jueves, 23 de julio de 2009
SIXTO PAZ - EL DON DE LA PROFECIA
El Don de Profecía
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que paso.
ECLESIASTÉS, 3, 15
Preguntadme sobre las cosas por venir. ISAÍAS, 45, 11
La profecía es la capacidad paranormal o percepción extrasensorial que nos permite adelantarnos al futuro. Es abrir una ventana para que nuestra visión interna indague sobre las con¬secuencias de nuestro proceso histórico, colectivo y personal. Todos la tenemos, pero dormida o, como diríamos, en poten¬cia. Muchas veces, esta capacidad con un grado inusual de de¬sarrollo es algo innato, de tal manera que, no habiendo bus¬cado su despertar, se manifiesta por si sola. Aunque suele ser esporádica (no todo el tiempo), se presenta bajo ciertas condi¬ciones particulares que funcionan como detonantes. Existen también casos en los que, en una cierta etapa de la vida (la niñez y la adolescencia), a causa de los cambios en la edad (orgánicos o energéticos), o en situaciones criticas extremas (muerte de un familiar, o un accidente grave, o un divorcio de los padres, o una experiencia de abandono corporal conscien¬te), incrementan o producen modificaciones internas, que se expresan en estados alterados de la conciencia, facilitando las manifestaciones proféticas. También se da el caso de aquellos que logran conectar mentalmente (telepáticamente) con enti¬dades superiores, físicas o suprafísicas, quienes les hacen de¬positarios de una revelación (profecía), siempre con un propósito de beneficio positivo general, como es el de advertir para corregir. Este hecho demuestra la naturaleza benéfica de dichas entidades, ya sean maestros ascendidos, extraterrestres, ánge¬les o parientes fallecidos (que destacaron en cuanto espiritua¬lidad en su existencia pasada).
El futuro es la consecuencia de las decisiones tomadas en el pasado. Hay varios futuros probables, por cuanto el futu¬ro es en si una “probabilidad” una proyección de la línea de los acontecimientos, Pero ese futuro puede ser alterado, por¬que si fuese inamovible e inalterable, ¿dónde estaría lo más sagrado que hemos recibido de Dios, que es nuestro libre al¬bedrío?
La profecía puede ser vista como si tuviésemos una pan¬talla delante de nosotros, o como una visión en nuestra men¬te; también puede ser sonada o sentida, como una profunda angustia, o también como una incomprensible alegría. En estos casos llega a ser una sensación tan honda, que inme¬diatamente solemos empezar a relacionar hacía donde se orienta dicho sentimiento o, como decimos comúnmente, tra¬tamos de explicarnos el origen o naturaleza de dicho « pal¬pito».
En la Antigüedad, en Grecia, concretamente en la localidad de Delfos (monte Parnaso), había un pequeño santuario dedi¬cado a la diosa Tierra (Gea), que con el tiempo adquirió gran renombre por ser el centro de la adivinación y la profecía. En el lugar había una extrañísima piedra cónica que muchos in¬tentaron robar, pero que inexplicablemente nunca pudieron. Los griegos llamaban a esa piedra omphalós (“ombligo”), por cuanto marcaba el sitio que era considerado el ombligo del mundo (°) antiguo. Muy unido al culto de la madre Tierra, estaba la presencia en el lugar de una serpiente pitón (probablemente traída de África), primera guardiana y sacerdotisa de la piedra sagrada del oráculo y que, según la mitología, fue muerta por Apolo. Este se apodero del santuario y desde entonces la respon¬sabilidad de predecir recayó en la Pythia (pitonisa), quien debía beber del agua de la fuente Casotis, masticar hojas de laurel e in¬halar el gas tóxico que salía de una grieta de la montaña, para luego, sobre un caldero de bronce lleno de agua, ver el futuro. Aunque se dice que luego caía en éxtasis, corría hacia la piedra del ombligo o hacia la llamada piedra de la Sibyla, para luego desde allí, dar respuestas crípticas a las preguntas que se le ha¬cían, y que posteriormente los sacerdotes tenían que interpretar.
En Sudamérica también había un oráculo muy importan¬te, ante el que desfilaban los peregrines de los diversos remos, llevando ofrendas y procurando respuesta a las diversas inquietudes de su pueblos, caciques y gobernadores. Este centro ceremonial, de casi dos mil años de antigüedad, se llamaba Pachacamac. Pacha era la Tierra, y camay, el creador, por tanto, era el centro cultista dedicado al “Creador de la Tierra” y al “Señor de los Temblores” y que los incas respetaron incorporándolo a su panteón de dioses. A la llegada de los conquista¬dores españoles, el lugar aun era un centro muy importante de consulta.
(°)El ombligo del mundo forma parte de otra arraigada tradición esotérica que se popularizó a ambos lados de los océanos Atlántico y Pacífico. Ade¬más del «omphalos» griego, también en la Isla de Pascua, a 4 000 Km de las costas de Chile, se llamaba a su tierra te pitokuna, “la piedra ombligo”. Para los incas de Cuzco (Perú) su ciudad era el ombligo del mundo. Mientras, en Bolivia, la antigua ciudad de Tiahuanaco tenía un sentido similar. Según explicó el padre Bernabé Cobo en 1610, Tiahuanaco procede de la palabra taypicala que significa «la piedra del centro». ¿A qué misteriosa piedra se re¬fieren todas estas tradiciones? ¿A otra “lapsit ex coelis” como la que describíamos al hablar de la esmeralda de Lucifer? ¿A una piedra extraterrestre?
