jueves, 27 de junio de 2013

BUDISMO


Durante muchos siglos, el budismo fue la tradición espiritual dominante en la mayor parte de Asia, incluyendo
los países de Indochina, así como Sri Lanka, Nepal, Tíbet, China, Corea y Japón. Al igual que el hinduismo en
la India, tuvo una fuerte influencia sobre la vida intelectual, cultural y artística de estos países. Pero sin
embargo, a diferencia del hinduismo, el budismo se remonta a un solo fundador. Siddharta Gautama, el
llamado Buda "histórico" quien vivió en la India a mediados del siglo VI a.C., durante el extraordinario período que vio
el nacimiento de tantos genios espirituales y filosóficos: Confucio y Lao Tse en China, Zaratustra en Persia y
Pitágoras y Heráclito en Grecia. Era axial.
Mientras el sabor del hinduismo es mitológico y ritualista, el del budismo es definitivamente psicológico. Buda
no estaba interesado en satisfacer la curiosidad humana sobre el origen del mundo, la naturaleza de la
divinidad, o asuntos similares. Le interesaba exclusivamente la situación del hombre, el sufrimiento y las
frustraciones de los seres humanos. Su doctrina, por lo tanto, no fue una doctrina metafísica, sino más bien de
psicoterapia. Mostró el origen de las frustraciones humanas y enseñó la forma de vencerlas, aprovechando los
tradicionales conceptos indios de maya, karma, nirvana, y otros, y dándoles una interpretación nueva,
dinámica, psicológica y directa.
Tras la muerte de Buda, el budismo se desarrolló dentro de dos escuelas principales, la escuela Hinayana y la
escuela Mahayana. La Hinayana, o Pequeño Vehículo, es una escuela ortodoxa que se ajusta al pie de la letra
a la enseñanza de Buda, mientras que la Mahayana, o Gran Vehículo, muestra una actitud mucho más flexible,
en la creencia de que el espíritu de la doctrina es más importante que su formulación original. La escuela
Hinayana se estableció en Ceilán, Birmania y Tailandia, mientras que la Mahayana se extendió a Nepal, Tíbet,
China y Japón, convirtiéndose finalmente en la más importante de las dos escuelas. En la India, tras unos
cuantos siglos, el flexible y asimilador hinduismo adoptó a Buda finalmente corno una encarnación del
polifacético dios Vishnú.
El budismo Mahayana al extenderse por Asia, entró en contacto con gentes de muy diferentes culturas y
mentalidades, quienes interpretaron la doctrina de Buda desde su propio punto de vista, elaborando muchas de
sus sutilezas con gran detalle y añadiendo sus propias ideas originales. De esta manera, el budismo se
conservó vivo con el paso de los siglos, desarrollando una filosofía altamente sofisticada, con profundos
aspectos psicológicos.
A pesar de su alto nivel intelectual, el budismo Mahayana nunca se pierde en pensamientos especulativos y
abstractos. Cono siempre ocurre en el misticismo oriental, el intelecto es considerado simplemente como un
medio para limpiar el camino hacia la experiencia mística directa, a la que los budistas llaman "el despertar". La
esencia de esta experiencia es ir más allá del mundo de las diferencias y de los opuestos intelectuales, para
llegar al mundo de acintya, lo impensable, donde la realidad se muestra como una seidad simple, no dividida
e indiferenciada.
Esta fue la experiencia que Siddharta Gautama tuvo una noche, después de siete años de agotadora disciplina
en los bosques. Sentado en profunda meditación bajo el célebre Arbol Bodhi, el Arbol de la Iluminación, logró
de pronto la final y definitiva aclaración de todas sus indagaciones y sus dudas, en el acto del "insuperado y
completo despertar", que lo convirtió en el Buda, es decir, "el Iluminado". Para el mundo oriental, la imagen del
Buda en estado de meditación es tan significativa como la imagen del Cristo crucificado para Occidente, y ha
inspirado a incontables artistas de toda Asia, quienes crearon magníficas esculturas de Budas en meditación.
