lunes, 23 de marzo de 2015
EL XENDRA - MISION RAHMA
EL XENDRA - MISION RAHMA
EL XENDRA SIXTO PAZ WELLS.
“Vivimos en un universo sin límites
El único límite es nuestra ignorancia”.
Entre las experiencias de contacto menos conocidas, pero a la vez de las más extraordinarias e increíbles se encuentra la de las “Puertas Interdimensionales Xendra”.
El xendra es una proyección de luz concentrada, que acelera la vibración de la persona y actúa como paso dimensional y umbral en el espacio tiempo. La persona que atraviesa un xendra, dependiendo de la intensidad de éste, puede llegar a ser desmaterializada para ser teletransportada a otro lugar, anulando su cohesión molecular y su peso atómico. Esta experiencia puede darse muchas veces durante el proceso de la preparación personal y colectiva. Esto significa, que se puede volver a vivir varias veces, existiendo para el caso, varios tipos de xendra, que permiten desde una experiencia física, hasta una proyección mental o también bilocación, o experiencia astral conciente.
Los tipos de Xendra son:
a) Xendra I: Tipo de puerta interdimensional para una sola persona acompañada de un ser extraterrestre o guía. Este Xendra suele tener una forma de medialuna, como de unos diez metros de diámetro, y permite una experiencia física de desmaterialización con la desaparición de la persona aquí y su proyección a otro lugar que puede ser el interior de una nave, una base intraterrena o subacuática, o hasta otro planeta.
b) Xendra II: Es aquella en que pueden introducirse hasta siete personas coordinadas o acompañadas por dos seres extraterrestres. Esta experiencia suele ser también física o de proyección mental o bilocación. Y la forma puede ser la de la medialuna dorada, ovalada o tipo arco o puente u otra forma.
c) Xendra III-IV “Gimbra”: Es el que da ingreso hasta doce personas de una sola vez, y que suele estar coordinada directamente por el Concejo de la Confederación. Este xendra varía en su forma desde algo así como un domo grisáceo plateado a nube blanquecina o azulada brillante, o domo con chispazos que flotan por encima del suelo con su superficie blanquecina. Llega a medir un diámetro mayor a los 10 metros.
El Xendra Gimbra a diferencia de los otros tipos de paso dimensional que existen, facilita una experiencia profundamente espiritual y de integración cósmica. Los otros xendras pueden llevar de experiencias físicas hasta proyecciones mentales o astrales.
Muchas personas por distintas razones, atraviesan el umbral el cual visiblemente es evidente pero no llegan a recordar lo vivido en el interior de esta experiencia, por lo que deberán trabajar sus meditaciones y retrocesos concientes para recordarlo.
EL XENDRA DE CHILCA
Como éste capítulo lo justifica, repito aquí gran parte del relato de la experiencia del Xendra relatada en capítulos anteriores.
En Junio de 1974 siete personas, todos jóvenes de entre 18 y 20 años nos dirigimos hacia el desierto de Chilca convocados por un mensaje psicográfico, en donde se nos pedía que nos preparáramos para experiencias de preparación para el contacto físico. Llegamos a un pueblo que se llama Papa León XIII al sur de Lima, allí dejamos la movilidad, y como en muchas otras ocasiones nos pusimos a caminar por el desierto hacia un lugar que le llamábamos la Mina. Una cantera abandonada. Empezamos a avanzar todos juntos en bloque cuando le hago una pregunta a mi compañero que iba a mi lado y con quien estaba conversando entretenidamente, cuando de pronto no me contesta. Me percaté entonces que no estaba, que había desaparecido. Y cuanta no sería mi impresión cuando termino de darme cuenta que estoy completamente solo, dos kilómetros por delante del resto, ya en la Mina. Como no podía explicarme éste extraño caso de teletransportación, lo primero que pensé fue en darme la vuelta y regresarme corriendo por donde nosotros usualmente veníamos, buscar a los demás y que me explicaran qué era lo que había ocurrido.
