miércoles, 3 de octubre de 2012

El Kriya Yoga.

Paramahansa Yogananda

AUTOBIOGRAFÍA DE UN YOGI

Recordad siempre que no pertenecéis a nadie; y que nadie os pertenece. Reflexionad en que algún día, inesperadamente, tendréis que dejar todo lo de este mundo; así, estableced el contacto con Dios desde ahora -decía el gran guru a sus discípulos-: Preparaos para el viaje astral de la muerte que viene, elevándoos cada día en el globo de la percepción de Dios. Debido a la ilusión, vosotros pensáis que sois un mazo de carne y hueso, el cual no es más que un nido de dificultades11. Meditad incesantemente para que pronto podáis contemplaros a vosotros mismos como la esencia del Infinito, libres de toda miseria humana. Dejad de ser prisioneros del cuerpo; usando la llave secreta de Kriya, aprended a escapar hacia el Espíritu.
Con sabio discernimiento, el guru guiaba a sus feligreses en los senderos de devoción (Bhakti), de acción (Karma), de sabiduría (Jnana) o Raja (real o completa yoga), de acuerdo con las tendencias naturales de cada devoto. El maestro era lento en otorgar su permiso para que los devotos entraran en el sendero formal del monasterio; siempre les hacía presente que deberían de reflexionar en las austeridades de una vida monástica.
El guru enseñó a sus discípulos a evitar las discusiones teóricas de las Escrituras: “Es únicamente sabio aquel que se dedica a realizar no solamente a leer las antiguas revelaciones”. Decía: “Resolved vuestros problemas al través de la meditación.
Cambiad las especulaciones religiosas, sin ningún provecho, por el contacto real y verdadero de Dios. Limpiad vuestras mentes de las basuras de los dogmas teologales y dejad que penetren las aguas curativas de la percepción directa. Armonizaos vosotros mismos con la activa Guía interna; la Voz Divina tiene contestación para cada dilema de la vida. Aun cuando la ingenuidad del hombre para meterse en toda clase de dificultades parece sin fin, el Auxiliador Infinito no tiene menos recursos”.
“Yo estoy siempre con aquellos que practican Kriya -decía, consolando a aquellos chelas que no podían permanecer cerca de él-. Yo los guiaré al Hogar Cósmico a través de sus amplias percepciones”. ...
Lahiri Mahasaya había dividido cuidadosamente el Kriya en cuatro progresivas iniciaciones. (Como Kriya Yoga es capaz de muchas subdivisiones, Lahiri Mahasaya había sabiamente escogido cuatro grados, que él consideró como el meollo esencial, y que fueron del más elevado valor en la práctica de esta técnica). Concedía las tres técnicas más elevadas únicamente a los devotos que habían manifestado un definido progreso espiritual.
“Dejen que la fragancia de la flor de Kriya se desparrame naturalmente sin ostentación. Sus semillas enraizarán en el terreno de los corazones espiritualmente fértiles”.
Aun cuando el maestro no adoptó ningún sistema de prédica al través de los métodos modernos de una organización o mediante la prensa, sabía que el poder de su mensaje se desbordaría como un torrente incontenible inundando por su propia fuerza las riberas de las mentes humanas. El cambio y purificación de las vidas de los devotos eran la única garantía de la vitalidad inmortal de Kriya.
En 1886, veinticinco años después de su iniciación en Ranikhet, Lahiri Mahasaya se retiró pensionado. Con su tiempo disponible durante el día, lo buscaban sus discípulos en número siempre creciente. El gran guru se sentaba entonces, en silencio, la mayor parte del tiempo, en su tranquila postura de loto. Rara vez abandonaba su salita, ni siquiera para visitar otra parte de la casa. Una corriente de chelas llegaba cas sin cesar por un “darshan” (vistazo sagrado) del gran guru.
Ante el asombro de todos los que le trataban, el estado fisiológico de Lahiri Mahasaya exhibía las características sobrehumanas de la suspensión del aliento, la ausencia del sueño, la cesación del pulso y de los latidos del corazón; ojos tranquilos sin parpadeos por horas, y una profunda aura de paz. Ningún visitante se marchaba sin experimentar la elevación espiritual de su ser; todos sabía que habían recibido la silenciosa bendición de un verdadero hombre de Dios.
Lahiri Mahasaya tampoco escribió libros, pero sus interpretaciones fueron registradas y arregladas por varios de sus discípulos. Algunos de estos amanuenses voluntarios tenían mayor discernimiento que otros para interpretar correctamente la profunda visión interna del guru; y puede considerarse que sus esfuerzos en conjunto tuvieron éxito. Debido a su celo, el mundo posee actualmente una colección de comentarios sin precedente, hechos por Lahiri Mahasaya, sobre veintiséis antiguas Escrituras.
“La vida de Lahiri Mahasaya estableció un ejemplo que cambió el conocimiento erróneo de que yoga es una práctica misteriosa. Cada hombre puede encontrar su camino hacia Kriya para entender su propia relación con la naturaleza, y sentir reverencia espiritual por todo fenómeno, ya sea místico o de diarios acontecimientos, no obstante el imperativo de los hechos de la ciencia física. Debemos recordar que lo que fue místico hace mil años, ahora no lo es; y lo que ahora es misterioso será de uso corriente dentro de cien años. Es el Infinito, el Poder Oceánico que está detrás de toda manifestación.
“La ley de Kriya Yoga es eterna. Tan cierta como las matemáticas, como las simples reglas de suma y resta, la ley de Kriya no puede ser destruida nunca. Quemad hasta las cenizas todos los libros de matemáticas; el pensamiento lógico podrá siempre redescubrir tales verdades; destruid todos los libros sagrados sobre yoga y sus leyes fundamentales volverán a surgir tan pronto como aparezca un yogi que tenga dentro de sí la devoción y consiguientemente un conocimiento puro”.
Así como Babaji es entre los más grandes avatares un Mahavatar, y Sri Yukteswar un Jnanavatar o Encarnación de la Sabiduría, así Lahiri Mahasaya puede ser llamado con justicia un Yogavatar o Encarnación del Yoga. Por los medios cualitativos y cuantitativos del bien, él elevó el nivel espiritual de la sociedad. Por su poder de alzar a sus más cercanos discípulos a la estatura de ho mbres como Cristo y por su amplia diseminación de la verdad entre las masas, Lahiri Mahasaya figura entre los servidores de la humanidad.
Su singularidad como profeta descansa en su esfuerzo práctico para establecer un método definitivo de Kriya, que abre por primera vez las puertas de la libertad de yoga a todos los hombres. Aparte de los milagros de su propia vida, seguramente el Yogavatar llegó al cenit de todas las maravillas al reducir las antiguas complejidades del yoga a un a efectiva simplicidad, no más allá de la comprensión ordinaria.
Con relación a milagros, Lahiri Mahasaya solía decir con frecuencia: “La operación de las leyes sutiles que son desconocidas para la gente en general, no deben de ser públicamente discutidas o publicadas sin una discriminación cuidadosa”.
¡Nueva esperanza para nuevos hombres! “La Unión divina -proclama el Yogavatar- es posible por medio del propio esfuerzo y sin depender de creencias teológicas o sobre la voluntad arbitraria de un Dictador Cósmico.


Por medio de la llave de Kriya, personas que no pueden creer en la divinidad de ningún hombre, reconocerán, al fin, la completa divinidad de sus propios seres.

Paramahansa Yogananda