Teotihuacan
Teotihuacan , «Lugar donde fueron hechos los dioses; ciudad de los dioses», ) es el nombre que se da a la que fue una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica. El topónimo es de origen náhuatl y fue empleado por los mexicas, pero se desconoce el nombre que le daban sus habitantes. Los restos de la ciudad se encuentran al noreste del valle de México, en el municipio de Teotihuacan (estado de México), aproximadamente a 45 kilómetros de distancia del centro de la Ciudad de México. La zona de monumentos arqueológicos fue declarada Patrimonio de la Humanidad por Unesco en 1987.
Los orígenes de Teotihuacan son todavía objeto de investigación entre los especialistas. Alrededor del inicio de nuestra era, Teotihuacan era una aldea que cobraba importancia como centro de culto en la cuenca del Anáhuac. Las primeras construcciones de envergadura proceden de esa época, como muestran las excavaciones en la Pirámide de la Luna. El apogeo de la ciudad tuvo lugar durante el Periodo Clásico (ss. III-VII d. C.). En esa etapa, la ciudad fue un importante nodo comercial y político que llegó a tener una superficie de casi 21 km2, con una población de 100 mil a 200 mil habitantes. La influencia de Teotihuacan se dejó sentir por todos los rumbos de Mesoamérica, como muestran los descubrimientos en ciudades como Tikal y Monte Albán, entre otros sitios que tuvieron una importante relación con los teotihuacanos. El declive de la ciudad ocurrió en el siglo VII, en un contexto marcado por inestabilidad política, rebeliones internas y cambios climatológicos que causaron un colapso en el norte de Mesoamérica. La mayor parte de la población de la ciudad se dispersó por diversas localidades en la cuenca de México.
Se desconoce cuál es la identidad étnica de los primeros habitantes de Teotihuacan. Entre los candidatos se encuentran los totonacos, los nahuas y los pueblos de habla otomangueana, particularmente los otomíes. Las hipótesis más recientes apuntan a que Teotihuacan fue una urbe cosmopolita en cuyo florecimiento se vieron involucrados grupos de diverso origen étnico, como muestran los descubrimientos en el barrio zapoteco de la ciudad y la presencia de objetos provenientes de otras regiones de Mesoamérica, sobre todo de la región del Golfo y del área maya.
Durante la época prehispánica, Teotihuacan ha sido motivo de interés para quienes han sucedido a los teotihuacanos en Mesoamérica. Los toltecas y mexicas excavaron los restos de la ciudad para extraer objetos preciosos de ella. Esto ha sido confirmado por las exploraciones arqueológicas en Tula y el Templo Mayor de México-Tenochtitlan. La ciudad fue convertida en el escenario de mitos esenciales para las creencias mesoamericanas, como la Leyenda de los Soles de los mexicas.
Teotihuacan es un topónimo de origen náhuatl que le fue dado a la ciudad varios siglos después de su ocaso por los pueblos nahuatlacas. Los mexicas empleaban ese nombre para referirse a las ruinas de la antigua ciudad, y de ellos fue recogido en fuentes históricas y en el uso del idioma español durante la época colonial. Las fuentes mexicas son el origen de muchos malos entendidos sobre Teotihuacan, pues ellos conocieron la ciudad cuando ya había sido abandonada. Para ellos, Teotihuacan era una ciudad de un pasado en el que también floreció Tula, por lo que pensaban que sus habitantes fueron toltecas.
Se han propuesto varias hipótesis sobre el significado del topónimo. Hay que recordar que el náhuatl es una lengua aglutinante que permite expresar ideas complejas en un solo vocablo mediante la adición de afijos a una raíz. Una de las interpretaciones más conocidas es la que traduce Teotihuacan como Lugar donde nacieron los dioses. Pasztory plantea que el vocablo puede tener el significado de Lugar donde fueron hechos los dioses. Esta interpretación está relacionada con la Leyenda de los Soles, un conocido mito cosmogónico mesoamericano —y particularmente nahua— que ubica en esta ciudad la creación del Quinto Sol mediante el sacrificio de todos los dioses de la era anterior.
En el Diccionario del náhuatl en el español de México, Montemayor dice que proviene de los vocablos téotl (dios), -ti (ligadura eufónica), hua (posesivo), -can (locativo que indica el sitio donde se realiza una acción), de modo que lo traduce como Lugar de los que tienen dioses.
Lo cierto es que se desconoce el nombre que la ciudad recibió de sus habitantes en la época de su florecimiento. Algunos textos descubiertos en el área maya suelen relacionar el glifo puh, (tule) con personajes de filiación teotihuacana representados en estelas de ciudades mayas tan importantes como Tikal, Uaxactún y Bonampak. Puh posee en las lenguas mayances el mismo el mismo significado que tiene el vocablo Tollan , que designaba a la ciudad fabulosa de la mitología mesoamericana. Tollan era arquetipo de la civilización mesoamericana y origen de la legitimidad de los linajes dominantes en numerosos estados en toda la región. Los mayistas tienen posiciones diversas sobre la identidad de Puh, algunos de ellos sostienen que ese lugar mencionado en diversos textos mayas es Teotihuacan. Esta hipótesis podría ser reforzada por el descubrimiento de varias representaciones del glifo puh en la pintura mural del conjunto residencial teotihuacano de Tepantitla.
