FISICA CUANTICA
Con ella, la ciencia física ingreso sin proponérselo a este campo que tradicionalmente había sido terreno religioso llamado "mundo espiritual".
A través de un experimento realizado por científicos, con un acelerador de partículas atómicas se pudo comprobar que los electrones que giran en órbitas alrededor del núcleo de un átomo, solo se materializan cuando la conciencia humana los visualiza desde su vehículo tridimensional o cuerpo físico.
La física cuántica ha demostrado en sus intentos por comprender las leyes que rigen el mundo de las partículas subatómicas que el observador de la materia, es decir la conciencia humana, altera el mundo subatómico cuando este es observado por el hombre.
Esto nos ha llevado a muchísimas conclusiones científicas, morales y espirituales.
En otras palabras, la física cuántica ha demostrado que somos co-creadores del universo junto con Dios, que si vemos un árbol en vez de un cúmulo de moléculas en acción es porque la conciencia humana le concede a la manifestación física del árbol las características particulares que le permiten ser visible.
Y ahora sí, cuando recordamos ese antiguo Coan Zen que nos pregunta:
"Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie presente, ¿este hace ruido?".
Desde el punto de vista de la ciencia física newtoniana la respuesta era si, por supuesto que hace ruido, por que los sonidos son ondas que se generan como resultado del choque de la materia con la materia, pero desde el punto de vista cuántico científico espiritual la respuesta es otra.
El árbol no hace ruido a menos que una conciencia lo configure de esta manera, en ausencia de una conciencia, las partículas que componen el árbol así como las partículas con las que choca simplemente reaccionan de maneras impredecibles y no generan sonidos por que las partículas subatómicas no son ni partículas ni ondas. Son ambas cosas al mismo tiempo.
A la luz de estos descubrimientos muchas cosas que tradicionalmente han sido clasificadas como espirituales toman un sentido científico.
La plegaria, la afirmación metafísica, la oración científica, la meditación y la visualización creativa son funciones elevadas de la conciencia humana, y estas funciones interactúan con la realidad de manera específica en el mundo cuántico que es la matriz del mundo material, ya que es aquí donde la energía se convierte en materia.
En el preciso instante en que pensamos "estoy contento", un mensajero químico traduce nuestras emociones, todas las células de nuestro cuerpo entienden nuestro deseo de felicidad y se suman a él.
El hecho de que podamos hablar instantáneamente con cincuenta mil billones de células en su propio lenguaje resulta tan inexplicable como el momento en que la naturaleza creó el primer fotón a partir del espacio vacío.
Las moléculas mensajeras son la expresión material más fina de la inteligencia que puede producir el cerebro.
La física cuántica nació del afán por explicar estas regiones de apariencia paradójica que se hallan en los bordes del espacio tiempo.
En la antigua Grecia el filósofo Demócrito fue el primero en proponer que el mundo material se compone de diminutas partículas invisibles que él bautizó como átomos, que quiere decir "no divisible".
Cuando Platón escuchó esta teoría planteó una objeción que pronostica, con escalofriante claridad, la física cuántica.
Según el argumento de Platón, si pensamos que un átomo es una cosa, entonces debe ocupar alguna cantidad de espacio y por tanto puede cortarse en dos, para ocupar un espacio aún menor.
Nada que pueda partirse en dos podrá ser el elemento más pequeño del mundo material.
Mediante este argumento impecable Platón demolió la posibilidad de que los ladrillos básicos de la naturaleza sean partículas sólidas, no sólo el átomo, sino el protón, el electrón y el quark.
Según Platón el mundo surge a partir de formas perfectas invisibles, similares a los cuerpos geométricos.
Nadie puede decir con certeza de qué está hecho un quark, pero, decididamente, no es un pedazo de materia sólida, sus elementos constitutivos pueden bien ser simples vibraciones con posibilidad de convertirse en materia y, en consecuencia, serán más pequeños que lo pequeño.
Para ser como el cuanto, el cuerpo no necesita lanzar sus moléculas a otra dimensión, basta que aprenda a re agruparlas bajo nuevos patrones químicos.
Son estos patrones los que saltan de la inexistencia a la existencia.
Como todas las células del cuerpo residen dentro del campo de la inteligencia, cada una de ellas se alinea con el cerebro, que representa el polo norte magnético.
Una célula es como una pequeña protuberancia en el campo, mientras que el cerebro es una gigantesca protuberancia.
Sin embargo, cuando la célula le "habla" al resto del cuerpo no resulta inferior al cerebro en cuanto a la calidad de lo que dice.
Al igual que éste, debe correlacionar su mensaje con otros miles de billones, tiene que participar en miles de intercambios químicos cada segundo y, lo que es más importante, su ADN es exactamente igual al de cualquier neurona.
En consecuencia, el más diminuto de los impulsos de la inteligencia es tan inteligente como el mayor de ellos.
