La violencia es temporal”: Dalai Lama
Por Miguel de la Vega
Ciudad de México
Venerado por millones de personas por su mensaje de paz y no violencia, el Dalai Lama tiene claro que cuando un delincuente te apunta con una pistola, no es momento para ponerse a meditar.
“Hay que tomar algún tipo de acción acorde con las circunstancias”, explica en entrevista con Grupo Reforma, en el último día de su tercera visita a México.
La violencia cotidiana, dice Tenzin Gyatso, su nombre oficial, no se resuelve solamente aplicando la compasión. Sin embargo, aclara, en el largo plazo se puede lograr, pero para eso se requiere, precisamente, formar a las nuevas generaciones en un sistema de valores.
Pero en esta ecuación, advierte, no todo es un asunto espiritual, también hay un elemento de tipo terrenal: es necesario cerrar la brecha entre pobres y ricos.
El perro loco
Lo primero que sorprende del Dalai Lama es su buen humor. Su energía. Su sonrisa rápida.
Es el líder del Tíbet en el exilio, el dolor de cabeza del gobierno comunista chino, el ganador del Premio Nobel de la Paz, uno de los dirigentes espirituales más admirados del mundo y, sin embargo, él insiste en que es sólo un monje tibetano.
Tan es así que no permite que le gane la solemnidad. Saluda de mano. Escucha las preguntas, contesta con firmeza, a veces con una broma, se ríe de sus propios chistes, y está atento a cada detalle de la conversación.
Recibimos cientos de cartas de los lectores con preguntas para usted. La constante en ellas era: ¿qué hacemos con la violencia?, ¿cómo salvamos al País?
La gente busca paz en muchas partes del mundo. Desean la paz. Y esto se hace más y más fuerte.
Pero cuando la violencia toca a tu puerta es preocupante y se siente temor. Pero no se debe perder la esperanza. Ni la confianza en nosotros mismos. Estas cosas –la violencia, el crimen– son temporales, no permanecerán por siempre.
¿Cómo no perder la fe cuando un ladrón nos apunta con una pistola para robarnos la cartera, el auto…?
Mmmm… Si ves a alguien apuntándote con una pistola… ¡No es momento para meditar! —ríe a carcajadas—. Hay que actuar de manera acorde con la situación. Siempre le digo a la gente que si un perro loco se te aproxima, no es el momento correcto de sentir compasión. En ese momento hay que tomar las medidas apropiadas.
Pero en el largo plazo, y esto no es sólo en México, sino en todo el mundo, el problema es que se le da demasiada importancia del dinero y no a la ética.
¿Cómo se logra esto?
La gente que nos trajo esa atmósfera de temor, siguen adelante con su camino. A ellos no les importa nuestro miedo. Ellos toman su dinero y nos dejan violencia y una corrupción tremenda. Esto es en todo el mundo. En Asia, en particular, la corrupción es inmensa.
Debemos afrontar estos problemas entre todos y hacer un esfuerzo para reducirlos. El compromiso debe ser total.
¿Por dónde empezar?
No es una tarea sencilla. Décadas de discusión sobre la manera de solucionar estos asuntos nos demuestran que algo está fallando en el sistema educativo.
Si ponemos toda esperanza en religión o la fe y los líderes espirituales, no es suficiente. Tenemos que esforzarnos en mejorar la educación, en transformar a nuestros jóvenes, trabajar en la próxima generación.
Eso lleva tiempo.
Claro, no es fácil. Es a largo plazo.
Por ejemplo, en preescolar debemos incluir una clase sobre diálogo espiritual. ¿Para qué? Para que cuando los estudiantes vean un problema, su reacción natural, en su mente, sea buscar cómo resolverlo con el diálogo, no con la confrontación.
El Siglo 20 se caracterizó por ser un baño de sangre. ¿Por qué? Porque ante cualquier desacuerdo, se usaba la fuerza. Inclusive llegó a ser nuclear. Y está probado que esta visión falló.
Necesitamos soluciones más humanas. No la fuerza. Debemos aprender a respetar los intereses del otro y escuchar sus necesidades, sus reclamos, sus dolores.
¿Cree que existe la posibilidad de lograrlo?
Siento que es muy posible. A juzgar por lo sucedido desde los años sesenta, setenta, ha venido cambiando el concepto de cómo usar la fuerza.
La gente quiere democracia, libertad. Ya no son aceptables los sistemas totalitarios, los dictadores. En Europa han desaparecido.