Aunque se identificó originalmente a esta Tollan legendaria con Tollan-Xicocotitlan, la capital de los toltecas, algunos investigadores han preferido separar el mito de la historia, principalmente porque no sólo esta ciudad sino otras de igual relevancia en Mesoamérica fueron llamadas de la misma forma. Sin embargo, la distinción entre las ciudades históricas y la ciudad mitológica no es aplicada de manera monolítica. Haciendo un análisis de las fuentes históricas, los hallazgos arqueológicos en el centro de México y en el área maya —como el referido caso del glifo puh en las Tierras Bajas—, Enrique Florescano hace una asociación del mito con la ciudad de Teotihuacan, de modo que la llama Tollan-Teotihuacan y atribuye a la llamada ciudad de los dioses la identidad de la Tula mitológica. Esta misma postura había sido sostenida por Laurette Séjourné en el congreso de arqueólogos donde se estableció que la Tollan mitológica fue Tollan-Xicocotitlan, y es compartida Stuart, Uriarte,y Duverger. René Millon, uno de los más reconocidos especialistas en el tema de Teotihuacan, opina que efectivamente Teotihuacan es la legendaria Tollan, pero no acepta que este haya sido su nombre.
Teotihuacan, además de designar a la ciudad histórica y al conjunto de monumentos arqueológicos que están abiertos a la visita del público, también es el nombre de un municipio mexiquense (San Juan Teotihuacan) y de su cabecera (Teotihuacan de Arista).
Actualmente es la zona arqueológica del país con mayor afluencia de turistas, por encima de sitios como Chichén Itzá y Monte Albán. A pesar de lo que pudiera suponerse dada la gran cantidad de monumentos restaurados del sitio, las excavaciones arqueológicas en Teotihuacan continúan hasta nuestros días, y han dado como resultado un paulatino incremento en la calidad y cantidad del conocimiento que se tiene sobre esta ciudad, de la que, por cierto, se desconocen cuestiones tan importantes como su nombre original y la filiación étnica de sus fundadores. Se sabe, en cambio, que fue un sitio cosmopolita, por la presencia documentada de grupos originarios de la costa del Golfo o de los Valles Centrales de Oaxaca.
A ciencia cierta no se sabe cuál es la identidad del pueblo que fundó Teotihuacan. La ciudad había sido abandonada mucho tiempo antes del arribo de los españoles a Mesoamérica, de modo que las escasas referencias a la ciudad que se conservaron en las fuentes históricas producidas en los años posteriores a la Conquista de México no hablan propiamente de los habitantes de Teotihuacan, sino de la representación que de ellos tenían quienes vivieron en el Anáhuac después del colapso teotihuacano. Los informantes nahuas de Bernardino de Sahagún pensaban que Teotihuacan fue el sitio donde los dioses se reunieron para dar origen a Nahui Ollin, el Quinto Sol de acuerdo con la mitología indígena, el que alumbra la era contemporánea.
La época de mayor apogeo de Teotihuacan corresponde al Clásico Temprano de Mesoamérica . Sin embargo, los inicios de la ciudad deben colocarse en el primer milenio antes de la era común. Localizada estratégicamente al noreste del valle de México, en las cercanías de la ribera norte del lago de Texcoco, Teotihuacan se convirtió en la principal competencia de Cuicuilco durante el Preclásico Tardío. La erupción del Xitle en el sur del valle apresuró la caída de Cuicuilco y favoreció la concentración de la población y el poder político y económico en Teotihuacan.
Por motivos que aún no han sido del todo dilucidados, Teotihuacan se colapsó hacia mediados del siglo VIII, dando lugar al Período Epiclásico mesoamericano. Los vestigios de la ciudad dieron origen a numerosas explicaciones sobre su presencia entre los pueblos nahuas del Posclásico, que son conocidos por la labor de recuperación de los misioneros de Indias, como Bernardino de Sahagún.
La historia de Teotihuacan es larga y compleja, por lo que para abordar sus diferentes aspectos se ha propuesto la utilización de una cronología que la divide en diversos períodos. La cronología de Teotihuacan está construida en torno a los restos cerámicos hallados en las excavaciones, de modo que cada una de las fases de esta cronología está relacionada con ciertos cambios técnicos o estilísticos que se observan en los productos alfareros de la ciudad. En muchos sentidos, este procedimiento ha ayudado a simplificar la tarea de la datación de los restos arqueológicos, puesto que es un material muy abundante que resiste bien al paso del tiempo y se ha encontrado en diversos contextos arqueológicos.
Sin embargo, el procedimiento no deja de presentar algunos inconvenientes, por ejemplo, la definición de las características de cada fase cerámica y su delimitación en el tiempo. Siendo numerosos los investigadores que han puesto su atención en Teotihuacan, se dispone de varias cronologías para la ciudad. En la actualidad parece haber consenso en torno a la cronología propuesta por René Millon y su equipo de colaboradores. A pesar de esta aceptación generalizada, existen algunos trabajos que ponen de manifiesto que dicha cronología debe ser ajustada. Por ejemplo, George Cowgill y Evelyn Rattray han propuesto que la decadencia de Teotihuacan ocurrió entre cincuenta y cien años antes de la fecha sugerida por Millon. Desde ese punto de vista, la dimensión temporal de algunas fases cerámicas en la cronología teotihuacana podría reducirse.
La historia de Teotihuacan se puede entender como parte de un largo proceso civilizatorio que tuvo lugar desde que los seres humanos llegaron al Anáhuac. Esto pudo ocurrir aproximadamente hace 20 mil años, época en la que han sido fechados los descubrimientos en Tequixquiac, y más tardíamente en Tocuila y Tlapacoya. En este último yacimiento se han encontrado dos cráneos humanos estrechamente relacionados con restos de animales y herramientas.
La domesticación de especies vegetales permitió a los habitantes de la región enfrentar la extinción de la fauna que fuera una de las principales bases de su alimentación, lo que ocurrió hacia el séptimo milenio antes de la era cristiana. La agricultura favoreció el proceso de sedentarización en la zona. En la orilla oriental del lago de Chalco se estableció un asentamiento en Zohapilco, cuya primera fase abarca del 5500 a. C. al 3500 a. C. En esa época, los pobladores de Zohapilco poseían instrumentos de labranza, utensilios para procesar los granos y armas para cacería; y desde el 2000 a. C. comenzaron a producir cerámica.
