viernes, 2 de octubre de 2009

MISION RAHMA - CLAVE DE INTERPRETACION SIMBOLICA


“En los números los dioses encerraron la clave
del destino de los hombres”
(Sabiduría Egipcia)
“Dios se expresa a través de las matemáticas.”
(Sabiduría Maya)

LOS NÚMEROS
Existen en nuestra vida las llamadas claves activadoras de la conciencia humana, que suelen aparecer en la medida en que vamos avanzando y comprometiéndonos con el despertar que nos llevará a asumir roles cada vez más importantes en el gran cambio planetario. Estas claves simbólicas muchas veces son numéricas, cuando no expresan una cantidad sino una idea, y lo que buscan es sacarnos del letargo y la inconciencia, recordándonos a través de su significado, lo que tenemos que hacer y cuando hacerlo. Ellas van apareciendo a lo largo de nuestra vida siendo dispuestas para actuar en el momento adecuado, recordándonos el compromiso de madurez asumido previamente en las esferas espirituales. Pero como decíamos, no siempre las claves que buscan detonar nuestra conciencia son números, también pueden ser determinadas imágenes, situaciones, lugares, personas, animales, etc., que suelen repetirse delante nuestro de forma reiterativa, fuera de toda lógica con una constancia y periodicidad que abruma, escapando al índice de probabilidades. Estas claves activadoras son empleadas también por entidades espirituales, mentales y hasta físicas, interesadas en nuestro despertar, ubicándolas a lo largo de nuestro desenvolvimiento diario como avisos y señales.

Las claves activadoras son como un despertador que nos debe ayudar a abrir los ojos a tiempo, de tal manera que percibiendo la existencia de un Plan Maestro en nuestras vidas y en la humanidad, podamos hacer lo que debemos hacer en su momento. Los activadores nos avisan que el momento es llegado para que despertemos del largo sueño en el que estábamos sumidos, recordando nuestra preparación y un compromiso previo, para asumir el rol que nos corresponde en la construcción del puente de luz hacia las estrellas.

Nosotros mismos podemos accionar los mecanismos que disparan los activadores, esto es procurando captar el patrón de periodicidad o procurando entender cuando y bajo qué circunstancias suelen repetirse, hasta que percibamos su significado. Cada uno ha programado antes de nacer sus propios activadores, y es nuestro “Yo Soy”, “Maestro Interno”, “Guía Personal” ó “Real Ser” de cada uno, el que se encarga principalmente de llamarnos la atención colocándolos en nuestro camino o dirigiendo nuestra atención hacia ellos. Estos activadores están relacionados con la misión de cada quien.

Todo ser humano esta sujeto a un Plan basado en el cumplimiento de dos misiones fundamentales: la primera es realizarse como persona, conociéndonos a nosotros mismos, descubriendo nuestras potencialidades para desarrollarlas puliendo paralelamente nuestros defectos; y la segunda es descubrir a partir del autoconocimiento, nuestro lugar y ubicación así como el rol en la gran misión. La Gran Misión es aquella que involucra a todos, pero que no muchos están dispuestos a realizar comprometiéndonos con el planeta y con la evolución general. Es como tener aptitud para la música, y ser capaz de tocar varios instrumentos, pero lo importante sería descubrir en qué instrumento podríamos destacar mejor dentro de la orquesta, y con qué clase de música nos identificamos.

Si bien es cierto que esta misión colectiva de la humanidad posee sus propios activadores, los cuales empiezan a actuar una vez que uno se ha decidido a avanzar haciendo caso a los propios, estos nos afectan a cada uno de forma diferente, o mas bien nos dicen a cada quien algo similar y a la vez diferente, que nos complementa, obligándonos a intercambiar la información para tener una visión panorámica de conjunto.

Muchas personas aún no están en la edad evolutiva de darse cuenta que existen activadores. Ni siquiera se percatan del sin fin de sincronicidades que van en aumento en nuestra vida diaria y alrededor nuestro. Requerirán varias encarnaciones para percibirlo por sí mismos. Pero como los tiempos se han acelerado encontrándonos en medio del fin de un ciclo cósmico, hay fuerzas positivas poderosas contribuyendo en el despertar colectivo. Nosotros mismos podemos servir de detonador y activador de los demás. Usemos como ejemplo cómo en vuestra vida, los niños pequeños no suelen usar relojes despertadores en sus habitaciones, sino que son más bien sus padres los que se encargan de despertarlos por las mañanas para que se preparen para ir a la escuela, recordándoles su responsabilidad de asistir.

También es cierto que no todos reaccionan frente al llamado de los activadores. Es como cuando suena el reloj despertador por la mañana y hay quien a pesar de que lo escucha, no le hace caso, o quien lo apaga y sigue durmiendo. Se da también la situación de quien con gran esfuerzo se despierta y se vuelve a quedar dormido pero sentado en el borde de la cama. Por otro lado están los responsables, que suena el despertador y se levantan inmediatamente; mientras que otros se despiertan antes que llegue a repiquetear, porque para ellos el despertador es sólo una seguridad para no dejar de responder comprometidamente.
El ser humano es como un actor que en cada encarnación asume un personaje. Y al identificarse con éste, muchas veces corre el riesgo de olvidarse que es un actor. Por ello la aventura humana es recordar que somos actores realizando un papel, el cual es útil pero transitorio. El personaje suele variar de una obra a otra, pero el actor siempre es el mismo. Y la idea es representar lo mejor posible cada personaje para aprender y enseñar a través de él.