Sus ruinas se encuentran a unos veinticinco kilóme¬tros al sur de la ciudad de Lima (Perú), al lado del fértil valle de Lurín y situadas estratégicamente frente al mar. Es un lugar entre cerros desérticos, donde se edifico una impresionante ciudad de pirámides de adobe, que llego a tener 50 000 habi¬tantes. Una de aquellas pirámides estaba dedicada al dios Pa¬chacamac o Ismay, y tenia forma de laberinto ascendente. En lo más alto estaba el santuario, un lugar al que no podía llegar cualquiera, y en; el que el sacerdote (que había recibido pre¬viamente las consultas de los peregrinos en la gran plaza don¬de la gente aguardaba las respuestas) entraba pasando por una puerta revestida de laminas de oro y plata, y de la que colga¬ban cantidad de conchas marinas o “mullu” (de gran valor ri¬tual y económico que eran traídas de Ecuador). Dentro del santuario había un oscuro ídolo de madera de lúcumo (de es¬tilo Tiahuanaco-Huari), que tenia apariencia humana. A el se le hacían las consultas, y otros sacerdotes detrás, amparados en la penumbra del santuario, contestaban en nombre del dios (previamente habían consumido algún tipo de planta alucinógena que les permitía conectar con otros planos y contar con la ayuda de los elementos de la naturaleza).
Algunas civilizaciones extraterrestres que vienen visitando la Tierra desde tiempos inmemoriales han buscado a personas sensibles y perceptivas, con una cierta moralidad (algunas veces llamados profetas), para hacerlos depositarios de un mensaje y de una serie de advertencias, que funcionan como profecías o revelaciones procurando orientar a la humanidad hacia un es¬tado superior. A través de esos mensajes se ha reiterado en va¬rias oportunidades que el ser humano puede cambiar el futuro negativo, y que el hecho de conocer las profecías es una suerte de advertencia para corregir los desaciertos, porque generando nuevas causas positivas se puede modificar cuanto ha sido anunciado. Y cualquier modificación -como decíamos antes-, por mínima que sea, traería consigo un futuro diferente.
Un caso que demuestra lo anteriormente mencionado se relata en la historia bíblica del profeta Jonás, quien es convo¬cado por Yavé a profetizar en Nínive. El debía hacer un llamamiento a la gente al arrepentimiento y a la conversión, por cuanto la negatividad venia creando un estado mental colecti¬vo que estaba atrayendo grandes calamidades a esa ciudad, donde residía la comunidad israelita deportada por los asirios. Al principio, Jonás no quiso aceptar dicho encargo por temor a la gente y al rey de los asirios, y huyo en un barco a Tarsis (España – cerca de la actual Cádiz) Pero en el camino hubo una gran tormenta y se lo trago una ballena muy sospechosa (probablemente, un osni, es decir, un objeto submarino no identificado. Recordemos que las naves extraterrestres tienen autonomía de movimiento tan¬to en el aire como debajo del agua). Después de tres días, en que los extraterrestres habrían procurado persuadirlo de cola¬borar, Jonás se convenció de que tenia que hacer la labor de profetizar y advertir, y genero en el rey y en la gente que lo es¬cucharon un profundo temor y una genuina conversión, y no llego a producirse nada de cuanto había sido anunciado.
Lo que ocurrió con Jonás nos recuerda que los visitantes del cosmos no deben intervenir (pueden, pero no deben) di¬rectamente en nuestro proceso; en el pasado lo hicieron (cometiendo muchos errores y arbitrariedades), pero poco a poco las cosas han cambiado, y ha llegado el tiempo en que la me¬jor ayuda es no interferir.
Recordemos que el don de profecía, como todas las facul¬tades psíquicas, es inherente al ser humano. Están dentro de no¬sotros, dormidas; no las hemos desarrollado por ignorancia o por falta de estimulo. Durante siglos, los gobernantes, políti¬cos y religiosos han satanizado las facultades psíquicas o la per¬cepción extrasensorial porque no les conviene una sociedad en la que la gente pudiese leerse el pensamiento o verse el aura (campo magnético o cuerpo bioplasmático del individuo don¬de se ve su mayor o menor avance evolutivo). Esta seria una sociedad sin mentira ni falsedad, donde no habría jueces, policías ni delincuentes; donde no se podría prometer lo que no se va a cumplir, ni señalar con el dedo a nadie cuando uno tie¬ne semejante viga dentro de sus propios ojos.
Para desarrollar la percepción extrasensorial, incluyendo el don de profecía o la premonición (advertir desgracias) o la precognición (anticiparse a cualquier suceso), lo que se requiere es saber que de hecho esto existe, creer que uno puede lle¬gar a desarrollarlo y querer poder hacerlo, asumiendo una dis¬cipline mínima que nos permita estimular su manifestación. Para esto se recomienda la práctica y disciplina de técnicas de respiración, relajación, concentración y meditación, acompa¬ñados de ejercicios específicos de proyección mental.
Estamos entrando en la muy mentada Era de Acuario, era de luz y conocimiento, paradójicamente también de confusión y de desinformación. Es una época en la que hay que revalorizar los símbolos que actúan como activadores de nuestra con-ciencia. Algunos de estos activadores son las profecías.
En la actualidad circulan un sinfín de profecías verdaderas y falsas que hablan del fin del mundo, del final de los tiempos, del cambio de ciclo planetario, de la variación del eje terrestre, de la tercera guerra mundial, de tres días de oscuridad, de la invasión de los extraterrestres, etcétera. Y en este sentido, la desinformación transita por los medios que deberían orientar y esclarecer, como son los diarios, revistas especializadas y has¬ta en Internet.
