¿Por qué tenemos la sensación de que el tiempo cada vez pasa más rápido?
el Dr Schumann estaba trabajando en cálculos y proyectos de potenciales eléctricos con sus alumnos universitarios. En una oportunidad les planteó como ejercicio el cálculo del potencial de dos superficies semiesféricas ubicadas a una determinada distancia entre si y que eran eléctricamente conductoras. Durante el experimento les propuso: “Aquí tenemos la tierra y la ionosfera. Consideren como ejemplo el diámetro de la tierra y el diámetro de la capa inferior de la ionosfera y calculen qué frecuencia propia resulta ahí“. El Dr. Schumann, al verificar los cálculos que realizaban los estudiantes obtuvo un resultado: unos 10 Hertz por segundo, que fue publicado en los suplementos de divulgación científica de la Universidad. El Dr. Ankermüller, médico de profesión que se interesaba por la Física, leyó los resultados y le sorprendió que estos dieran una frecuencia característica del ritmo Alfa de las ondas cerebrales. Las ondas Alfa tienen una frecuencia de 8 a 12 Hz y están asociadas con estados de relajación. Se registran especialmente momentos antes de dormirse. Sus efectos característicos son: relajación agradable, pensamientos tranquilos y despreocupados, optimismo y un sentimiento de integración de cuerpo y mente.
El Dr Ankermuller se comunicó inmediatamente con el Dr. Schumann y le dijo que su conclusión era sorprendente, ya que el ritmo Alfa de las ondas cerebrales coincidía con el ritmo terrestre y que había que comprobar si esto era correcto. El Dr. Schumann se dio cuenta de su posible utilidad en medicina y tuvo la idea de encargar el estudio a uno de sus alumnos que tenía que hacer su tesis de doctorado. Este alumno se llamaba Herbert König, más tarde yerno del Dr. Ernest Hartmann, descubridor de las radiaciones terrestres que afectan a los seres vivos, y posteriormente fue el sucesor del Profesor Schumann en la Universidad de Munich. El Dr. König, después de muchas mediciones, pudo determinar que el valor exacto no era de 10 Hertz, sino de 7,8 Hertz, que es la frecuencia del hipotálamo y es la única frecuencia que es común en todos los mamíferos, incluyendo el hombre. Para entender la importancia del hipotálamo, tenemos que saber que regula el hambre, el apetito y la saciedad por medio de hormonas y péptidos, así como el nivel de glucosa y ácidos grasos en la sangre. El hipotálamo anterior disipa el calor y el hipotálamo posterior se encarga de mantener la temperatura corporal constante, aumentando o disminuyendo la frecuencia respiratoria y la sudoración. La porción anterior y posterior del hipotálamo regula el ciclo del sueño y de la vigilia (ritmo circadiano).
Mientras el ritmo Alfa varia, de una persona a otra, oscilando entre los 7 y los 14 Hertz, la frecuencia de 7,8 Hertz es una constante normal biológica, y funciona como un verdadero marcapaso para nuestro organismo. Sin la existencia de esa frecuencia la vida no sería posible. Este hecho se comprobó con los primeros viajes espaciales fuera de la ionosfera en donde los astronautas, tanto los rusos como americanos, regresaban de sus misiones espaciales con complicados problemas de salud. Al estar un cierto tiempo fuera de la ionosfera les faltaba esta frecuencia vital de 7,8 Hertz. Se solucionó el problema mediante unos generadores de ondas Schumann artificiales. Uno de los experimentos efectuados por los científicos espaciales fue la construcción de una especie de bunker subterráneo aislado magnéticamente. Durante varias semanas de experimentos en ese lugar comprobaron que después de algunos días sometidos a una variación de frecuencia magnética distinta, se producían los mismos problemas de salud: dolor de cabeza, alteraciones en el ritmo cardiaco, falta de coordinación, disminución en la concentración e impotencia. Luego comprobaron que si se generaban artificialmente pulsaciones de 7,8 Hertz durante un breve tiempo, las condiciones de salud de los voluntarios se volvían a estabilizar. Hay personas que sufren efectos de éste tipo, especialmente problemas cardiacos cuando esas frecuencias de ondas Schumann se ven interferidas por las tormentas electromagnéticas solares. Actualmente se utilizan modernas terapias mediante aparatos generadores de ondas Schumann y de ondas geomagnéticas, retornando los efectos vitales necesarios para mejorar el entorno de los seres vivos sometidos a la contaminación ambiental por radiaciones nocivas.
