en tanto que el escarlata significa orgullo vano, obstinación y soberbia. Cuando el rojo está bordeado de amarillo indica fuerzas y vitalidad dirigida a la realización del bien. En este caso el color señala a la persona que colabora con los demás.

Naranja.- Es el color de la voluntad, del orgullo intelectual, del temperamento y el carácter. El naranja limpio y suave nos revela a una persona respetuosa. Un naranja sombrío nos indicaría a alguien despreocupado y ocioso. Un naranja rojizo con cierta tonalidad verdosa nos representa a una persona celosa o con la cual no se podrá razonar y es mejor evitarla.
Un naranja con cierta graduación de verde destaca a un individuo prejuicioso, poco imaginativo. Un naranja brillante denota fuerza de voluntad y poderosa personalidad y carácter.

Amarillo.- Tercer color que si aparece resplandeciente, dorado y puro es exponente de elevado intelecto, equilibrio y conciencia espiritual. Este color ilumina e inspira la mente. El amarillo matizado con destellos brillantes más o menos nítidos revela el grado de entrega personal al servicio, sobre todo cuando aparece en el color envolvente. Un amarillo naranja, denota un claro control sobre el carácter y la conducta.
El amarillo grisáceo denota ciertos estados negativos (diversos). El amarillo sucio con manchas de rojo oscuro evidencia traición.
Un amarillo sombrío denota a quienes no han progresado en el campo moral. Un amarillo grisáceo muestra a los tímidos; y si es rojizo opaco o naranja opaco, denota a los cobardes. En las mezclas cromáticas la interpretació n deberá tomarse en cuenta el significado de cada uno de los colores componentes, así como también de la intuición.

Verde.- El verde ocupa el segmento central del espectro apreciable por el ojo físico, generalmente la zona media del huevo áurico. Este color que refleja la esperanza y la honestidad, destaca en las personas cuya profesión o misión es “ la Vida ” o están en permanente y directo servicio al prójimo o a la naturaleza. Es el caso de los médicos que liberan a las personas de sus enfermedades, o colaboran en el nacimiento o asisten en la muerte; es el color de los veterinarios, que velan por la salud de los animales; de los biólogos que redescubren los aspectos de la vida cada día; de los terapeutas que guían a la gente a amar la vida a través de la autocuración; o los jardineros que se preocupan por la belleza y vitalidad de las plantas, etc.
El verde prevalece en los armonizadores y pacificadores del mundo. El verde es como dijimos: esperanza, honestidad, estabilidad, tranquilidad, generosidad, verdad, y entrega amorosa a la obtención del conocimiento. Por ello se halla en el medio del aura, y a la altura del corazón y los pulmones. La acción del verde entibia la sangre y templa los nervios. El verde es el color del reino de la naturaleza.
El verde claro lo irradia una persona con simpatía y comprensión. Mientras que el verde con tonalidades oscuras nos muestra a aquel que inspira desconfianza.
El verde tamizado de azul eléctrico muestra al ser responsable; pero sí el verde es fuertemente sombrío, se erige ante nosotros alguien egoísta y envidioso.
El verde rojizo significa sospechas y también celos. Pero en general el verde es un color ideal saludable y de equilibrio.

Azul.- El azul es uno de los cuerpos primarios y eléctricos. Un azul limpio y claro manifiesta una elevada espiritualidad. Un azul tamizado de violeta o de morado, nos hace reconocer el sublime idealismo o religiosidad. Un azul con pinceladas grises se presenta cuando los sentimientos y las inclinaciones religiosas están afectadas por los temores. El azul con sombras son las creencias ensombrecidas. Si el toque oscuro sobre el azul es mayor, las creencias son retorcidas por el fanatismo y en algunas ocasiones por el odio.
El Azul Índigo o Marino se trata en realidad de un azul muy profundo que revela la devoción religiosa, generosa y sacrificada. El índigo expresa, así mismo la orientación espiritual de la conciencia hacia lo divino.

