viernes, 27 de febrero de 2015
El factor definitivo del éxito, descubierto por la ciencia de redes
El factor definitivo del éxito, descubierto por la ciencia de redes
Sólo hay una fórmula más codiciada que la de la eterna juventud: la fórmula del éxito profesional. Puede parecer utópico, pero hay factores más decisivos que otros
Foto: Hay una variable que, según los trabajos de Ron Burt, condiciona nuestra posibilidad de tener éxito.
Hay una variable que, según los trabajos de Ron Burt, condiciona nuestra posibilidad de tener éxito.
Sólo hay una fórmula más codiciada que la de la eterna juventud: la fórmula del éxito profesional. Todos somos conscientes de que es utópico encontrar una ecuación que nos permita triunfar en la vida, pero también sabemos que, en un mundo tan opaco y confuso como en el que vivimos, no todo depende de la suerte. Hay factores que de verdad influyen en nuestra carrera y que debemos averiguar cuanto antes si queremos marcar la diferencia.
Michael Simmons, periodista de Forbes, ha pasado los últimos años haciéndose dicha pregunta: ¿qué es lo que distingue a personalidades como Steve Jobs, que fundaron grandes emporios y cambiaron la forma que tenemos de entender el mundo? Para ello, ha pasado los últimos años entrevistando a algunos de los científicos de redes más importantes del mundo, que le han ayudado a entender de qué manera nuestras relaciones determinan nuestro éxito.
Como explica en un artículo publicado en Business Insider, el autor se topó con la respuesta más convincente en diciembre de 2013, cuando entrevistó a Ronald S. Burt, profesor de la Universidad de Chicago que ha estudiado la forma en que las redes crean ventajas competitivas, y que le mostró el siguiente gráfico en el que se muestra el factor que influye hasta en un 50% en el éxito.
En resumidas cuentas, cuanto más abierta sea la red en la que te insertas, más probabilidades tienes de alcanzar el éxito (entendido este en términos de promoción profesional, evaluación y retribución económica). Por el contrario, si tus relaciones son muy cerradas, y tan sólo te relaciones con las personas que ya conoces, las posibilidades que tienes de crear algo realmente significativo se reducen. Las razones van mucho más allá de la lógica de “cuantas más personas conozcas, más posibilidades de encontrar empleo tendrás” que marca el networking, ya que también influye en nuestra toma de decisiones y procesos mentales.
¿Qué ocurre cuando formas parte de una red cerrada? Que continuamente oyes las mismas ideas, y por lo tanto, más probable es que te reafirmes en tus creencias y que menos dispuesto estés a discutir tus puntos de vista. Si, por el contrario, pertenecemos a una red más amplia y más abierta, conoceremos más percepciones distintas y, por lo tanto, gozaremos de una visión del mundo más completa. Es a lo que se refería Steve Jobs cuando afirmaba que la creatividad es “simplemente, conectar cosas distintas”.
Cómo funcionan los grupos humanos
Es fácil mostrarse en desacuerdo con dicha concepción, y pensar que vivimos en redes muy amplias. Pero raramente es así: el ser humano tiende a centrarse en grupos cerrados que les sirvan de protección y, además, reafirmen sus principios: algo clave, en muchos casos, para la convivencia. La confianza y entendimiento que generan las dinámicas cerradas nos ayudan en nuestro día a día. Es mucho más fácil ponerse de acuerdo con alguien a quien conocemos desde hace muchos años que con una persona totalmente nueva.
Cuando eres tú el que presenta a dos personas cuya relación ha sido fructífera, probablemente ambas personas se sientan en deuda contigo
El autor detalla en un esquema nuestra tendencia a formar grupos cerrados. Imagínate que llegas a clase el primer día de universidad. Lo más probable es que nos acerquemos, en un primer momento, a aquellas personas con las que tenemos más en común. Esas afinidades dan lugar a las relaciones de segundo grado (amigos de amigos) que, en última instancia, conforman grupos que comparten los mismos valores y que se convierten en cámaras de eco donde se amplifican unas ideas, que llegamos a considerar naturales, en la misma medida que minimizan otras.
Esa es la dinámica en la que generalmente se mueve nuestra sociedad, y la que provoca que seamos de ciencias o de letras, de izquierdas o de derechas, de carne o de pescado, de perros o de gatos. Esta polarización, además, impide llevar a cabo discusiones constructivas. Como puso de manifiesto una investigación realizada por Philip M. Fernbach, las habituales discusiones en las que se piden argumentos sólo conducen al reforzamiento de los valores en los que creemos. Esta dinámica de las relaciones impide tanto el avance social como nuestro desarrollo personal.
Las ventajas de vivir en redes abiertas
Puede que sea mucho más complicado y exigente mental y socialmente, pero hay un gran número de ventajas en conocer a mucha gente proveniente de campos muy distintos con ideas muy diferentes, como expone Simmons en su artículo. La visión del mundo de este tipo de personas es única, puesto que ha sido formada a partir de fuentes e informaciones muy distintas. El autor identifica las siguientes cuatro ventajas de formar parte en una red abierta:
Nuestra visión del mundo es más fiable. Si todos tus amigos son del Barcelona, es probable que tus ideas sobre el fútbol sean totalmente opuestas a la de alguien de una peña madridista. Si conoces a aficionados de todos los equipos, podrás conformar una visión más completa no sólo de la realidad, sino también de las distintas creencias que se mantienen en otros grupos. Irás un paso por delante de ellos, condenados a mantener su visión túnel del mundo.
Tú controlas la información. No hay que perder de vista el rol de gatekeeper de la información que puede jugar alguien que pertenece a distintos grupos. Si formas parte de distintas redes, recibirás información de fuentes muy distintas y, por lo tanto, serás el primero en contarle el último chisme a otras redes. Ello te permitirá manejar la información a tu antojo y en tu beneficio.
Eres el enlace entre distintos grupos. Cuando eres tú el que presenta a dos personas cuya relación ha sido fructífera, probablemente ambas personas se sientan en deuda contigo. Algo semejante ocurre con los grupos: los intermediarios son figuras valiosas a la hora de dinamizar las relaciones sociales. O si no, que se lo digan a los representantes de los futbolistas.
Tienen mejores ideas. ¿Qué diferencia a Steve Jobs de tu cuñado? Entre otras razones, que las fuentes de las que extraía Jobs su conocimiento eran mucho más diversas, debido a su curiosidad congénita, que aquellas a las que solemos acudir por inercia. Simmons cita un célebre estudio realizado por Brian Uzzi, profesor de la Escuela Kellogg de Management, en el que descubrió que las investigaciones más influyentes de la historia tenían una cosa en común: aunque el 90% de las referencias de las mismas eran convencionales, un 10% eran atípicas, es decir, provenían de otros cambios de investigación diferentes, lo que favorece la aparición de serendipias.