La agricultura se convirtió paulatinamente en la base de la economía de los pueblos del valle de México, pues proveía una fuente segura de alimentación. En la medida que esto fue ocurriendo se establecieron alrededor de los lagos del Anáhuac numerosas aldeas. La complejidad social de estas sociedades era variable, pero en las mayores de ellas se observa una acentuada diferenciación social. Durante el Preclásico Medio (1200-400 a. C.) alcanzaron su apogeo algunas de estas aldeas, como Tlatilco, Copilco y Cuicuilco. Los asentamientos correspondientes a esta época combinaron la agricultura con la explotación de los recursos del entorno lacustre, y muestran una mezcla de influencias culturales de inspiración olmeca y de las culturas de Occidente.
Cuicuilco se convirtió en el principal centro político, cultural y económico en el valle de México hacia el año 600 a. C. En su época de apogeo pudo tener alrededor de 22 mil habitantes, aunque algunos cálculos proponen una población de 40 mil personas. En este lugar se erigió la primera pirámide de Mesoamérica y se desarrolló el culto al dios del fuego, quizá por la cercanía y actividad volcánica del Xitle. Este volcán hizo erupción hacia el año 100 a. C., sepultando con lava Copilco y una parte de Cuicuilco. Existe controversia sobre la suerte de la población de este lugar. La población de Cuicuilco participó en la fundación de Teotihuacan, pero parece que las migraciones desde la ciudad al sur de los lagos comenzaron antes de la erupción del Xitle, probablemente a partir del momento en que tuvieron lugar los eventos que acompañan al vulcanismo. Es plausible que durante algunos años Cuicuilco haya sido contemporánea y rival de la naciente Teotihuacan, pero finalmente declinó y desapareció en un escenario incierto y en una fecha imprecisa entre el año 200 a. C. y el 200 d. C.
Hay poca información sobre el proceso que llevó a la fundación de Teotihuacan. A partir del Preclásico Medio se desarrolló en el valle de Teotihuacan un pequeño grupo de aldeas dedicadas a la agricultura. Estas aldeas eran contemporáneas a Terremote Tlaltenco, Tlatilco y Cuicuilco, y su desarrollo corresponde a las fases Cuanalán y Tezoyuca (c. 500-100 a. C.). Durante la fase Cuanalán se establecen las primeras aldeas en el valle de Teotihuacan que aprovecharon las condiciones del entorno para la práctica de la agricultura. Las aldeas se ubican en las inmediaciones de los ríos y manantiales, así como en el norte del valle. En esta época se establece el asentamiento más antiguo en la sierra de Patlachique. Se ha propuesto como hipótesis que los habitantes de estos asentamientos podrían ser otomíes o popolocas, pero no hay evidencia contundente en ese sentido. En la fase Tezoyuca esta última fase hay un patrón de cinco asentamientos que probablemente tenían funciones defensivas. Los yacimientos correspondientes a esta época presentan influencia de la cultura de Chupícuaro, que se desarrollaba en El Bajío por aquellas fechas.
Alrededor del año 100 a. C. se comenzaron a desarrollar dos asentamientos dentro de lo que sería unos siglos más tarde la metrópoli teotihuacana. Uno de ellos corresponde al área ceremonial de Teotihuacan, sobre la calzada de los Muertos. El cálculo para la población de la región durante esa época —comprendida dentro de la fase Patlachique— es de aproximadamente cinco mil personas, lo que pone en relieve un repunte demográfico notable para la siguiente fase de Teotihuacan.
El aumento de la población en el valle teotihuacano está relacionado con el abandono progresivo de Cuicuilco, pero hay evidencia de que otras poblaciones en la cuenca del Anáhuac fueron absorbidas por el crecimiento de Teotihuacan. El emplazamiento de la ciudad revela que los fundadores buscaron una posición estratégica que favoreciera la agricultura y asegurara el abasto de la ciudad. Las zonas con manantiales en la sierra de Patlachique y el cerro Gordo muestran una mayor concentración demográfica que el valle, pues tienen condiciones propicias para una agricultura de alto rendimiento. Puede ser posible que de alguna manera la élite de la región haya motivado a los habitantes a concentrarse en la región de Teotihuacan.
El proceso urbano que llevó a la fundación de Teotihuacan recibió el aporte cultural de los cuicuilcas, poseedores de una organización social compleja y centralizada que fortaleció a la estructura de Teotihuacan. La ubicación de la ciudad le permitió la explotación de recursos estratégicos en Mesoamérica, tales como los yacimientos de obsidiana en Otumba y la sierra de las Navajas, los productos del lago de Texcoco, el agua de los manantiales de Patlachique y el control de las rutas comerciales entre el Anáhuac y la costa del golfo de México. Todos estos factores constituyen parte del escenario que llevó a la culminación del proyecto urbano de Teotihuacan y la consolidación del Estado teotihuacano como uno de los más poderosos en la historia prehispánica de Mesoamérica.
En la fase Patlachique se consolida el núcleo urbano de Teotihuacan. El sitio experimentó una población desmesurada en esta época. En su conjunto, la cuenca de México pudo haber llegado a tener 100 mil habitantes, de los cuales aproximadamente 25 mil se asentaban en Teotihuacan. Una parte de ese crecimiento se suele explicar como resultado del declive de Cuicuilco.
Esta población ubicada en la llanura aluvial del lago de Xochimilco tuvo en Teotihuacan a su rival por el control político de la cuenca. Se presume que el enfrentamiento podría haber llegado a la guerra a partir del hecho de que la cerámica Tezoyuca ha encontrado principalmente en las cimas de los cerros. Teotihuacan adquirió un mayor protagonismo en la cuenca de México, atrayendo una parte importante del aumento poblacional. El fin de Cuicuilco suele relacionarse con la erupción del volcán Xitle, que cubrió de lava el sur del valle de México, incluyendo a la antigua ciudad. Sin embargo, es muy probable que Cuicuilco hubiera declinado definitivamente antes de ese suceso.
