viernes, 7 de diciembre de 2012

EL PRINCIPIO DE RITMO
“TODO FLUYE Y REFLUYE; TODO TIENE SUS PERIODOS DE AVANCE Y RETROCESO; TODO ASCIENDE Y DESCIENDE; TODO SE MUEVE COMO UN PÉNDULO; LA MEDIDA DE SU MOVIMIENTO HACIA LA DERECHA ES LA MISMA QUE LA DE SU MOVIMIENTO HACIA LA IZQUIERDA; EL RITMO ES LA COMPENSACIÓN”.



Es necesario recordar que todo se mueve para un lado y para otro, en un sentido y en otro, sube y baja, avanza y retrocede, a la derecha luego a la izquierda, es decir tiene un movimiento de vaivén como las aguas del mar.
Habrás observado que muchas veces sin motivo aparente te sientes decaído sin deseos de hacer nada y otros amaneces eufórico, lleno de dinamismo, con deseos de actividad plena ¿Qué sucede? Pues está funcionando este principio como las otras influenciando en nuestros estados de ánimo, sentimientos, estados mentales, etc. Todas actúan al mismo tiempo y afectan de diferente manera a los cuerpos en particular y al Universo en general.
Según este principio todo va y viene, como un péndulo; hay oscilación hacia un polo primero y luego hacia el otro polo.
Nada escapa a este principio, se lo siente en la vida misma, en la historia de naciones que sufren y se levantan, caen y se elevan.
Este es nuestro ritmo más importante nacer y morir, aspirar y expirar. Las galaxias, los planetas, los sistemas, los soles, nacen, llegan a su máxima expresión y así continúan ciclos y ciclos para renacer de nuevo. Todo se repite, nacen, crecen, maduran, decaen y mueren.
Todo se mueve, nada está en reposo; el mar tiene su marea fluye y refluye. Como los otros, este es un principio que garantiza el funcionamiento equilibrado, armónico de todo lo creado.
Mientras no lo conozcamos bien y podamos utilizarlo positivamente jugará con nosotros llevándonos de un lado a otro. Tenemos que aprender a neutralizarlo y manejarlo en nuestro beneficio, que la acción y reacción sean buenas para nosotros, porque indudablemente actúa en la creación como en la destrucción.
En Rahma, aprendemos a conocer a través de la interiorización, nuestro propio ritmo, conocimiento que nos permitirá controlar y enfrentar situaciones diversas, de la manera más positiva.
También nos permite conocer que a esta etapa de crisis actual, lo sigue otra de paz y armonía, a la cual deberemos llegar habiendo superado nuestras limitaciones.
Los Guías de Misión nos dicen, que el quinto principio nos permite entender que en el proceso de crecimiento, todos habremos de pasar muchas veces de la luz a la oscuridad y viceversa. Se habrá de atravesar por períodos de cambio y de estancamiento.
Y siempre uno precederá al otro, lo que nos hará estar permanentemente en guardia.
El contraste de estados nos enseñará a valorar y a dominar los momentos internos cambiantes, pudiendo desarrollar cada vez un mayor equilibrio o capacidad como para modificar a voluntad la situación, o hacer más llevaderos los momentos difíciles.
Al final cada uno debe llegar a conocer sus propios ritmos internos para dominarlos, llegando con ello a afectar las fluctuaciones del ambiente externo.
En este quinto principio se deberá trabajar LA FE, LA PACIENCIA Y LA ESPERANZA.
APLICACIONES DEL PRINCIPIO DE RITMO

EL RITMO DEL PLANETA.
Según el principio del ritmo, todo en la vida tiene un movimiento pendular. Cuando más lejos ha llegado el péndulo en el polo negativo (tristeza, dolor, sufrimiento, etc.), más se inclinará luego hacia el otro extremo (alegría, éxito, felicidad, etc.). De acuerdo con EL KYBALION, el movimiento siempre comienza en el extremo negativo y nunca al revés. Es decir que si se está viviendo un momento feliz, no significa que luego se va a sufrir. En realidad, el proceso es al revés: si se ha sufrido un gran dolor, la vida luego nos compensa con una gran alegría. El movimiento pendular se reduce en la medida en que nos elevamos espiritualmente y se termina cuando nos hallamos en el terreno del espíritu. Es entonces cuando se alcanza el estado de dicha constante y paz. Cuando uno logra llegar a ese punto, en el cual se puede sentir bien con pareja o sin ella, dinero, familia, y demás, es cuando uno se ha situado sobre el péndulo. Mientras uno oscila emocional o mentalmente es porque todavía está siendo arrastrado por aquél.
El balance puede lograrse en ciertas áreas primero y luego en las demás. Por ejemplo, una persona puede tener solucionada su vida económica pero no su vida afectiva, o viceversa.
