miércoles, 17 de julio de 2013

EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO
“TODA CAUSA TIENE SU EFECTO; TODO EFECTO TIENE SU CAUSA; TODO SUCEDE DE ACUERDO CON LA LEY; LA SUERTE NO ES MAS QUE EL NOMBRE QUE SE LE DA A UNA LEY NO CONOCIDA; HAY MUCHOS PLANOS DE CAUSALIDAD, PERO NADA ESCAPA A LA LEY”.

Tú sabes que nada ocurre por casualidad, todo tiene su origen, su causa, su inicio; tú misma presencia acá se debe a una causa, los efectos de esa causa serán posteriores. El efecto es futuro, producto del presente que en un momento será pasado. Los pensamientos que tu mente genera son energía y salen de tu cabeza como vibraciones, como ondas y regresan a ti en el futuro trayéndote lo que has escogido. Lo que quiero decirte es que el obrar, pensar, actuar, sentir positivamente te beneficia grandemente en el futuro que es el efecto generado por tu mente. Haces un bien a alguien o hablas bien de una persona, “eso” sale en vibraciones de colores limpios. ¿Sabes que los pensamientos tienen colores? Esos colores son bellos y atraen correspondientemente vibraciones de ese mismo color que te regresan aumentados en intensidad, en el bien que hiciste o dijiste. Mira !Qué maravilla¡ y eso no es casualidad, es un principio exacta, inmutable como los otros principios. Si siembras amor recogerás amor intensificado en energía positiva; si siembras maldad esta vibración recogerá en su camino más maldad que volverá a ti aumentando su fuerza, en algo desagradable: enfermedad, accidente, etc. Si criticas serás criticado, si dañas a alguien serás dañado o un ser tuyo sufrirá el daño. Todo lo que siembras, que viene ser la causa, da su fruto que es el efecto que tu cosecharas. En general, lo que siembres bueno o malo cosecharás con creces; entonces es conveniente siempre dar todo lo que la vida nos ofrece en sentimientos y acciones. Si somos mal humorados, mezquinos, violentos, egoístas, no podemos esperar sino desgracias y cosas malas en general. Y luego nos quejamos de que DIOS es injusto, realmente que injusto somos con El. No queremos aceptar que nosotros y no otros, somos los únicos causantes de todos los males que nos aquejan, de todas las limitaciones que sufrimos, de todas las desgracias que se nos vienen. Si comprendes este principio, puedes cambiar muchas cosas que te están haciendo daño y tendrás realmente el dominio de tu vida.
En Rahma, hemos aprendido que nosotros podemos causar buenos efectos, esto es poniéndonos conscientemente, y de forma libre, bajo las Leyes Universales. En nosotros esta, la capacidad de programar y crear situaciones futuras, que serán causadas en base a nuestras actuales decisiones y que mejor resultado no tendrán éstas, si se identifican con el Plan Divino. Y, si trabajamos por un mundo Nuevo, por una renovación, el efecto no se hará esperar. Nuestros mismos trabajos de difusión, y preparación de la gente, traerán consecuencias muy positivas, para la realización del Plan Cósmico.
Los maestros obedecen a la Causación de los Planos superiores al que se encuentran, pero prestan su colaboración, para regular y regir en su Propio Plano.
Los Guías de Misión nos dicen, que el sexto principio consiste que todo es consecuencia de las necesidades de nuestro actual aprendizaje y de las decisiones, pensamientos y actos con los que sembramos la vida, así como también por los procesos pendientes de existencias pasadas. Y es que cada vida se nos ofrece como una nueva aventura pero con mayor experiencia. Experiencia alcanzada de otras vidas, que se manifiesta en nuestra particular forma de enfrentar las propuestas que se nos van presentando; todo ello, como parte de un proceso de crecimiento hacia una expansión de conciencia, donde nada es dejado al azar; y donde también, no está dicha nunca la última palabra.