Entre el año 100 a. C. y el principio de la era común, Teotihuacan comenzó a concentrar un importante número de habitantes provenientes de todo el valle del Anáhuac. Al crecimiento de Teotihuacan contribuyeron los emigrados de Cuicuilco, que habían iniciado un éxodo que terminó por despoblar aquella ciudad. La fase Tzacualli de Teotihuacan es aquella en la que se establecen las bases de la planificación urbanística de la ciudad y se definen varios rasgos característicos de la cultura teotihuacana. La construcción de los edificios de la ciudad se realizan en torno a dos ejes. El eje norte-sur está constituido por la calzada de los Muertos, que en la fase Tzacualli ya se encuentra bien definida. La calzada de los Muertos está orientada 15° 28' hacia el este con respecto al norte geográfico. Durante la fase Tzacualli, el eje este-oeste estaba constituido por el curso del río San Juan, cuyo cauce fue desviado para hacerlo coincidir con una orientación desviada 16° 30' hacia el sur del este. En esta época se ejecutó la primera etapa constructiva de la pirámide de la Luna y ya se había planificado la plaza de este gran edificio, que marca el límite norte de la calzada de los Muertos.
Es notable el esfuerzo que se realizó para la construcción de la pirámide del Sol, que practicamente se concluyó en una sola etapa constructiva que se verificó en esta fase. Durante ese tiempo, el centro de la ciudad lo constituía este edificio, representación de la montaña primordial de la que vienen los mantenimientos y constituye el axis mundi de acuerdo con la mitología mesoamericana. La plataforma adosada a la pirámide del Sol es más tardía que el resto del edificio, y parece haber sido construida al final de la fase Miaccaotli.
De acuerdo con los trabajos de René Millon, en la fase Tzacualli la población de Teotihuacan rondaba los 30 000 habitantes y la superficie de la ciudad era de 17 km2. Para esta época, Teotihuacan era indudablemente la mayor urbe del centro de México y sólo podían compararse con ella Monte Albán en los valles Centrales de Oaxaca y Cholula en el valle poblano-tlaxcalteca. En las excavaciones arqueológicas, se han encontrado restos de cerámica granular, un tipo que también ha aparecido frecuentemente en yacimientos de Morelos y el centro de estado de Guerrero, por lo que se supone que las relaciones comerciales entre Teotihuacan y esas zonas de Mesoamérica ya se encontraban activas en el Preclásico Tardío.
Los años que van del 150 al 250 corresponden a la fase Miccaotli. Esta fase se llama así porque era la palabra con la que los nahuas designaban a la calzada de los Muertos. Durante la fase Miccaotli, Teotihuacan se consolida como la mayor ciudad del centro de México. El centro de la ciudad se desplaza hacia el sur con la construcción de La Ciudadela, un recinto que al igual que la pirámide del Sol era una representación de la montaña sagrada primordial. La Ciudadela consiste en un conjunto de trece templos organizados alrededor de una gran plaza donde se encuentra la pirámide de la Serpiente Emplumada. Para la consagración de este templo se sacrificaron más de cien personas que fueron colocadas en entierros colectivos, en grupos de 4, 8, 18 y 20 cuerpos, más aquellos que en solitario fueron sepultados en las esquinas de la base del edificio, incluyendo los niños sacrificados que fueron descubiertos por Leopoldo Batres en cada vértice de cada nivel de la plataforma.
De manera paralela a la construcción de La Ciudadela la ciudad quedó organizada en cuatro cuadrantes con la construcción de las avenidas Este y Oeste. Ambas forman un eje casi perpendicular a la calzada de los Muertos, parten de La Ciudadela hacia los respectivos puntos cardinales, marcando la división de los cuadrantes de la ciudad. En la fase Micaotli, la pirámide de la Luna fue ampliada en dos ocasiones, una, entre los años 150 y 200, y la otra hacia el año 225.
Millon calculaba que la población teotihuacana de la fase Miccaotli alcanzó 45 000 personas. La superficie de la ciudad llegó a 22.5 km2, la mayor que llegó a tener en toda su historia, aunque la densidad de la población fue creciendo en las siguientes etapas. Las grandes construcciones realizadas en este tiempo revelan que la ciudad era un centro político y económico de gran relevancia en Mesoamérica. Esto atrajo a personas procedentes de otras regiones, y un caso muy notable es el de los zapotecos que se asentaron en Tlailotlacan en el siglo II.
Hacia el año 250 inició la fase Tlamimilolpa, que toma su nombre del sitio periférico de Teotihuacan que se conoce con ese nombre. Durante esta fase, Teotihuacan ya se ha consolidado como un poder regional y su influencia se extiende constantemente por toda Mesoamérica. La pirámide de la Luna fue ampliada en dos ocasiones más en este período. La quinta etapa constructiva de ese edificio ocurrió alrededor del año 300 y la sexta entre los años 350 y 400. Como en las anteriores etapas constructivas de la pirámide, a estas dos últimas se encuentran asociados algunos entierros humanos.
La expansión demográfica de Teotihuacan se realizó de manera organizada en conjuntos habitacionales, una práctica que había comenzado en las fases anteriores y que se ajusta al plan urbano orientado por los dos ejes de la ciudad. Algunos conjuntos habitacionales antiguos como el de La Ventilla son ampliados y dotados de espacios para actividades públicas. Se construyen nuevos espacios para la vivienda, pero la superficie de la ciudad se contrae durante esta etapa, hasta quedar en 20 km2, dos menos que en la fase anterior. En contraste, la población siguió en aumento y, de acuerdo con el cálculo de Millon, pudo llegar a 65 000 personas.