La Tierra se comporta como un enorme circuito eléctrico y su atmósfera es un conductor débil. Si no existieran fuentes de carga, su electricidad característica se disiparía rápidamente. Existe una misteriosa “cavidad” entre la superficie de la Tierra y el borde interno de la ionosfera, entre los 10 y más de 50 kilómetros, con un flujo de corriente vertical entre el suelo y la ionosfera de unos 1800 Amperes según los cálculos. La resistencia de la atmósfera se estima en unos 200 Ohms y el voltaje potencial variable oscila entre 200.000 y 400.000 Voltios. Se sabe que hay en promedio más de 500 tormentas eléctricas en un momento dado en todo el mundo. Cada una produce entre 0,5 y 1 Amper de corriente y estas medidas sirven para medir la capacidad de corriente en la cavidad resonante de la Tierra. Las Resonancias Schumann son oleadas casi constantes de ondas electromagnéticas que existen en esta cavidad. Como ondas en un estanque, no están presentes todo el tiempo, sino que necesitan ser ‘excitadas‘ para ser observadas. Parecen estar relacionadas con la actividad eléctrica en la atmósfera, particularmente durante los tiempos de intensa actividad de relámpagos, que ocurren a distintas frecuencias entre los 6 y los 50 ciclos por segundo, específicamente 7,8, 14, 20, 26, 33, 39 y 45 Hertz, con una variación constante que las puede modificar en algunas décimas de Hertz .
Hasta ahora, cuando las propiedades de la cavidad electromagnética de la Tierra permanecían inalterables, estas frecuencias se mantenían invariables. Pero parece que se ha producido algún cambio debido al ciclo de manchas solares y al cambio de la ionosfera de la Tierra como respuesta al ciclo de 11 años de actividad solar. Como la atmósfera de la tierra lleva una carga eléctrica, no es nada sorprendente encontrar dichas ondas electromagnéticas resonantes, pues forman parte de dicha atmósfera y sus influencias nos llegan directamente y producen los efectos que hemos descrito antes. Las edificaciones modernas, con sus grandes estructuras de hormigón, los cables de alta tensión y las grandes antenas forman grandes jaulas de Faraday que impiden la propagación de las ondas pertenecientes a este campo natural y, por lo tanto, afectan seriamente estas frecuencias. Ahora bien, se cree que la Resonancia Schumann constituye quizá la base del proceso de percepción extrasensorial (PES) de tipo radar para todos los seres vivos. Distintas frecuencias pueden ser absorbidas y reemitidas por todo objeto según esquemas de interferencias específicos. Estas “ondas que resuenan” pueden modularse intencionalmente en frecuencia o en su forma con diferentes fines: a) para provocar bienestar; b) con fines destructivos. Como ejemplos de los distintos fines, podemos señalar las ELF (muy baja frecuencia) y las ULF (ultra baja frecuencias). Se cree que éstas frecuencias se están manipulando deliberadamente mediante la tecnología. HAARP (High-frequency Activo Auroral Research Program), que es un programa denunciado por varios activistas ecológicos y grupos científicos. Todo parece indicar que el ritmo vibratorio de nuestro medio ambiente, el motor fundamental de toda la vida sobre nuestro planeta, es seriamente amenazado por las manipulaciones humanas de la ionosfera, tal como parece se hace con la tecnología del programa HAARP.