El planeta Tierra también tiene su ritmo. No solamente gira en su órbita alrededor del Sol sino que también gira sobre su propio eje. Además, el planeta tiene su ritmo interno, gobernado en gran medida por la influencia de la Luna. De la misma manera en que la Luna produce el aumento o la disminución de las mareas, también produce cambios en el humor de las personas. Básicamente, el movimiento de la Luna muestra dos fases: creciente y decreciente; cada una de ellas dura aproximadamente catorce días. A su vez, estas fases se dividen en cuartos que duran alrededor de siete días.
Se debe saber, que a partir del día en que hay Luna nueva comienza su fase creciente. Mientras la Luna se encuentra en esta fase, el planeta está recibiendo una energía de crecimiento ideal para iniciar cualquier tipo de actividad. Todo lo que se inicia durante este tiempo crecerá con facilidad, especialmente en los siete primeros días. Las personas que quieran que su cabello crezca más rápido y fuerte deben cortárselo en ese momento. En general, esta fase es buena para iniciar negocios, contraer matrimonio, viajar, firmar contratos, cambiar de trabajo, comenzar estudios, mudarse, hacer dieta, empezar a escribir un libro o comenzar cualquier tipo de proyecto o diseño.
Por otra parte, a partir del día de la Luna llena comienza su fase decreciente. Esta fase es ideal para finalizar todo lo iniciado con anterioridad, especialmente en los siete primeros días. Es el momento de terminar un trabajo incompleto, finalizar algún trámite legal, divorciarse o separarse (de esta manera no se vuelve a la misma persona), regresar de viaje, cerrar una compañía, finalizar un libro o proyecto, renunciar a un puesto, cortarse el cabello para que crezca lentamente, y demás.
De acuerdo con las fases de la Luna podemos identificar el ritmo del planeta y elegir el momento más apropiado para nuestras actividades personales.
EL FIN DEL ROMANTICISMO.
Otra de las manifestaciones del principio del ritmo que encontramos a diario es la música. En esencia, la música es ritmo y tiene su propio movimiento pendular. El tipo de música que uno prefiere denota en gran medida la velocidad del péndulo en el cual uno está oscilando. Si a uno le gusta la música romántica, el péndulo oscilará más lentamente; si uno prefiere la salsa o el rock, estará moviéndose a mucha mayor velocidad.
Hemos aprendido que para programar nuestra mente debemos tener presente lo que hablamos, lo que visualizamos y aquello que sentimos. La música, por lo general, reúne a estos tres elementos y, en muchos casos, lo hace para expresar dramas o dolor.
Algunos ejemplos de letras dramáticas son:
“NO PODRE VIVIR SIN TU CARIÑO; NO PODRE RESISTIR SIN TU AMOR.....” “VUÉLVEME A QUERER, NO ME LASTIMES....”
“TODA LA VIDA, COLECCIONANDO MIL AMORES, HACIENDO JUEGOS MALABARES, PARA NO AMARTE EN EXCLUSIVA.....”
“QUE SERA DE MI...” “SI TU ME FALTAS…”
“EL MUNDO FUE Y SERA UNA PORQUERIA, YA LO SE....”
Por lo general, cuando uno canta estas canciones repite las palabras con entusiasmos; se visualiza con claridad lo que se está cantando y, finalmente, se pone el condimento más importante: la emoción. En pocas palabras, se están usando todos los ingredientes metafísicos necesarios para manifestar algo. Por lo tanto, si una persona canta “NO SOY NADA SIN TI”, la mente tomará esa frase como una orden y hará todo lo posible para ejecutarla, haciendo que la persona se sienta en la miseria al estar separada de su pareja.
Es probable que a partir del estudio de este principio se termine tu romanticismo y, cada vez que escuches una canción romántica, tengas que usar a menudo la orden: “CANCELADO” para no permitir que lo negativo se grabe en tu cerebro. Si se analiza el contenido de las letras de las canciones que escuchamos a diario, nos daremos cuenta de cómo nos identificamos con los dramas muy fácilmente. En este proceso de evolución personal que hemos elegido debemos hacer un viaje consciente y esto incluye seleccionar cuidadosamente la música que vamos a escuchar. Debemos elegir canciones que sean positivas y que eleven la vibración personal.
Muchos creen que esto es anecdótico; sin embargo, la música reúne todo lo necesario para producir la manifestación. El peligro real existe cuando la persona se identifica con el drama. Al cantarlo, lo afirma con las palabras, lo visualiza claramente y lo siente en lo más profundo de su corazón. Lo más probable es que su drama se haga realidad muy pronto o que se afirme más si ya lo está viviendo. Las canciones que despiertan nostalgia son las que encadenan fuertemente a las personas a su pasado.
La solución que le he encontrado a las canciones románticas muy dramáticas es cantárselas a Dios y nunca a alguien. Si le cantas a Dios: “NO PODRE VIVIR SIN TI” o “TU ERES LA LUZ DE MI VIDA”, estarás afirmando una gran verdad y buscarás unificarte con El. Sin embargo, si se lo cantas a una persona, estarás poniendo el eje de tu vida en ella y todo dependerá de su humor y grado de estabilidad.