Hoy sabemos más que nunca, a través de todos los men¬sajes revelados serios y responsables, que el mundo no se va a acabar, sino que va a transformarse, y que las profecías no hablan realmente del fin del mundo, sino de un “final de los tiempos”. Pero, para que haya un fin de los tiempos, debe ha¬ber más de un tiempo. En ese sentido, los extraterrestres nos han venido hablando en los mensajes, desde hace más de un cuarto de siglo, de que nuestro mundo y la humanidad se en-contrarían en un tiempo alternativo, diferente del Real Tiem¬po del Universo con el que deberá reconectarse pronto, para lo cual nos estaríamos acercando vertiginosamente a ese momen¬to. Según los Guías, hace millones de años de los nuestros, el planeta habría sido destruido a causa de una lluvia meteórica, tras la cual se extinguió la incipiente vida que existía. Y como ellos tienen la tecnología necesaria para moverse a través del tiempo y del espacio, viajaron con autorización de la Gran Hermandad Blanca del Universo por pliegues cósmicos o túneles interdimensionales hasta aquí; llegaron antes de que se produjera la catástrofe, y la impidieron creando con esto un tiempo alternativo, una paradoja espaciotemporal. Se dieron entonces las condiciones idóneas para establecer aquí un labo¬ratorio de experimentación que les permitiera sembrar la vida y programar el surgimiento de vida inteligente, para que más adelante apareciera aquí una civilización bajo patrones de con¬ducta diferentes a los suyos, o con variaciones significativas, capaz de lograr niveles de evolución superiores, que les sirvie¬sen a los Hermanos Mayores de inspiración para confrontar¬los con el suyo propio, que estaría afectado de una suerte de estancamiento evolutivo. Esto explicaría por que muchas veces las naves se materializan y se desmaterializan viniendo de otro espacio-tiempo.
Existen profecías y espíritus de profecía que nos hablan de todo esto. En las citas que he mencionado al inicio del capitulo, se habla de como el futuro esta escrito: .”. y lo que ha de ser, fue ya...” (Eclesiastés 3, 15). Como que las cosas ya ocurrieron y se están volviendo a dar, como una segunda oportunidad; es mas, hasta se pide que se consulte: “preguntadme sobre las co¬sas por venir...” (Isaías 45, 11). Pero la profecía estaba reserva¬da para los profetas y sacerdotes ungidos para ello; cualquiera podría recibir o canalizar, pero no todos están preparados para hacerlo bien, con responsabilidad, una adecuada moralidad y ética, y sobre todo saber interpretar.
Y he hablado a los profetas y aumente la profecía, y por medio de los profetas use parábolas (Os. 12, 10).
Vengo ahora para darte a conocer lo que sucederá a lo pueblo en los tiempos venideros, pues a estos tiempos se refie¬re la visión (Dan. 10, 14).
Y Él dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vo¬sotros profeta de Dios, le apareceré en visión, en sueños ha¬blare con el (Num. 12, 16).
El profeta o la profeta no es cualquier persona, sino al¬guien que ha sido investido de una condici6n especial por la vida o la naturaleza y ha recibido la autorización o el aval de una entidad superior, que ha hallado en el candidato los va¬lores morales, el equilibrio, la sensibilidad, la sabiduría, la vocación de servicio y un nivel de consecuencia necesarios como para ser canal de revelaciones. El que ejerce el espíritu de profecía es alguien autorizado desde lo Alto a través de una experiencia insólita, e investido de una espiritualidad su¬perior:
Que nadie de vosotros ofrezca en sacrificio a su hijo haciéndolo pasar por el fuego, ni practique la adivinación, ni pre¬tenda predecir el futuro, ni se dedique a la hechicería, ni a los encantamientos, ni consulte a los adivinos [ ...]
Esas naciones, cuyo territorio vais a poseer, hacen caso a los que pretenden predecir el futuro y a los adivinos, pero a vosotros el Señor vuestro Dios no os permite semejante cosa (Deuteronomio 18, 10-14).
El profeta debe ser alguien que sabe bien lo que hace y co¬noce la procedencia de su revelación. No hace las cosas por¬que si, ni basándose en la superstición. Su poder esta al servicio del pueblo y no de oscuros intereses, y no busca solucionar los problemas individuales de las personas que le podrían redituar convenientemente, sino que actúa como una “Quinta Co¬lumna”, cuidando las espaldas del pueblo de Dios.
Cuando un profeta lo hable en nombre de Dios, si lo que dijo no se cumple, no se realiza, es cosa que no ha dicho Dios... (Dt 18, 22).
... yo, Daniel, estaba estudiando en los libros el número de los setenta años que habla de cumplirse sobre las ruinas de Je¬rusalén, con forme al número de años que dijo Yahvé a Jeremías, profeta. Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y plegaria, en ayuno, saco y ceniza... (Dan. 9, 2-4).
Por aquellos días, yo, Daniel, estuve de duelo tres sema¬nas. No comí manjar delicado ni entro carne ni vino en mi boca, ni me ungí, hasta que no pasaron las tres semanas. El día veinticuatro del primer mes me hallaba a las orillas del gran río Tigris. Alce los ojos y mire, viendo a un varón vestido de lino y con un cinturón de oro puro (Dan. 10, 2-5).
Y ahora voy a darte a saber la verdad: Habrá todavía tres reyes en Persia, y el cuarto acumulará más riquezas que los otros; cuando por sus riquezas sea poderoso, se levantará contra el reino de Grecia. Pero se alzará un rey valeroso que do¬minará con gran poder y hará cuanto quiera. Y cuando este en la altura, se romperá su reino y será dividido hacia los cuatro vientos; no será de sus descendientes ni ya tan poderoso como fue...» (Dan. 11, 2-4).