Como la mayoría de los descubrimientos científicos, la Resonancia Schumann tiene su parte buena o mala, dependiendo del uso que se le dé. Robert Beck, investigador y físico, hizo investigaciones sobre la actividad de las ondas cerebrales de los llamados ”sanadores” en distintas culturas y religiones, (mediums, chamanes, radiestesistas, curanderos, reikistas, etc), que, independientemente de sus sistemas de creencias, manifestaban comportamientos de modificaciones de la Resonancia Schumann casi idénticos en el momento de sus acciones de “curación“: Se producía una actividad de ondas cerebrales de 7,8 a 8 Hertz, que duraba de uno a varios segundos y que se sincronizaban sorprendentemente con las pulsaciones geoeléctricas de la Tierra. Según Robert Beck: “El ADN, los ventrículos cervicales y las estructuras celulares del cuerpo humano pueden funcionar como antenas que detectan y descifran las señales ELF globales y locales“. Beck sugiere que los cristales líquidos, que son elementos intrínsecos de las membranas celulares, actúan como mecanismos de detección, amplificación y memorización para los esquemas de frecuencia ELF existentes en el medio ambiente. Las proteínas tienden a orientarse según frecuencias ELF que resuenan a 10 Hz y que son muy sensibles a los cambios de frecuencia ELF.
La estructura y la organización de los tejidos vivos son controladas por el ADN. Es por todo ello que existe una estrecha relación entre los desórdenes del comportamiento humano y los períodos de perturbaciones solares y magnéticas. Algunos estudios pusieron de manifiesto que las personas sometidas a un aislamiento con respecto a los ritmos electromagnéticos normales, desarrollaran irregularidades y ritmos fisiológicos caóticos. Estos ritmos son restablecidos por la intervención de un campo eléctrico de 10 Hz. Las anomalías geomagnéticas (tensiones tectónicas o perturbaciones del campo geomagnético) pueden inducir algunas formas de percepción paranormal, tales como alucinaciones visuales y auditivas, o los TLT (transitarios del lóbulo temporal). El lóbulo temporal es una parte del cerebro, localizada frente al lóbulo occipital, aproximadamente detrás de cada sien, que desempeña un papel importante en tareas visuales complejas, como el reconocimiento de caras. Es la “corteza primaria de la audición” del cerebro. También recibe y procesa información de los oídos, contribuye al equilibrio, y regula emociones y motivaciones como la ansiedad, el placer y la ira. El lóbulo temporal medial, que forma parte del lóbulo temporal, incluye un sistema de estructuras anatómicamente relacionadas que son básicas para la memoria declarativa o recuerdo consciente de hechos y eventos, que incluye la región del hipocampo. Este sistema está relacionado fundamentalmente con la memoria y funciona junto con la neocorteza para establecer y mantener una memoria a largo plazo.
Diversos estudios sobre el magnetismo terrestre sugieren que el norte magnético se está desplazando y ésta variación de frecuencia provoca una alteración de la percepción del tiempo. Hay sitios en donde la frecuencia magnética ha aumentado desde 7,8 a 8 Hertz hasta frecuencias de 12 Hertz. Y se considera que al acercarse a los 13 Hertz, la percepción se altera y un día de 24 horas parece ser de cerca de 16 horas o menos. La Resonancia Schumann, que podemos considerar el latido del corazón de la Madre Tierra, ha sido de 7.8 ciclos durante miles de años. Pero desde 1986 ha estado creciendo ininterrumpidamente. En este momento la frecuencia media esta próxima a los 11 Hertz. Este hecho sirve de apoyo a quienes creen que estamos cerca de un cambio de Era en la Tierra, ya que se considera que el cambio de Era se produce al llegar a los 13 Hertz. Es el “Punto Cero” o cambio de Era que ha sido predicho, entre otros, por los antiguos Egipcios, los Mayas, los Incas. Estos cambios se cree que han ocurrido cada 13.000 años, la mitad del tiempo de los 26.000 años ligados al ciclo completo de la Precesión de los Equinoccios. Los antiguos astrónomos descubrieron el movimiento Precesional completo del Sol a través del fondo de las constelaciones y se calculó la longitud de este Ciclo en unos 26.000 años.