Generalmente el “Maestro Interno” o “Real Ser” que es el actor, procura comunicarse con nuestro “Ego Inferior o Personalidad” que es el personaje, y lo suele hacer a través del lenguaje simbólico de los sueños. Pero no sólo mediante los sueños, sino también a través de las visualizaciones que permiten la aparición de símbolos, o mediante claves activadoras que se nos presentan a lo largo de la existencia.

Cada número o clave tiene un valor secreto, aplicable para el momento en que se nos aparece, al que podríamos acceder si combinamos la intuición, la imaginación y la inteligencia. Y es a través de las meditaciones que se nos irá revelando el profundo significado de éstas claves activadoras.

Hablemos de las claves cuando estas se presentan como números, para ello recordemos que una de las formas más antiguas de trasmisión de conocimiento oculto fue a través de los números en el antiguo Egipto.
El número 144,000 simboliza en las sagradas escrituras el colectivo necesario para revertir el futuro planetario; es el número necesario para afectar el inconciente colectivo de la humanidad y generar un despertar de conciencias.
En la cifra 144,000 nos encontramos con el número 12, que es el discipulado; el que aprende a ser maestro, y aprende a enseñar aplicando la enseñanza. Y el mil que es símbolo de multitud. Por lo que el número 144,000 que se menciona en el capítulo 7 del Apocalipsis hace referencia a aquella multitud de discípulos que han lavado sus vestiduras (despertado conciencia), y que se han auto elegido para despertar a otros.
Así que éste número 12x12x1000= 144,000, simboliza la multitud de los necesarios para iniciar la reacción en cadena. Es pues el simbolismo de la cantidad mínima necesaria que inicia el cambio mundial para que millones reaccionen.

Es interesante que en las leyendas de los indios Hopi del sur de los Estados Unidos, y del norte de México, ellos hablaban de la necesidad de reunir a 144,000 “danzantes del Sol”, que se mantuvieran danzando durante la terrible noche oscura de la humanidad (fin del ciclo), para asegurar así el nacimiento del nuevo día.
Citando algunas de las claves que más suelen repetirse como activadores, pero sin negar que son muchos más además de los que aquí se nombran, tenemos:

El número 1000 simboliza en las sagradas escrituras “multitud o muchedumbre”, también los ciclos.

La clave 88 simboliza la vibración superior permanente en los aspectos femeninos de la creación. Es una fuerza intuitiva que actúa como un indicador de peligro frente a la asechanza de las fuerzas negativas, y a la que la persona debe de estar atenta y hacerle mucho caso. Esta clave marca los tiempos físicos y la actitud de abnegación y humildad, de espíritu de servicio y amor incondicional para que logremos y mantengamos el equilibrio necesario en nosotros, y en el ambiente que beneficie al equilibrio general.

La clave 44 simboliza preparación y actitud positiva. La persona se encuentra en la ubicación correcta; en las coordenadas exactas o en el lugar indicado para hacer lo que tiene o se espera que haga. Esta clave hace referencia también a la necesidad de aplicar todo lo aprendido durante el proceso de preparación manteniendo una actitud mental positiva. Este número viene acompañado de grandes compromisos y sacrificios.

La clave 40 se relaciona con la preparación para los cambios, con la Cuaresma en el cristianismo, y deriva de los 40 días de ayuno y aislamiento de Moisés, Elías y Jesús antes de iniciar las grandes misiones. Del número 40 también deriva lo de la cuarentena, que es recogimiento y purificación. Fueron 40 días los que duró el diluvio universal, 40 días los que permaneció Moisés en contacto con Yahvé en el Monte Horeb, 40 años en el desierto los que necesito Israel para llegar a la Tierra Prometida, 40 días de ayuno en el desierto los de Jesús, y 40 días después de haber resucitado los que se mantuvo en contacto con sus apóstoles antes de ascender a los cielos.
En el cuento de Sherezade, recopilado dentro de las “Mil y una noches”, titulado “Ali Baba y los cuarenta ladrones”, se hace referencia al cuarenta como el número de aquellos que han robado lo más valioso de la humanidad, su tesoro, que realmente es el conocimiento, ocultándolo en una cueva, que simboliza el terreno de lo oculto o por qué no, el Mundo Intraterrestre, o lo que no es evidente y esta escondido; y que para poder acceder a él, hay que saber ubicar la puerta (profundizar y sintonizarse), utilizando el poder de la palabra y la magia del verbo ( el ábrete Sésamo). Todo esto es un simbolismo de la situación de aislamiento en que se encuentra nuestro mundo en relación al Real Tiempo del Universo y nuestro potencial aún dormido para cumplir con el Plan Cósmico, situación que estaría a punto de cambiar.

La clave 33 es una clave que simboliza la elevación de la conciencia para asumir los grandes retos y compromisos, procurando lograr y mantener el equilibrio, para proyectar equilibrio hacia los demás. También se relaciona éste número con la ley universal de correspondencia, por la cual así como es arriba así es abajo. Si queremos saber cómo funciona el universo, conozcámonos primero a nosotros mismos; y si queremos que el mundo cambie, cambiemos primero nosotros. Esta clave nos recuerda que debemos tener a partir de éste momento una vida material espiritualizada y a la vez, una espiritualidad práctica.