En el horizonte arqueológico de la fase Tlalmimilolpa han aparecido los indicios de cerámica Anaranjado Delgado más antiguos de Teotihuacan, en esta fase representan el 6% de los materiales cerámicos y su frecuencia en los contextos arqueológicos aumenta a lo largo de las siguientes etapas.53 La presencia de esta cerámica en los yacimientos mesoamericanos es considerada como un indicador de vinculación con el mundo teotihuacano, pero es importante aclarar que se trata de un producto extranjero en Teotihuacan. De acuerdo con la investigación de Carmen Cook, el sur de Puebla fue el centro productor de esa tradición alfarera.54 Rattray coincide en esa afirmación y añade que la región de Tepexi de Rodríguez tuvo floreció notablemente en el Clásico, cuando mantuvo una relación muy intensa con Teotihuacan que no pareció implicar una subordinación a esa ciudad.
Las relaciones de Teotihuacan con el resto de Mesoamérica se diversificaron durante la fase Tlamimilolpa, tal como muestra la evidencia arqueológica. En el Entierro 5 de la pirámide de la Luna, ofrecido quizá en conmemoración del término de la obra, los tres sujetos principales del entierro estaban colocados en posición de «flor de loto» y asociados a ellos un conjunto de objetos de jade que proceden del valle del río Motagua. La posición de los restos humanos es similar a la que se observa en ciertos entierros de la élite en Kaminaljuyú (Guatemala). Este hecho se suma a la notable influencia arquitectónica que la ciudad tuvo en su florecimiento sobre el área maya en lugares como Tikal y el propio Kaminaljuyú, así como al descubrimiento de piezas mayas en el horizonte Tlamimilolpa de Teotihuacan. Algunos de los vestigios de la cerámica maya hallados en Teotihuacan corresponden al tipo Tzakol y guardan semejanzas con las obras contemporáneas de ese tipo que se han encontrado en Tikal y Uaxactún. La presencia maya en Teotihuacan se sumará a la de los zapotecos —patente desde la fase Miccaotli— y a la de las culturas del Golfo —de la cual son testimonio los restos de cerámica Pánuco III —.
La fase Xolalpan, que va del 450 al 650, es el período de mayor apogeo de la ciudad. Su influencia en toda Mesoamérica es más intensa. La naturaleza de las relaciones de Teotihuacan con otras ciudades mesoamericanas es objeto de discusión. De acuerdo con algunos autores, la expansión teotihuacana se realizó con base en el comercio, lo que además explicaría la presencia de la cerámica Anaranjado Delgado en yacimientos de diversas zonas. Otros opinan que Teotihuacan fue un estado militarista y que la expansión de la ciudad se habría llevado a cabo por la vía de las armas. También parece plausible que la presencia teotihuacana en el mundo mesoamericano haya sido resultado de una combinación de factores, incluyendo el comercio, las armas y las alianzas políticas.
En estos años de gran auge, la arquitectura de la ciudad alcanza su mayor expresión. La disposición de la calzada de los Muertos —tal como se puede apreciar actualmente en la zona arqueológica— corresponde a la fase Xolalpan. Los conjuntos habitacionales también presentan indicios de haberse beneficiado del florecimiento de la ciudad. Así se observa en el caso de los barrios mejor documentados a través de excavaciones arqueológicas, especialmente Teopancaxco, cuyos habitantes tuvieron un nivel de vida más elevado en esta fase que durante la anterior. La ciudad se encuentra organizada en bloques habitacionales que son separados por callejones angostos. La población llega a 85 000 personas, de acuerdo con el conservador cálculo de Millon, aunque hay autores que la calculan en 300 000 habitantes. En cualquier caso, en esta época la ciudad alcanzó su mayor densidad de población y se consolidó como la mayor urbe de Mesoamérica en su tiempo, y una de las más grandes de todo el mundo. Para esta etapa, la ciudad contaba con un sistema de alcantarillado y drenaje que permitía desalojar las aguas residuales de la ciudad.
El arte teotihuacano vive una de sus mejores épocas. Se realizan en la fase Xolalpan piezas que son muy representativas, como los braceros «teatro», que son piezas en las que se mezcla el modelado directo con el trabajo en moldes. Los murales de Tepantitla, los de Atetelco y el muro de los Jaguares del palacio de Quetzalpapálotl corresponden a esta etapa.
Alrededor del año 650 de la era común dio inicio la fase Metepec. De acuerdo con los trabajos de Millon la ciudad tuvo hasta 75 000 habitantes en esa etapa, lo que respresenta una pérdida de casi 25% con respecto a la fase Xolalpan. A pesar de esta contracción demográfica, Teotihuacan seguía siendo la mayor urbe del valle de México y una de las más grandes de Mesoamérica. La actividad arquitectónica en la ciudad se paraliza, de hecho el único edificio que se realizó completamente en la fase Metepec es la plataforma adosada a la pirámide de la Serpiente Emplumada. La plataforma adosada parece haber sido construida con el propósito de ocultar al edificio que fue corazón de La Ciudadela, emblema del poder de la ciudad. De hecho, los habitantes de Teotihuacan durante la fase Metepec no conocieron el templo de la Serpiente Emplumada como actualmente se puede apreciar en la zona arqueológica, pues su fachada fue rescatada en el siglo XX.
De acuerdo con Millon, tanto La Ciudadela como los edificios que se encontraban en torno a la calzada de los Muertos fueron objeto de una destrucción sistemática por parte de los habitantes de la ciudad.