Según la tradición budista, inmediatamente después de su iluminación, el Buda fue al Parque del Ciervo, de
Benarés, para predicar la doctrina a sus primeros compañeros eremitas. La expresó en la célebre forma de las
Cuatro Nobles Verdades, compacta presentación de su doctrina esencial que no difiere de la exposición que
haría un médico, quien primero identifica la causa de los males de la humanidad, después afirma que pueden
ser curados y finalmente prescribe el remedio adecuado.
La Primera Noble Verdad establece la característica sobresaliente de la situación humana, duhklui, que es el
sufrimiento o la frustración. Esta frustración tiene su origen en nuestra dificultad para enfrentarnos al hecho
básico de la vida: que todo cuanto existe a nuestro alrededor es impermanente y transitorio. “Todas las cosas
aparecen y se desvanecen”, dijo el Buda, y la idea de que el flujo y el cambio son los rasgos básicos de la
naturaleza constituye la raíz misma del budismo. El sufrimiento surge, desde el punto de vista budista, cada
vez que nos oponemos al flujo de la vida e intentamos aferrarnos a formas fijas que son todas maya, ya se
trate de cosas, sucesos, personas o ideas. Esta doctrina de impermanencia incluye también el concepto de que
no existe ego, ni "yo" alguno, que sea el sujeto permanente de nuestras cambiantes experiencias.
El budismo dice que la idea de un yo individual y separado es una ilusión, otra forma de maya, que es un
concepto intelectual desprovisto de realidad. Aferrarse a este concepto conduce a la misma frustración que el
apego a cualquier otro tipo fijo de pensamiento.
La Segunda Noble Verdad trata sobre la causa del sufrimiento, trisnha, que es el apego: el inútil asimiento a la
vida, basado en un punto de vista equivocado llamado en la filosofía budista avidya, o ignorancia. A causa de
esta ignorancia, dividimos el mundo en cosas individuales y separadas, y de este modo intentamos confinar las
fluidas y cambiantes formas de la realidad en categorías determinadas, creadas por la mente. Mientras
prevalezca esta manera de ver, estaremos destinados a experimentar frustración tras frustración, tratando de
apegarnos a cosas que vemos como frases y sólidas, pero que de hecho, son pasajeras y siempre cambiantes,
estaremos atrapados en un círculo vicioso en el que cada acto generará más actos y la respuesta a cada
pregunta originará nuevas preguntas. Este círculo vicioso se conoce en el budismo como samsara, el círculo
del nacimiento y la muerte, dibujado por el karma, la cadena sin fin de causas y efectos.
La Tercera Noble Verdad afirma que el sufrimiento y la frustración pueden terminarse. Es posible trascender el
círculo vicioso del samsara, es posible liberarse del cautiverio del karma, y alcanzar un estado de total
liberación llamado nirvana. En este estado, los falsos conceptos de un yo separado desaparecen para siempre
y la unidad de toda la vida se convierte en una vivencia constante. El nirvana es el equivalente del moksha de
la filosofía hindú y, al ser un estado de conciencia que trasciende los conceptos intelectuales, se resiste a toda
descripción. Alcanzar el nirvana es obtener el despenar, la iluminación, el espíritu de Buda.
La Cuarta Noble Verdad es la prescripción del Buda para terminar con todo sufrimiento, el Octuple Camino de
autodesarrollo que conduce al estado espiritual del Buda. Las dos primeras etapas de este camino, están relacionadas con el bien ver y bien saber, es decir, con una clara percepción de la situación
humana, que constituye el necesario punto de partida. Las cuatro etapas siguientes tienen que ver con la
correcta forma de actuar. Dan las reglas de vida para el sendero budista, el cual es un Sendero Medio, que
transcurre entre extremos opuestos. Las dos últimas etapas están relacionadas con la verdadera conciencia y
la correcta meditación y describen la experiencia mística directa de la realidad, que constituye la meta final.