La clave 32 es el amor para enfrentar la dualidad; la espiritualidad que debe anteponerse a los intereses personales. Esta clave se repite mucho cuando se nos esta pidiendo paciencia, comprensión y tolerancia. Seremos magos capaces de transformarnos y transformar cuando no permitimos que nada alrededor nuestro nos desarmonice, y más bien con la fuerza espiritual nadamos contra la corriente.

La clave 31 señala que el tiempo es llegado como para poner a prueba toda la preparación anterior. Si se ha crecido en el mensaje seremos capaces de lograr la unidad, y a la vez prepararnos para el paso siguiente.

La clave 30 es una clave activadora que marca el inicio de compromisos mayores, anticipa nuevos retos y nos señala el camino de la trascendencia. Es como un volver a empezar pero a partir del amor conciente, pleno y espiritual.

La clave 22 tiene que ver con el destino y un plan mayor, representa el haber llegado a recibir mucho y el estar descuidando su aplicación. Cuando ésta clave activadora se repite, puede ser una llamada de atención por cuanto se podría estar dejando de hacer lo que se debería. Por ello es una alerta frente a la omisión y una reflexión para asumir nuestro destino, pero con la posibilidad de cumplirlo a cabalidad, o variarlo a voluntad con amor y conciencia despierta.
El descuidar el proceso personal puede sumergir a la persona en un círculo vicioso de insatisfacción y sentimientos de culpa que lo alejan más de poder equilibrarse. Por tanto puedes alcanzar logros superiores si te vences a ti mismo.

La clave 21 representa trascender la lucha de opuestos para lograr la unidad, trasmutando todo lo anterior para lograr el equilibrio espiritual, y esto se consigue si llegamos a darle un ritmo adecuado a nuestro trabajo interno.
El que se nos repita ésta clave es una buena señal de que lo estamos logrando.

La clave 20 simboliza el renacimiento, una nueva oportunidad para lograr nuestras metas, y a la vez una evaluación de todo lo alcanzado. Esta clave nos avisa que estamos en un momento en que se revitalizan nuestras fuerzas internas como para poder culminar nuestra empresa de autorrealización.

La clave 19 esta vinculada a la inspiración. Debemos lograr la unidad con nosotros mismos para iniciar concientemente el peregrinaje y marcar nuevos ciclos en nuestra vida. Cuando se repite ésta clave activadora se nos está recordando que la inspiración llega cuando existe en nosotros la capacidad de realizar todo cuanto se nos está revelando, y que debemos hacerlo porque el tiempo es llegado. Es una clave solar que se refiere también a la irradiación hacia los demás.

La clave 18 sugiere procurar la unidad con uno mismo haciendo caso a sus propias intuiciones. Esta clave nos trata de hacer despertar para que no nos dejemos arrastrar por las pasiones y los sentimientos. Si tomamos conciencia de que tenemos un rol y nos equilibramos para responder a tiempo, seremos tomados en cuenta.

La clave 17 revela la transición de una etapa a otra, de un nivel a otro. Este número simboliza el conocimiento de uno mismo para lograr la perfección, y dejarse guiar por la intuición para cumplir la propia misión. Es también la muerte mística, el cortar con una etapa más densa, menos evolucionada y el correspondiente ascenso hacia otra más elevada. Simboliza el paso de la adolescencia espiritual hacia la juventud responsable. ¡Pero ojo! el tránsito puede ser duro, y doloroso.

La clave 16 es una alerta para alejarse del camino de la mentira y la falsedad, y de todo cuanto se forje a partir de ella. Es un llamado a centrarnos y a ser veraces aunque el mundo y las circunstancias nos tienten a vivir en el engaño. Si nos conectamos con nosotros mismos y logramos el balance, podremos seguir superándonos.

La clave 15 nos advierte del peligro de apasionarse, y dejarse arrastrar por la injusticia y la mentira. El mundo y las fuerzas que lo dominan tratan de envolvernos, pero debemos mantenernos vigilantes. Atendamos al llamado de peligro de éste activador cuando aparezca.

La clave 14 nos habla de la continuidad y el renacimiento; de la templanza, del temple logrado a través de la preparación para enfrentar la sensualidad y la flojera, tomando todo en la vida con autocontrol y fortaleza interior. Es el consejo y la sugerencia dentro del misticismo sobre la importancia de la sobriedad, abstinencia y la continencia. Esta clave nos recuerda que en cada uno se encuentran todas las experiencias de las vidas anteriores, y que esa sabiduría debe ser despertada para enfrentar el momento actual.

La clave 13 nos enseña que la vida conduce a la muerte y la muerte a la vida. Que la muerte realmente no existe, y que cada día que pasa estamos muriendo a nosotros mismos en la materia para que viva eternamente lo espiritual, pero elevado y depurado. Es la muerte de la semilla para que surja la nueva planta; es el nuevo ser que se ha transformado, simboliza la regeneración.

El número 13 simboliza las trece lunaciones del calendario lunar.

La clave 12 significa elección y discipulado. Indica que el estudiante ha sido escogido porque esta capacitado para enfrentar las pruebas, por cuanto ha desarrollado su fe que es la base activadora de toda su potencialidad mágica, y se ha atrevido a enfrentar la dualidad. El propósito de éste activador es recordarnos que no debemos olvidar, por ningún motivo el fin último de nuestra búsqueda y de la importancia del servicio para hallar lo que buscamos. Este número nos invita a trabajar con personas afines y en el interior de los grupos sembrando unidad y colaboración, esto es integrando.

