jueves, 24 de enero de 2013

El Desarrollo del Alma

Vamos a considerar otra fase del desarrollo del alma; éste abarca una visión espiritual de la vida, un caracter en el cual está engranado el altruismo, para el cual la vida de amor y servicio se ha hecho habitual. Inmediatamente acuden a la mente los grandes santos y avatares de los siglos: Zoroastro, Buda, Confucio, Moisés y Jesús. Pensemos también en San Francisco de Asis y en Juana de Arco.

Cuales son las cualidades que forman una personalidad espiritual? Primero que todo un sincero amor a la humanidad; no un interés pasivo que se contenta con expresarse en sentimientos elevados sino de tipo dinámico que no se asusta de indignarse ante grandes errores, que está siempre dispuesta a tomar la causa del pobre, del caído, del perseguido, del que no tiene hogar y del oprimido.

El verdadero amante de la humanidad no prefiere la paz cuando ésta significa indiferencia a los sufrimientos de la humanidad. El principio fundamental de la filosofía mística es la unión de todas las vidas. El mundo físico es la vestidura del Dios eterno. El que ama la creación del Padre debe respetar todo lo que vive, por humilde e insignificante que sea.

El que estudia el milagro del universo debe llenarse de amor. Como nos dice Leonardo Da Vinci: "El conocimiento engendra amor". Con el aumento del conocimiento y con amor en nuestros corazones, debemos desear la felicidad de todos.

La mayor parte de nosotros, aunque hemos sido estudiantes por muchos años, estamos muy lejos de manifestar las cualidades de nuestra alma, de nuestro genio latente, cualquiera que sea y de llegar a la cumbre de una bella espiritualidad. Fijemos nuestra meta en estas dos fases del desarrollo.

Esforcémonos en convertirnos en benefactores de la humanidad. Estudiemos las necesidades de los hombres para que podamos aprender a amarlos. O, llenando nuestro corazón de amor, dejémonos conducir por los muchos senderos de servicio tan penosamente necesitados actualmente.

Este es el ideal del mundo actual. Olvidemos por el momento los poderes psíquicos. Dejemos que se desarrollen naturalmente. Esperemos el día en que estaremos listos para la guía personal que han tenido hasta los mas grandes estudiantes. Hacer lo mas que podamos en nuestro campo de trabajo será una misión de nuestra vida para la mayoría de nosotros. Dejadme decir que no hay alegría en el mundo comparable a la de hacer un trabajo necesario.

No hay alegría como la de la actividad creadora. No hay alegría como la de los días dedicados a tareas y a amigos cariñosos. Con estos ideales ayudamos al mundo y preparamos el camino para la iniciación y el discipulado.

Este artículo se publicó en la Revista El Rosacruz en enero de 1948