Decíamos que el profeta es a1guien sabio y prudente, que sigue la trayectoria dejada por los profetas anteriores, estudiándolos, profundizando en sus enseñanzas y profecías, y su visión o videncia es activada por su amor y voluntad de servi¬cio, así como por la asistencia de una fuerza superior que sue¬le manifestársele de forma contundente en visión o en un con¬tacto directo.
El profeta sabe que su profecía puede verificarse y por eso siempre que las circunstancias lo permitan, suele dar datos que se puedan comprobar, como en la profecía de Daniel que hace referencia al número de los reyes y su sucesión. Como la visión se produce en tiempos del rey Ciro, el cuarto rey seria Artajerjes I, que para someter la sublevación egipcia sostuvo contra ellos una larga y costosa guerra. El rey fuerte de Grecia seria Alejandro Magno, que a su muerte no dejo descendencia y sus generales se repartieron su reino y lo desmembraron en cuatro reinos: Macedonia, Siria, Egipto y Asia Menor. La historia nos enseña que la profecía se cumplió al pie de la letra.
ISRAEL Y EL RELOJ PROFÉTICO
Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo San¬to, todas estas cosas serán cumplidas (Dan. 12, 7).
En la historia occidental, Israel es el foco hacia donde conver¬gen las profecías de los libros sagrados, como lo habrían sido en su tiempo y en su ubicación geográfica, así como en su área de influencia el pueblo azteca, maya o inca si se hubieran con-servado la mayoría de los códices o documentos propios de aquellas civilizaciones. Recordemos que los incas tenían una suerte de escritura jeroglífica videográfica también llamada «Tocapu», conformada por pequeños rectangulitos con figu¬ras geométricas que se encuentran en todas sus expresiones artísticas, desde su cerámica hasta sus vasos de madera (Q'eros), en su ropa y telas. Pero la capacidad y el conocimiento de su interpretación se ha perdido o ha sido ocultado.
En cuanto a Israel, la profecía del profeta Daniel advierte que cuando el pueblo de Jacob volviese a tener un duelo don¬de establecer su nación y concentrara su poder, se cumplirían todas las profecías o empezarían a cumplirse. Veamos todo lo que ha venido ocurriendo en el mundo, a partir de 1947 y 1948, cuando Israel vuelve a tener su propio territorio y logra la independencia: el hallazgo de los rollos del mar Muerto, el inicio de la era moderna de los ovnis, etcétera.
Muchos son los libros sagrados en el mundo, valiosos, re¬veladores e inspiradores; pero pocos reúnen tanta cantidad de profecías y de testimonios del cumplimiento de las mismas como en el caso de la Biblia, por eso, vamos a dedicarle una especial atención en el tema de las profecías.
Israel, para varias de las más importantes religiones del mundo, es el centro de la aguja del reloj profético. Como decíamos, en 1948, se creo el estado de Israel con asiento en la tierra de Canaán o Palestina, lugar que había sido prometido y profetizado que quedaría en manos de la descendencia de Abraham (los árabes también, son hijos de Abraham). Una na¬ción (Israel), que desde sus orígenes fue desmembrada y dis¬persada por el mundo, ahora había sido restaurada a sus tie¬rras ancestrales, con las consecuencias que eso supone para el cumplimiento de otras profecías, porque era como una presa que ahora abría sus compuertas, y con ello generaba una reac¬ción en cadena en el mundo. Como decíamos, veamos todo lo que ha venido ocurriendo en el mundo desde mediados de los cuarenta en adelante.
Personajes como Enoc, Abraham, Isaac, Jacob, José, Sa¬muel, Elías, Isaías, Jeremías, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Jonás, Miqueas, Malaquías, Juan el Evangelista, etcétera, han sido profetas o protagonistas director de profecías. Todas estas profecías conducían al cumplimiento de un proceso que debía iluminar al mundo y guiarlo hacia el conocimiento de la Divinidad y del Plan de Dios para con el ser humano, que con¬siste en que aprendamos a ser libres en el poder del amor, a ser capaces de optar en plenitud de conciencia voluntariamente por el servicio y la entrega como medio perfecto para lograr la felicidad; una historia sagrada que venia a desembocar en la perso¬na y la misión del Maestro de Nazaret, el Mesías esperado pero no comprendido, el Ungido de Dios que nos recordaría a todos cual es nuestro destino y la expectativa que sobre nosotros pesa. Lamentablemente, el desconocimiento de las profecías, o el re¬cuerdo parcial de las mismas, o la falta de una capacidad de in¬terpretación, o quizá la conveniente manipulación de estas llevo a que no se supiese entender la actuación y el mensaje de Jesús.
Yo soy el vidente -respondió Samuel-. Sube delante de mí al santuario, y come hoy conmigo allí. Mañana temprano lo contestare todo lo que me quieras preguntar.. (I Samuel 9, 19).
El profeta Elías, que era de Tisbe, de la región de Galaad, dijo a Acab: “! Juro por el Señor, Dios de Israel, a quien sirvo, que en estos años no lloverá, ni caerá rocío hasta que yo lo diga! (I Reyes 17, 1).
El tiempo pasó. Tres años después, el Señor se dirigió a Elías y le dijo: “ Ve y preséntate ante Acab, pues voy a mandar lluvia sobre la Tierra” (I Reyes 18, 1).
Interpretación:
El vidente o profeta se encuentra revestido de un poder y autoridad que emana de su conexión con lo trascendente, que es la que le da la fortaleza y la sensibilidad para cumplir su ministerio. Su intención no es castigar ni hacer sufrir, sino sim-plemente educar y orientar los esfuerzos del ser humano hacia lo bueno y correcto, que es siempre lo mejor para todos.