La clave 11 es el valor, la persuasión y la fuerza. Este número nos recuerda que debemos procurar la unidad en el Uno, en Dios dentro de cada uno. Debemos abrirnos a la fuerza interior que nos hará parte importante del sacrificio sagrado por amor. Esta clave indica que se deben enfrentar las pruebas con valor porque no estamos solos sino que el universo conspira para ayudarnos, y que con los demás debemos usar la persuasión, no la fuerza.

La clave 10 simboliza los ciclos que empiezan y los que terminan. Cuando esa clave activadora empieza a aparecer reiteradamente se nos está queriendo decir que algo está terminando, pero a la vez que algo nuevo y diferente, opuesto a lo anterior se está iniciando. Son diez los dedos de las manos, y así éste número hace hincapié a la importancia de recordar y no olvidar.

La clave 9 es la clave que nos recuerda la importancia del desapego, porque todos estamos de paso, nada es para siempre y por ello no debemos apegarnos a nada. Esta clave tiene que ver con el peregrinaje, con la dedicación en lo que uno ha asumido procurando cumplir nuestros objetivos; es también el perder el temor a los cambios, y el prepararnos para el nacimiento hacia algo nuevo. El 9 se relaciona con la capacidad de ayudar a otros, de hacer cosas por los demás y comprometerse en el hacer lo que vinimos a hacer en la vida.

La clave 8 es el activador que nos dice que mantengamos nuestra paz y equilibrio a pesar de las pruebas, que nunca son mayores que la capacidad que se tiene de superarlas. Esta es la clave de la intuición, de la humildad para dejarnos guiar y del amor abnegado. Es la acción que es capaz de vencerlo todo. Este número se relaciona con las energías femeninas de la Tierra y de toda la creación.
La clave del número ocho nos indica la importancia de incorporar la inteligencia emocional a lo estamos haciendo.

La clave del 7 nos recuerda que la perfección es alcanzable pero que para ello hay que esforzarse, luchando por vencerse a uno mismo y estar dispuesto a aceptar los cambios y las pruebas de fe. El siete también es el número del orden universal septernal. Cuando esta clave se nos repite como que nos están queriendo dar a entender que debemos perfeccionarnos más, que debemos incrementar nuestro esfuerzo y dedicación para lograr la sabiduría, para lo cual habremos de procurarnos el tiempo para la reflexión y la soledad.

La clave del 6 nos dice que la clave esta en ver más lejos en el horizonte de nuestras vidas, tanto hacia fuera como hacia adentro. Este número nos recuerda la importancia de mantener el equilibrio siendo responsable. Es la clave que nos compromete a ser más justos y ecuánimes, procurando armonizarnos teniendo cuidado con el pensamiento y las actitudes, porque a través de ello podemos ser fuertemente atacados tratando de desequilibrarnos. Su repetición constante es un aviso como para controlar las emociones, los sentimientos y los deseos, rechazando los impulsos que desarmonizan.
Cuando la clave del número 6 se nos repite reiteradamente podría estarnos indicando que debemos buscar el equilibrio en la familia y en los amigos, para hallar en ellos la fuerza para continuar, dándoles a la vez, lo mejor de nosotros mismos.

La clave del 5, tiene que ver con la magia y el poder de comunicarse; con la libertad y la capacidad de expresarse mostrándose uno mismo tal cual es para llegar al otro. La clave 5 es la comunicación, y la mejor buena relación con uno mismo y con los demás. Simboliza la importancia de utilizar el poder de la palabra para transformar y orientar los acontecimientos, mejorando nuestra capacidad de diálogo y aprender a escuchar también. Si queremos que todo sea diferente a nuestro alrededor debemos nosotros empezar por ser diferentes, y comunicar a todos nuestro sentir.

Con el número 5 se nos esta queriendo decir que la persona esta llegando mediante una instrucción superior, a alcanzar la llave de los mundos y planos más elevados. Hay que estar atento porque con éste activador suelen venir acompañando palabras y hasta el nombre cósmico o clave vibratoria personal, que como llave nos facilitará la entrada a los mundos invisibles.

La clave del 4 es el Cosmos y las cuatro direcciones. Es el número del esfuerzo positivo, de la actitud positiva que suma, del sentido práctico, de los cuatro rumbos de la Tierra, de los cuatro elementos, de las cuatro estaciones, de las cuatro etapas en la vida del ser humano y de la cruz, símbolo del ascenso espiritual trascendiendo la muerte o lo horizontal. Esta clave numérica nos recuerda que Dios está por encima de su creación, por lo que ahora la creación esta en nuestras manos y que debemos prepararnos en entender y aplicar las leyes universales, empezando por nosotros mismos.
Esta clave nos invita a la alegría y a enfrentar lo cotidiano con espíritu activo y práctico, también nos recuerda que debemos cuidar la salud, tanto nuestra como la de la familia y la del mundo.

