sábado, 26 de marzo de 2011

Y EZEQUIEL VIO LA RUEDA
remite. jose gracia alvarez 

Desde hace tiempo, estamos nuevamente en manos de una reminiscencia incontenible y peligrosa: la energía atómica. Ello nos ha puesto alerta y ha sembrado la alarma entre nosotros. El monstruo de inaudita potencia y destructiva violencia ha tentado nuevamente a la especie humana, y amenaza con repetir la ya vieja historia de nuestro sistema solar. Parece como si la mente terrestre estuviese en manos de esta caótica energía, como si una irresponsabilidad inmutable intentase emplearla cual medio de muerte y destrucción.

Por providencia para todos, la malvada intención de unos pocos y el susto de muchos han traspasado el océano inmenso del espacio sideral para llegar al corazón y a la mente de los Justos, de aquellos que conocen la Ley del Universo mejor que nosotros. Ha llegado el momento en el cual es imposible no comprender que nuestra soledad en el gran espacio ha sido sólo aparente, que en realidad nunca hemos estado solos desde hace muchos siglos y milenios.

Hay que admitir que una gradual, aunque lenta, predisposición existe ya en millones de personas. Ello, gracias a la indiscutible, precisa y metódica obra de los Hermanos Mayores del Cosmos que, como en el pasado, actualmente se prodigan con perseverancia y voluntaria abnegación. Hoy, en el 2.004, es mucho más fácil comprender el sentido real de aquellas palabras de Ezequiel:

"Al mirar a estos cuatro seres, me fijé que en el suelo había una rueda al lado de los cuatro. El aspecto de las ruedas, su estructura, resplandecía como el crisolito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una estuviese en medio de la otra. Al rodar iban en las cuatro direcciones, sin volverse en su movimiento. Su circunferencia era de gran altura y las llantas de las cuatro estaban cuajadas de ojos todo alrededor."
                              (EZEQUIEL, I, 15-16)

La descripción del profeta Ezequiel en esta época es totalmente comprensible. Las naves venidas por el norte con sus tripulantes, en el contexto de nuestra cultura pierden su misterio y se convierten en una descripción de un hecho real. Sólo hoy estamos definitivamente preparados para comprender éste y otros relatos de la Biblia, que reflejan "su" intención en el desarrollo de la Humanidad.

Desde los tiempos en que Ezequiel hacía esta descripción de los extraterrestres y sus naves hasta hoy han pasado más de 3.000 años. En nuestro tiempo la visión de Ezequiel se repite constantemente y la gente se pregunta: ¿De dónde vienen? ¿Quiénes son?

Muchos habitantes de nuestro planeta están convencidos de la existencia de los extraterrestres. Muchos otros han visto personalmente aterrizar y cruzar el espacio a enormes velocidades pequeñas y grandes naves. Algunos incluso han podido ver a los tripulantes de dichas naves y han descrito sus trajes espaciales, su aspecto físico. Muchos son los querubines, serafines y tronos que nos guardan, que escrutan atentamente nuestros propósitos, preparándonos para aceptar verdades más profundas que en los siglos pasados han permanecido como ideas confusas en nuestra conciencia.

Hoy, en nuestro mundo, la gran bestia de la cabeza de fuego se ha despertado amenazadora, implacable, airada, decidida a destruir y devorar todo sin piedad. Todavía hoy silba velozmente sobre la faz del gran espacio sideral la imagen de un gran peligro. La intervención de los Hermanos Mayores se ha hecho indispensable y necesaria. El punto crítico ha marcado nuestro tiempo, y se necesita prevenir absoluta e inmediatamente el porvenir.

Ellos están de nuevo sobre la Tierra. Sabemos que es cierto. ¿Quiénes son? ¿De dónde han venido? ¿Por qué han venido? Quien tenga oídos, escuche; quien tenga ojos, vea. No repitáis de nuevo la infantil pregunta: Si están ¿por qué no intervienen? ¿Por qué no se dejan ver en las plazas públicas?

Ellos nos conocen desde remotos tiempos, y lo saben absolutamente todo sobre nosotros. Toda publicidad sería para Ellos inútil y perjudicaría el programa de acción que están llevando a cabo sobre la Tierra. Saben lo que deben hacer, y en el momento oportuno toda la humanidad tendrá las pruebas. Los escarnecidos, aquellos que vieron y sintieron antes que los otros, serán los primeros en comprender la mayor verdad del universo. Éste será su más justo premio, porque en verdad los últimos serán los primeros.

Que la Paz sea con vosotros.
Con toda fraternidad,

JOSÉ GARCÍA ÁLVAREZ
Maestro, Escritor y Contactado
Pulpí - España
Tl.- 950 465 048