lunes, 19 de enero de 2009

LA SANTA LLACTA DE LOS PACURIS


RICARDO GONZALEZ,
La llacta santa de Quañachoai - como denominan los hombres Q'eros a Paititi - sólo abrirá sus puertas cuando los requerimientos del Plan Cósmico así lo dispongan; nadie podría profanar el centro espiritual de los Paco-Pacuris o "Guardianes Primeros", ellos saben muy bien que el antiguo conocimiento depositado en las manos equivocadas atraería una nueva y descomunal destrucción, como las que hundieron a la Atlántida y a Mu.
Hombres Q'eros de Perú

Paititi es considerado en la actualidad por diversos investigadores como el enigma arqueológico de Sudamérica; sin embargo, no ha sido hallado y aún para muchos, la misteriosa ciudad perdida, sigue siendo tan sólo una leyenda difícil de probar.
No obstante, se sigue afirmando que en las selvas de Madre de Dios, en la zona sur oriental de Perú, existe una ciudad de piedra, con estatuas de oro erigidas en amplios jardines. Pero lo interesante de Paititi es que las leyendas señalan que, hasta hoy en día, la ciudad oculta estaría en plena actividad, y por si esto fuera poco, sería el lugar donde mora el último inca, esperando el momento de retornar al "mundo de afuera" para restituir el orden que se quebró en el pasado.
Las evidencias de la historia
Una leyenda con rastros marcados
Paititi fue - y lo sigue siendo - el objetivo de numerosas expediciones científicas y particulares. Estas últimas van a buscar el oro del Imperio Inca que habría sido escondido ante la llegada de los españoles; sin embargo, hoy por hoy sabemos que el verdadero tesoro oculto en Paititi, no es otra cosa que la verdadera historia de la humanidad.
La leyenda de Paititi ha perdurado en la mente de muchos hombres. Ya en el siglo XVII corría como reguero de pólvora la noticia de una ciudad fantástica, misteriosa , y que albergaba grandes tesoros que pertenecieron supuestamente a los incas.
Lo que más ha contribuido al conocimiento de la presunta existencia de Paititi son los pretroglifos de Pusharo. Estos extraños grabados habrían sido descubiertos en 1921 por el misionero dominico Vicente de Cenitagoya, hallándolos en una gigantesca roca que se acomoda a orillas del río Sinkibenia, considerado sagrado por los indios machiguengas. Más tarde, los petroglifos fueron observados por numerosos exploradores. Ya en 1970, el sacerdote y antropólogo Torrealba, fotagrafió y estudió los grabados. Muchos investigadores coinciden que los petroglifos no fueron hechos por los incas, entonces, ¿quién los hizo?
Pusharo no es la única evidencia de una obra humana en las enmarañadas selvas de Madre de Dios; también se han encontrado numerosas ruinas y hasta caminos parcialmente pavimentados. Las pirámides de Paratoari son una prueba fehaciente de estas obras. En diciembre de 1975, el satélite norteamericano Landsat 2, que formaba parte de un ambicioso proyecto de la NASA, logró unas extrañas fotografías en la misteriosa cadena del Pantiacolla. El enigma se inició cuando el satélite fotografió en esta zona unos "10 puntos" - debido a la altura -, agrupados en pares (2 filas de 5) que sugerían según posteriores análisis, pirámides de cima trunca de proporciones enormes.
Por si todo esto fuera poco, en la insólita meseta se han reportado numerosas expediciones desaparecidas, perturbaciones electromagnéticas en los instrumentos, "apariciones" de inusitadas luces, ruidos extraordinarios que parecen surgir del suelo, y para añadirles el ingrediente final, los relatos de los machiguengas, quienes afirman - con total naturalidad - que al otro lado - con esto se refieren al Pongo de Mainiqui - existe una civilización muy antigua que lo "sabe todo".
Paititi irradia su propia energía, cual foco de iluminación que aclara el camino y despierta las mentes dormidas; es así como esta radiación produce desórdenes electromagnéticos a los helicópteros que han querido acercarse a la zona.
Los solemnes roles de los Maestros
Ciencia y espíritu en equilibrio
Los Estekna-Maneses lograron reunir algunos de los ingeniosos artefactos que pudieron sobrevivir de la destrucción de la Atlántida. Según Alcir, Maestro del Paititi, esas máquinas pueden lograr cosas que hoy en día llamaríamos "milagros". Esta tecnología, bien empleada sería de gran beneficio para la medicina, ya que algunos artefactos eliminan selectivamente las células que están en proceso de degeneración. Asímismo, cuentan con adelantados sistemas de eliminación de toxinas, ya sean éstas por ingesta de alimentos o por radiaciones nocivas.
Por otro lado, una determinada serie de estos elaboradísimos artefactos permiten aprovechar la energía telúrica, almacenándola y convirtiéndola en una fuente de poder. También existen otras máquinas diseñadas para la canalización de energías provenientes del espacio. Estas máquinas que además se utilizan para irradiar la energía se asemejan a unos gigantescos "espejos".