La predicción de Elías, allá por el año 870 a.C. estaba en re¬lación con el avance del culto a Baal. La sequía, como una mal¬dición divina, se produjo tal cual, y al cabo de tres años terminó con otra profecía y junto con el culto de los sacerdotes fenicios. Aquí nos encontramos por una parte con el culto con sa¬crificios humanos (Baal), basado en la muerte y en la depen¬dencia de los dioses, frente a la enseñanza de un nuevo culto basado en la vida, la abundancia y el sacrificio interior que es el que prospera por ser el dueño del verdadero poder, el poder de la vida.
Haré de esta ciudad un ejemplo de maldición para todas las naciones de la Tierra.
[...] El Señor fue quien me envió a hablar en su nombre, y a decir contra este templo y esta ciudad todo lo que habéis oído. Mejorad vuestra conducta y acciones, obedeced al Señor vuestro Dios, y el no os enviará las calamidades que ha anun¬ciado (Jeremías 26, 6-13).
Interpretación:
Durante el reinado gel rey Joaquín (año 609 a.C.), hijo de Josías en Judá, Jeremías el profeta recibió un mensaje de Dios que transmitió desde el templo mismo en Jerusalén, en el cual advertía la destrucción del templo y del reino si la gente no se arrepentía sinceramente de sus actitudes. La profecía se cum¬plió cuando, cuarenta años más tarde, los babilonios arrasa¬ron Jerusalén.
El propósito de las profecías es advertir para corregir, pero los cambios no deben producirse por temor, sino por madurez, que es lo mismo que decir una sincera voluntad de cambio ba¬sada en la toma de conciencia de los errores cometidos.
En el pasado se creía equivocadamente que Dios castigaba las malas acciones, como lo hace un padre recto que procura aleccionar a sus hijos, pero hoy sabemos que son las leyes o principios universales que se cumplen como consecuen¬cia de nuestras acciones equivocadas. La ley de causa y efecto nos enseña que uno cosecha lo que siembra. Si nuestra actitud es negativa, las consecuencias serán a la larga igualmente nega¬tivas. Pero podríamos preguntarnos: que ocurre en el caso de las personas y los pueblos que no han hecho nada que justifi¬que catástrofes naturales como un castigo o como una ley de consecuencia? Sin que tratemos de buscar una explicaci6n sen¬cilla y falta de profundidad, recordemos que otra de las leyes universales es el principio de polaridad; otro, el del ritmo, y también está el de generación, que nos enseñan que la vida es también aprendizaje, la mayor parte de la veces por dolor, y que no siempre nos va a ir bien o mal en la vida, sino que las cosas suelen ir alternándose, para darle a todo su junto valor.
Pues bien, Adonay mismo os dará una señal: he aquí que la doncella concebirá y parirá un hijo, a quien denominará con el nombre Emmanuel (Isaías 7, 14).
El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz; una luz ha resplandecido sobre los que habitaban en país te¬nebroso. Has acrecentado el júbilo, has aumentado la alegría; alégrense por ti como con la alegría del tiempo de la siega... (Isaías 9, 1-2).
Y brotará un retoño del tronco de José y retoñará de sus raíces un vástago, sobre el que reposara el espíritu de Yahvé, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de entendimiento y de temor de Dios... [sic] No juzgará por la vista de ojos ni argüirá por oídas de oídos, sino que juzgará en justicia al pobre, y en equidad a los hu¬mildes de la Tierra. Y herirá al tirano con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío. La justicia será el cinturón de sus lomos... (Isaías 11, 1-5).
Suscitare para ellas un pastor único, que las apacentará (Ez 34, 23).
Seguía yo mirando en la visión nocturna, y vi venir sobre las nubes del cielo a uno como hijo de hombre, que se llego al anciano de muchos días y fue presentado ante este. Y se le dio el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos, nacio¬nes y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno, que no acabará, y su imperio, imperio que nunca desaparece¬rá (Dan 7, 13-14).
Pero tú, Belén Efratah, aunque pequeña para figurar entre los pueblos de Judá, de ti saldrá El Salvador de Israel, cuyos orígenes vienen de antaño, desde los días antiguos. Por eso los entregará hasta el momento en que de a luz la que a luz ha de dar; entonces el resto de sus hermanos regresará a los hijos de Israel con la majestad del nombre de Yavé, su Dios, y ellas se asentarán, porque entonces el será grande hasta los confines de la Tierra. Y será la Paz... (Miqueas S, 1-4).
Voz de uno que grita en el desierto: ¡Preparad el camino del Señor, rectificad sus sendas! (Isaías 40, 3).
He aquí a mi siervo, a quien elegí; mi amado, en quien se agrado mi alma; sobre él pondré mi espíritu, y anunciara jus¬ticia a las naciones. No porfiará, ni gritara, ni oirá nadie su voz en las plazas; no romperá la caña cascada ni apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y en su nombre esperaran las naciones (Isaías 42, 1-4).
Decid a la hija de Sión: mira, tu rey viene a ti, manso, y montado en una borrica y en un pollino, cría de jumento (Isaías 62, 11).
He aquí que voy a enviar a mi mensajero, que preparara el camino delante de mi, y luego en seguida vendrá a su templo el Señor a quien buscáis, y el Ángel de la alianza que deseáis. He aquí que llega... (Mal 3, 1).
Interpretación:
Estas son algunas de las muchas profecías que concuerdan con el anuncio anticipado de lo que seria después la vida de Je¬sús. Quien haya leído o conozca los Evangelios podrá verificar el asombroso caso de coincidencia o de cumplimiento de las mismas, lo cual lleva a señalar que Jesús era el Cristo, el Me¬sías aguardado y que cumplió con dar su mensaje con su visa, su muerte y posterior resurrección; un mensaje de amor lleva¬do hasta las ultimas consecuencias y que nos enseño que el amor en el perdón es la única fuerza capaz de superarlo todo, incluso la muerte.
