EL MISTERIO DE LAS CALAVERAS DE CRISTAL
libertaliadehatali in Antropología, IncógnitaEtiquetas: calaveras de cristal, cráneo del destino, ET, Los Señores del Tiempo, mayan, mayas, Miguel Blanco, Mitchell-Hedges
Nada más llegar al hotel en el DF nos pusimos a buscar información acerca de esas extrañas calaveras. Había visto una de ellas el año anterior en el British Museum de Londres, pero había muchas más. Los descubrimientos de algunas de ellas eran de lo más apasionante.
El Cráneo del Destino es el nombre de una de las calaveras de cristal más famosas entre las que se han encontrado en diversos puntos del continente americano. Fue hallado en el año 1927 por Frederick A. Mitchell-Hedges.
Se trata de un llamativo objeto de cristal que pesa un poco más de cinco kilos y que tiene la particularidad -aparte de poseer un extraordinario acabado- de que su mandíbula está separada y articulada.
En 1924 llegaba a la selva tropical de Belice (Honduras Británica), en América Central, el polifacéctico explorador inglés Frederick A. Mitchell-Hedges, acompañado de su hija adoptiva Anna; de su secretaria Jane Houdson; el médico y experto en cultura maya, doctor Thomas Gann; el representante del Museo Británico, capitán Joyce, y la financiera de la expedición Richmond Brown.
Frederick Mitchell-Hedges era toda una celebridad en los años veinte. Aventurero ambicioso e inteligente, permaneció durante años en diferentes lugares de Norteamérica y Sudamérica, desempeñando los más variados oficios, desde cowboy a jugador profesional, pasando por revolucionario a las órdenes de Pancho Villa y arqueólogo. Frecuentó los ambientes más contradictorios, desde locales de exploradores hasta clubes de millonarios.
Al poco tiempo de llegar a la zona conocida como Punta Gorda, el explorador inglés comenzó sus excavaciones, en plena selva, en busca de ruinas mayas. Tras luchar contra las inclemencias de la jungla y del clima tropical, y después de varios meses de trabajo infatigable con la ayuda de empleados nativos, Mitchell-Hedges descubrió una gran plaza de piedra, varias pirámides, casas y cámaras subterráneas pertenecientes a un complejo arquitectónico que bautizó con el nombre de Lubaantum (que significa algo así como Ciudad de las Piedras Caídas).
El descubrimiento entusiasmó a Mitchell-Hedges, quien estaba convencido de que aquella ciudad había pertenecido a la legendaria Atlántida, lo que lo motivó para continuar las excavaciones durante siete años más.
Por aquel entonces, su hija adoptiva, la pequeña Anna, era apenas una adolescente inquieta, y el día de su cumpleaños número diecisiete se produjo el gran descubrimiento:
“Durante días vimos algo que brillaba entre las piedras al recibir los reflejos del sol -relataba Anna Mitchell-Hedges- y no descansamos hasta hacer accesible aquel lugar. Fui yo quien lo rescató, porque mis manos eran más pequeñas que las de los demás, y se lo enseñé a mi padre. El se resistía a creer en el descubrimiento de aquel cráneo de cristal….”.
Era el Cráneo del Destino, una calavera de cristal de roca de tamaño natural, de cinco kilos de peso, esculpida en una sola pieza. La perfección absoluta de su tallado y su incólume pulido, la exactitud de sus detalles y su mandíbula artículada la convierten en una réplica exacta de un cráneo humano, pero el origen de su fabricación, al parecer hace siglos, es un auténtico misterio.
Vomo la hija del explorador cumplía años el día de su descubrimiento, el cráneo de cristal terminó siendo un regalo para ella. Anna Mitchell-Hedges es su dueña actual y es quien viaja para exponerla y hacerla estudiar.
La perfección técnica en el diseño y elaboración de esta calavera ha fascinado a una verdadera legión de investigadores de numerosas disciplinas.
Personas de distintas corrientes esotéricas le atribuyen poderes sobrenaturales, rodeándola de un aura de magia y leyenda, lo cual ha causado una impresionante multiplicación de las calaveras de cristal que aparecen en manos de personas de todo el mundo. La fabricación del Cráneo del Destino por artesanos mayas está rodeada de todo tipo de dudas y afirmaciones de que es una imposibilidad técnica.
