El ADN y el Gran Experimento. I
Tenéis a vuestro alcance cada vez más información que revela la contribución al desarrollo de Gaia que hicieron los biogenetistas de civilizaciones distantes al depositar diversos códigos de ADN en el planeta por medio de su semilla, para lo que habría de ser el experimento más grandioso del universo. Tendréis que analizar todo eso con suma circunspección para discernir lo que creéis verosímil de lo que percibís como los desvaríos de una imaginación desenfrenada.
Esto podéis lograrlo estando atentos a vuestra respuesta instintiva y a la guía interior. Tenéis que hacer otro tanto con El Cosmos del Alma, por cuanto no sólo aceptamos vuestro escrutinio de buena gana, sino que lo buscamos. Éste es el verdadero intercambio; es una de las maneras de que lleguemos mutuamente hasta el otro.
Recordad que la sabiduría está codificada directamente en cada partícula subatómica de vuestro ser, al igual que en la hoja, en una nube, en el mismo aire que respiráis. Es la inteligencia colectiva, el Akasha, inscrita en los éteres del Todo-lo-que-es. Sabed que realmente accedéis al Akasha en todo momento, especialmente cuando estáis concentrados y tenéis claridad, y cuando vuestras mentes están despejadas del ruido de la deducción lógica y el proceso analítico.
Os animamos a sostener ese centro, el punto de equilibrio, a lo largo de nuestras enseñanzas y de aquéllas de otros que han venido antes y que vendrán después. Aceptad que lo que sentís es la verdad, o al menos lo que percibís como una realidad factible, y descartad cualquier cosa que tenga una resonancia discordante en vuestro corazón.
Sabed, asimismo, que lo que en este momento es cierto para vosotros cambiará muy radicalmente en los días futuros, y sed conscientes de que estar abiertos a nuevos pensamientos y teoremas os abre el camino a una mayor comprensión y a una nueva visión. A pesar de la apariencia externa de degradación y destrucción social, la vuestra es una generación bienaventurada. Por lo tanto, sed firmes, pero no rígidos; sed exigentes, pero no escépticos. Sobre todo, abrid vuestro corazón mediante la limpieza de vuestras atiborradas mentes.
Éste es el camino del acuariano.
Desde el comienzo de ésta, vuestra presente década calendario, los Emisarios de Luz de las Pléyades también han venido intensificando su comunicación con vosotros. Los canales traen enseñanzas revolucionarias que identifican vuestro verdadero legado, algo muy distinto del asunto de los monos, los eslabones perdidos y los clichés darwinistas. Vuestra raza es la creación de muchos seres estelares y, al igual que los Pleyadianos, nosotros participamos en vuestra concepción. Queremos que lo sepáis, pues somos vuestra familia, así como vosotros sois la nuestra, y vuestros parientes lejanos son muchos a lo largo de la infinita expansión del cosmos.
Podéis entender por qué es tan importante para nosotros que resolváis el enigma del ADN y nos declaréis vuestros ancestros. No sois la carnada evolutiva del gorila ni primos del chimpancé, como os han enseñado en el contexto darwinista. Sois una especie por derecho propio, el Homo Sapiens, cuya semilla proviene de muchas otras galaxias y sistemas paralelos; los seres estelares del Proyecto Tierra.
Dado que fuisteis los híbridos de muchas especies en el universo, vuestra raza fue un experimento multidimensional en la extrema conciencia polar de la realidad física. Fuisteis originalmente diseñados con doce filamentos de ADN, códigos de luz que contienen inteligencia, los cuales os proporcionarían todos los dones y potenciales de vuestro legado estelar: la estructuración genética de algunos de los seres más evolucionados del universo.
Fuisteis diseñados para ser la más grandiosa entre todas las formas de vida inteligente en el universo material y para que dominaseis la tercera dimensión como jamás lo había hecho ninguna especie. En esencia, pensamos que podíamos crear una superraza de seres de cuerpo de luz que serían capaces de albergar las frecuencias más altas mientras cristalizaban la forma en la tercera dimensión.
Ese era nuestro reto.
Creímos que era una misión de luz con una intención noble.
Nuestros antepasados participaron en el Proyecto Tierra junto con los Emisarios de Luz de muchas otras dimensiones y sistemas estelares. Nunca se celebró una victoria más magnífica que la siembra de Gaia —la triunfante combinación genética de los códigos de ADN de muchas especies—, donde se utilizó una variedad selecta de bacteria como base estructural, en la cual se implantaron recortes de material genético diverso, creando así filamentos de lo que vuestros científicos llaman «ADN recombinante».
Se unieron seres de muchas galaxias en ese esfuerzo y, en muchos sentidos, vuestro planeta se convirtió en el centro del universo, pues todos los ojos estaban puestos en vosotros: la superraza naciente de los seres humanos. Las energías de la Tierra vibraban doradas a lo largo y a lo ancho de la Finísima Red, mientras la expectativa de la Gran Raza resonaba por todo el cosmos.
Gaia habría de convertirse en la luz más clara de toda la galaxia, el wam más exquisito que sonaría en las ondas del mar cósmico y la estación de comunicación más grandiosa del universo. El ser humano sería conocido como el niño de oro de la creación: una entidad física perfecta de Espíritu, inteligencia y luz supremos.
El Proyecto Tierra tenía otra trascendencia, que sentimos que tenéis derecho a saber. Según consta en vuestra historia y la de vuestros animales, sin duda sois conscientes de que la constitución genética de una especie se debilita con la reproducción entre los miembros de dicha especie. Con el tiempo, los defectos de una especie genéticamente aislada se convierten en debilidades de la raza, la cual acaba extinguiéndose por completo.
Éste fue un aspecto a tomar en consideración en la siembra de la Tierra, pues creíamos que con la creación del ADN recombinante garantizábamos la supervivencia de muchas civilizaciones remotas que no tenían acceso a otras razas con las cuales cruzarse. Al crear los cuatro prototipos maestros de la raza humana, cada uno portador de material genético de especies diferentes, garantizábamos al mismo tiempo la supervivencia del grupo genético en la Tierra.
Poco después de la gestación de estas cuatro razas maestras, intervinieron las fuerzas polares de la oscuridad y tomaron el control del planeta, en todo el sentido de la palabra. Os dejaron únicamente dos filamentos activos, la matriz incompleta, y es así como os han controlado desde entonces. Si hubieran podido desconectar esos dos filamentos también, lo habrían hecho, y os habrían despojado completamente de toda inteligencia y de la memoria ancestral de vuestros verdaderos orígenes. Afortunadamente, vuestra existencia dependía de la doble hélice, de modo que no tuvieron más remedio que dejaros los dos filamentos vitales.
La memoria se encuentra en esos códigos, pues ellos conforman el núcleo de todas las células de vuestro cuerpo, y los amos controladores querían que os olvidaseis para siempre de la Familia de Luz.
Por este motivo, se formó e implantó en vuestra conciencia la creencia básica de que la vuestra es la única vida en el universo. Es el motivo por el cual las religiones se rehúsan a contemplar la existencia de vida en otros planetas, y es por eso que vuestros gobiernos le ocultan a la gente de la Tierra su contacto con seres de otros mundos. Los precursores de la élite de poder temían que fueseis reactivados algún día, y finalmente ese día ha llegado.
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Ahora es el momento de recordar.
Ahora es el momento, amados, de recordar.
Extracto del libro: "El Cosmos de Alma".
Un despertar para la humanidad.
Capítulo XV - El ADN y el Gran Experimento
Patricia Cori.