sábado, 9 de junio de 2012

"Hay cuatro clases de personas frente al camino espiritual.


Los primeros son los que aún no han despertado a la necesidad de beber el agua del manantial de la vida. Aquéllos aún no tienen sed del agua viva, de la única agua que les podría saciar todas sus necesidades; estas personas viven en el mundo y para el mundo, aman aquella cárcel dorada que se han creado y que el sistema les asigna como cuota frente a su voluntaria inconsciencia. Estas personas tienen un dios y muchos dioses, creados a su imagen y a la medida de sus necesidades. No tienen más necesidad que de su fuerza para sobrevivir como aves rapaces en la jungla de la civilización o como roedores que escarban entre las sobras de los reyes de este mundo. Evadirán una y mil voces la responsabilidad de descubrirse como seres humanos para no tener que apartarse del fango de sus bajos instintos en los que se revuelcan como cerdos cebados que algún día irán al matadero. Estos primeros, atados al plano repetirán en otros mundos el ciclo que no supieron aprovechar por haber rechazado la oportunidad que éste les brindó para definirse.


Hay un segundo grupo de personas que ya despertó a la necesidad de encarar su camino espiritual, pero están tan oprimidos por el sistema y por sus bajas pasiones, por aquellas manifestaciones del ego que les impide tomar su propio compromiso de realizarse, que se limitan a cuestionar a otros sin comprometerse ellos. Son aquéllos que buscan a alguien que pueda garantizarles un desarrollo seguro, sin riesgo alguno, son los seguidores de mil y un grupos, pero son incapaces de sacrificar nada. Si hay alguien que esté dispuesto a vivir y morir por ellos, a ése le seguirán y hasta lo ayudarán a morir. Estos están caminando en circulo, porque aún no han desarrollado la capacidad de encarar sus errores, de aceptarlos y menos aún de superarlos; no saben perdonar, pues tendrían que empezar por ellos mismos y darse una oportunidad.
Este grupo de personas, busca todavía colmar sus deseos a los que falsamente denominan vivir el amor.


El tercer grupo es el que conforman aquéllos que continuamente se equivocan, de aquéllos que tropiezan por tomar iniciativas y por plantearse seriamente con prioridad un camino de decisiones, buscando en una u otra forma, sinceramente la luz, pero allí donde se puede hallar, dentro de uno y en relación con el prójimo.
Este tercer grupo insiste tercamente una y otra vez, levantándose por encima de sus desalientos, porque ya han desarrollado la capacidad de perdonar. Son éstos los que a golpes aprendieron a aceptar y amar a cada cual, tal como es. Este tercer grupo posee una gran virtud y es la perseverancia, porque en la aventura espiritual sólo esta garantizado el triunfo del que llegue hasta el final. Hay aún mucha oscuridad y uno tendrá que golpearse mucho antes de que pueda andar definitivamente en la luz. Estas personas ya empezaron a morir a sí mismos, pues son conscientes de su tarea de abrir camino con el ejemplo.


El cuarta grupo es aquel que lo forman aquéllos que murieron a sí mismos por el amor; aquéllas que crucificaron el egoísmo y negaron su vinculación con el mundo y el imperio de los sentidos. Sólo cuando nuestro amor sea más grande que nuestro apego a la vida, recién allí aprenderemos a vivir, pero plenamente y ya no necesitaremos pedir del agua viva, pues seremos como manantiales inagotables de una belleza sin igual..."


Link con Archivo adjunto:


Cuatro tipos de personas- Sixto Paz Wells.doc