La clave del 3 es la espiritualidad. También éste número nos habla de la integración y de la totalidad. Nos recuerda que lo espiritual a través del amor debe primar en nuestra vida. Que debemos actuar con sabiduría y equilibrio. Es también el número que se relaciona con el triángulo y la unión de los tres planos: físico, mental y espiritual.
La repetición de la clave 3 nos invita a renacer, y a ver el amor en todo y en todos, disfrutando de todo lo hermoso que la vida nos da, a la vez que nos motiva a laborar en la siembra de ese mismo amor en los corazones de los demás. El 3 es el número del balance, del equilibrio interno que debemos lograr para seguir ascendiendo y creciendo en todos los aspectos de la vida.

La clave del 2 hace referencia al hombre, nos recuerda que vivimos en un universo dual, donde hay fuerzas en oposición. Y que de esa lucha de opuestos debemos extraer la síntesis, que es el autoconocimiento y el equilibrio. Esta clave nos indica la importancia de asociarnos, de compartir y unir nuestros esfuerzos, de buscar complementarnos con el otro, duplicando nuestra fuerza.
Es también el 2 una clave que nos pide paciencia y comprensión, así como tolerancia. Nos invita a fortalecer el carácter y controlar el temperamento.

La clave del 1 nos remite a lo divino, a la unidad e integración con el uno. Marca el inicio, el comienzo de algo nuevo y diferente en nuestras vidas, es un llamado a la creación. Cuando esta clave se nos repite y que pocas personas suelen percatarse de ello, se nos esta queriendo aportar un mensaje de unidad e integración para que percibamos la presencia del Uno, de Dios en nuestras vidas; también se nos esta induciendo a crear, a hacer cosas nuevas y diferentes, a recrearnos y sembrar para futuro.
El número uno suele repetírsenos cuando nuestro maestro interno nos solicita e induce a que nos esforcemos en purificar nuestros sentimientos y emociones, aprendiendo a amar.

Es importante que lleguemos a sentir la presencia manifiesta de la unidad en nuestra existencia y procurarla a través del conocimiento de nosotros mismos. El uno es una clave espiritual que representa la unidad que uno logra a través de la práctica de la interiorización. Sólo cuando somos capaces de lograr la independencia de todo cuanto nos rodea e influye, dejamos de ser influenciados y determinados.
LA DINÁMICA DEL LABERINTO
Podemos trabajar con los números como símbolos realizando una dinámica muy interesante de integración para lo cual podemos construir la figura de un “Laberinto” que simboliza la aventura del alma. Una figura espiral basada en una cruz o svástica. Esto se puede hacer entre varias personas movilizando piedras, ramas de árboles o cualquier otro objeto con el que se pueda construir senderos.

El primer laberinto conocido fue construido en Egipto en la época faraónica, en el oasis del Fayum, y el arquitecto griego Dédalo lo copió para que sirviera de modelo para el palacio del rey Minos en Cnosos (Creta).

La leyenda del Laberinto de Teseo y el Minotauro la podemos relacionar con la aventura del hombre por conocerse y vencerse a sí mismo, controlando su parte bestial que es la parte incompleta de su naturaleza, y que está en lo más profundo de su ser, aunque la mayor parte de las veces se manifiesta en su superficie. El Símbolo del Laberinto representaría el camino del alma por llegar hasta el fondo, hasta el conocimiento pleno de sí mismo; a la vez que sería como un mándala, que nos sumerge en el subconsciente donde la persona tiene que llegar a definir si lo que busca es entrar o salir, vivir o morir, la supervivencia de su ser superior o el predominio de su ser inferior. Aunque deberíamos terminar de entrar para poder saber salir llenos de una nueva sabiduría, ya que al final el camino siempre es el mismo.

El Laberinto es un camino hacia el centro, hacia lo más profundo de nuestra identidad, donde el recorrido en apariencia es complejo y nos expone al riesgo de perdernos enfrentando al temor, cuando más bien deberíamos vivirlo como un juego y acertijo, con alegría y espíritu de aventura, que inexorablemente nos llevará tarde o temprano de afuera hacia adentro, y luego de adentro hacia los demás...
Hay quienes piensan que los laberintos eran mapas del Más Allá por haber sido encontrados en innumerables tumbas en los pueblos alrededor del Mediterráneo, Inglaterra, iglesias en Francia e incluso entre los indios Hopi. Pero también se encuentran en Finlandia y en Suecia donde se relacionaban con ritos primaverales de fertilidad. En ciertas fiestas se hacían laberintos de piedras o ramas en cuyo centro se ubicaba a una muchacha que tenía que ser rescatada. A estos rituales se les llamaba « La Danza de la Virgen. Vida y muerte siempre unidas, sin la garantía de que la vida vuelva a manifestarse luego de la muerte; muerte simbólica como en el caso del invierno en los rituales de Eleusis (Grecia).

En algunos lugares el símbolo del Laberinto pasó a ser un talismán de protección, de buena suerte o también como un talismán de poder con el cual se podía controlar el tiempo. En el mundo cristiano al Laberinto que comenzó a ser representado en el suelo de las iglesias, se le llegó a llamar Chemin de Jerusalén, o camino de Jerusalén, porque al recorrerlo el peregrino debía meditar sobre los valores de la fe, llegando hacia el verdadero centro de todo: Jesús el arquetipo del amor perfecto.