Ahora bien, los recintos subterráneos de la Gran Hermandad Blanca no sólo guardan los avanzados artefactos, sino que custodian cosas más grandes y poderosas; es así que la eterna sabiduría se constituye en el tesoro más preciado por los Maestros.
Los achivos históricos de Mu y Atlántida, que datan desde tiempos inmemoriables, se hallan reunidos en las galerías subterráneas de Paititi. Así mismo, los archivos perdidos del Imperio Inca y otras culturas que aun nos son desconocidas, se hallan también en el mundo interior. Además las planchas metálicas y los cristales de información que contienen pasajes extraídos del Registro Akáshico se hallan al lado de los archivos antes mencionados. Los 32 Mentores de la Luz dieron estas planchas de secreta simbología y los poderosos cristales a los sobrevivientes atlantes, junto con el sagrado Disco Solar, que es la llave entre las dimensiones y que, por consecuencia, podría "leer" el Archivo Akáshico, el cual es llamado por los Guías y Maestros, "El Libro de los de las Vestiduras Blancas".
Es interesante saber que a pesar de tener una tecnología de punta a su alcance, los Maestros llevan una vida monástica, dedicados a la oración y al trabajo interno. Ellos se rigen por un código muy antiguo que denominan Decadrón, un conjunto de 10 elevadas leyes que orientan la evolución del mundo intraterreno.
En el monasterio interior existen salas especialmente diseñadas para la meditación, donde se lleva a cabo un diálogo con la esencia divina que mora dentro de la apariencia física. La meditación es una de las actividades más sagradas en el Paititi subterráneo. Empero, no todo es meditación en el mundo interior. Cada miembro del retiro tiene una responsabilidad: unos se dedican al cuidado de las galerías; otros a la distribución de víveres; un grupo de sacerdotes vela por los archivos y las máquinas; unos mas, hallan su función en los sistemas de transmisión, entre otras tareas.
La apariencia física
Destellos de los dioses
Sobre la apariencia física de los seres que habitan en la ciudad subterránea de Paititi, no debemos alarmarnos. Su aspecto es humano, aunque en algunos se puede apreciar una fisonomía algo diferente; esto, porque muchos son mestizos entre razas del espacio y de nuestro mundo. Esto originó el gigantismo, que aún consevan un grupo de seres intraterrenos, mas no todos. El aspecto de muchos es tan humano que fácilmente podrían mezclarse con la población de nuestro planeta.
Según la medida de tiempo que nosotros empleamos - ellos se rigen por otro "sistema" - el promedio de vida de esta civilización subterránea oscila entre los 900 y 1100 años. Aunque su apariencia pueda revelar lo contrario, estos Maestros logran perpetuarse varias centurias.
La vestimenta de los Maestros consta por lo general de largas y bellísimas túnicas. Estas pueden ser blancas, azules o doradas, según la función que cumple el ser que la lleva consigo.
Los vecinos del espacio
La Base Azul de los extraterrestres
Sin embargo, la ciudad secreta de Paititi no solo alberga las sorpresas ya mencionadas; muy cerca de ella existen instalaciones de una civilización llamada Base Azul, centro de operaciones de los Guías extraterrestres. La responsabilidad de dicha base recae principalmente en los Guías de Venus, quienes desde hace miles de años vienen trabajando estrechamente con los Maestros de los Retiros Interiores.
La misión de la Base Azul es variada; sabemos que allí se encuentran muchas personas que han sido rescatadas de diversos puntos de la Tierra. No es descabellado pensar que algunas de las famosas expediciones perdidas hayan podido ser evacuadas a esta base. Sabemos bien, que de aquellas instalaciones parten naves espaciales hacia Venus y Ganímedes, llevando consigo muchas personas que fueron rescatadas; esto con el propio consentimiento de la persona, que viaja a aquellos mundos para ser preparada para un posterior retorno.
La Base Azul se dedica también a realizar estudios de la reserva de Manú, procurando con ello conseguir los nuevos beneficios naturales que se pondrán en mano del hombre del futuro. Según nos han informado los Guías de Venus, la Base Azul posee la cura para las distintas enfermedades que actualmente aquejan a la humanidad.
Epílogo
El verdadero tesoro de Paititi
No obstante, el mensaje que hemos traído de expediciones a Paititi, así como las experiencias de contacto que afirmamos mantener, nos habla de modificar el futuro y de neutralizar todo aquello que pudiese ser negativo para nuestra humanidad. La presencia de los Maestros de Paititi, aquella Hermandad Blanca del universo subterráneo, nos recuerda que no estamos solos en el Universo, que tampoco estamos solos en la Tierra. Cuando iniciemos el verdadero contacto, que es con nadie más que con nosotros mismos, finalmente consolidaremos el nexo con el mundo interior de Paititi y con los otros Retiros Interiores del planeta.

Este artículo ha sido una recopilación de información suministrada por Ricardo González.
Para mayor conocimiento sobre el libro, "Los Maestros del Paititi", de Ricardo González,
MISION RAHAMA NEW YORK
VICTOR SALAZAR