jueves, 11 de abril de 2013

Om por Osho

Publicado por Lalo Figueroa el abril 9, 2013 a las 8:42pm en MasoneríaEnviar mensaje Ver discusiones
Resuena en todos los templos hindúes, todo el mundo lo reza, pero se trata de un malentendido. Re­petir Om no es lo que te conducirá a la realidad; lo que ocurre es que, cuando te quedas completamente en silencio, de tu propio ser surge el sonido Om. Tú solo eres un testigo, no un hacedor. Y cuando el sonido se apaga, sientes silencio, silencio, silencio... Entonces, todo desaparece, solo queda una realidad universal de la cual formas parte. Al igual que las gotas de rocío desaparecen en el océano, tú desapareces en el océano de la existencia.
Oriente ha descubierto que esta es la única experiencia espiritual. No Dios, no vuestras sagradas escrituras, no vuestros profetas; todos ellos son creadores de ficción. Ni siquiera vuestras oraciones, porque no son otra cosa que vuestros deseos. Lo único realmente im­portante es estar tranquilo, centrado, asentado en la propia fuente de la vida, en tu propio ser. Este sutra, om, shantih shantih shantih se escucha cuando estás en tu centro. No es re­pitiéndolo como llegarás a él. Tampoco suena exactamente así. Es una aproximación que hemos sacado nosotros... para comunicar lo que ha ocurrido. Es algo parecido, pero mu­cho más profundo; es algo similar, pero mucho más delicado; es algo semejante, pero no es lo mismo.


Los escritos de los místicos empiezan exactamente como lo hizo el universo, y acaban como, al final, descansará el universo. Hay una declaración de Gautama Buda referente a este sutra. Tiene mucho sentido. Dice que lo que piensan todos los teólogos acerca del principio, de cómo empezó el mundo, es absolutamente descabellado. Yo puedo entender el sentido de esa declaración: nunca podrás llegar a una conclusión acerca de cómo empe­zó el mundo porque no estabas allí. ¿Cómo vas a estar antes de que existiera el mundo?; formas parte del mundo. Todo lo que digas acerca del principio solo será imaginación, hi­pótesis, suposición.
Buda dice que el místico no tiene interés en saber cómo empezó el mundo, lo que le in­teresa es saber cómo acaba, porque en el final también encontrarás el principio. Pero hasta que no encuentres el final, solo podrás imaginar, argumentar y discutir acerca del princi­pio; y todo ello es fútil. La tarea de los filósofos carece del más mínimo sentido. El místico es muy terrenal, muy pragmático, muy realista. Buda dice: «Primero, descubre cómo aca­ba»; y eso se descubre en tu interior.
No puedes esperar a que se acabe el mundo. En ese sentido, nunca se acaba. Siempre está ahí; sin principio, sin final. Pero ¿cómo empezó el mundo dentro de ti? Y ¿cómo aca­ba el mundo dentro de ti?
Los materialistas se aferran al mundo. Otros empiezan a mirar dentro e intentan descu­brir cómo acaba todo, y todavía eres; pero solo una pura conciencia.
La flor desaparece.
Solo la fragancia permanece.
Estoy de acuerdo con Gautama Buda en que, si has encontrado la fragancia dentro de ti, conoces todo el secreto de la existencia, porque cada individuo es un universo en miniatu­ra. Lo que en el universo ocurre a gran escala, dentro de tí ocurre a pequeña escala. Si has probado una simple gota de rocío, habrás probado todos los ríos y todos los océa­nos y todas las posibilidades de agua en cualquier parte. Y tú eres la gota de rocío... En lugar de ir de un sitio para otro, saboréate a ti mismo. Oriente ha enfocado la realidad de una forma muy diferente. Y, claro, como ha llegado de una forma distinta, ha producido un tipo diferente de persona iluminada.


Occidente ha producido papas; Pero ¿qué experiencia tiene el Papa? ¿En qué se basa su autoridad? Representa a Jesucristo, y el propio Jesucristo no parece estar iluminado. Por­que una persona iluminada no se molesta en decir: «Dios es mi padre... yo soy el único hijo de Dios...». ¿A quién le importa? En Oriente hemos visto a miles de personas ilumi­nadas. Ninguna de ellas ha proclamado ser el único hijo de Dios. Se reirían de ello durante siglos: «¡Ese hombre se ha vuelto loco!».
Así que, en primer lugar, el Papa representa a Jesucristo; quien parece ser un lunático. O bien le falta un tornillo, o bien le sobra. No muestra la gracia de un Gautama Buda o de un Mahavira, ni la danza de una Meera. Lo que dice lo ha aprendido en la calle; porque es analfabeto. Y los papas, cientos de papas a lo largo de estos dos mil años, son sus repre­sentantes. Es una jerarquía: el Papa, Jesús, Dios; ¡no puedes pasar, a no ser que lo hagas a través del canal apropiado! Siempre me ha intrigado que ni siquiera a las personas inteli­gentes de Occidente nunca se les haya ocurrido pensar: ¿cuál es la contribución de estos papas? Un hombre que representa a Dios tiene que mostrar algo, cierta sensibilidad, cierta gracia, cierta felicidad; a su alrededor debería haber cierta fragancia. ¡Pero el Papa es ele­gido! Resulta muy gracioso que la gente elija a alguien como iluminado. La iluminación no es una campaña electoral. Muchos candidatos pueden levantarse y decir: «Estoy iluminado». La iluminación es una apertura interior de la rosa. Aquellos que están buscando la ver­dad de su ser se sentirán atraídos inmediatamente hacia el hombre iluminado. La ilumina­ción no depende de la elección o nominación de nadie. No representa ni a Dios ni a nadie.


Simplemente declara su propio corazón e invita y recibe a cualquiera, cualquier caminante que quiera compartir su gracia, esta música eterna del Om, cualquiera que esté inmerso en la búsqueda de un silencio vivo, danzante.
Este sutra lo contiene todo; el principio y el final. Pero empieza por el final y acaba por el principio. La declaración de Gautama Buda era: «La ignorancia no tiene principio y la iluminación no tiene final, y componen un círculo». Sabes que te has ignorado por comple­to a ti mismo porque, ahora, estás muy alerta, lleno de alegría; en cada fibra, en cada célula de tu ser hay una gran danza. Esto es una experiencia; no es una hipótesis, nunca se ha dis­cutido.
Ha habido místicos hindúes, ha habido místicos budistas, ha habido místicos jaínistas... pero en lo referente a este sutra, nunca han discutido, nunca han disentido. Simplemente, se acepta porque es la experiencia, no una suposición teórica. No es filosofía, es darshan.
Ellos lo han visto en su interior, en su propio ser, y es imposible no estar de acuerdo con los otros que también lo han visto. Pero dedicarse a repetirlo es, simplemente, hacer el tonto. Uno tiene que ir a un espacio interior donde ello explota por sí solo, tú solo eres un testigo. Entonces, transforma tu ser, le da belleza y gracia, le da sinceridad y verdad.
Etiquetas: Om