El “Punto Cero” se cree que coincide con una inversión de los polos magnéticos. Y según los cálculos ello podría suceder en los próximos años. Se pronostica que después de este “Punto Cero”, el sol se elevará por el Oeste y se pondrá por el Este. En ambientes esotéricos se afirma que este cambio nos introducirá en una cuarta dimensión. Y se dice que la resonancia Schumann está actuando en los seres humanos reconfigurando el ADN de una doble hélice a 12 hélices y convirtiendo al ser humano en un ser más intuitivo que racional. La conocida como VII Profecía Maya dice “el momento que en el que el sistema solar en su giro cíclico sale de la noche para entrar en le amanecer de la galaxia, los 13 años que van desde 1999 al 2012 la luz emitida desde la galaxia sincroniza a todos los seres vivos y les permite acceder voluntariamente a una transformación interna que produce nuevas realidades, …La energía transmitida desde le centro de la galaxia activa el código genético de origen divino en los hombres que estén en una frecuencia de vibración alta, este sentido ampliará la convivencia de todos los hombres, generando una nueva realidad individual, colectiva y universal, una de las transformaciones mas grandes ocurrirá a nivel planetario, pues todos los hombres conectados entre si como un solo todo, dará nacimiento a un nuevo ser en el orden genético, la reintegración de las conciencias individuales de millones de seres humanos despertará una nueva conciencia en la que todos comprenderán que son parte de un mismo organismo gigantesco. ….Todos los sistemas fallarán para enfrentar al hombre consigo mismo y hacerle ver la necesidad de reorganizar la sociedad, y continuar en el camino de la evolución“. Estos sucesos se prevé puedan suceder el 21 de diciembre del año 2012. Pero es difícil decir si los acontecimientos ocurrirán de esta manera.
Se sabe que la ionosfera nos protege de las radiaciones mortales que nos llegan del Sol y del espacio. Y actualmente, mediante ondas de radio de alta frecuencia, se pueden taladrar agujeros en esta cobertura protectora, corriendo con el terrible riesgo de terminar con la frágil evolución planetaria y humana. Las consecuencias podrían ser devastadoras, causando daños irreversibles. El proyecto HAARP, también conocido como “Arpa del Diablo“, es tan polémico como peligroso. Sus defensores hablan de ventajas de carácter científico, geofísico y militar, pero sus detractores están convencidos de que podrían tener consecuencias catastróficas para nuestro planeta, desde peligrosas modificaciones en la ionosfera, hasta la manipulación de la mente humana. Nick Begich y la periodista Jeanne Manning realizaron una investigación al respecto, planteando la hipótesis de que el proyecto HAARP podría tener peores consecuencias para nuestro planeta que las pruebas nucleares. Begich y Manning están convencidos de que a través del proyecto HAARP se estaría enviando hacia la ionosfera un haz de partículas electromagnéticas orientadas y enfocadas que estarían contribuyendo a su calentamiento. Sin embargo, la versión oficial insiste en que el HAARP es una investigación académica cuyo objetivo es cambiar las condiciones de la ionosfera con el fin de obtener mejoras en las comunicaciones mundiales.
Con la puesta en marcha del proyecto HAARP, los militares conseguirían un arma altamente destructiva. Según la Dra. Rosalie Bertell, HAARP forma parte de un sistema integrado de armamento, que tiene consecuencias ecológicas potencialmente devastadoras. HAARP podría contribuir a cambiar el clima bombardeando intensivamente la atmósfera con rayos de alta frecuencia. Convirtiendo las ondas de baja frecuencia en alta intensidad, esto podría también afectar a los seres humanos, y no se puede excluir que también posea efectos tectónicos. El físico Bernard Eastlund, hace referencia a un “método y un equipo para cambiar una región de la atmósfera, ionosfera y/o magnetósfera“. Se dice que el Proyecto HAARP forma parte del arsenal de armas del Nuevo Orden Mundial bajo la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI). Se considera que se podría desestabilizar economías de distintos países mediante manipulaciones climáticas. Lo que es más importante, esto puede ser implementado sin que el enemigo tenga conocimiento de ello y sin comprometer a personal o equipo militar como ocurre en una guerra convencional, lo que resultaría en la desestabilización de sistemas agrícolas y ecológicos. Y aunque yo no soy muy optimista al respecto, espero que la Resonancia Schumann se utilice para hacer el bien y no para hacer el mal.