Realizado en cristal de cuarzo llegado desde Brasil, uno de sus misterios, este cráneo alcanza una dureza en la escala de Mohs de siete sobre un máximo de diez, lo que significa que sólo puedo ser cortado y pulido con esa precisión con herramientas muy duras, como el corindón (rubí) o el diamante.
Ha sido sometido a diferentes análisis, pero quizás el más conocido de todos ellos fue el realizado a principios de los años setenta por la compañía estadounidense Hewlett-Packard. Los resultados de esta investigación desconcertaron a la comunidad científica. Sus conclusiones era rotundas: el tallado de ese cráneo debió llevar al menos trescientos años de trabajo manual.
No se halló ni una sola prueba que pudiera confirmar la utilización de elementos metálicos en el proceso de tallado del cráneo y es muy difícil establecer una fecha par su construcción, que tal vez rondaría entre el año 1300 y 1400 de nuestra era.
Sin embargo, los indígenas que acompañaron a Mitchell-Hedges en Lubaantum, y siempre según sus propias palabras, aseguraron que el Cráneo del Destino tenía más de 3.600 años de antigüedad.
Pero esta calavera no es la única que anda dando vueltas por el mundo. Hay un verdadero ejército de ellas y, aunque cueste creerlo, hasta se ha encontrado un esqueleto completo tallado en piedra.
Las otras calaveras
El Cráneo del Destino es el nombre de una de las calaveras de cristal más famosas entre las que se han encontrado en diversos puntos del continente americano. Fue hallado en el año 1927 por Frederick A. Mitchell-Hedges.
Se trata de un llamativo objeto de cristal que pesa un poco más de cinco kilos y que tiene la particularidad -aparte de poseer un extraordinario acabado- de que su mandíbula está separada y articulada.
En 1924 llegaba a la selva tropical de Belice (Honduras Británica), en América Central, el polifacéctico explorador inglés Frederick A. Mitchell-Hedges, acompañado de su hija adoptiva Anna; de su secretaria Jane Houdson; el médico y experto en cultura maya, doctor Thomas Gann; el representante del Museo Británico, capitán Joyce, y la financiera de la expedición Richmond Brown.
Frederick Mitchell-Hedges era toda una celebridad en los años veinte. Aventurero ambicioso e inteligente, permaneció durante años en diferentes lugares de Norteamérica y Sudamérica, desempeñando los más variados oficios, desde cowboy a jugador profesional, pasando por revolucionario a las órdenes de Pancho Villa y arqueólogo. Frecuentó los ambientes más contradictorios, desde locales de exploradores hasta clubes de millonarios.
Al poco tiempo de llegar a la zona conocida como Punta Gorda, el explorador inglés comenzó sus excavaciones, en plena selva, en busca de ruinas mayas. Tras luchar contra las inclemencias de la jungla y del clima tropical, y después de varios meses de trabajo infatigable con la ayuda de empleados nativos, Mitchell-Hedges descubrió una gran plaza de piedra, varias pirámides, casas y cámaras subterráneas pertenecientes a un complejo arquitectónico que bautizó con el nombre de Lubaantum (que significa algo así como Ciudad de las Piedras Caídas).
El descubrimiento entusiasmó a Mitchell-Hedges, quien estaba convencido de que aquella ciudad había pertenecido a la legendaria Atlántida, lo que lo motivó para continuar las excavaciones durante siete años más.
Por aquel entonces, su hija adoptiva, la pequeña Anna, era apenas una adolescente inquieta, y el día de su cumpleaños número diecisiete se produjo el gran descubrimiento:
“Durante días vimos algo que brillaba entre las piedras al recibir los reflejos del sol -relataba Anna Mitchell-Hedges- y no descansamos hasta hacer accesible aquel lugar. Fui yo quien lo rescató, porque mis manos eran más pequeñas que las de los demás, y se lo enseñé a mi padre. El se resistía a creer en el descubrimiento de aquel cráneo de cristal….”.
Era el Cráneo del Destino, una calavera de cristal de roca de tamaño natural, de cinco kilos de peso, esculpida en una sola pieza. La perfección absoluta de su tallado y su incólume pulido, la exactitud de sus detalles y su mandíbula artículada la convierten en una réplica exacta de un cráneo humano, pero el origen de su fabricación, al parecer hace siglos, es un auténtico misterio.
