lunes, 18 de octubre de 2010


LA MISIÓN

victor callirgos diaz

La Misión no es la verdad. La Misión es un camino hacia la Verdad. Yo soy la Verdad. El amor más grande es Aquél que da su vida por los demás. Eso hizo el Maestro Jesús y eso nos enseñó Krishna. Aquél que duda de sus hermanos no siembra ni cosecha sino que desparrama, porque hay en él, antes que gran amor, mayor miedo.

Sol en la Tierra es aquél que ingresa al Profundo y retornando emite gratuitamente sus rayos de amor y sabiduría, acto en el que se gozan nuestros Mayores, dando con su presencia diaria y las señales luminosas de sus naves, testimonio de la bondad superior o divina para con los todos los hombres de buena voluntad.

La función de los seres lunares es que gocen retransmitiendo lo que el Sol en la Tierra les da, hasta que entiendan que el camino para dar Luz debe ser recorrido individualmente, irradiando amor espiritual, mental, verbal y físico según corresponda, a todos y a todo lo demás.

La muerte es carencia de Conciencia Divina porque Yo soy la Vida y Yo soy Eterno. En un estado superior todo vive, como vive en la Presencia del Profundo la Gran Hermandad Blanca en otro nivel de vibración cósmica y con la manifestación de un mayor grado de facultades existenciales.

El encuentro con la Hermandad Blanca y el Gobierno Interior Positivo ya se dio y se seguirá dando, conforme cada uno al ser llamado no demore y vaya avanzando. En esto: ¡Basta cerrar los ojos para ver!
El Libro de Los de las Vestiduras Blancas se abre en el corazón y con él se da de comer al que tiene hambre y de beber al que tiene sed, porque efectivamente esa es la puerta del verdadero conocimiento, el Día del Anrrom en nuestro propio corazón. La Verdad de lo que se Es, se Ha sido y Será.

La Misión no es la verdad. La Misión es un camino hacia el interior del corazón, que cada uno tiene que recorrerlo. Y conforme a la intensidad del trayecto, recibirá las pruebas del contacto y apoyo de os Hermanos y Maestros, por su audaz sensatez.

¿Quiere alguno convertirse en juez y juzgar a los demás? ¿El que esté sin pecado que lance la primera piedra? Si de Jesús mismo, quienes estaban llamados a creer en él, dudaban ¿qué podemos esperar nosotros? Aquél cuya fortaleza le inste a afirmar: ¡Yo no he de caer! Qué exclame y enseñe lo que cree saber. La mirada humana es un trapezoide circular que debe crecer hasta hacerse ovoidal, mirar arriba, abajo y al centro, a la derecha a la izquierda, adelante y atrás; tener una mirada total es comprender que tenemos cada uno mucho que hacer, para detenernos en dudar de los demás, sino más bien para ver que en cada uno existe una chispa divina que necesita cultivo para que pueda eclosionar.

Las puertas del Cielo están abiertas, pase el que quiera pasar. No olvides el aceite ni las vestiduras. La fiesta está por empezar.

En la el Templo del Sol en la Isla del Sol, hacia donde partí el 19 de Marzo del 2003, recibí un casco de oro, el báculo o vara de oro de poder, el vestido inka con el Disco Solar en el pecho. El 98, viviendo en la Urb. Belén-Moquegua, en el 3er Piso de mi casa, recibí en astral la visita de Joaquín y me dejó tres corazas con botones semejantes a un ACORDE-ON, con nueve nombres escritos. Tocar aquellos botones tenía la virtud de hacernos “desaparecer”, es decir, elevar nuestra vibración corporal hasta un plano superior. Una de aquellas tres corazas fue llevada en astral por dos brasileros blanquiñosos, entre alegres y sorprendidos por tal cosa. Esto último es algo que hasta ahora no he podido interpretar. En el Cusco, el 2003, orando y agradeciendo en casa de una hermana, recibí los Cristales Piramidales de Cesio. Orando en mi casa, hace años recibí en la frente los Cristales Crísticos. Asimismo, la década pasada recibí en astral mi nombre cósmico “Johannes”, el cual fue incrementado en una salida a la playa de Mejía-Mollendo por el hermano Fernando de la Gala, con el de “Jessiah”. Cuando en el Cusco, 2003, un hermano en su casa, nos hizo una meditación, al llegar a una choza que representaba – después me lo dijo - mi corazón, observé dos columnas de color violeta entrelazadas como un gran cirio flameando con una dorada luz.

Por cierto, no deja de ser interesante que resida en la calle Yacango 144-Moquegua.

Así que hermanos, reciban con bondad lo poco que les doy, si alguno no comprende deje que el torrente prosiga porque hacia donde él va, yo voy. Ahora los dejo, porque es hora de irme a realizar mis prácticas para gozarme con mis hermanos de arriba. No deja de serme grato ver a diario muchas, siempre destellando de improviso, ahora, dándole pruebas de su presencia a toda mi familia; lo que agradezco y me complace haber sido llamado a se parte de esta Misión. ¡Qué cada uno cumpla la suya con amor!