martes, 4 de junio de 2013

LA RESPIRACIÓN

Descubra su espacio interior creando vacíos entre el torrente de pensamientos. Sin esos vacíos, el pensamiento se vuelve repetitivo, pierde toda inspiración y chispa creadora, como sucede con la gran mayoría de las personas del planeta. La duración de esos vacíos no importa. Unos cuantos segundos bastan. Poco a poco se irán alargando por sí mismos, sin ningún esfuerzo de su parte. Más importante que la duración es la frecuencia, de tal manera que haya espacios entre las actividades diarias y el torrente de pensamientos.
Alguien me mostró hace poco el prospecto anual de una organización espiritual grande. Al hojearlo me impresionó la gran diversidad de seminarios y talleres importantes. Me recordó el smorgasbord, uno de esos banquetes suecos donde puede uno elegir entre una enorme variedad de platos. La persona me preguntó si le podía recomendar uno o dos cursos. "No sé", le respondí, "todos suenan muy interesantes". "Pero sí se lo siguiente", añadí. "Tome conciencia de su respiración tantas veces como le sea posible, cada vez que recuerde hacerlo. Hágalo durante un año y será un medio de transformación mucho más poderoso que asistir a todos esos cursos. Y no vale nada".

Al tomar conciencia de la respiración apartamos nuestra atención de los pensamientos y creamos espacio. Es una forma de generar conciencia. Si bien la conciencia plena existe ya como no manifiesta, estamos aquí en el mundo para traer la conciencia a esta dimensión.

Tome conciencia de su respiración. Note la sensación de respirar. Sienta cómo el aire entra y sale de su cuerpo. Note cómo se expanden y se contraen ligeramente el pecho y el abdomen al inhalar y al exhalar. Una respiración consciente basta para abrir algo de espacio en medio del tren interminable de pensamientos. Una respiración consciente (y dos todavía más) varias veces al día es una manera excelente de traer espacio a la vida. Aunque medite con la atención en la respiración durante dos horas o más, como lo hacen algunas personas, solo necesitará (o podrá) tomar conciencia de una respiración. Las demás son recuerdos o anticipación, es decir, pensamiento. Respirar no es realmente algo que hagamos, sino algo que presenciamos mientras sucede. La respiración sucede espontáneamente. La inteligencia de nuestro cuerpo se encarga de ella. No hace falta esfuerzo alguno. Note también a breve pausa de la respiración, especialmente el punto quieto, al final de la exhalación, antes de la siguiente inhalación.

La respiración de muchas personas es superficial, contrariamente a lo que debería ser. Mientras más se toma conciencia de la respiración, más se restablece su profundidad natural.

Puesto que la respiración carece de forma, desde tiempos antiguos se la ha asimilado al espíritu, a la Vida única informe. "Y Dios hizo al hombre del polvo de la tierra y sopló en sus narices el aliento de vida y lo hizo un ser viviente".5 En alemán, respiración es atmen, palabra derivada del sánscrito antiguo atman que significa el espíritu divino interior o el Dios interior.

El hecho de que la respiración carezca de forma es una de las razones por las cuales tomar conciencia de ella es una forma muy eficaz de traer espacio a la vida, de generar conciencia. Es un objeto de meditación excelente precisamente porque no es objeto y carece de forma. La otra razón es que la respiración es uno de los fenómenos más sutiles y aparentemente insignificantes, lo "mínimo" que, según Nietzsche, es el ingrediente de la "mejor felicidad". Usted podrá decidir si desea practicar o no la conciencia de la respiración como meditación formal. Sin embargo, la meditación formal no reemplaza la acción de crear la conciencia del espacio en la vida diaria.

El hecho de tomar conciencia de la respiración nos obliga a estar en el momento presente, la clave de toda transformación interior. Siempre que tomamos conciencia de la respiración estamos absolutamente presentes. Podrá notar que no puede pensar y tomar conciencia de la respiración al mismo tiempo. Al respirar conscientemente se detiene la mente. Pero lejos de estar en trance o medio dormidos, estamos completamente despiertos y muy alertas. No caemos por debajo del pensamiento sino que nos elevamos por encima de él. Y si observamos más atentamente, descubrimos que esas dos cosas, estar completamente en el momento presente y dejar de pensar sin perder la conciencia, son una sola: el surgimiento de la conciencia del espacio.