LOS ROLLOS DE QUMRÁN
Esto será para vosotros la señal de lo que sucederá: cuan¬do la prole de la perversidad sea encerrada, la maldad desapa¬recerá ante la rectitud, como las tinieblas ante la luz. Y como el humo se desvanece y ya no existe más, así la maldad se des-vanecerá para siempre y la rectitud se mostrará como el sol, ordenador del mundo. Todos los que retienen los misterios de la rebeldía dejarán de existir, el mundo se henchirá de conoci¬miento y jamás habrá ya en el insensatez (Qúmram, Libro de los Misterios IQ27, 6-8).
Interpretación:
En muchos libros y enseñanzas, entre los que se incluyen los libros apócrifos de la Biblia, se hace referencia a la caída de los Ángeles a la Tierra (extraterrestres deportados por mal comportamiento), y la acción nefasta de estas entidades apo-derándose del mundo, manipulándolo a través de gente débil de carácter y voluntad, encendiendo en ellos sus carismas y co¬locándolos en la política, la economía, los mandos militares, la moda y hasta la música, para llevar al mundo al caos y a la destrucción (los Iluminati o Gobierno Interno Negativo Plane¬tario).
Gran parte de la acción nefasta se habría conseguido con la destrucción sistemática de los grandes archivos del conoci¬miento humano, de tal manera que la humanidad ha sido sumida en la ignorancia y en la superstición. El final de dicha ig¬norancia, y la liberación de información contundente harán que todo cambie, descubriendo el ser humano todas sus po¬tencialidades, que lo protegerán, porque como ya hemos dicho anteriormente: “La única ventaja que poseen las fuerzas nega¬tivas o satánicas frente a la humanidad es que, mientras que ellas conocen sus limitaciones, nosotros ni siquiera conocemos nuestras posibilidades”
EL APOCALIPSIS DE JUAN
Juan el Evangelista, hermano de Santiago y el menor de los doce apóstoles de Cristo, hacia el ano 94 d.C., se encontra¬ba deportado por el emperador romano Diomiciano en la isla de Patmos, en lo que hoy es la costa turca. Allí tuvo una visión con revelaciones proféticas que hoy por hoy siguen po¬niendo los pelos de punta a más de uno. Lo interesante aquí es el desorden de las profecías, por cuanto hay cosas que apa¬rentemente ya han ocurrido (y hace mucho, como la caída de los Ángeles), y que se mencionan como si fueran a ocurrir dentro de poco o ya estuviesen pasando, y otras que aun no se han dado, pero que se reseñan como si ya hubiesen sido o estuviesen dándose ya. Esto se debería a la existencia de dos tiempos, uno en el que las cosas ya han ocurrido (ciertas cosas) y otro en el que los sucesos estarían ocurriendo o a punto de ocurrir. Hay quienes han argumentado que el len¬guaje simbólico de Juan se debe a la necesidad de que las pro¬fecías lograran sobrevivir a los siglos, y solo llegaran a ser entendidas por aquellos llenos de discernimiento (Espíritu Santo).
Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bes¬tia que tenia siete cabezas y diez cuernos... (Apocalipsis 13, 1).
Esto para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas (...] son siete reyes... (Apocalipsis 17, 9-10).
La bestia que era y no es, es también el octavo; y es de en¬tre los siete, y va a la perdición (Apocalipsis 17, 11).
Interpretación:
En la actualidad vivimos en un mundo inhumano en don¬de el capitalismo, la globalización y la economía de mercado en vez de ser la panacea que solucione los problemas del mundo, y nos de un mundo sin hambre, pobreza, analfabetismo, ignorancia y miseria, han terminado por convertirse en mons¬truos que han ahondado las diferencias entre las personas, y han sumido a una gran parte del planeta en la miseria, la de¬sesperanza y la ignorancia más extrema. Nuestro mundo se está muriendo, por acción de los intereses creados de las gran¬des corporaciones, sin que se vean acciones definitivas en el campo de la ecología y el medio ambiente para evitarlo.
¿Será acaso que todo esto, producto del egoísmo huma¬no carente de valores y de Dios, es parte de los monstruos que profetizo Juan en sus visiones? Veamos a continuación la siguiente noticia y comparémosla con las citas del Apo¬calipsis.
AFP/Denver, 22 de junio de 1997
Los presidentes de Rusia, Boris Yeltsin, y de Estados Uni¬dos, Bill Clinton, se estrechan las manos después de que el pri¬mer país fue aceptado por el grupo de los siete (G-7), que pasa ahora a denominarse Grupo de los Ocho o G-8. Los demás países que forman el grupo son: Alemania, Japón, Francia, Canadá, Italia, Inglaterra y Estados Unidos.
Interpretación:
Hoy el gobierno visible mundial está controlado por los siete países más poderosos de la Tierra, y recientemente han invitado a Rusia a acompañarlos, de modo que ahora son los siete más Rusia.
¿Será acaso que la “bestia que era y que no es” hace refe¬rencia a Rusia? ¿Podría esto explicar la situación actual de ese país?
Curiosamente fue también en Denver donde, en una es¬cuela publica, unos adolescentes asesinaron en una terrible or¬gía de sangre a sus profesores y compañeros, y terminaron muertos ellos también. Estos asesinatos se han venido repi¬tiendo y multiplicando en las escuelas publicas norteamerica¬nas, por lo que, al parecer existe una conexión satánica por In¬ternet.
... Ha caído, ha caído la gran Babilonia [ ...].
Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación, y los reyes de la Tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la Tierra se han enriquecido de la poten¬cia de sus deleites.