El centro no fue consumido por un fuego extenso. Los templos y edificios públicos no fueron simplemente destruidos, sino desmantelados, quemados, reducidos a escombros una y otra vez en ambos lados de la avenida por más de una milla [...] Esto es porque aquellos que empezaron este proceso quisieron estar seguros que ningún poder o ninguna fuerza del estado teotihuacano volviese a renacer de esas ruinas.
En la fase Oxtotípac (750-850) la población de la ciudad se reduce muy drásticamente como reflejo de un éxodo masivo de los ocupantes. Millon calculó que en esta etapa, el área urbana era habitada por 5 000 personas. Sólo algunas partes de la ciudad permanecen ocupadas, entre ellas lo que se conoce como Ciudad Vieja y algunos sitios que en la época anterior fueron habitados por la élite. Esta ocupación de Teotihuacan está relacionada con la cultura de Coyotlatelco y la aparición de la cerámica del mismo nombre. Algunos autores opinan que esta cultura es extranjera, producto de una migración que contribuyó a la ruina teotihuacana. Otros consideran que se trata de la expresión de un grupo periférico de la ciudad que no poseía la alta cultura teotihuacana.
Para explicar el ocaso de la ciudad se han propuesto diversas hipótesis. Algunas consideraron que alrededor del siglo VIII ocurrió una gran sequía en el norte de Mesoamérica que provocó la migración de sus ocupantes hacia el sur. Esta sequía también habría afectado a la agricultura de la región e hizo inviable el sostenimiento de la población. Sin embargo, McClung de Tapia y sus colaboradores han dicho que no existen indicadores de que esta hipótesis pudiera sostenerse, puesto que en la época de decadencia de Teotihuacan se observó un aumento de la humedad en el entorno de la ciudad.
Al tiempo que Teotihuacan inició su declive, otras ciudades en el centro de Mesoamérica comenzaron a florecer. Para algunos autores, el florecimiento de las culturas del Epiclásico sería un factor que habría contribuido al colapso teotihuacano. Estas ciudades forman una corona en torno a Teotihuacan, en puntos estratégicos de las rutas comerciales más importantes de Mesoamérica en ese tiempo. Xochicalco en el valle de Morelos, Teotenango en el valle de Toluca, Cacaxtla en el valle de Tlaxcala, Cantona en el oriente y El Tajín en el paso hacia La Huasteca; todas fueron ciudades que vieron su apogeo al declinar Teotihuacan, y en algunos casos, nacieron precisamente en ese contexto. De acuerdo con algunos autores, estos nuevos poderes regionales extrangularon a la gran metrópoli al privarla del acceso a las rutas comerciales.
Arquitectura
Calzada de los Muertos
La calzada de los Muertos o Miccaohtli constituye el eje norte-sur de la ciudad de Teotihuacan. Actualmente tiene una longitud de aproximadamente dos kilómetros, aunque las investigaciones de Millon en la ciudad dan cuenta de que pudo alcanzar los tres kilómetros. Este eje comienza en la plaza de la Luna, recinto arquitectónico que se localiza frente a la pirámide de la Luna, y se prolonga hacia el sur a La Ciudadela, un conjunto arquitectónico situado en las inmediaciones del cauce del río San Juan. La anchura de esta gran vía es de 40 metros y su eje está desviado ligeramente hacia el noreste, 15º 30’ respecto al norte geográfico.
A lo largo de la calle se encuentran los edificios más importantes destinados a templos, palacios y casas de personajes de altura. Allí están, además de las dos grandes pirámides, la Casa del Sacerdote, el palacio de Quetzalpapalotl (Quetzalmariposa), el palacio de los Jaguares, la estructura de las caracolas emplumadas, el templo de Quetzalcóatl, la ciudadela y muchas edificaciones más que en su día fueron de gran belleza. En uno de los aposentos se descubrieron pisos construidos con dos capas de láminas de mica de 6 cm de espesor, que fueron cubiertas más tarde con tezontle. El visitante puede contemplar esta curiosidad siempre que se lo pida al guardia del recinto.
Tienen un núcleo hecho de adobe. Después fueron revestidos de estuco y de piedra y añadieron un friso adornado con relieves geométricos se construyeron como basamento de un templo que se hallaba en la plataforma. Los españoles que llegaron en el siglo XVI, todavía alcanzaron a ver los ídolos del Sol y de la Luna.
Pirámide del Sol
La pirámide del Sol es el mayor edificio de Teotihuacan y el segundo en toda Mesoamérica, sólo detrás de la Gran Pirámide de Cholula. Por sus considerables dimensiones se puede observar a varios kilómetros de distancia. Tiene una altura de 63 metros, con una planta casi cuadrada de aproximadamente 225 metros por lado, por lo que suele compararse con la pirámide de Keops en Guiza (Egipto).
El edificio consta de cinco cuerpos troncocónicos superpuestos y una estructura adosada de tres cuerpos que no alcanzan la altura de la primera plataforma. La pirámide del sol se ubica en la banda oriental de la calzada de los Muertos, prácticamente alineada en forma perpendicular con esta vía. La imagen actual de la pirámide corresponde a la restauración realizada por Leopoldo Batres entre 1905 y 1910, pues como parte de la conmemoración del Centenario de la Independencia de México se habilitaron varios edificios de la ciudad para convertirlos en un atractivo turístico. La restauración de Batres ha sido criticada posteriormente por apresurada e incompleta, amén de que se realizó sobre concepciones de la arquitectura mesoamericana basadas en los modelos egipcios.
En los inicios de Teotihuacan, el sitio donde se encuentra la pirámide del Sol correspondía a una especie de muro con base de talud y desplante vertical sin asociación a otras estructuras. El uso que tuvo esta estructura se desconoce, aunque Sugiyama plantea que pudo servir para delimitar un espacio sagrado. La pirámide del Sol tuvo dos etapas constructivas, durante la primera prácticamente alcanzó las dimensiones que tiene actualmente. El uso de la pirámide del Sol y el significado que tuvo para los habitantes de Teotihuacan permanece como una incógnita.