Cada célula es un pequeño ser vivo, "sabe" todo lo que sabemos, a su manera.
El campo silencioso de la inteligencia es nuestra realidad fundamental.
Si tenemos actitudes positivas respecto de nosotros mismos, como parte de una terapia planeada, obtendremos, como ha quedado demostrado, sólo éxitos en el combate contra la enfermedad.
El sistema mente-cuerpo que está a punto de vencer un cáncer, debe saber que se está dando el proceso conveniente y que puede comenzar a generar al mismo tiempo más pensamientos positivos.
El mundo cuántico está constituido de posibilidades, no somos más que protuberancias en un campo infinito e invisible.
El mundo conocido de nuestros sentidos, de los átomos y las moléculas, no se interrumpe abruptamente, sino que hay una gradación imperceptible hacia una realidad diferente.
En algún punto incierto de esta gradación, una realidad de pronto se convierte en otra.
Dos cosas que parecen totalmente diferentes se pueden transformar la una en otra, a nivel más profundo de la naturaleza.
Los antiguos suponían que la realidad es diferente según los diferentes estados de conciencia.
El segundo aspecto que podemos conectar a la física cuántica con lo espiritual es la descripción de estas partículas subatómicas. Ellas son los ladrillos que conforman la realidad material.
Estos ladrillos están formados en su 99.999 por ciento de vacío y solamente en un 0.001 por ciento de algo que ni siquiera es sólido, pero al menos tiene propiedades medibles.
Entonces la realidad material que percibimos cambia radicalmente.
El universo conocido esta principalmente formado por infinitos cúmulos de nada, de vacíos lo cual ya había sido descrito por las tradiciones antiguas de pensamiento, incluso por la masonería que inicia sus rituales diarios con una orden "Silencio Hermanos Míos", dándonos a entender que lo primero que existe es el silencio, el vacío, la luz obscura del judaísmo, o el AUM budista que se dice fue lo que antecedió toda la creación.
La ciencia moderna pretende ser la nueva religión del mundo.
En la mente finita del hombre la evidencia derivada de la prueba y el error lo conduce al camino de una supuesta verdad que llama ciencia.
La ciencia humana no crea las cosas, simplemente las descubre y describe. Por ejemplo, la ciencia humana no invento la fotosíntesis, simplemente la descubrió y la describió.
La ciencia física y la espiritual parecen converger porque ambas son descripciones de una realidad que podemos llamar universo.
Pero la realidad que describe la ciencia física no es tal puesto que las bases de sus enunciados chocan fuertemente con lo finito, mutable y temporal del plano terrenal.
Por lo tanto sus leyes son erráticas y poco fiables.
La ciencia espiritual tiene sus bases en lo infinito, inmutable y atemporal, por lo tanto sus leyes describen el proceso de una creación sólida y real.
Hasta hace casi un siglo, la ciencia física tenía su terreno donde todo le era claro.
Se puede decir que el descubrimiento de este nivel de la realidad es la base que da a la ciencia espiritual una comprobación tangible desde la ciencia material.
Este es el mundo del alma y aunque las escuelas esotéricas promulgan la creencia en la generación y la inmortalidad del alma, la física cuántica nos lo demuestra y en eso radica su virtud.
Las características de los tres planos que componen nuestro universo y de los cuales dos ya han sido descubiertos y descritos por la ciencia física son:
Características del plano material o universo visible:
Los acontecimientos son definidos.
Los objetos tienen límites fijos.
La materia se sitúa sobre la energía.
El espacio es tridimensional y perceptible por los cinco sentidos humanos.
El tiempo fluye en una sola dirección.
Las acciones en el plano físico son finitas mutables y sujetas a extinción.
Todas las cosas tienen un principio, un desarrollo y un final.
Los organismos nacen se desarrollan y mueren.
Todo es fácilmente predecible.
Las Causas y sus efectos son estáticos.
Características del Universo cuántico:
Se manifiesta la creación.
Existe la energía.
Comienza el tiempo.
El espacio se encuentra en constante expansión desde su origen.
Los hechos son inciertos e impredecibles.
Ondas y partículas se alternan unas con otras.
Solo pueden medirse probabilidades.
Causa y efecto son fluidas, no se distinguen.
Nacimiento y muerte se suceden a la velocidad de la luz.
La información está inmersa en la energía.
Características del Universo espiritual:
Sin energía. Sin tiempo
El espacio es ilimitado y contiene un poder infinito de organización.
El todo existe en todo y manifiesta omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia.
El silencio es infinito.
El dinamismo es infinito.
La correlación es infinita.
El potencial creativo es infinito.
Todo es inmutable.
Todo es eterno.
Todo es inconmensurable.
Todo es inmortal, y se encuentra más allá de la vida o la muerte.
Todo es infinito y no causal.
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