El laberinto es una cruz de cuatro lados iguales que es el símbolo de la Tierra, de los cuatro elementos, de los cuatro puntos cardinales, y del principio de la evolución. Simboliza el patrón de nuestro proceso de evolución. Y se hace siempre de izquierda a derecha. Es la cruz gamada a la vez que la zvástica que termina convirtiéndose en un espiral. Para construirlo debían hacerlo en un día, juntando piedras y colocándolas una a una, interviniendo para ello todo el grupo de gente reunida. Se inicia construyendo la forma central que es una cruz. Todo esto en una actitud reverente y en un ceremonial que exige en lo posible, silencio e introspección. Para el primer paso se empieza colocando ocho piedras a la derecha, cada una con un pensamiento positivo por el planeta, porque hay que recordar que es la construcción de algo vivo, que utiliza el patrón geométrico de nuestra conciencia. Luego cada uno del grupo va ingresando al centro y se van colocando las piedras siguiendo el orden preestablecido. Se puede recurrir a la presencia de una mujer anciana o simplemente la mayor de las presentes, o de una niña o joven quienes llevan sobre sus manos una vela como símbolo de la luz y de la sabiduría. Recordemos la presencia de la joven Ariadna, hija de Minos en el mito de Teseo facilitando el hilo que le permitirá al héroe salir del Laberinto. La niña ofrece la luz al planeta, y espera a la anciana o mujer mayor que trae la sabiduría, intercambiando en el centro sus ofrendas. Y el centro es el número 8 que es Dios pero también es la Madre Tierra. El siguiente sendero (más exterior) esta simbolizado por el número 7 que es la espiritualidad, luego le sigue el 6 que es el equilibrio y la visión interna, luego le sigue el 5 que es el sonido, el poder del verbo y la comunicación; más hacia el exterior es el 4 o corazón, la intuición y la preparación; después viene el 3 que sería el ego, luego viene el 2 que es el sexo y las pasiones. Y finalmente el más exterior de todos el 1 que se traduce como supervivencia.

Siempre hay un guardián que cuida de todos aquellos que entran y salen; y en éste caso por los tiempos que corren, representando al espíritu de la Tierra sería aconsejable la mujer, quien actuará de vigilante. El ingreso se recomienda espaciando a las personas lo suficiente, nunca juntos. La consigna para los participantes es que una vez que lleguen al centro, deben decretar con voz alta, qué fue lo que les llevó hasta allí. Porque el laberinto simboliza nuestra propia vida.

Al ingresar en el interior de ese conjunto tan peculiar de senderos en espiral, caminamos siempre por la derecha de las paredes del laberinto, que en algunos casos no llegan a ser paredes sino piedras. Así los que estén de regreso pueden hacerlo por el lado izquierdo. Es aconsejable ingresar llevando dos piedras en las manos que simbolizan las dificultades, errores o piedras de tropiezo en la vida, para colocarlas en alguna parte de las paredes del Laberinto, lo cual significaría que los errores o problemas dejarían de ser piedras en el camino para pasar a ser lo que nos marcara el camino.

Al ir varias personas en el laberinto en distintos niveles o senderos, algunos parecen estar más cerca del centro y sin embargo están lejos. Las apariencias engañan. Nunca sabes realmente quien va adelante y quien va atrás. No puedes saltar a alguien porque es como obviar una etapa del aprendizaje, porque por algo esa persona esta allí contigo en el mismo camino (la familia), ya sea adelante o atrás. Salirse es una suerte de suicidio simbólico. Y hay que llegar y pasar al centro de uno en uno. El encuentro con Dios es una experiencia solitaria, aunque te desesperes aguardando tu oportunidad.

Conforme uno camina en el laberinto va cambiando de nivel, y curiosamente uno no entra por el sendero que corresponde a los números en orden correlativo sino que estos se van salteando o desordenando. Por ejemplo, al empezar uno no ingresa por el que sería el exterior, que es el 1 sino por el del número 3 que es el ego, haciendo giros de 90°, luego pasas al 2 que es el sexo, de allí sigues por el más externo que es el 1 que simboliza la supervivencia. O sea has ingresado en la vida lidiando con tu ego, siendo afectado y probado por las pasiones, y pasando por etapas de supervivencia y superficialidad donde fácilmente uno puede perderse o quedarse; y del 1 pasamos al 4 que es el corazón, la preparación e intuición, porque sólo cuando extraemos de nuestro interior los sentimientos más elevados, y pensamos y hablamos con el lenguaje del corazón que es el “amor”, logramos dar nuestros primeros pasos en la trascendencia. Del 4 pasamos al 7 que es la espiritualidad; del 7 el camino nos lleva al 6 que es la geometría sagrada o la visión interior. Ahora sí empezamos a ver claro, por cuanto vemos sintiendo que todo tiene sentido y que todo obedece a leyes universales y a un orden superior, aunque muchas veces no lo entendamos. Del 6 pasamos al 5, el sonido que es el que finalmente nos llevara hacia el 8 donde nos encontramos con Dios. Y es que por el sonido o la palabra todas las cosas fueron hechas, y ahora se debe producir en nosotros una creación, un nacimiento. Debemos decretar el cambio para que el cambio sea posible...