En 1971 Jorge Ruffier Acosta encontró un túnel bajo la pirámide, cuyo acceso se encuentra frente a la plataforma adosada. Los primeros investigadores del túnel —al que se llama también “cueva sagrada”— supusieron que se trataba de una caverna natural que fue empleada con propósitos rituales, lo que explicaría la construcción del monumento sobre ella. Sugiyama y su equipo han demostrado que la cueva fue cavada completamente por humanos. La estructura del túnel recuerda a las tumbas subterráneas de Occidente pues el acceso se lleva a cabo a través de un tiro de 6.5 metros. La cavidad se prolonga hacia el este por aproximadamente 97 metros, al final del túnel—que prácticamente coincide con el centro del edificio— se encuentra una cámara de cuatro lóbulos que, de acuerdo con la hipótesis de Sugiyama, pudo contener una tumba real.
Pirámide de la Luna
La pirámide de la Luna es uno de los edificios más antiguos de Teotihuacan. Durante el siglo XIX también se conoció como Meztli Iztácual, nombre que Manuel Orozco y Berra recoge en su obra, donde sostiene la hipótesis decimonónica de que Teotihuacan fue una ciudad tolteca.Su forma final la adquirió después de siete etapas constructivas. Tiene una planta aproximadamente cuadrada de 45 metros por lado. Es de tamaño menor que la Pirámide del Sol, pero se encuentra a la misma altura por estar edificada sobre un terreno más elevado. Su altura es de 45 m. Junto a esta pirámide se encontró una estatua llamada Diosa de la Agricultura que los arqueólogos sitúan en época tolteca primitiva.
Esta pirámide se encuentra situada muy cerca de la del Sol, cerrando por el norte el recinto de la ciudad. Desde su explanada se inicia el recorrido del eje principal conocido como Vía o Calzada de los Muertos.
La Ciudadela y la pirámide de la Serpiente Emplumada
La Ciudadela es un conjunto arquitectónico localizado en la banda poniente de la calzada de los muertos, al sur del curso del río San Juan. El conjunto forma una gran plaza cuadrangular de aproximadamente 400 metros por lado y fue construido durante la fase Miccaotli, entre los años 150 y 250 d. C. El conjunto de La Ciudadela comprende también la pirámide de la Serpiente Emplumada, a la que rodean trece templos secundarios construidos sobre una plataforma. Detrás del templo de las Serpientes Emplumadas se encuentran dos conjuntos habitacionales que pudieron estar reservados para la élite teotihuacana. En el centro de la plaza se encuentra un adoratorio con cuatro escalinatas que daban acceso a la plataforma. La Ciudadela se convirtió en el centro político, cultural y económico de la ciudad de Teotihuacan, sitio que había correspondido al conjunto de la pirámide del Sol hasta entonces. Las causas de ese desplazamiento del centro de la ciudad son desconocidas, pero podría haberse debido a factores políticos.
La pirámide de la Serpiente Emplumada se halla a una cierta distancia de las dos grandes pirámides, en la Calzada de los muertos. Fue un descubrimiento arqueológico de 1920. Estaba soterrado por una pirámide de paredes lisas, sin ningún tipo de ornamentación.
En noviembre de 2010, investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia enviaron un carro robot, llamado Tlaloque I y diseñado por el Instituto Politécnico Nacional, para explorar un túnel estrecho, a 8 metros de profundidad y de aproximadamente 100 metros lineales de fondo, ubicado justo debajo del templo. Al hacer uso de un georradar, se llegó a la conclusión de que dicho túnel lleva a 3 cámaras donde los investigadores suponen se hallan los restos de algunos personajes importantes de Teotihuacan. De acuerdo a la arqueóloga Verónica Ortega: «Lo primero que hubo para hacer adoración en Teotihuacan fue este túnel y posteriormente pusieron un lugar ya sagrado, ahí se construyó la Pirámide del Sol El recubrimiento es totalmente de lodo, [los teotihuacanos] tratan de dar una apariencia lisa a estos muros, probablemente para que las personas que se introdujeran aquí no se dieran cuenta que seguía el túnel». Previamente, este lugar había sido hallado por la cultura mexica y, más recientemente, en los años 1970, aunque en este último no se realizaron mayores hallazgos.
Palacio de Quetzalpapálotl
El palacio de Quetzalpapálotl (náhuatl: quetzalli-papálotl, «Mariposa-quetzal, mariposa de plumas, mariposa preciosa», ) es una edificación que fue vivienda de la élite teotihuacana. Más específicamente, se ha propuesto que fue la residencia de los principales sacerdotes de Teotihuacan. El palacio de Quetzalpapálotl se localiza en el ángulo suroeste de la plaza de la Luna, detrás de la estructura 5 de este conjunto. Para acceder a su interior hay que subir una escalinata custodiada por unos jaguares. Desde la plataforma sobre la que se encuentra el edificio es posible descender al patio central del palacio. Este espacio está rodeado por pórticos que enmarcan los accesos a las cámaras interiores del palacio. Las columnas de piedra están talladas profusamente con representaciones de mariposas y plumas de quetzal, de ahí el nombre del palacio. En el tiempo que estuvo en funciones esta edificación, los relieves en las columnas fueron policromados. Los muros interiores estuvieron decorados con motivos relacionados con el culto a la divinidad del agua. Una de las subestructuras de este edificio es el patio de los Jaguares. Los muros de esta sección están decorados con escenas que representan a jaguares que portan penachos de plumas de quetzal y, frente a ellos, representaciones de caracoles marinos y corazones humanos.