Recientemente comenzó a pasar en el Norte de África. Esto es una clara muestra de que la búsqueda de la paz es más fuerte. Los tiempos están cambiando. Debemos estar más interesados en la gente, en su educación.
En México, ¿cómo podemos lograr una reconciliación nacional?
Ustedes lo saben mejor que yo.
Cuando estuve en Washington, en el Capitolio, les dije a los diferentes partidos: ante los problemas nacionales, las diferencias partidistas son poca cosa. Olvídenlas en favor del interés nacional. Deben trabajar juntos. La razón básica de la violencia es la brecha entre ricos y pobres. Eso genera frustración que se transforma en violencia.
El otro día –en Monterrey– pregunté a la audiencia qué tan grave era la diferencia entre ricos y pobres en México. Me respondieron que era muy grande.
Entonces, ¡hay que reducirla! No sólo está moralmente mal, sino que agrava el problema de la inseguridad y la violencia.
Pero ambos lados, tanto ricos como pobres, deben poner de su parte para solucionarlo.
Los ricos dedicando más dinero, más gasto a educación, salud y apoyos para la gente pobre.
Y del lado de los pobres, también deben cooperar. Deben desarrollar autoestima, confianza en ellos mismos, en lugar de frustración, o celos, o envidia.
Deben trabajar duro y prepararse arduamente. Es de interés nacional.
Volver al Tíbet
A los 76 años, su día inicia a las 3:30 horas cuando se levanta para meditar.
Proclamado Dalai Lama a los cinco años, vivió la invasión china de 1949.
A los 15 años encabezó el éxodo del pueblo tibetano y, desde entonces, es el líder de la lucha pacífica en el exilio.
Usted ha enfrentado a un enemigo poderoso y cruel como China…
No diga China. Los chinos son gente buena. China es un buen país. Más preciso es que nos han enfrentado son algunos comunistas chinos de línea dura.
Bueno, pero ¿cómo le ha hecho para no perder la fe a pesar del hostigamiento de los comunistas de línea dura?
Ellos se irán, China permanecerá.
Mi fe en la gente china no ha disminuido.
Le pregunto esto porque en México hay un cierto sentimiento de desesperanza.
No sólo en México, sino en muchas partes. Eso sucede cuando se ven de manera aislada los problemas, como la inseguridad, la violencia o la economía.
Eso genera frustración y se pierde la esperanza. Necesita una visión holística, hay que ver las cosas desde una perspectiva más amplia. Hay muchas cosas positivas en el mundo y México es parte de él.
¿Cree que podrá regresar al Tíbet antes de morir?
Bueno, si muero la próxima semana, ¡no podré hacerlo! —responde con una carcajada—. Pero si vivo otros 10 años, o 15 o 20, no tengo ninguna duda. Los tiempos están cambiando.
¿El mundo se va a acabar?
El Dalai Lama aceptó responder tres preguntas de los lectores de REFORMA:
- ¿Con qué mantra podemos alejar a nuestros seres queridos de las drogas y qué les podemos decir a los jóvenes que luchan para no volver a caer en ellas?
Un Mantra no te protegerá del uso de drogas o alcohol. Eso fallará.
Lo que te servirá es ¡el sentido común! ¿Para qué usar drogas? Tu mente se volverá loca. La inteligencia humana es maravillosa, pero con las drogas no funciona correctamente. Y además, mucho alcohol arruinará tu salud. ¿Cuáles son las causas de la preocupación? Un maestro budista plantea que ante un problema que enfrentas, debes buscar cuidadosamente las causas y cuando las encuentres no hay necesidad de preocuparse, en lugar de preocuparse hay que esforzarse.
Si el problema no tiene solución entonces tampoco hay que preocuparse pues sólo trae frustraciones.
- ¿Qué hay en la mente de una persona que le prende fuego a un casino y mata a 52 personas?
En el mundo hay cerca de 7 mil millones de personas, algunas están completamente locas. No se puede explicar, no hay razón. Su estado emocional está fuera de control, así es, no hay más.
- ¿El mundo se va a acabar en 2012?
¡Jajaja! Esas son tonterías. Me dijeron que habría una tormenta de arena el próximo año y que los desastres naturales aumentarían por el cambio climático. Eso es más probable. Pero el mundo no se acabará. México seguirá aquí igual que el Tíbet.
FUENTE: Reforma.com