En esto no hay programas individuales o colectivos incompletos, ni programas definitivos e inamovibles. No se han descuidado los detalles pero TODO PUEDE VARIAR. TODO SE PUEDE MODIFICAR PARA BIEN O PARA MAL, dependiendo fundamentalmente de nuestra ACTITUD FRENTE A LA VIDA. Pero eso sí, LA EVOLUCION ES PERSONAL E INTRASFERIBLE, AUNQUE PARADÓJICAMENTE ESTA SOLO SE PUEDE REALIZAR EN PERMANENTE INTERACCION CON LOS DEMAS. LA COSECHA DE NUESTRA VIDA ES PRODUCTO DE LA SIEMBRA DE NUESTRAS ACCIONES.
En este sexto principio se ha de trabajar EL SERVICIO CON DISCERNIMIENTO, BONDAD Y DECISIÓN.
APLICACIONES DEL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO

POR QUE LE OCURREN COSAS MALAS A LA GENTE BUENA.
La Ley de causa y efecto opera en forma permanente manifestando aquello que de alguna manera hemos generado. De esto deducimos que haciendo el bien obtendremos el bien, lo cual es correcto. Sin embargo, habrás encontrado que aún haciendo buenas obras se te presentan problemas, y entonces surge la pregunta: ¿Por qué le ocurren cosas malas a la gente buena? La respuesta es muy sencilla: por karma. Aunque una persona sea buena en esta vida, quizás arrastre deudas de su pasado.
El karma une a las personas y las mantiene conectadas a través de las distintas vidas. Esto quiere decir que reencarnamos en grupo, en los cuales vamos intercambiando roles. Es probable que una mujer haya sido madre en una vida y en la siguiente sea hija. Por eso es que algunos hijos tienen una actitud muy autoritaria hacia sus padres, como si los roles estuvieran cambiados. En realidad, esto ocurre cuando el recuerdo de la vida anterior aún está vigente en el cuerpo emocional. Hay amigos que parecen hermanos porque efectivamente lo fueron antes, mientras que hay hermanos que parecen extraños en la familia porque es la primera vez que les toca estar juntos. También hay parientes que parecen ser rivales o enemigos; cuando esto ocurre, el Universo los lleva a nacer bajo la misma sangre como un intento de conciliar sus almas.
No solamente intercambiamos roles cuando reencarnamos, sino que también cambiamos de sexo. Si en esta vida eres hombre, en la próxima serás mujer y viceversa. Además, nacemos dos veces bajo el mismo signo astrológico y, de esta manera, nuestra alma recoge la experiencia completa.
Nos reencontramos con las mismas personas a lo largo de numerosas vidas. En síntesis, si perjudicamos a una persona, es muy probable que en la próxima vida nos toque ser perjudicados por ella. Si como padre has sido muy severo, entonces en el futuro te tocará vivir como hijo el sometimiento de un padre igualmente severo. De esta manera aprendemos y reconocemos lo que hemos hecho antes.
El principio de causa y efecto está operando permanentemente y nadie puede escapar a eso. Tarde o temprano tendremos que reparar el daño que hemos ocasionado. O, por el contrario, recibir con alegría el beneficio de haber hecho bien las cosas en su momento.
A medida que la población del mundo crece, vienen “almas nuevas” a la Tierra. Estas almas vienen de otros planetas con la misión de ayudarnos a elevar nuestra conciencia. De la misma manera, nosotros nos moveremos hacia otro lugar cuando hayamos aprendido todo lo que nos toca aprender aquí. Este es uno de los motivos por los cuales no hay que apurarse en crecer o evolucionar. El crecimiento es infinito y debemos disfrutar de cada paso que damos.
CONTRATOS KARMICOS.
Antes de venir al planeta, elegimos tomar un cuerpo físico y seleccionamos voluntariamente las experiencias que estamos dispuestos a experimentar. En ese proceso seleccionamos a nuestros padres, hermanos, futuras parejas, matrimonios, amigos, y demás. Con las personas que nos van a ayudar más eficazmente firmamos un “contrato kármico”. Nos ponemos de acuerdo en lo que cada uno le va a hacer al otro con la intención de enseñar o aprender algo. El proceso de aprendizaje es mutuo y el contrato kármico se firma de común acuerdo. Cuando llegamos a este plano, nos olvidamos de lo firmado y vivimos la experiencia elegida.