Me voy alejando rápidamente del lugar cuando contemplo la presencia de una extraña brillantez detrás de la colina que tenía a mi izquierda. Entonces pensé que podían ser mis compañeros con sus linternas. La cercanía de esa luz me tranquilizó un poco, por lo que me dirigí hacia allí. Y cuando pasé del otro lado me di con la sorpresa de que a unos cien metros de distancia sobre el suelo había una medialuna de unos diez metros de diámetro, que pulsaba, como que latía. En ese momento sentí mucho temor pensando que podía ser una nave extraterrestre que había descendido. Hasta ese momento todo era avistamientos en el aire y en grupo. Eso estaba sobre el suelo y yo estaba solo. Así que no lo pensé dos veces, me di la vuelta y empecé a correr como en mi vida lo había hecho. La idea era buscar a los demás, para que vieran lo que yo estaba viendo.
Me fui alejando y de pronto me sobresalto una desagradable sensación. Sentía como que me estaban mirando, era como si tuviera una mirada pegada en mi espalda, lo cual me obligó a detenerme y girarme. En ese momento vi salir del interior del domo luminoso a un ser de apariencia humana, con el brazo levantado en señal de saludo, y capté en mi mente, con toda claridad: “¡Ven!”…
Mi respuesta fue instantánea negándome a hacerlo. Sentí pánico, terror.
Por segunda vez capté en mi mente como si me hablarán y que me repetían la invitación, pero esta vez como una orden, de forma imperativa: “¡VEN!”
Y nuevamente mi respuesta fue una contundente negativa. Estaba que me vencía el miedo. Por una parte pensaba que era la gran oportunidad de mi vida, pero por otra pensaba que no estaba preparado para verles de cerca.
Entonces por tercera vez fui convocado a acercarme, pero esta vez la sensación fue como que me brindaban su amistad, como algo muy agradable. La sensación fue:
“¡Ven!”…
Y yo volví a responder que no. Acto seguido ese ser se dio la vuelta y se introdujo dentro del domo luminoso. En ese momento pensé que iba a perder la oportunidad porque estaba rechazando la experiencia, por lo que no sé como saqué fuerza de la flaqueza y traté de dirigirme hacia allá. Cuando ya estaba muy cerca, algo me hizo levantar la vista al cielo, y a unos cuatrocientos o quinientos metros por encima del domo había un objeto, era como una lenteja que tenía lucecitas rotatorias en la base. Pensé en ese momento que eran dos naves, una la que estaba en el cielo y la otra sobre el suelo. Avancé un poco más y metí mi mano y mi brazo en la luz, y me di cuenta que no era sólido, por lo que ingresé dentro y me arrepentí tarde de haberlo hecho. Sentí como que el cuerpo se me quemaba, también mareos y nauseas. La luz era tan intensa que me obligaba a cerrar los ojos, pero cuando ya pude ver, vi a una persona parada delante de mí. Era como de un metro ochenta, robusto, corpulento. Se veía que era un hombre. Tenía un traje brillante suelto como un traje deportivo con una botas, su rostro era ancho, con pómulos bien pronunciados y ojos marcadamente oblicuos. Parecía un mongol o un oriental. Tenía el pelo laceo que le caía detrás de los hombros. Si uno lo viese por la calle le parecería un fisicoculturista chino o coreano.
De pronto comenzó a hacer gestos con las manos y los brazos captando que me estaba hablando. En mi mente venían imágenes pero también escuchaba que me decía:
-Mira, yo soy Oxalc. El mismo ser que se ha comunicado contigo desde el principio, y esto que has atravesado es un “Xendra”, una puerta dimensional, un Umbral en el espacio tiempo. Nosotros a través de nuestra tecnología somos capaces de concentrar la energía de tal maneras que podemos desmaterializar a una persona, anulando su cohesión molecular y parte de su peso atómico y proyectarlo a otro lugar. Tú me acompañarás a Morlen, a Ganímedes, una de las lunas de Júpiter. Y el tiempo que vivirás allá no corresponderá al tiempo transcurrido acá.