Al final de la dinámica de integración de la construcción del Laberinto y su posterior utilización, la guardiana que se ha mantenido en todo momento en la puerta o entrada, le pregunta a los que van saliendo, qué fue lo que encontraron en el interior y después de cada uno y en orden va saliendo y revelando lo que hay en su interior, lo abraza y lo deja salir.
LAS FIGURAS GEOMÉTRICAS
Las figuras geométricas suelen expresar conceptos o ideas que trasladadas a la aventura interior pueden ayudarnos a simbolizar y entender los mensajes de nuestro maestro interior. Por ejemplo:
Visualizar un Triángulo nos estaría relacionando con el amor y la espiritualidad.
Un Cuadrado, simbolizaría la inteligencia, el conocimiento, la sabiduría, el buscar entender las cosas o tenerlas claras.
Un Círculo simboliza a la familia, al mundo de cada uno y también la unidad.
Un Rectángulo simbolizaría la muerte, lo caduco, el cambio, lo que hay que guardar.
Un Trapecio se relaciona con la búsqueda de la realización de ideales.
Un Pentágono sería el despertar de las capacidades interiores, de nuestro potencial mágico. También tiene que ver con el desarrollo de nuestra naturaleza humana.
Un Exágono sería profundizar el equilibrio, o mantenerlo en nuestras vidas.
Cuando las figuras dejan de ser planas y ponemos otras en volumen simbolizaría esto que uno le esta dando profundidad a su vida. Por ejemplo:
Una Esfera simbolizaría el autoconocimiento, el llegar a conocernos a nosotros mismos, y también la capacidad de proyectarse hacia delante, de contemplar nuestro propio futuro.
Una Pirámide es un colector de energías universales, concentrándolas en su interior y proyectándolas a su vez hacia el centro del planeta. Este símbolo representaría el recibir para dar o el dar y recibir.
Un Cubo simboliza el saber guardar el conocimiento y aplicarlo con sabiduría.
Un Cono es un triángulo en revolución, ósea en movimiento, simboliza darle movimiento al amor con un objetivo definido y trascendente; también es recibir pero por su base circular simbolizaría recibir y proyectar unidad.
Un Cilindro simboliza el dejar pasar, el dejar fluir, el canalizar mensajes y enseñanzas.

Cuanto más caras vayan teniendo las figuras (polígonos) dependiendo que estas sean de tal o cual material (cristal, piedra, madera, etc.) podemos interpretarlas a la luz del número de sus caras y su grado de trasparencia, recordando que la tendencia siempre es a acercarse a la esfera (la unidad y el autoconocimiento) y a la transparencia (pureza y veracidad). Muchas caras o fases lo que representan son aspectos que están siendo o que deben ser pulidos, superados o vencidos en nuestra vida o que ya lo han sido.
LOS OBJETOS, SUS FORMAS Y SUS MATERIALES

En el proceso de las visualizaciones y sueños debemos procurar interpretar los símbolos dentro del contexto de su recepción u observación, esto es en relación a que otros símbolos, circunstancias, situaciones están vinculados. Cuando conocemos la ambientación y los demás elementos entre los cuales asomó el símbolo que nos interesa, podemos no sólo utilizar nuestra intuición y conocimiento previo, sino que también podemos hacer asociación de ideas.
LOS ELEMENTOS

El símbolo del Agua se asocia con la vida y la purificación, con la renovación, con el paso de la vida misma. Representa un renacimiento pero en la propia existencia, corrigiendo actitudes, lavando errores, dejando fluir. Pero no será lo mismo que el agua este en movimiento o estática, circulando como un río o cayendo como una cascada. Una cascada por ejemplo simbolizaría el devenir, así como también podría simbolizar una revelación que a su vez exige profundizar en ella. Un cántaro de agua nos estaría indicando purificación o renovar fuerzas para continuar.

El agua es el elemento más fácilmente programable con nuestro poder mental y el poder de la palabra de los cuatro, y recordemos que casi el 80 % de nuestro cuerpo y del planeta es agua.

El Fuego sería también una forma de purificación y renacimiento pero como algo nuevo y diferente. Es transformación, regeneración, acción y motivación.

La Tierra simboliza a la Madre, nuestro origen. Nos señala la importancia del arraigo, de tener bases sólidas, de no perder la conexión con la realidad. Simboliza estabilidad y a la persona confiable y aterrizada.

El Aire simbolizaría el olvido, el cambio, y la proyección hacia lo sutil, invitándonos a desarraigarnos de todo lo que hemos hecho antes. A la vez nos señala la necesidad de elevarnos por encima de nuestras limitaciones y aventurarnos a romper con ciertos lazos que pueden ser más bien lastres.
LOS MATERIALES
Visualizar Cristales u objetos hechos de cristal tiene que ver con el proceso de perfeccionamiento del individuo. Sabemos que los cristales representan la perfección en la naturaleza por cuanto se forman a través de grandes presiones, así también el ser humano se perfecciona con las pruebas. Simbolizan los cristales perfección y la capacidad de la adivinación. Pero no será lo mismo un cristal de cuarzo blanco o transparente (perfección en la pureza de intención o integridad), que un rubí (perfección en el amor), una esmeralda (perfección en la actitud positiva, en la sanación, en la esperanza siendo un motivador de los demás), etc.

Visualizar Piedras preciosas o semipreciosas esta relacionado con la activación de nuestros vórtices de energía (chakras), por ejemplo: el rubí con el del cóccix que es la perfección y el crecimiento en el amor. El ópalo con el carácter y el temperamento, con la creatividad. El topacio con el equilibrio, el balance y el conocimiento. La esmeralda o el jade con la salud, el optimismo, la esperanza y el amor a la vida. La turquesa o la aguamarina con la comunicación, la profundidad, el diálogo, la integración y el cambio personal. El zafiro o el lapislázuli con la espiritualidad, la responsabilidad y el compromiso. La amatista con la perfección, con la mística, la fe, la magia y el cambio.

