lunes, 23 de febrero de 2009

EL PORQUE DE LA MISION RAHMA


EL PORQUÉ DE LA MISIÓN RAHMA
En cada instante de la parte conocida de la historia del hombre, se encuentran momentos de profundas crisis a todo nivel, momentos de relativo equilibrio aunque suspendido por serias contradicciones sociales, momentos de profundas revoluciones espirituales que hacían resurgir la Verdad, y posteriores momentos en que esta verdad quedaba cubierta bajo espesas capas de dogmatismos, estructuras formales y tergiversaciones que incluso las convertían en instrumento de dominación social.

Vemos pues que somos parte de una gran cadena de altibajos en la que han predominado mayormente los momentos bajos, caracterizados por la injusticia social, la explotación del hombre por el hombre, la decadencia espiritual, el descontrol, el predominio de los instintos y ambiciones. Vemos pues que el hombre, que se ha sentido siempre orgulloso de lo que creía su obra, su “civilización”; está ahora siendo poseído, controlado y dominado por ésta, que día a día lo adormece, dopando e insensibilizando su conciencia a través de mecanismos tan sutiles algunos como burdos y violentos otros.

El hombre, calificado por su sociedad, es cada vez MENOS HUMANO, con una irresponsable e insaciable HAMBRE, hambre de maquinaria reemplazante de hombres, hambre de aparatos complicados que resuelven problemas simples, de instrumentos y vehículos venenosos y contaminantes, muchas veces exclusivos de los que se creen más poderosos porque más poseen, sin saber que son ellos los poseídos; hambre acompañada de una inverosímil indiferencia ante la muerte de millones de seres sub-humanizados que perecen de hambre y sed sobre tierras que no producen porque son tierras muertas, porque otros las han matado con tóxicos y contaminantes; hombres que mueren sobre gigantescas costras de cemento, concreto y asfalto, sin el alimento que pudo darles la tierra que había debajo.

El hombre no ésta en el universo sólo para subsistir, o para ser hombre a medias, sino para SER él mismo en su plenitud, para aprender a descubrir que es infinito y para emplear este descubrimiento en su evolución y en la evolución del Cosmos; porque el hombre ha de comprender que está hecho a “Imagen y Semejanza de Dios”, que él también es eterno e ilimitado y que su destino es tomar conciencia de que forma parte de la naturaleza divina de Dios.

Dentro de lo poco que conocemos de la historia del hombre, sabemos que su existencia ha transcurrido constituyendo grandes etapas o ciclos evolutivos, divididos a su vez en ciclos menores de evolución. De algunas civilizaciones quedan ciertos rezagos o recuerdos. Sus desapariciones fueron producidas por grandes catástrofes a nivel geológico como social, como es el caso, si aceptamos la aun oculta y oscura historia, de la Gran Civilización Atlante.

Por las huellas que dejaron a su paso por la Tierra, sabemos que hermanos de otras civilizaciones existentes en este y otros sistemas planetarios, participaron en forma directa sólo cuando fue indispensable; y en forma indirecta, en muchas otras ocasiones, en la misión de orientar a nuestra humanidad y protegerla de la autodestrucción cuando estuvo en peligro, dado que la evolución de todo planeta es un proceso largo y penoso.

Ahora que las señales están dadas y que el hombre tiene el poder suficiente para autodestruirse totalmente; ahora que ese poder que crece cada día, amenaza con ser liberado incluso contra voluntad de su orgullo re-descubridor; ahora y bajo estas circunstancias en las que cientos de peligros se conjugan para destruir a la humanidad, nuevamente el destino Cósmico del hombre dictado por el Amor de Dios se ha manifestado; nuestros hermanos del Espacio vuelven, como vinieron tantas otras veces a salvaguardar al hombre; al hombre que refleje tanto en sus obras como en su “aura”, el amor, la fe, la fuerza positiva de su alma; el hombre que deberá iniciar la nueva humanidad, el nuevo gran ciclo vital, fundado esta vez sobre bases más altas, en cumplimiento de la Ley de Evolución; bases que son las que tienen en sus civilizaciones estos hermanos que por amor van a iniciar a los hombres que “solos” se hayan escogido para tan hermosa, sagrada y humana misión.

Nuestros hermanos del Espacio no van a hacer por nosotros lo que es nuestro deber. Todos los que sienten la Misión Rahma como fundamento de su vida y de su forma de vivirla; deben asumir la tarea de despertar el mensaje de Amor, Armonía y Paz que nos han dado los “Guías” y estar dispuestos a entregar sus vidas al cumplimiento de la esencia misma de la Misión: sentir, pensar y actuar en y con la Verdad; entregar esa verdad a quienes sinceramente sientan necesitarla, y ser ejemplos en todo instante; no por aferrarse a una tabla de salvación que lleva el nombre Rahma, sino simplemente: POR AMOR.