Suelto todo.
Dejo ir el miedo: el miedo a la gente,
al futuro, a hacer algo mal.
Dejo ir las dudas: dudas sobre mí mismo,
sobre mis habilidades, dudas de ser amado.
Dejo ir las bajas vibraciones que
me rodean muchas veces.
Dejo ir pensamientos negativos
que van en contra de mis creencias religiosas.
Dejo ir todo y dejo trabajar a Dios.
Dejo que Dios actúe a través de mí,
se exprese a través de mí.
Vivo hoy en plenitud.
Todos mis pensamientos, palabras y acciones
están llenos de luz y de esperanza,
y del amor de Dios.
Estoy centrado en la fe. Tengo fe en la gente,
en el bien que nos depara el futuro.
Tengo fe en que tomaré las decisiones correctas.
Tengo fe en mí mismo porque soy hijo de Dios.
Estoy abierto a manifestar y a recibir
todas las enseñanzas que sean para el bien
de todos los que me rodean.
Veo al mundo y a todos sus habitantes,
como Dios nos ve: creciendo en comprensión,
aprendiendo a expresar el amor que sentimos,
a dejar ir todo lo negativo,
y dejar que Dios haga su trabajo.