Visualizar Maderas u objetos de madera se relaciona con el propio cuerpo de cada uno, con el trabajo que cada uno hace consigo mismo y su actitud para con el entorno. La madera nos habla de la conexión con la naturaleza, con la salud, con la vida. Simboliza crecimiento y creatividad. Percibir un árbol alto de tronco grueso y copas frondosas podría estarnos señalando la importancia de conectar el cielo con la tierra. Si es una madera sin forma definida que arroja el mar en la orilla de la playa, podríamos interpretar que la vida nos da la oportunidad de darle forma y sentido a nuestra existencia, transformándola en una obra de arte, descubriendo en su interior su potencialidad y armonía.

Ejemplos de árboles y su correspondencia simbólica:

Álamo: La incertidumbre, el destino, la inquietud.
Abedul: La inspiración, la canalización y conexión con lo sutil y trascendente.
Abeto: El misterio, la búsqueda de lo desconocido.
Arce: La mente abierta, amplitud de criterio.
Árbol de Avellanas: Lo extraordinario, la capacidad de maravillarse y sorprenderse.
Árbol de Castañas: Honestidad, rectitud, confianza.
Árbol de Haya: Creatividad, ingenio.
Árbol de Limas: La duda, la investigación.
Árbol del Manzano: El amor, el cariño, y el sentimiento.
Árbol del Olmo: Actitud y mentalidad noble.
El Cedro: La fidelidad.
El Nogal: La pasión.
El Olivo: La sabiduría, el entendimiento, el sacrificio.
El Pino: Lo particular, el hogar, lo cotidiano.
El Roble: La valentía, la magia y la madurez.
El Sauce Llorón: La melancolía, la tristeza.
La Higuera: La sensibilidad, la intuición.

Visualizar Metales u objetos de metal simbolizaría el haber sabido sacar lo mejor de nosotros mismos, también representaría riqueza, abundancia, prosperidad. Si es oro simbolizaría también sabiduría y conocimiento; si es plata, intuición y sensibilidad; si es plomo, densidad falta de motivación; si es bronce, representaría tomar lo mejor de todo cuanto esta llegando a nosotros para saberlo combinar y aplicar.

Visualizar Piedras podría simbolizar dificultades en nuestro camino así como también los elementos sueltos que constituirán la base de todas nuestras realizaciones futuras. Estarían relacionadas las piedras con las pruebas superadas que nos han otorgada experiencia, solidez, fuerza para continuar.

Visualizar Plantas simbolizaría vida, vitalidad, salud. Las plantas representan nuestra propia existencia llena de esperanza que debe ser cuidada para que fructifique. También podría relacionarse con nuestros proyectos personales y familiares.
LOS ANIMALES
Los Animales representan aspectos de nuestra personalidad que deben ser atendidos, o con los que tenemos que trabajar, como por ejemplo:

Visualizar un Venado podría relacionarse con mejorar nuestra autoestima, lograr nuestro autodominio, andar vigilante y en guardia. Un Oso dejarse querer, ser más accesible, ser o aparentar ser más fuerte; un Águila, aprender a ser más libre o actuar con libertad, elevarse por encima de las aparentes limitaciones; un Zorro, ser más astuto y precavido ; un Caballo, ser más disciplinado y mantenerse en movimiento; un Perro, aprender del valor de la fidelidad y lealtad; una Serpiente, ser más aterrizado e inteligente; una Cabra, desafiar los límites; un Felino, ser más audaz, valiente e intuitivo; una Ardilla ser mas acomedido, no descuidar el trabajo o trabajar con constancia, etc.
LOS OBJETOS
Los objetos se relacionan con los instrumentos o medios que se nos brindan o que encontramos para realizar tal o cual acción en la vida. Por ejemplo:

Un Reloj de Arena símbolo relacionado con el paso del tiempo, podría simbolizar que se nos esta dando tiempo para hacer lo que tenemos que hacer, o que estamos contra el tiempo, y no debemos descuidarnos porque el tiempo corre para hacer lo que se espera de nosotros.

Una Bandera podría simbolizar que se nos esta aclarando o brindando una causa o fuente de inspiración por la cual podemos y debemos luchar y salir adelante.

Un Escudo simbolizaría protección y fortaleza, la preparación para enfrentar la acechanza.

Una Espada representaría la verdad, la justicia, el poder.

Un Espejo simboliza la imaginación y la conciencia, y como refleja lo que ve se le considera el simbolismo de la verdad reflejada, a la vez que un portal entre las dimensiones. En China era considerado el símbolo de la felicidad conyugal. El espejo también puede simbolizar un escudo contra el mal, una protección contra las fuerzas diabólicas. Se le suele relacionar con el agua y con la Luna por su capacidad de reflejar la luz.

Una Flor representa el amor tal como lo sentimos y expresamos. Mientras que un Libro representaría el conocimiento, la instrucción.

Una Llave el medio para abrir las puertas, superar las fronteras, dar un paso hacia delante en el conocimiento.
De Sixto Paz Wells