La leyenda
Fue también el padre Sahagún quien recogió de boca de los mexicas la leyenda que habla sobre la creación del Sol y la Luna, los dioses a quienes están dedicadas las dos magníficas pirámides. Dice así:
Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron, ¿Quién alumbrará el mundo? Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo yo tomo el cargo de alumbrar el mundo. ¿Quién será el otro?, y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (que se llamaba Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, le imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche.
Esta leyenda explica así mismo el origen del nombre Teōtihuácān 'lugar donde fueron hechos los dioses' ya que de acuerdo con la leyenda es ahí donde dos dioses, el sol y la luna, empezaron a ser dioses (náhuatl teōti 'ser [un] dios', teōtia 'convertir [a alguien] en [un] dios', teōtihua 'ser transformado en dios').
Según la leyenda, sería en Teotihuacán donde los dioses habrían nacido. En este lugar donde el Sol y la Luna se elevaron hacia el cielo, como testimonian las dos pirámides que les consagraron. No es asombroso que todas las civilizaciones de la meseta mexicana dijeran descender de la civilización de Teotihuacán. El sitio es grandioso y tan imponente que parece realmente haber sido construido por dioses. Pero no sabemos casi nada de los hombres que poblaron esta ciudad en el siglo II de nuestra era. La ciudad contaba con más de 100.000 habitantes en su apogeo. Teotihuacán fue destruida en el siglo VII, sin que se sepan las razones. La ciudad estaba desprovista de fortificaciones y las pinturas descubiertas no presentan ningún rastro de violencia. Sin embargo, Teotihuacán habría influenciado mucho al área mesoamericana. Todas las civilizaciones avanzadas de la región incorporaron el estilo Teotihuacán a su arquitectura, como testimonian las representaciones de Quetzalcoatl, la famosa "serpiente emplumada" que se encuentra prácticamente en todos los sitios arqueológicos de México y Guatemala.
La historia del Sol y de la Luna
Tal como está configurada se puede deducir que tuvo un cuidadoso trabajo de planificación. Se aprecian cuatro zonas o ejes principales. De norte a sur se extiende la avenida principal, la calzada de los Muertos. Recientemente se descubrió perpendicular a ella el otro eje, constituido por dos calles que atraviesan la Ciudadela y que no son visibles en la actualidad. Los arqueólogos las han llamado Avenida Este y Avenida Oeste.
La ciudad estaba bien diferenciada en barrios y centro de ceremonial religioso, donde se encontraban los edificios de actividades administrativas y los grandes palacios, además de los templos y grandes pirámides.
Los sacerdotes tenían un papel destacado en lo tocante a la religión y la administración. Los arquitectos y los artistas eran bien considerados y tenían talleres especializados. En cuanto al cuerpo militar, se conoce muy poco; se sabe que no era una sociedad militarista aunque en la época final aparecieron con más frecuencia las representaciones de militares en la pintura mural.
Los dioses más importantes son:
Tláloc: dios de la lluvia
Quetzalcóatl: dios de la sabiduría
Chalchiuhtlicue: diosa de ríos y mares
Huehuetéotl: dios del fuego
En Teotihuacán ya encontramos a dos dioses que más adelante adorarían los aztecas: Quetzalcóatl y Tláloc.
Las leyendas pintan a Quetzalcóatl como un jefe venerable, justo, casto y sereno, amante de la sobriedad y de la rectitud, quien gobernó a los toltecas. Esto se explica porque Ce Acatl Topiltzin, líder de los toltecas, tomó por nombre "Ce Acatl Topiltzin Quetzalcóatl".
Pero Quetzalcóatl rechazaba los sacrificios humanos, y muchos hechiceros y dioses violentos, que querían alimentarse con sangre, empezaron a urdir intrigas contra el Gran Rey. Sahagún narra en su libro 3, capítulos del 2 al 14, cómo gobernaba Quetzalcóatl en Tula, hasta que llegaron ante él tres hechiceros malignos, y uno de ellos, Tezcatlipoca, consiguió hacerlo beber vino blanco de la tierra (pulque), con lo que lo hizo emborracharse. En su borrachera, Quetzalcóatl hizo cosas vergonzosas, y dándose cuenta de su falta (la borrachera era un pecado gravísimo entre los indígenas), se dio por vencido ante Tezcatlipoca, y huyó hacia el Oriente, a Tlapallan, pero prometió que un día volvería, y que recuperaría lo que era suyo.
La fecha que profetizó para su regreso resultó en una coincidencia tan increíble como providencial, pues en 1519 del calendario cristiano, año Ce-Acatl, tenía que regresar Quetzalcoatl, quien muchos años antes había partido por el mar, en una balsa de serpientes.
Mientras Quetzalcóatl estaba ausente, el dios más poderoso era Tezcatlipoca, dios del cielo y de la tierra, dios tribal de los mexicas (junto con Huitzilopochtli), quien sin embargo temía la vuelta de Quetzalcóatl, como a todos los huey tlatoanis se les anunciaba en su entronización. Cuando llegaron los españoles, de piel blanca como Quetzalcoátl, Moctezuma Xocoyotzin, huey tlatoani de Tenochtitlán, no pudo sino dar por hecho que Quetzalcóatl regresaba a vengarse de Tezcatlipoca, y en sus titánicos esfuerzos por detener al Antiguo Rey, envió contra Cortés un grupo de hechiceros de Tezcatlipoca, quienes intentarían vencer a Quetzalcoátl como antaño, y que en este caso, nada conseguirían.
Es importante reseñar esto, porque la leyenda de la rivalidad entre Quetzalcoátl y Tezcatlipoca tendría gran importancia al momento de la Conquista, que para los indígenas significó no una invasión extranjera, sino el regreso de un antiguo, sabio y prudente gobernante... quien sin embargo revelaría ser muy diferente al antiguo dios de los toltecas, pareciéndose más a , Xolotl el gemelo maligno de Quetzalcóatl.