martes, 8 de mayo de 2012
EL TERCER UNIVERSO
“…En el tercer universo llamado también original, que es el espiritual, hablamos de dos dimensiones más y de dos leyes, la de la Unidad y la del Amor.
Todos podemos llegar a conectar con aquellos dos universos superiores y con las leyes que los gobiernan, pues a través de los siete cuerpos mencionados anteriormente, se puede acceder a dicha experiencia, sólo que dependerá de que cada vez haya en uno mismo una mayor conciencia y compromiso.
Los primeros tres vehículos del ser humano: el cuerpo físico denso material, el astral que es el cuerpo de las emociones y los deseos, y el tercero que es el mental inferior llamado también carácter y personalidad, conectan a través del plano de la conciencia material con el universo material de siete dimensiones.
Los siguientes tres cuerpos son: el mental superior, vehículo de las potencialidades paranormales o la propia cuarta dimensión; el alma llamada también la “catedral del espíritu” que es el registro de las vidas anteriores; y el espíritu que es la conciencia. Estos tres vehículos conectan a través del plano mental con el universo mental de tres dimensiones.
Y el séptimo vehículo es la esencia, que se puede dividir en: voluntad, sabiduría y amor, nos conecta a través del plano espiritual, con el universo espiritual de dos dimensiones más.
El universo material fue creado por el universo mental, porque el mental se experimenta a sí mismo a través del material, buscando con ello a la fuente de todo. Porque es a través de la acción material dirigida con conciencia, que lo mental puede llegar a vivenciar la esencia espiritual.
En esta última creación las primeras civilizaciones que fueron surgiendo, lo hicieron dirigidas por los seres ultraterrestres, quienes marcaron la pauta del desarrollo procurando la consecución de un ideal mental que ellos mismos habían propuesto.
Estas civilizaciones alcanzaron rápidamente niveles muy altos de evolución, pasando así de la tercera a la cuarta, de la cuarta a la quinta, y de la quinta a la sexta dimensión de la conciencia. Este avance se producía como consecuencia de la colaboración que realizaban unos con otros, ayudándose a progresar en una larga cadena de solidaridad.
– ¿Nosotros aquí en la Tierra en qué nivel nos encontramos?
– Ustedes son seres de tercera dimensión de conciencia en un tercera dimensión física, o sea “seres 3,3”. Pero hay algunos seres humanos en vuestro planeta que ya sea por su avance actual o por su trayectoria en existencias pasadas se encuentran en un nivel 3,4 lo que significa, que aunque pertenecen a una dimensión de existencia bastante densa, se mueven alternativamente en un nivel de conciencia de cuarta dimensión. En otras palabras, vivencian diversas manifestaciones conscientes o inconscientes de sus facultades psíquicas, pudiendo –si se lo proponen—, ejercitar y llegar a dominar en cierta medida su percepción extrasensorial. También hay uno que otro individuo 3,5 y hasta 3,6, que como dijimos, viven unos con conciencia de vidas pasadas o actúan en consecuencia con la madurez alcanzada en ellas, y otros que se desenvuelven con una conciencia espiritual manifiesta en actitudes de verdadero compromiso con los demás.
Volviendo a la historia: Llegó el momento en que algunas de las civilizaciones lograron alcanzar un muy alto nivel de evolución, esto es, una sexta dimensión de la conciencia y de pronto no se pudo avanzar más, produciéndose como un estancamiento general, lo cual era algo terrible, por cuanto bien saben que el universo material es dinámico; y un estancamiento significaría una crisis grave, una verdadera contradicción. Esto llevó a que se produjera una especie de Concilio Cósmico entre los seres ultraterrestres, para deliberar sobre las causas y consecuencias de dicho estancamiento.
– ¿Llegó un momento en que no podían ser mejores de lo que eran? ¿Qué les impidió llegar a la séptima?
