martes, 28 de diciembre de 2010

COMO LOS HERMANOS MAYORES DEFINEN LAS

LEYES UNIVERSALES



– ¿Cómo podrían definir ustedes aquellas leyes o principios universales?

– Hoy hay suficiente conocimiento en la Tierra sobre el tema como para empezar a aplicar conscientemente dichas leyes y principios, sólo que el problema es que el conocimiento compromete. Y es que la enseñanza de aquellas leyes es una herencia que les ha sido dada desde la época de las colonias extraterrestres y atlantes en Egipto.

La primera ley consiste en que uno puede crear lo que cree.. Si orientan su mente con una actitud positiva hacia la consecución de cualquier realización, ésta llegará a materializarse. Pero si por el contrario se dejan llevar por el pesimismo y la negatividad, todo a vuestro alrededor será reflejo de aquello.

En esta primera ley deben trabajar la concentración, la voluntad y la sabiduría.

La segunda ley consiste en que todo es un reflejo del universo que nos rodea, por lo que al ser parte consciente de la creación, ustedes también pueden y deben ser cocreadores de todo aquello que pueda ser edificante y positivo. Y es que también por ser el universo un acto de amor del Todopoderoso, vuestras existencias deben estar inspiradas y marcadas por el amor.

Las leyes que regulan el universo son las mismas que intervienen en la vida de un individuo, por lo cual conociéndose uno a sí mismo se puede llegar a conocer el universo y de la misma manera, afectarlo para bien o para mal.

En esta segunda ley deben trabajar el despertar de la conciencia, el discernimiento y la intuición.

La tercera ley es que el vehículo de acción o el medio de concreción de la creación es la palabra. La palabra es vibración y poder sobre la formas, porque decreta y materializa las cosas alrededor de uno y en uno. Es más: la palabra es la que da forma a las cosas.

Por la palabra se puede construir y hasta destruir. La palabra es una llave que puede abrir puertas entre las dimensiones, así como puede aperturar las conciencias y los corazones de los semejantes, pero sólo si ésta es bien empleada por alguien puro de corazón.

Los grandes problemas de vuestra actual humanidad se resumen en la carencia de comunicación; en la abundancia de mensajes sin poder; de palabras sin una vibración superior. La carencia de un ejemplo de vida y la falta de consecución de las enseñanzas ha hecho a las palabras: vanas y vacías. Por ello sólo se enseña bien cuando las palabras van acompañadas por el ejemplo.

Cuando restablezcan el contacto interno y como consecuencia recuperen el contacto con vuestros más cercanos, volviendo a ser honestos y sinceros en vuestros pensamientos y palabras, el universo se hará oír en ustedes y hablará a través de vuestras almas con la fuerza del poder para abrir mentes y corazones.

En esta tercera ley hay que trabajar con la respiración, inteligencia y la pureza.

La cuarta ley consiste en que toda realización cuesta esfuerzo y genera una fuerza de oposición, pudiendo medirse el valor e importancia de lo que se hace por el grado de dificultad antes, durante o después. Por ello, no deben amilanarse cuando las cosas se les complican pareciendo no tener solución, por cuanto todo lo que realmente vale, exige una máxima dedicación y suele ser un camino lleno de escollos, que va probando palmo a palmo vuestra voluntad y convicción.

El mundo ideal no existe, por lo tanto hay que crearlo todos los días y en todo lugar con la conciencia despierta y actitudes positivas que influyan sobre el ambiente y las demás personas. Por ello no caigan en el error de algunos que piensan en huir del planeta porque consideran que ya es tarde. Nosotros les podemos asegurar que aún no es tarde para cambiar y para que todo se transforme, pero todo variará si antes ustedes modifican sus patrones conductales.

En esta cuarta ley deben trabajar la perseverancia, la tolerancia y la convicción.

La quinta ley permite entender que en el proceso de crecimiento todos habremos de pasar muchas veces de la luz a la oscuridad y viceversa. Se habrá de atravesar por períodos de cambio y de estancamiento. Y siempre uno precederá al otro, lo que nos hará estar permanentemente en guardia.

El contraste de estados nos enseñará a valorar y a dominar los momentos internos cambiantes, pudiendo desarrollar cada vez un mayor equilibrio o capacidad como para modificar a voluntad la situación, o hacer más llevaderos los momentos difíciles.

Al final cada uno debe llegar a conocer sus propios ritmos internos para dominarlos, llegando con ello a afectar las fluctuaciones del ambiente externo.

En esta quinta ley se deberá trabajar la fe, la paciencia y la esperanza.

La sexta ley indica que todo es consecuencia de las necesidades de nuestro actual aprendizaje y de las decisiones, pensamientos y actos con los que sembramos la vida, así como también por los procesos pendientes de existencias pasadas. Y es que cada vida se nos ofrece como una nueva aventura pero con mayor experiencia. Experiencia alcanzada de otras vidas, que se manifiesta en nuestra particular forma de enfrentar las propuestas que se nos van presentando; todo ello, como parte de un proceso de crecimiento hacia una expansión de conciencia, donde nada es dejado al azar; y donde también, no está dicha nunca la última palabra.

En esto no hay programas individuales o colectivos incompletos, ni programas definitivos e inamovibles. No se han descuidado los detalles pero todo puede variar. Todo se puede modificar para bien o para mal, dependiendo fundamentalmente de nuestra actitud frente a la vida. Pero eso sí, la evolución es personal e intransferible, aunque paradójicamente ésta sólo se puede realizar en permanente interacción con los demás.

La cosecha de nuestra vida es el producto de la siembra de nuestras acciones.

En esta sexta ley se ha de trabajar el servicio con discernimiento, bondad y decisión.

La séptima ley nos enseña que todo en el universo busca su complementación, y que hasta en la dualidad, los opuestos son necesarios para el crecimiento de ambos. Por ello, necesitamos del otro para vernos reflejados en él y así superarnos cada día, logrando la madurez en nuestras vidas.

En esta séptima ley habremos de trabajar la comprensión, la tolerancia, el respeto y el amor.

– ¿Y cómo se puede trabajar la comprensión y la tolerancia?

– Aprendiendo a comunicarse, para así poderse entender y lograr con ello aceptarse. Pero preguntarán:¿Y cómo aprendes a comunicarte? Pues intentándolo, experimentando formas y diversas alternativas, hasta que las barreras desaparezcan y uno aprenda a desnudar su alma, mostrándose tal cual uno es. Para esto no necesitan llegar a ser telépatas, simplemente seres humanos que intentan sentirse y hacerse sentir. Además recuerden que lo importante es procurar hacer sentir bien a los demás, tratándolos como uno quisiera ser tratado.

– ¿Cuándo y cómo podemos trabajar con estas leyes o principios?

– Sin darse cuenta ya lo están haciendo.

Ningún principio funciona aislado o independiente de los demás. Por ello, en cada acto de la vida están aplicando todo esto, el asunto es ¿qué tan conscientes lo hacen? y ¿qué tan positivamente para ustedes y para los demás?