Descubra su espacio interior creando vacíos entre el torrente de pensamientos. Sin esos vacíos, el pensamiento se vuelve repetitivo, pierde toda inspiración y chispa creadora, como sucede con la gran mayoría de las personas del planeta. La duración de esos vacíos no importa. Unos cuantos segundos bastan. Poco a poco se irán alargando por sí mismos, sin ningún esfuerzo de su parte. Más importante que la duración es la frecuencia, de tal manera que haya espacios entre las actividades diarias y el torrente de pensamientos.

Alguien me mostró hace poco el prospecto anual de una organización espiritual grande. Al hojearlo me impresionó la gran diversidad de seminarios y talleres importantes. Me recordó el smorgasbord, uno de esos banquetes suecos donde puede uno elegir entre una enorme variedad de platos. La persona me preguntó si le podía recomendar uno o dos cursos. "No sé", le respondí, "todos suenan muy interesantes". "Pero sí se lo siguiente", añadí. "Tome conciencia de su respiración tantas veces como le sea posible, cada vez que recuerde hacerlo. Hágalo durante un año y será un medio de transformación mucho más poderoso que asistir a todos esos cursos. Y no vale nada".

Al tomar conciencia de la respiración apartamos nuestra atención de los pensamientos y creamos espacio. Es una forma de generar conciencia. Si bien la conciencia plena existe ya como no manifiesta, estamos aquí en el mundo para traer la conciencia a esta dimensión.

Tome conciencia de su respiración. Note la sensación de respirar. Sienta cómo el aire entra y sale de su cuerpo. Note cómo se expanden y se contraen ligeramente el pecho y el abdomen al inhalar y al exhalar. Una respiración consciente basta para abrir algo de espacio en medio del tren interminable de pensamientos. Una respiración consciente (y dos todavía más) varias veces al día es una manera excelente de traer espacio a la vida. Aunque medite con la atención en la respiración durante dos horas o más, como lo hacen algunas personas, solo necesitará (o podrá) tomar conciencia de una respiración. Las demás son recuerdos o anticipación, es decir, pensamiento. Respirar no es realmente algo que hagamos, sino algo que presenciamos mientras sucede. La respiración sucede espontáneamente. La inteligencia de nuestro cuerpo se encarga de ella. No hace falta esfuerzo alguno. Note también a breve pausa de la respiración, especialmente el punto quieto, al final de la exhalación, antes de la siguiente inhalación.

La respiración de muchas personas es superficial, contrariamente a lo que debería ser. Mientras más se toma conciencia de la respiración, más se restablece su profundidad natural.

Puesto que la respiración carece de forma, desde tiempos antiguos se la ha asimilado al espíritu, a la Vida única informe. "Y Dios hizo al hombre del polvo de la tierra y sopló en sus narices el aliento de vida y lo hizo un ser viviente".5 En alemán, respiración es atmen, palabra derivada del sánscrito antiguo atman que significa el espíritu divino interior o el Dios interior.

El hecho de que la respiración carezca de forma es una de las razones por las cuales tomar conciencia de ella es una forma muy eficaz de traer espacio a la vida, de generar conciencia. Es un objeto de meditación excelente precisamente porque no es objeto y carece de forma. La otra razón es que la respiración es uno de los fenómenos más sutiles y aparentemente insignificantes, lo "mínimo" que, según Nietzsche, es el ingrediente de la "mejor felicidad". Usted podrá decidir si desea practicar o no la conciencia de la respiración como meditación formal. Sin embargo, la meditación formal no reemplaza la acción de crear la conciencia del espacio en la vida diaria.

El hecho de tomar conciencia de la respiración nos obliga a estar en el momento presente, la clave de toda transformación interior. Siempre que tomamos conciencia de la respiración estamos absolutamente presentes. Podrá notar que no puede pensar y tomar conciencia de la respiración al mismo tiempo. Al respirar conscientemente se detiene la mente. Pero lejos de estar en trance o medio dormidos, estamos completamente despiertos y muy alertas. No caemos por debajo del pensamiento sino que nos elevamos por encima de él. Y si observamos más atentamente, descubrimos que esas dos cosas, estar completamente en el momento presente y dejar de pensar sin perder la conciencia, son una sola: el surgimiento de la conciencia del espacio.

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