El Buda no desarrolló su doctrina en un sistema filosófico consistente, sino que simplemente la consideró como
un medio para alcanzar la iluminación. Sus afirmaciones sobre el mundo estaban destinadas a resaltar la
impermanencia de todas las "cosas". Insistía en que debernos liberamos de toda autoridad espiritual,
incluyendo la suya propia, y manifestaba que él sólo podía mostrar el camino que lleva a lograr el espíritu de
Buda, siendo responsabilidad de cada individuo seguir o no por este camino con su propio esfuerzo. Las últimas
palabras del Buda en su lecho de muerte reflejan su visión del mundo y su actitud como maestro: "La
decadencia es inherente a todas las cosas compuestas, esforzaos diligentemente".

En los primeros siglos después de la muerte de Buda, se celebraron varios Grandes Concilios, por parte de los
monjes dirigentes del budismo, en los que fue establecida la totalidad de la enseñanza, surgiendo ya
diferencias de interpretación. En el Cuarto de estos concilios, que tuvo lugar en la isla de Ceilán en el siglo
primero de nuestra era, la doctrina, que había sido transmitida de palabra durante más de quinientos años, fue
por vez primera recogida por escrito. Este documento, escrito en lengua pali, es conocido como el Canon Pali y
constituye la base de la escuela ortodoxa Hinayana. La escuela Mahayana, por otro lado, está basada en un
determinado número de sutras, textos de extensas dimensiones, escritos en sánscrito cien o doscientos años
después, que presentan la enseñanza del Buda de una manera más sutil y elaborada que el Canon Pali.
La escuela Mahayana se llama a sí misma el Gran Vehículo del budismo porque ofrece a sus seguidores una
gran variedad de métodos o "medios útiles" para alcanzar el espíritu del Buda. Dicha variedad incluye desde
doctrinas basadas en la fe religiosa en las enseñanzas del Buda, hasta elaboradas filosofías que implican
conceptos muy similares a los del pensamiento científico moderno.
El primer predicador de la doctrina Mahayana y uno de los más profundos pensadores y patriarcas budistas,
fue Ashvaghosha, quien vivió en el siglo primero de nuestra era. Difundió los pensamientos fundamentales del
budismo Mahayana, en particular los referentes al concepto budista de la "seidad", en un libro llamado El
despertar de la fe. Este texto, lúcido y en extremo hermoso, que en muchos aspectos recuerda al Bhagavad
Gita, constituye el primer tratado de la doctrina Mahayana y se convirtió en la principal referencia para todas las
escuelas del budismo Mahayana.
Probablemente tuviera Ashvaghosha una fuerte influencia sobre Nagarjuna, el filósofo mahayana más intelectual,
quien empleó una dialéctica altamente sofisticada a fin de mostrar las limitaciones de todos los conceptos
de la "realidad". Con brillantes argumentos, derribó las propuestas metafísicas de su tiempo, demostrando que
la realidad última no se puede comprender por medio de conceptos e ideas. Por ello, le dio el nombre sunyata,
"el vacío", o "la vacuidad", término equivalente al tathata de Ashvaghosha. Una vez reconozcamos la futilidad
de todo pensamiento conceptual, experimentaremos la realidad como eseidad pura.
La afirmación de Nagarjuna en el sentido de que la naturaleza esencial de la realidad es el vacío, no es la
afirmación nihilista por la que siempre se la suele tomar. Simplemente significa que todos los conceptos sobre
la realidad formados por la mente humana están, finalmente, vacíos. La realidad o vacuidad misma no es un
estado de simple nada, sino la misma fuente de toda vida y la esencia de todas las formas.
Los puntos de vista del budismo Mahayana presentados hasta ahora reflejan su lado intelectual y especulativo.
Esto, sin embargo, conforma sólo una parte del budismo. El Complemento de ésta es la conciencia religiosa del
budista que implica fe, amor y compasión. La verdadera sabiduría de la iluminación (bodhi) se considera en el
budismo Mahayana compuesta de dos elementos que D.T. Suzuki llamó "los dos pilares sobre los que se
apoya el gran edificio del budismo". Son prajna, que es el conocimiento trascendental o la inteligencia intuitiva,
y Karuna, que es el amor y la compasión.