La música instrumental también “HABLA” y cuenta historias. Hay ciertas músicas instrumentales que levantan el ánimo y otras que, por el contrario, deprimen.
Cada tema musical tiene su vibración propia. Debemos ser muy cuidadosos y elegir todo lo que nos lleve a elevarnos y a sentir dicha.
EL EFECTO “SUBIBAJA”.
El principio de ritmo también afecta a las relaciones humanas. De acuerdo con el movimiento de nuestro péndulo personal, atraemos personas más positivas o negativas en determinados momentos. Existe un fenómeno, conocido en psicología como el efecto “subibaja”, que afecta a las relaciones más cercanas alterando el equilibrio emocional. Para entenderlo mejor, vamos a estudiarlo a través de un ejemplo concreto: un matrimonio.
Debes visualizar a cada uno de ellos como tanques de agua conectados en su base por una válvula o un caño. De esta manera, vemos como los dos recipientes están conectados entre sí e intercambian su contenido. Cuando el contenido de uno de ellos desciende, aumenta el otro, y viceversa. Este fenómeno de vasos comunicantes ocurre también entre dos personas que están enlazadas emocionalmente. Por lo tanto, todas las emociones que reprime uno de ellos, las expresa el otro.
Continuando con nuestro ejemplo, imagínate que un día la esposa quiere hablar con su esposo de algo importante y él está leyendo el diario cómodamente en la cocina. Ella habla pero el solo murmura algo; en el fondo, se molesta con la interrupción. En vez de expresar su verdadera emoción, la reprime. Súbitamente, ella se siente incómoda y se enoja. Su esposo continúa leyendo el diario y reprimiendo su energía. Todo lo que el reprime, surge del otro lado haciendo que la mujer se enoje aun mas. La represión continúa y pronto llega a su límite. Pero en apariencia, por un lado, el hombre sigue completamente en silencio y, por el otro, su mujer está totalmente fuera de sí. Entonces el hombre dice excusándose: “Pero si yo no dije nada”.
De esta manera se explica porque a veces sentimos emociones ajenas a nosotros mismos o porque llegamos a límites indeseables. A veces, al conocer a una persona nueva, uno empieza a sentir emociones que ya no son propias. Es probable que se sienta el gran deseo de complacer al otro, de brindarle desmedidamente, de estar todo el tiempo solo con aquella persona. Todo esto se debe a la gran necesidad que tiene el otro de recibir; lo está pidiendo con toda intensidad pero sin palabras. En estos casos, surgen preguntas como: “¿Por qué estoy sintiendo esto?”. La persona puede llegar a imaginarse que está viviendo un gran amor y solo está recibiendo toda la neurosis de la otra persona. En esos casos, nos encontramos canalizando la furia, la tristeza, la desolación o la angustia de las personas con las que nos relacionamos. Esto es más cierto aun cuando estas emociones no son lógicas o coherentes con los que nos está ocurriendo en ese momento. Podemos comparar el fenómeno con la contaminación de los tanques; al estar conectados entre sí, uno recibe la parte toxica del otro.
El efecto “subibaja” se continua en los distintos miembros de una familia. Del padre pasa a la madre, de la madre al hijo o hija mayor y así sucesivamente. Este efecto suele incluir también a los animales domésticos. En conclusión, todo lo que reprimen los mayores, lo manifiestan los menores. Esta es la razón por la cual suelen enfermarse los niños en una casa, o algunas mascotas se comportan tan neuróticamente. La represión nunca es buena y termina por explotar.
El problema se detecta cuando uno comienza a perder su propio eje. Uno comienza a darse cuenta de que está haciendo o sintiendo emociones que lo incomodan. Se da una especie de aceleramiento y agotamiento. Debemos recordar que el cuerpo físico siempre nos envía dos mensajes básicos: comodidad o incomodidad. De acuerdo con su mensaje, podemos darnos cuenta de si nos estamos envolviendo en un intercambio de energía favorable o no. Muchas personas tapan este mensaje con un pensamiento inocente como “Él o ella ya va a cambiar” o “El tiempo mejorara la relación”. En síntesis, desde un primer momento sabemos si una persona será favorable o no para nosotros.
La solución a esto es, en principio, ser consciente del efecto “subibaja” y luego buscar neutralizarlo. Para lograrlo, lo más efectivo es la comunicación verbal y la expresión abierta de las emociones. Volviendo al ejemplo anterior de los tanques contenedores, la válvula de escape seria la boca. Cuando uno expresa lo que piensa y siente, libera la energía y se corta el efecto “subibaja”. En casos de enojo, siempre es más saludable discutir y terminar el tema en ese momento, en lugar de reprimirlo.
El principio del ritmo se manifiesta en todas nuestras relaciones y cuando mayor es el grado de intimidad, mas grande es el intercambio de energía que se produce.