Juan XXIII y su Contacto Extraterrestre
Uno
de los hechos más espectaculares revelados en los últimos años sobre el
Vaticano, es sin lugar a dudas la historia narrada por el asistente del
Papa Juan XXIII, quien en declaraciones hechas a la prensa en el 2005,
comentó el extrañísimo y a la vez espectacular acontecimiento que
involucró al Sumo Pontífice y a un hombre venido de otro planeta, es
decir, a un extraterrestre.
Suena difícil de creer,
pero según la versión de este secretario papal, Loris Capovilla, el Papa
Juan XXIII al parecer habría tenido un encuentro cordial con un
extraterrestre nada menos que en los jardines de la estancia vaticana de
Castel Gandolfo.
El Papa y el extraterrestre
El
hecho ocurrió una noche de julio de 1961 cuando Juan XXIII, también
llamado Papa Bueno, se encontraba paseando junto con el citado
secretario, en los jardines de la locación veraniega de Castel Gandolfo.
Cuenta
el acompañante, que luego de unos minutos de paseo, ambos observaron en
el cielo una extraña nave de forma oval, muy luminosa, de color azul y
ámbar. Al parecer, la nave sobrevoló por unos momentos sobre las cabezas
de los paseantes para luego aterrizar justamente en el jardín de la
referida casa.
Según el secretario, en ese momento, un
ser con forma humana aunque rodeado de un aura dorada y de orejas
alargadas, salió de la nave. Tanto Su Santidad como el secretario se
arrodillaron y ambos, aún sin saber exactamente qué estaban viendo,
comenzaron a rezar creyendo a lo mucho, que se trataba de un hecho
celestial.
Luego de unos minutos, el Santo Padre
decidió acercarse a la criatura y, según narra el secretario, logrando
entablar una conversación con él por un tiempo aproximado de 20 minutos.
Una vez terminada la reunión el Santo Padre volvió adonde se encontraba su secretario dándole el mensaje siguiente:
“Los hijos de Dios están en todas partes; aunque algunas veces tenemos dificultades en reconocer a nuestros propios hermanos”
Dicho
esto no se volvió a hablar más del tema, y por supuesto, el Papa nunca
reveló, aparentemente ni siquiera a sus más fieles colaboradores, lo que
habría conversado con ese ser.
JOSÉ GARCÍA ÁLVAREZ
Pulpí - España