Yo en ese momento no estaba para creerle o no, preferí seguirle la corriente y ver adonde me llevaba. A los pocos pasos a través de la luz hemos salido a un lugar distinto a lo que era el desierto al sur de Lima en el Perú. Al fondo de un valle entre montañas se podían ver grandes cúpulas a manera de grandes domos o iglú. Y ocupando unas quince o dieciocho veces el horizonte en relación a lo que nosotros veríamos el Sol, lo que vendría a ser el planeta Júpiter.
Este ser me dijo que esa era la ciudad Cristal, y que ya estábamos en Ganímedes a seiscientos millones de kilómetros de la Tierra. Me explico que a diferencia de los Xendra que son puertas interdimensionales artificiales logradas por la tecnología y el poder mental, en nuestro planeta y en el espacio suelen abrirse otros portales pero naturales, que muchas veces son aprovechados para viajar a través de ellos y acortar distancias en el tiempo y en el espacio. Me acorde en ese momento del triangulo de las Bermudas y del Triangulo del Dragón en el Pacifico.
Yo calculo haber estado unos cuatro a cinco días con ese ser allá, conociendo su forma de vida, viendo a otros seres y recorriendo sus instalaciones, pero no recuerdo haber comido o ido al baño. Pasado ese tiempo se me dijo que debía volver, y al hacerlo a través del mismo portal de luz, aparecí en el desierto, habían pasado escasos quince minutos, el tiempo suficiente como para que el resto de mis compañeros llegaran y me vieran a mi salir del domo luminoso.
El grupo se sorprendió al verme salir de la luz. En ese momento uno de mis compañeros que venía de lado, pudo ver que el Xendra era de un grosor de escasos milímetros. Para él yo aparecí de la nada. Cuando me preguntaron dónde había estado, preferí no contarles los detalles de la vivencia porque ni yo mismo me lo creía. A las dos semanas entramos los siete a un nuevo Xendra, y posteriormente muchos otros compañeros vivieron lo mismo, solos o acompañados. Y estas experiencias han continuado a lo largo de los años llegando a darse en diversos países. El relato de la primera experiencia Xendra fue relatada y descrita en el primer libro de Benítez a fines de 1974 comienzos de 1975.
EL CASO VALDEZ
El 25 de Abril de 1977, un cabo del ejército chileno acompañado de un grupo de soldados se encontraban en la localidad de Putre, cerca de la importante ciudad fronteriza de Arica, límite con el Perú. El cabo Armando Valdez del regimiento Rancagua se encontraba con su destacamento cuidando la zona por ser de continuo movimiento de contrabando fronterizo, cuando de pronto observaron una intensa luz descendiendo por una colina en pleno desierto. Era de noche y el cabo le dijo a los soldados que lo cubrieran, que él se iba a acercar hacia esa luz para ver de que se trataba, suponiendo que fuera una movilidad de contrabandistas. Muy valiente fue directo hacia la luz, desapareciendo en su interior, y luego de quince minutos volvió a aparecer pero en medio de todos los soldados. Ellos nunca lo vieron salir de la luz sólo apareció de pronto. Pero él no recordaba nada, simplemente su mente estaba en blanco, pero tenía la barba crecida de varios días, y el reloj adelantado en el fechador en cinco días.
Los siguientes dos años en la vida del cabo Valdez fueron muy duros ya que permaneció en situación de arresto militar, sujeto a intensos interrogatorios.
Su experiencia fue muy similar a la mía sólo que con un aspecto inverso, yo me desaparecí de mis compañeros, y ellos me vieron salir del domo luminoso, mientras que en el caso del Cabo Valdez , él entra delante de todos en la luz, y no lo ven salir, simplemente aparece entre ellos.