Violeta.- Es el último color de la banda irisada. El idealismo espiritualizado refleja ese color. Es la devoción, la fe y la mística. Entre las vibraciones del violeta debemos tener en cuenta el orquídea, el lila, el púrpura y el morado.
El orquídea simboliza la entrega de la vida al amor de Dios.
El lila representa el altruismo.
El púrpura es una combinación de las cualidades anímicas que simbolizan el azul y el morado. En él mundo físico el púrpura es de un color orquídea morado que no despierta la admiración sino de muy pocas personas, pero astralmente manifiesta contemplación y renunciación.
El violeta suave podría significar el amor maternal en la abnegación que todo lo entrega en una generosidad sin límites y que puede inmolarse a si misma. La ubicación áurica del violeta y sus variaciones es casi siempre muy próxima a la cabeza del individuo.
El violeta es en general magnético, y quién lo posee es comúnmente atractivo y seguido por los demás. El violeta y sus variaciones apaciguan los ánimos, detienen las exaltaciones calman los nervios y simbolizan una alta serenidad.
Cuando los colores se hinchan y se irregularizan en sus contornos, muestran a su poseedor como una persona incapaz de controlarse a si misma.

Café.- Es propio de las personas materialistas muy apegadas a las cosas terrenas, el café es el color de la tierra. Pero si éste mismo color café o marrón es claro y brillante es símbolo de humildad.

Gris.- Es un color neutro pero modifica los colores del aura. Cuando el gris aparece sobre los otros colores, en forma de bandas o capas tenues, acusa a las personas débiles de salud, y tímidos de carácter. Un velo muy tenue de gris sobre otro color puede significar melancolía o negatividad. Pero el gris brillante puede estar señalando una persona receptiva y buen canal de energías y mensajes de entidades superiores.
Encima de una octava cromática hayamos otra compuesta siempre por colores muy suaves y delicados. Por ejemplo, tenemos que el rosa corresponde a una octava de vibraciones más altas que aquella de los colores de la banda del iris.

Blanco.- Es el color de la pureza, suele relacionarse con la perfección y representa la más alta espiritualidad en el camino del espiritual. El blanco aparece cuando los demás colores están en armonía.

Resulta en realidad difícil leer el aura con seguridad y completa exactitud sino se usa la intuición, la imaginación y la inteligencia, para no sólo sentir su significado sino también jugar con la asociación de ideas. Es entonces complicado hasta que uno le agarra el truco, y esto ocurre porque los colores en el aura aparecen mezclados en múltiples combinaciones, y así con el ejercicio de nuestra voluntad podremos precisar qué estamos viendo, si el Aura Mental, el Total o la de Salud; si son formas del pensamiento o qué..

Existen muchas formas de visualizar el doble etérico y los colores áuricos. Uno mismo se puede observar su propio halo. Para conseguirlo, uno busca poner su habitación en penumbras o a media luz, y como fondo una pared clara, donde estirará una de sus manos y se concentrará en un punto determinado, mirando hacia la mano y no la mano misma. Habremos de esperar concentrados hasta que se haga visible y podamos medir su grosor.

De igual manera se observa el doble etérico y el aura de otra persona, la cual previamente se relajará, mientras que nosotros nos concentraremos pudiendo percibir como aparece primeramente el brillo alrededor de su cuerpo, y luego, los colores áuricos que más destacan. Es de gran importancia la respiración profunda y la relajación que mantenga el que observa y el que es observado. El ejercicio también se puede repetir frente a un espejo, recordando que por ser luz, el halo puede ser reflejado mas no el Aura que será sentido. El espejo nos sirve como un punto de referencia, enfoque y concentración.

Cuando se lee el aura, se debe tener en cuenta muchas características sumamente importantes para la cabal interpretació n, como son: el brillo de los colores, la nitidez de los mismos, el color envolvente, la ubicación de los colores, sus combinaciones, los puntos de concentración, los contornos, si los colores están verticales u horizontales, etc.