[ ...] Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble se¬gún sus obras; en el cáliz en que ella preparo bebida, prepa¬radle a ella el doble.
Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tan¬to dadle de tormento y llanto, porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego [...].
Y los reyes de la Tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, lloraran y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio! Y los mercaderes de la Tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercancías [ ...].
Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas. Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se pararon lejos; y viendo el humo de su incendio, dieron voces diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad?
Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, lloran¬do y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas; pues en una hora ha sido desolada! (Apo¬calipsis 18, 2-19).
Interpretación:
Sabemos que es mucho más fácil interpretar profecías a la luz de acontecimientos que ya se han dado que sobre sucesos que aun tienen que ocurrir, por cuanto siempre existe la posibilidad de que entren en escena situaciones impensadas o inimaginadas que podrían hacer girar sorpresivamente el pano¬rama mundial.
El 11 de setiembre de 2001, Nueva York, la ciudad más cosmopolita del mundo, ubicada en la isla de Manhattan, una versión moderna de la Babel (“donde Elohim confundió las lenguas”) o de la Babilonia bíblica (“donde había profusión de lenguas diversa”) que encontraron los judíos cuando fueron deportados por Nabucodonosor, rey de los babilonios allá por el año 580 a.C., sufrió el ataque terrorista más grave y violen¬to de la historia, que colapsó a toda la nación norteamericana y conmociono al mundo entero, al tiempo que producía el des-calabro de todas las Bolsas internacionales. Cuatro aviones comerciales de compañías estadounidenses que hacían rutas domesticas fueron secuestrados previamente por terroristas y utilizados como mísiles, aprovechando que estaban cargados de combustible, contra objetivos muy importantes y a la vez simbólicos (emblemáticos) del poder de Estados Unidos. Uno de estos aparatos no llegó a su destino, ya que cayó a tierra en el estado de Pennsylvania. El avión se incendio y con el mu¬rieron todos los tripulantes, pasajeros y terroristas que iban a bordo. Dos de los aviones impactaron contra las torres geme¬las de Nueva York, y las destruyeron por completo, y un ter¬cer avión se estrelló en Washington, contra el edificio del Pentágono, sede de alto mando de las fuerzas armadas, y provocó el incendio de una parte significativa de sus instalaciones.
La nación entera quedó paralizada por el caos y el pánico, lo cual afectó a las comunicaciones y a todos los servicios, so¬bre todo en La “Gran Ciudad” o “Gran Manzana”. Se calcula que unas seis mil personas de unas sesenta y tres naciones distintas murieron en el ataque. Sólo en las torres gemelas, símbolo del poderío económico de Estados Unidos y centro neurálgico de la globalización (que esta sumiendo a tantas na¬ciones en la pobreza más extrema), trabajaban cuarenta mil personas. Estas torres tenían 110 pisos cada una y 417 metros de altura. Después de incendiarse como consecuencia de los impactos, se desplomaron como un castillo de naipes.
La terrible pesadilla se inició a las 8.45 horas, cuando la torre norte recibió el primer impacto de un avión Boeing 767 de American Airlines. El edificio se incendio y una gran parte de los ocupantes del edificio, todos los pasajeros del avión y los enajenados secuestradores murieron como consecuencia de ello. Posteriormente se comprobó que los secuestradores eran co¬mandos suicidas, fanáticos religiosos, seguidores de un líder des¬quiciado que hacia solo unas semanas había prometido desde Oriente una guerra a muerte contra Occidente, representado por Estados Unidos.
Tan solo dieciocho minutos después del primer desastre (¡qué curioso que esto coincida con el capitulo 18 del Libro del Apocalipsis!), se produjo otro cuando un avión similar, aun que este de la compañía United Airlines, se estrello contra la otra torre, y en los incendios producidos multitud de gente quedo atrapada en los pisos altos. En una hora, la torre sur se desplomo en medio de una espesa nube de humo, polvo y es¬combros que oscureció el cielo como si fuera de noche. Al poco rato se desplomo la otra torre, lo cual hizo desplomarse también otros edificios cercanos como si fuesen fichas de do¬mino. Como consecuencia de esto, murieron otras muchas personas que estaban trabajando en las tareas de rescate.
Estados Unidos había llegado a concentrar el poder económico, político, social y cultural del mundo, actuando como un imperio que se había hecho con innumerables enemigos y con otros muchos amigos por conveniencia o temor. Y Nueva York era la capital de todo ello, el corazón y el centro de todo ese poder que demostró ser fácilmente vulnerable.
Se puede relacionar lo sucedido con la profecía del Apo¬calipsis que señala “La Caída de Babilonia”, primero porque se dice de ella: “La Gran Ciudad”, que es una versión moderna de dicha ciudad, y porque allí se encuentran los contrastes mas dispares, desde lo más refinado de la cultura hasta lo más bajo y perverso de la decadencia. Esta urbe concentra una gran población judía (quizás mas que ninguna otra en el mundo, a excepción de las ciudades de Israel), llegada a ella como inmi-grantes, huyendo de la persecución de la que fueron victimas repetidamente. Esta es la ciudad en la que más idiomas se ha¬bla, y la que posee una mayor población multiétnica, que se ha ido concentrando en ese lugar en busca de oportunidades que se les han negado en sus países de origen, donde políticos y go¬biernos corruptos son reemplazados o colocados en función de los intereses del mismo poder central que los expolia. Lamentablemente, Estados Unidos, una nación llamada a luchar por un orden justo e igualdad de oportunidades, ha promovido durante muchísimos años el terrorismo y la ines¬tabilidad política a su conveniencia, y ahora esta cosechando el producto de su actitud equivoca. Y las circunstancias se presentan óptimas como para que reaccione y deje de cose¬char enemigos, cambiando de actitud, demostrando madu¬rez y dando ejemplo de equidad en la búsqueda de la justicia y la Paz.