TRASPASO AL REAL TIEMPO DEL UNIVERSO
El 31 de Enero de 1997 diez personas entre las que se encontraban miembros de nuestros grupos de Lima como Nimer Obregón y su esposa Carmen, Juan y Silvia Massa , Elard y Cuckie Pastor ,Pablo Manrique, Ricardo González , mi esposa Marina y yo fuimos al desierto de Chilca para una experiencia increíble. Habíamos sido convocados a través de los mensajes para conocer el Real Tiempo del Universo. Días antes se habían venido recibiendo en paralelo una serie de comunicaciones, precisando la fecha, el horario, el lugar exacto y quiénes podían ir. Para esto había habido una serie de confirmaciones directas e indirectas, de tal manera que el entusiasmo era muy grande.
Llegamos con nuestras movilidades a la quebrada de Santo Domingo de los Olleros temprano por la tarde. Era un día soleado de verano sin nubes, y ni bien nos estacionamos en medio de un descampado en pleno desierto desolado de la costa peruana, empezamos a caminar hacia una zona entre colinas. En lo que íbamos avanzando tuve la corazonada de que la experiencia se iba a dar al pie de un determinado cerro, y así se lo hice saber a los demás. Todos se sorprendieron ante mi afirmación. Al cabo de un rato habíamos llegado a nuestra ubicación donde meditaríamos. Nos acomodamos entonces en una hondonada y comenzamos una serie de prácticas con palabras sagradas o mantram. Al cabo de una hora y a pesar del estado profundo que habíamos alcanzado, la sensación generalizada era de que alguien había estado caminando alrededor nuestro. Fue en ese momento cuando todos observamos la aparición de una solitaria nube compacta de regular tamaño en forma
de hogaza de pan, de un color marrón oscuro que se situó encima de la quebrada a baja altura. Seguimos meditando y al abrir nuevamente los ojos esta nube seguía en su sitio, no se había movido para nada ni cambiado su forma. Luego de un rato se transformó en una perfecta flecha que apuntaba hacia el cerro que había indicado. Todos vimos entonces la aparición de esferas luminosas recorriendo aquel lugar bajando de los cerros. Y cuando reiniciamos la introspección, tuvimos que abrir los ojos al poco rato porque si bien estaba oscureciendo, el valle a su vez se estaba iluminando como si fuese a salir la Luna, pero ésta nunca apareció. Mas bien la nube en forma de flecha se transformó en un perfecto círculo nuboso del tamaño de toda la quebrada y en su interior se distinguía perfectamente un gigantesco triángulo equilátero. Era asombroso ver todas esas formaciones en el cielo a baja altura que no tenían nada de naturales. En ese momento Silvia nos pasó la voz a todos. Del extremo sur izquierdo de la quebrada había aparecido una luz, un poco más grande que un lucero que avanzaba lentamente, ubicándose ligeramente por encima de los cerros, cuando de pronto se detuvo y dejo caer muy lentamente un haz de luz que fue descendiendo de forma oblicua sobre el lugar que hacía unas horas había señalado. Fue allí que me incorporé y le dije a los compañeros que sentía que debía ir hacia allá, así que me puse a caminar y en lo que iba avanzando me percaté que en el suelo aparecían como unas manchas luminosas que se movían, y que se iban juntando en la medida que iba avanzando formando como una especie de camino de luz.
Esa zona del desierto posee un terreno irregular de tal manera que aún de día y mirando por donde uno pisa se tiene que subir y bajar, con mucho cuidado de no tropezarse con las piedras que allí abundan. Por esa razón estaba sorprendido de estar avanzando sin linterna como si lo hiciera por una acera bien dispuesta. Ciertamente estaba bastante iluminada la noche pero parecía que había encontrado un camino perfecto. Cuando estaba a mitad de camino de la colina donde estaba cayendo permanentemente el haz de luz, un extraño temor me invadió, quizás era algo instintivo frente a lo desconocido, a pesar de todas las experiencias previas y de saber que esos seres son bien intencionados. No fue fácil superar la sensación pero igualmente continué.
