domingo, 31 de marzo de 2013
La gran fábrica de la información mundial manipuladora de cerebros
La gran fábrica de la información mundial manipuladora de cerebros está dirigida por intereses privados que se hacen pasar como “públicos” (de toda la sociedad).
Las guerras políticas y económicas del capitalismo, en las sombras, alimentan una manipulación psicológica permanente y nutre la parte mayoritaria del universo de la “información mundial” (vendida por la prensa del sistema como si fuera “objetiva”).
En general, y a nivel planetario, son los monopolios mediáticos (menos del 5% del total de los medios mundiales) los que dictan las reglas y establecen los parámetros de la información a escala global.
Así como las grandes corporaciones económicas fijan las reglas del mercado y forman los precios, las grandes corporaciones mediáticas fijan las reglas y determinan a diario (a través de la cartelización monopólica) lo que “es noticia” y lo que “no es noticia” en el mercado de la información a nivel local e internacional.
Generalmente, cuando una información rompe las mallas de lo establecido, cuando revela aspectos funcionales o intereses del sistema capitalista que subsisten detrás de los gobiernos, de las corporaciones empresariales, o de la estructura dominante del negocio informativo, se la califica inmediatamente de “teoría conspirativa”.
En este escenario, los medios y periodistas del sistema son los primeros elaboradores y difusores de “teorías conspirativas” presentadas como información objetiva a nivel planetario y masivo.
De manera tal que, todo lo que “informa” la prensa masiva está manipulado y orientado por intereses privados que se hacen pasar como “públicos” (de toda la sociedad).
Las guerras políticas y económicas del capitalismo, en las sombras, alimentan una manipulación psicológica permanente y nutre la parte mayoritaria del universo de la “información mundial” (vendida por la prensa del sistema como si fuera “objetiva”).
Pongamos un ejemplo preciso: Las “fuentes” que utilizan los medios y los periodistas del sistema no son “desinteresadas”.
Toda la información que recoge la prensa convencional proviene de funcionarios, políticos, militares, lobbistas y ejecutivos de empresas, que utilizan la información masiva para manipular intereses electorales, políticos y económicos.
Las mayoría de las “fuentes” citadas por el periodista asalariado es siempre el poder.
Ejemplo: Los informes sobre “terrorismo”, producidos y lanzados en serie por la CIA y los servicios de inteligencia, son aceptados como “fuentes confiables” por la estructura y los periodistas de la prensa convencional. Las noticias sobre Irak, Afganistán y la zonas ocupadas, se nutren de informes y voceros oficiales del propio ejército invasor.
En ese escenario, de manipulación de la información con fines económicos y políticos, todas las noticias (sin excepción) que circulan por el universo masivo de la comunicación periodística comercial (local e internacional) son “conspirativas” y su función es precisa: Alimentar las guerras políticas y económicas del poder.
Desde lo político, esa información no está orientada a la búsqueda de la “objetividad” sino a direccionar conducta social, tanto para el consumismo económico, para beneficio electoral, o para generar consenso masivo a aquellos procesos que benefician a las corporaciones económicas y a los gobiernos del sistema capitalista.
Por falta de contra información masiva, las mayorías planetarias (ignorantes de la manipulación) consumen esas noticias como si fueran parte de una realidad emergente de procesos y de hechos que se suceden como producto de una dinámica “natural” del mundo.
En resumen, mientras por un lado la prensa convencional y masiva califica de “teorías conspirativas” a la información que revela sus intereses y estrategias funcionales ocultas, por otro, utiliza la “información conspirativa” (vendida como si fuera “información objetiva”) para sostener al sistema capitalista que paga por sus servicios.
En definitiva, destruir al enemigo con el mito de la “teoría conspirativa, controlar y convertir al individuo-masa en potencia social direccionada con fines de control político y económico, son los dos objetivos clave de la estructura mediática mundial que determina y decide lo que las mayorías deben entender (y consumir) como “información objetiva”.
Manuel Freytas
IAR Noticias