Vomo la hija del explorador cumplía años el día de su descubrimiento, el cráneo de cristal terminó siendo un regalo para ella. Anna Mitchell-Hedges es su dueña actual y es quien viaja para exponerla y hacerla estudiar.
La perfección técnica en el diseño y elaboración de esta calavera ha fascinado a una verdadera legión de investigadores de numerosas disciplinas.
Personas de distintas corrientes esotéricas le atribuyen poderes sobrenaturales, rodeándola de un aura de magia y leyenda, lo cual ha causado una impresionante multiplicación de las calaveras de cristal que aparecen en manos de personas de todo el mundo. La fabricación del Cráneo del Destino por artesanos mayas está rodeada de todo tipo de dudas y afirmaciones de que es una imposibilidad técnica.
Realizado en cristal de cuarzo llegado desde Brasil, uno de sus misterios, este cráneo alcanza una dureza en la escala de Mohs de siete sobre un máximo de diez, lo que significa que sólo puedo ser cortado y pulido con esa precisión con herramientas muy duras, como el corindón (rubí) o el diamante.
Ha sido sometido a diferentes análisis, pero quizás el más conocido de todos ellos fue el realizado a principios de los años setenta por la compañía estadounidense Hewlett-Packard. Los resultados de esta investigación desconcertaron a la comunidad científica. Sus conclusiones era rotundas: el tallado de ese cráneo debió llevar al menos trescientos años de trabajo manual.
No se halló ni una sola prueba que pudiera confirmar la utilización de elementos metálicos en el proceso de tallado del cráneo y es muy difícil establecer una fecha par su construcción, que tal vez rondaría entre el año 1300 y 1400 de nuestra era.
Sin embargo, los indígenas que acompañaron a Mitchell-Hedges en Lubaantum, y siempre según sus propias palabras, aseguraron que el Cráneo del Destino tenía más de 3.600 años de antigüedad.
Pero esta calavera no es la única que anda dando vueltas por el mundo. Hay un verdadero ejército de ellas y, aunque cueste creerlo, hasta se ha encontrado un esqueleto completo tallado en piedra.
Las otras calaveras
Lo que iba leyendo me parecía apasionante, y no pude dejar de seguir buscando más datos…
Hasta ahora se han descubierto varios cráneos en distintos lugares del mundo. Estos son algunos:
SKULL OF DOOM: Descubierta en 1927 por Mitchell-Hedges en las ruinas de Lubaantum, mientras buscanba una posible conexión con ruinas de la Atlántida.
MAYAN: Esta calavera está tallada en cuarzo. Tiene 20,48 cm de largo, 12,54 cm de ancho, 10,79 cm de alto y pesa 3,95 kg. Pertenece a un supuesto “monje maya”. Dicen que fue descubierta en San Augustine, Aczahuanthan, en el departamento de Zacopa, Guatemala, en 1912, por un tal Héctor Montano.
ET: descubierta en 1906 en Guatemala. Es de cuarzo ahumado. Se caracteriza por la forma puntiaguda del cráneo y mandíbula pronunciada. Tiene cierto aire no humano. En la actualidad pertenece a un coleccionista norteamericano.
UNA CUARTA CALAVERA DE CRISTAL EXPUESTA EN EL MUSÉE DEL´HOMME DE PARÍS, idéntica en el estilo a las otras pero de dimensiones menores, puede proveer informaciones particularmente interesantes. Los expertos del museo afirman que formó parte de un “cetro mágico” azteca del siglo XIII o XIV, y que fue usado para alejar a las serpientes y prever el futuro.
Tiene un agujero que la atraviesa de arriba abajo (supuestamente hecho por un grupo cristiano para colocar en ella una cruz), y el estilo, la forma y el corte son similares a los de otras calaveras descubiertas en diversas ruinas de México. Representa a Mictlantecuhtli, el dios de la muerte.
CALAVERA EXPUESTA EN LONDRES: esta calavera de cristal pertenece al Museum of Mankind, del British Museum de Londres. El museo lo compró en Tiffany’s de Nueva York en 1898 por ciento veinte libras. Se considera gemela de la de Mitchell-Hedges, salvo por un detalle: la calavera de Mitchell-Hedges tiene la mandíbula articulada.
Existen innumerables hipótesis acerca del origen real de las calaveras, llegando algunos a pensar que puedan ser el legado de inteligencias superiores o extraterrestres.