Resulta evidente, para quien quiera verlo, que en la profe¬cía del Apocalipsis se habla de una gran ciudad “donde los mercaderes de la Tierra (de todo el planeta) se han enriquecido de la potencia de sus deleites” es decir, que es el paraíso de las transacciones comerciales, que se creía invulnerable y que no conocería el duelo: “Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto”. Esto coincide con lo recientemente ocurrido cuando se menciona el dolor, la incredulidad y la conmoción producida por los acontecimientos de cuantos lo presenciaron en el lugar y a nivel mundial. En las Escrituras se hablaba de un terrible incendio devastador y de una nube de polvo que se extendía sobre todo, cubriéndolo y alzándose hasta el cielo: «cuando vean el humo de su incendio». También se menciona la brevedad de lo ocurrido, cuando se precisa que la duración de los acontecimientos iba a ser más o menos de una hora “en una hora vino su juicio”; “porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas”; “en una hora ha sido desolada” A continuación se detalla la interrupción de los movimientos bursátiles: « hacen lamentación sobre ella, por¬que ninguno compra mas sus mercaderías». Asimismo, se aclara que la ciudad está sobre el mar (Manhattan es una isla): « Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y to¬dos los que trabajan en el mar, se pararon a lo lejos, y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta gran ciudad? “Aquí vemos que se hace re¬ferencia a los marinos que recorren el mundo entero y cono¬cen las ciudades más importantes, por lo que se declara que no hay otra ciudad sobre el mar que tenga comparación con esta. Además, se advierte del polvo que cubría a la gente cuando dice: « Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces llorando y lamentando”. Otro detalle importante que podría aplicarse en la interpretación de la profecía para el caso con¬creto de Nueva York es que los hechos ocurrieron mientras los canales de televisión lo estaban retransmitiendo en directo. Las televisiones se encontraban cubriendo las imágenes del primer impacto cuando se produjo el segundo, por lo que el mundo entero pudo contemplar el desastre en el mismo momento en que sucedía. El hecho de que fuese contemplado por todos también estaba previsto, pues en la profecía se dice que todos los reyes de la Tierra lo verían, y ¿cómo podría ser esto posi¬ble sin el recurso moderno de la televisión, que traslada al te¬levidente al escenario de los sucesos?
Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abis¬mo, y una gran cadena en la mano.
Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ato por mil años, y lo arrojó al abismo, y lo en¬cerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años. Y después de esto debe ser desatado por poco tiempo (Apocalipsis 20, 1-3).
Interpretación:
El Apocalipsis nos invita a creer en el triunfo final de la luz. No estamos solos, nunca lo hemos estado ni lo estaremos. Los Hermanos del Cosmos se han replegado en la actualidad, esperando que la humanidad encuentre en sí misma el cami¬no hacia la trascendencia. La ayuda que nos pueden brindar en este momento es el apoyo indirecto para que nosotros, estimulando y trabajando nuestra intuición, unamos los esta¬bones de la cadena, y accedamos definitivamente al conoci¬miento del Plan Cósmico (véanse mis obras El Libro de los Guardianes y Vigilantes de Mundos), la verdadera historia de la humanidad, donde nos descubriremos como el resultado de un experimento genético extraterrestre, de más de una hi¬bridación y mestizaje, de supervivientes de colonias espaciales, naufragios estelares y hasta deportaciones de alienígenas a nuestro mundo.
Este apoyo indirecto consiste en mantener el planeta en una cuarentena espacial para que cualquiera no pueda llegar hasta aquí, y menos aun con malas intenciones. También es parte del apoyo el hecho de motivarnos a conectar con los lu¬gares y con quienes tienen el conocimiento oculto (la Her¬mandad Blanca de los Retiros Interiores), para lo cual se han venido multiplicando los viajes hacia lugares remotos y solita¬rios donde, si llevamos con nosotros la llave correcta (conoci¬miento e intuición o sensibilidad), podremos abrir las puertas hacia el tesoro de la información, que nos dará el poder y la fuerza para ayudar a inclinar la balanza hacia la luz.
La humanidad recibirá mucha información dentro de muy poco tiempo, y será tanta, que mucha gente no estará prepa¬rada ni querrá ver, por cuanto su edad evolutiva no posee la madurez adecuada ni le permite percibir más allá.
Dentro de poco accederemos a un conocimiento que du¬rante mucho tiempo se nos mantuvo oculto. Y como la única ventaja que tienen las fuerzas de la oscuridad sobre nosotros es “que mientras que ellas conocen sus limitaciones, nosotros ni siquiera conocemos nuestras posibilidades”, la balanza se inclinará al expandirse las conciencias de muchos. Y no se ne¬cesita que cambien muchos para que cambie el planeta. Se ne¬cesita constancia y perseverancia en aquellos dispuestos a cambiar e inspirar cambio en los demás. El conocimiento de todo esto hará que las fuerzas satánicas o negativas queden sometidas a la humanidad por mil años, al cabo de los cuales, y con la ayuda de algunos disidentes espaciales extraterres¬tres, querrán liberarse aquellos que están atrapados, y enton¬ces se podrá llegar a producir la llamada batalla final. Pero como para pelear se necesitan dos, si la humanidad trabaja el amor en el perdón y en el conocimiento, probablemente no¬sotros sellemos con nuestra actitud la trascendencia y el cum¬plimiento del Plan Cósmico, y se produzca una redención in¬cluso entre quienes actuaron negativamente en las más altas esferas. Esperemos estar a la altura de las circunstancias y las expectativas.
MISION RAHMA NEW YORK.