Los contratos kármicos son voluntarios e irrevocables; no desaparecen hasta que se cumplen totalmente. Uno los elige con la finalidad de dar un paso adelante muy importante en la evolución personal. Por ejemplo, una mujer puede pedirle a su “futuro esposo” que durante el matrimonio la maltrate; de esta manera, ella reconocerá que tiene muy poco amor propio y deberá aprender a valorarse como mujer. Por otra parte, él acepta que ella le inicie una demanda legal; de esta manera, tendrá que aprender a respetarla y renunciar a su machismo.
Cuando hay un contrato kármico, se percibe una sensación de venganza en una o en ambas personas involucradas. Nos olvidamos de que nosotros mismos hemos elegido vivir la “mala experiencia” para aprender la lección y reparar nuestros errores pasados.
El principio de causa y efecto dice que existen muchos planos de causación, por tal motivo, a veces es muy difícil entender por qué sucede lo que sucede.
EL DRAMA PERSONAL.
Según el principio de causa y efecto, todo lo que vivimos es el resultado de nuestros propios actos. Contamos con el poder creador y, a veces, debido al mal uso del mismo, creamos situaciones difíciles o dolorosas; creamos de esta manera nuestro “drama personal”. Según los principios, el drama de toda persona se reduce a la idea de separación de su Fuente (Dios).
Podemos comparar el efecto de la separación con el concepto del “pecado original”. En la Biblia, esto se explica con la imagen de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. La sensación de separación o desconexión de nuestra verdadera Fuente (Dios) es la que genera todos los miedos, las angustias y los problemas mayores. Un ejemplo de esto es la soledad. La soledad no se resuelve teniendo a una persona al lado nuestro; en muchos casos, uno puede llegar a sentirse horriblemente solo aún estando acompañado. La soledad es un problema personal y tiene que ver con la sensación de estar desconectado de nuestro Creador. Solamente reparando esa conexión podemos sentirnos plenos, completos y felices. Curiosamente, muchas iglesias fomentan la idea de separación y no la de unión. Esto se debe a que se basan en las leyes del ego y no en las del espíritu. El miedo más grande que existe es el miedo a Dios, a recibir su condena o castigo, lo cual es totalmente absurdo.
Como conclusión, la idea del karma, o el ciclo de culpa y castigo, fue creado por nuestro ego. Dios no condena ni castiga porque El nos ha creado tal como somos. El sabe que lo que estamos viviendo es como un gran sueño del cual tenemos que despertar. No hay culpas ni culpables; no tenemos nada que pagar ni que hacer pagar a los demás; solamente existe la experiencia.
El proceso de liberación del karma comienza con el reconocimiento de la proyección que hacemos hacia los demás. Es decir que tenemos que empezar a reconocer que no hay culpables fuera de nosotros, sino que, de alguna manera, uno está proyectando el problema hacia fuera. Luego debemos reconocer que tampoco nosotros somos culpables, sino que solamente hemos cometido algunos errores. Finalmente, debemos reparar esos errores corrigiendo nuestra percepción de la vida.
Cuando creamos nuestro ego, cuando surgió la idea de separación, Dios puso en nuestra mente el instrumento necesario para devolvernos la percepción correcta de la vida. Este instrumento es lo que llamamos Yo Superior o Espíritu Santo.
Todos debemos aprender a invocar al guía de nuestro Yo Superior, especialmente en los momentos en que se encuentra en conflicto, para entender lo que está ocurriendo.
La Era de Acuario nos enseña que no somos culpables de nada; tan sólo hemos cometido errores y los errores se corrigen. La parte más perfecta de nuestra mente nos ayuda en este proceso. Para poder evolucionar, debemos desarmar nuestro “drama personal”. Con nuestro drama lo único que hacemos es acaparar la atención de los demás y de esta manera tomamos su energía. Esto significa que cuantos más dramas experimentamos, más robamos la energía de los demás. Pero cuando empezamos a despertar a la vida espiritual, descubrimos que la Fuente de nuestra energía es otra y que la misma es infinita e inagotable; por lo tanto, no necesitamos apropiarnos de la energía ajena.
El proceso del perdón consiste en “desarmar” lo que hemos construido eliminando las culpas que ponemos en otros y en nosotros mismos. De esta manera, comenzamos a sentir la sensación de unidad. Pero mientras exista una sola persona a la que consideremos culpable, nunca encontraremos paz en nuestra vida.