Después supe que Nimer Obregón, gran amigo y compañero de muchas experiencias también se había incorporado y había venido detrás de mí llegando al mismo lugar, sintiendo allí la misma sensación. Pero él si decidió no seguir avanzando y se volvió.
Seguí caminando por aquel camino luminoso hasta que este terminaba en un círculo de luz en el suelo. Me encontraba allí cuando levante la vista al cielo y cayó sobre mí algo como un cilindro gaseoso de color marrón como de unos tres metros de diámetro y unos dos de altura que me aisló del desierto. De repente sentí una fuerza que me alzaba por el aire, y debajo de mí se formó como un remolino de energía juntando piedras y tierra a gran velocidad formando como un montículo donde lentamente fui depositado. Todo ocurrió tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. Inmediatamente pude ver fuera del cilindro que me envolvía, la presencia como de una pequeña esfera metálica de unos treinta centímetros de diámetro de color naranja que se acercaba e ingresaba donde yo me encontraba. Avanzó y se colocó delante de mí, observándome de arriba abajo como si me estuviese escaneando. En ese momento extendí mi brazo y mi mano como queriendo tocarla, pero ésta hizo un movimiento de retirarse ligeramente hacia atrás, y en ese momento vi como se transformaba o proyectaba, no estoy seguro, delante mío como una puerta o ventana, y ésta a su vez abría otras como los iconos de un programa de ordenador. Y en cada una de esas ventanas veía imágenes de cada una de las veces que se habían hecho salidas en aquel lugar con la intención o posibilidad de apertura de puertas interdimensionales, de tal manera que la imagen más cercana era la de un encuentro que se había realizado en 1993, cuatro años antes y a la que había concurrido una buena cantidad de gente de los grupos de Perú y Colombia. A ese encuentro no pude asistir, sin embargo tenia las imágenes delante de mí, pero no como cuando uno las ve en un video, sino como si realmente estuviesen ocurriendo en ese preciso instante. Era tan impresionante la situación que acerque mi rostro e introduje el torso dentro de esa como ventana o puerta, y llegue a mirar a los compañeros de aquella salida. ¡Y ellos me vieron a mí! Fue tal el susto que me pegué que di un salto hacia atrás, y la imagen desapareció así como la esfera.
Al reaccionar observé la presencia de dos siluetas humanas fuera y a un lado del cilindro, por lo que pensando que pudieran ser los del grupo, bajé la colinita atravesando esa masa gaseosa, sintiendo al hacerlo que pasaba de una densidad a otra acariciando mi rostro y mis manos. Fuera no vi a nadie, pero a los pocos pasos estaba el cerro y se contemplaba contundente el haz de luz que seguía cayendo formando un semicírculo dorado. Me dirigí hacia allí y cuando ya estaba muy cerca de aquella medialuna brillante aparecieron detrás de mí los dos seres que había distinguido anteriormente. Uno de ellos era muy alto y el otro como de mi estatura, ambos vestían con trajes brillantes y me dijeron que ingresara en el portal. Y así lo hice, sintiendo a continuación la sensación de que una explosión me alcanzaba y traspasaba quedándome con la sensación de estar al revés, como si fuese un suéter con las costuras por fuera. De pronto aparecí como en un salón con un piso como de cristal y con un cielo estrellado, desde donde podía mirar la Tierra pero como si mi mirada partiera de la nuca o del interior de mi cabeza y pudiese ver hacia atrás. Percibía a través de diversas imágenes las características propias de nuestro planeta, me venían imágenes de olas gigantes en Hawai chocando contra las playas, volcanes activos, terribles tormentas, lluvias copiosas en la Amazonia, diversidad de plantas y animales pero como si con ello me estuviesen diciendo que observara la vida y la dinámica de un mundo lleno de vida y en permanente transformación. A continuación me vi inmerso en túneles de luz por donde fluía a gran velocidad de un lado al otro del universo, mirando diversidad de planetas y mundos con lunas y sin lunas, con dos o más soles en el horizonte, cielos verdes, rojos, violetas, etc. y en donde el común denominador era que tenían océanos calmos, sin olas y sin movimiento; mares increíbles de color rojo, plateado y dorados. Sentí en ese momento el simbolismo del estancamiento evolutivo frente a las posibilidades de nuestro planeta.