Así, la naturaleza esencial de todas las cosas es descrita por el budismo Mahayana no sólo en los términos
metafísicos y abstractos de Eseidad y Vacío, sino también mediante el término Dharmakaya, el "cuerpo del
ser", que describe la realidad tal como aparece ante conciencia religiosa budista. El Dharmakaya es similar al
Brahman del hinduismo. Impregna todas las cosas materiales del universo y está también reflejado en la mente
humana como bodhi, el conocimiento iluminado. Siendo así, material y espiritual al mismo tiempo.
La importancia del amor y la compasión como partes esenciales de la sabiduría budista encontraron su más
elevada expresión en el ideal del Bodhisattva, quizás la principal de las ideas características del budismo Mahayana. Un
Bodhisattva es un ser humano altamente evolucionado, en camino de convertirse en Buda, que no busca la
iluminación sólo para sí mismo, sino que ha prometido solemnemente ayudar a todos los demás seres a
alcanzar el espíritu búdico, antes de entrar él en el nirvana. El origen de esta idea radica en la decisión del
Buda -presentada en la tradición budista como una decisión consciente y en absoluto fácil- de no entrar
simplemente en el nirvana, sino en lugar de ello, regresar al mundo con el fin de mostrar el camino de la
salvación a sus congéneres, los seres humanos. El ideal del Bodhisattva concuerda también con la doctrina
budista del no-ego, pues si no existe un yo individual separado, la idea de entrar de un modo individual en el
nirvana, no tiene obviamente mucho sentido.
Por último, el elemento de la fe es acentuado en la escuela del budismo Mahayana llamada de la Tierra Pura.
Esta escuela está basada en la doctrina budista según la cual la naturaleza original de todos los seres
humanos es la de Buda, y según ella, para entrar en el nirvana o "Tierra Pura", todo lo que se debe hacer es
tener fe en que nuestra naturaleza original es la del Buda.
Según muchos autores, la culminación del pensamiento budista la alcanzó, la escuela Avatamsaka, basada en
el sutra del mismo nombre. Este sutra está considerado como el centro del budismo Mahayana y Suzuki lo
elogia con entusiastas palabras:

En cuanto al Sutra Avatamsaka, es realmente la consumación del pensamiento budista, del
sentimiento budista y de la experiencia budista. En mi opinión, ninguna literatura religiosa del mundo
podrá jamás compararse con la grandeza de concepción, la profundidad del sentimiento, v la
gigantesca escala de composición alcanzada en este sufra. Es la fuente eterna de la vida, de la cual
ninguna mente religiosa regresará sedienta o solo parcialmente satisfecha.

Fue este sutra el que estimuló las mentes chinas y japonesas más que ningún otro al extenderse por Asia el
budismo Mahayana. El contraste entre los chinos y japoneses, por un lado, y los indios por otro, es tan grande
que se ha dicho que representan a los dos polos de la mente humana. Mientras que los primeros son prácticos,
pragmáticos y con una mentalidad social, los últimos son imaginativos, metafísicos y trascendentales. Cuando
los filósofos chinos y japoneses comenzaron a traducir e interpretar el Avatamsaka, uno de los más importantes
textos producidos por el genio religioso de la India, estos dos polos se combinaron para formar una nueva
unidad dinámica y el resultado fue la filosofía Hita-yen en China y la filosofía Kegon en Japón, que constituyen
según Suzuki, "el punto culminante del pensamiento budista desarrollado en el extremo Oriente durante los
últimos dos mil años".
El tema central del Avatamsaka es la unidad e interrelación existente entre todas las cosas y sucesos,
concepción que no es sólo la esencia de la visión oriental del mundo, sino también uno de los elementos
básicos de la idea del universo surgida de la física moderna. Así, veremos que el Saura Avatamsaka, presenta
el más sorprendente paralelismo con los modelos y teorías de la física moderna.