El perdón a uno mismo es, tal vez, uno de los más difíciles de lograr. La autocondenación se da la mayoría de las veces de una manera muy sutil y, a la vez, muy intensa. A veces, sentimos la voz de un juez interno que nos recuerda cuán tontos hemos sido al haber actuado de cierta forma; ese juez no es más que la voz de nuestro propio ego que debemos aprender a callar.
Perdonar no es sinónimo de debilidad. Perdonar no significa permitirles a los demás que vuelvan a hacer lo mismo con uno. Perdonar significa entregar el problema a una autoridad superior a la nuestra, que impondrá Su Justicia y no la que nuestro ego quiere. Perdonar también significa aprender a ponerles límites a los demás y a defender nuestros derechos.
LA AYUDA A LOS DEMAS.
Nunca hay que ayudar a nadie que no nos haya pedido porque la persona puede no estar receptiva a nuestra ayuda. Cuando le hemos hecho un favor a alguien y luego esa persona no nos agradece o se muestra indiferente nos está dando la pauta de que nos hemos equivocado. O bien la persona no necesitaba de nuestra ayuda o le hemos dado la ayuda equivocada. Esto ocurre cuando intervenimos en la vida de alguien pretendiendo ser su salvador.
Una manera de evitar este error es ofrecer nuestra ayuda a quien pensamos la necesita y, luego, debemos retroceder para dar lugar a que la persona elija. Cuando la persona decide aceptar nuestra ayuda, entonces estará receptiva y sólo así tendremos éxito.
¿Hasta dónde ayudar? Se debe ayudar a los demás hasta el punto en que el equilibrio de nuestra vida personal no se pierda. Si vas a prestar dinero a alguien cercano, deberás prestar solamente una cantidad de tu dinero que no ponga en peligro tu economía personal. De lo contrario, si por prestar dinero dejas de pagar tus cuentas, sólo estás permitiendo que el problema del otro contamine tu vida. En esencia, si quieres que tu ayuda sea siempre efectiva, no deberás perder nunca tu equilibrio personal. Esto nos lleva a la siguiente conclusión: desde el punto de vista metafísico, los sacrificios por los demás no sirven.
En general, los problemas que cada uno de nosotros enfrentamos no son más que errores de conciencia. Existen en nuestra mente ideas equívocas que deben ser corregidas. Estas tienen que ver con la falta de aceptación de lo bueno, con ideas de no merecimiento, con el nivel de la autoestima y con las culpas que arrastramos. Estas últimas son las más poderosas y generan las principales barreras para nuestra felicidad personal. Cuando un objetivo se demora o las cosas que deseo no se dan, es porque todavía tengo que perdonar a alguien o perdonarme a mí mismo. Las enfermedades físicas tienen que ver con la falta de perdón; las deudas y la soledad, también. Siguiendo este concepto, si quieres ayudar a alguien verdaderamente, entonces no sólo tienes que brindar tu ayuda material, sino también el apoyo moral necesario para que la persona se libere de sus culpas y mejore su manera de pensar.
RENUNCIAR AL KARMA.
Debes afirmar de una manera rotunda tu deseo de no seguir sufriendo. Para lograrlo, tienes que decretar lo siguiente: “Renuncio al karma. En este instante, renuncio a cualquier forma de carencia, pensamiento de limitación o error que se aloje en mi conciencia, A partir de hoy, elijo felicidad, prosperidad, salud excelente y una vida muy armoniosa”.
Cada vez que se nos presenta un problema lo primero que se debe hacer es renunciar a él. Cualquier afirmación o decreto que se haga en ese momento tiene que comenzar con la palabra “renuncio”. De esta manera, interrumpes la formación de la crisis. Por ejemplo, puedes decretar: “Renuncio a seguir sufriendo por este problema sentimental. A partir de hoy, encuentro la solución más armoniosa y positiva para ambos”. Si el problema es de dinero, entonces puedes decretar: “Renuncio a mis limitaciones económicas. A partir de hoy el dinero viene fácilmente a mi vida y en abundancia”.