La respuesta más obvia sería que los nativos de Centroamérica, aztecas y mayas, las tallaron por sí mismos, pero esta hipótesis no explica los medios con que fueron creadas, ya que ninguna de estas culturas, por lo menos hasta donde sabemos, poseían la tecnología o el conocimiento necesarios para completar esta labor, a menos que realmente empleasen la técnica de fricción con arena, pero eso sería extremadamente pesado y costoso, y se necesitaría el trabajo de vidas enteras dedicadas a tan ardua labor, ya que por este método se tardarían entre ciento cincuenta y trescientos años en conseguir tal perfección.
Hasta ahora se han descubierto varios cráneos en distintos lugares del mundo. Estos son algunos:
SKULL OF DOOM: Descubierta en 1927 por Mitchell-Hedges en las ruinas de Lubaantum, mientras buscanba una posible conexión con ruinas de la Atlántida.
MAYAN: Esta calavera está tallada en cuarzo. Tiene 20,48 cm de largo, 12,54 cm de ancho, 10,79 cm de alto y pesa 3,95 kg. Pertenece a un supuesto “monje maya”. Dicen que fue descubierta en San Augustine, Aczahuanthan, en el departamento de Zacopa, Guatemala, en 1912, por un tal Héctor Montano.
ET: descubierta en 1906 en Guatemala. Es de cuarzo ahumado. Se caracteriza por la forma puntiaguda del cráneo y mandíbula pronunciada. Tiene cierto aire no humano. En la actualidad pertenece a un coleccionista norteamericano.
UNA CUARTA CALAVERA DE CRISTAL EXPUESTA EN EL MUSÉE DEL´HOMME DE PARÍS, idéntica en el estilo a las otras pero de dimensiones menores, puede proveer informaciones particularmente interesantes. Los expertos del museo afirman que formó parte de un “cetro mágico” azteca del siglo XIII o XIV, y que fue usado para alejar a las serpientes y prever el futuro.
Tiene un agujero que la atraviesa de arriba abajo (supuestamente hecho por un grupo cristiano para colocar en ella una cruz), y el estilo, la forma y el corte son similares a los de otras calaveras descubiertas en diversas ruinas de México. Representa a Mictlantecuhtli, el dios de la muerte.
CALAVERA EXPUESTA EN LONDRES: esta calavera de cristal pertenece al Museum of Mankind, del British Museum de Londres. El museo lo compró en Tiffany’s de Nueva York en 1898 por ciento veinte libras. Se considera gemela de la de Mitchell-Hedges, salvo por un detalle: la calavera de Mitchell-Hedges tiene la mandíbula articulada.
Existen innumerables hipótesis acerca del origen real de las calaveras, llegando algunos a pensar que puedan ser el legado de inteligencias superiores o extraterrestres.
La respuesta más obvia sería que los nativos de Centroamérica, aztecas y mayas, las tallaron por sí mismos, pero esta hipótesis no explica los medios con que fueron creadas, ya que ninguna de estas culturas, por lo menos hasta donde sabemos, poseían la tecnología o el conocimiento necesarios para completar esta labor, a menos que realmente empleasen la técnica de fricción con arena, pero eso sería extremadamente pesado y costoso, y se necesitaría el trabajo de vidas enteras dedicadas a tan ardua labor, ya que por este método se tardarían entre ciento cincuenta y trescientos años en conseguir tal perfección.
Era ya muy tarde y debía descansar. Al día siguiente me esperaba un nuevo temascal y debía estar fuerte y preparado para el ritual. El misterio de las calaveras de cristal me apasionó y, antes de apagar la luz, escuché de nuevo las palabras del Gorila: “Cuenta una leyenda que en el mundo existen trece calaveras de cristal de tamaño natural, cuando todas sean descubiertas, será el momento de transmitir a los hombres todo el antiguo conocimiento de mi pueblo: los mayas. Y ese momento no está muy lejano.”
¿Cuántas calaveras faltarán por descubrir?
¿Cuándo se cumplirá ese tiempo? Con esas tribulaciones me fui a dormir.
MIGUEL BLANCO ¿Cuándo se cumplirá ese tiempo? Con esas tribulaciones me fui a dormir.
Extraído de 2012, MAYAS: LOS SEÑORES DEL TIEMPO