– Ciertamente se llegó tan rápido a niveles tan altos que se perdió la perspectiva. Sobre todo porque el patrón u orientación procedía de los seres mentales, que valga la reiteración son muy mentales, los cuales no poseen la conexión vivencial con el universo espiritual (su conexión con lo espiritual es mental) y requieren aprender a través de la experimentación espiritual que puedan lograr los seres del universo material.
– ¡Los ultraterrestres nos necesitan! (Comentario del grupo.)
– ¡Todos nos necesitamos mutuamente!... El orden del universo nos enseña que hay que actuar con solidaridad y reciprocidad.
En este proceso al cual hacíamos referencia, se había logrado conectar el universo material con el mental a través del plano mental, despertando los vehículos mental superior, alma y espíritu, pero no se había llegado a conectar lo material con lo espiritual a través del séptimo vehículo que es la esencia. Por ello, las civilizaciones avanzadas llegaron a ser mentalmente espirituales pero no espiritualmente espirituales.
– Esto nos recuerda aquello de que “no hay nadie por muy sabio que sea que no tenga algo que aprender y nadie por muy humilde que sea que no tenga que enseñar”... ¿Pero, podrían explicarnos en qué se había fallado realmente?
– Durante el Concilio, uno de los ultraterrestres, también llamados “Helel” que significa “Los Resplandecientes”, aportó que según su apreciación, el error cometido se debía al hecho de haber permitido que se accediese demasiado fácilmente al conocimiento, restando méritos al esfuerzo de hallarlo. Por lo mismo recomendaba que se invirtiera la figura, y se hiciese lo necesario para dificultar las cosas, introduciendo en el universo material seres mentales que colaboraran en el ocultamiento de la información y dificultaran al máximo el acceso a ésta. Estas entidades actuarían como disociadoras, separando lo que estaba unido, y creando la ilusión de la imposibilidad e inaccesibilidad hacia lo superior y trascendente. Estas entidades ustedes las conocen tradicionalmente como los demonios o diablos, a las que con el tiempo se les fueron sumando diversos tipos de espíritus, incluidos los de los muertos terrestres atrapados en el bajo astral.
El problema que se planteaba era que la entidad que sugería la modificación de las reglas del juego, consideraba que debía seguirse trabajando con las civilizaciones más avanzadas, que dependían directamente de ellos. Estos discípulos de aquellos apoderados cósmicos, merecían según su parecer, la prioridad en el proyecto de avance evolutivo, porque además, según él, les restaba muy poco para alcanzar el nivel superior más alto: “la séptima dimensión de conciencia”.
Pero si bien es cierto que los demás seres ultraterrestres valoraron su aporte, no estaban de acuerdo con que se variasen las condiciones y la relación con las civilizaciones más adelantadas, lo cual podría ser percibido o interpretado como una traición por parte de los Helel; y que más bien, de buscarse y experimentar alternativas nuevas, debía trabajarse con civilizaciones que recién se hubiesen iniciado o que todavía no habían surgido, y fueran a tener un destino incierto. Por ejemplo, planetas adecuados para un desarrollo superior pero que fueran a tener una desaparición súbita.
Esta modificación no le agradó a aquel autor de la propuesta original y del diagnóstico sobre el estancamiento evolutivo, aquel que ustedes conocen legendariamente como Luzbel. Un ser ultraterrestre del universo mental, uno de los más importantes ente los Resplandecientes.
Así a aquel a quien hoy llaman “Lucifer” o “Luzbel” (“portador de la luz” en la lengua latina), le disgustó la posibilidad de que civilizaciones noveles, y para él advenedizas; que no habían recibido la instrucción directa de ellos como fuente, pudiesen alcanzar rápidamente niveles muy elevados de evolución y hasta lograran encumbrarse por encima de las otras civilizaciones más antiguas. Y así manifestó entonces su descontento saboteando de diversas formas el Plan Cósmico que surgió de aquel Concilio. …”
Extraído de “El Libro de los Guardianes y Vigilantes de Mundos” de Sixto Paz Wells