Cuando volví de la experiencia a través de la luz no tenía ni la más remota idea de cuanto tiempo había transcurrido, si horas o días .Estaba nuevamente en el desierto iluminado por esa extraña fluorescencia, y ya no encontré el sendero por lo que tuve que avanzar a campo traviesa tropezándome con cuanta piedra encontré, subiendo y bajando desniveles, hasta que llegue adonde se encontraba el grupo. Marina mi esposa fue la primera en divisarme y darme la bienvenida percibiendo como los demás que mi cuerpo estaba como fosforescente. Al consultarme si consideraba que todo aquello que debía darse aquella noche se había dado, respondí que sentía que sí, e inmediatamente el desierto se apagó. Fue instantáneo. Entonces nos giramos y el
objeto que permanecía lanzando el haz de luz hacia la colina empezó a retraerlo, y luego avanzó dividiéndose ante nuestros ojos en dos, marchándose a continuación. En ese momento recogimos nuestras cosas e iniciamos la caminata hacia los autos, y cuando ya habíamos llegado y nos preparábamos para subir habiendo cotejado previamente los relojes que daban las 10 de la noche, los dos objetos luminosos que habíamos visto que se habían alejado, irrumpieron en el cielo sobre nosotros. Eran unas lentejas brillantes que se volvieron a dividir cada una llegando a pasar encima nuestro cuatro objetos, que en la vertical lanzaron un potente fogonazo que a todos nos impresionó.
A los poco minutos reaccionamos y nos fuimos, de tal manera que habremos avanzado unos dos o tres kilómetros hasta donde hay una barda de una granja que tiene que ser abierta para que pudiéramos pasar, y al ver alguien nuevamente el reloj se da cuenta que eran las 12 de la noche. No había habido posibilidad de error o confusión. En unos cinco minutos se nos habían esfumado dos horas. Habíamos vivido la experiencia de “tiempo perdido”. Desde allí hasta casa teníamos el tiempo calculado sin detenernos de una hora, a hora y media cuando mucho con tráfico, y al llegar a casa nos dimos cuenta que nos habíamos demorado dos horas y media, habiéndosenos extraviado otra hora en el camino.
Cuando los compañeros asistieron a la siguiente reunión de grupos en Lima contaron los alcances de la experiencia, y entonces gente que estuvo en aquella salida de 1993, narraron algo que ellos vivieron directamente y que por temor a que no se les creyera, habían guardado celosamente. En aquella ocasión mientras el grupo se organizaba en el lugar algunos observaron la materialización de un domo luminoso en aquel lugar, y entusiasmados se acercaron legando a divisar una silueta humana asomándose del interior, pero sólo su rostro y el torso. Pensando que sería un guía extraterrestre pusieron mucha atención, y se dieron cuenta que era yo. Pero como sabían que no había podido asistir a esa salida se quedaron fuertemente impresionados acordando entre ellos guardar silencio al respecto. ¡Ellos me vieron asomar del año 1997 en 1993!
Posteriormente cuando se han hecho trabajos de retroceso conciente para recordar las posibles experiencias durante el tiempo perdido, el grupo ha tenido una serie de imágenes de haber estado todos juntos dentro de la nave.