sábado, 21 de enero de 2012

JESUS EL CRISTO

JESUS ES TENTADO EN EL DESIERTO
(Lc.4,1 Mc.1,12)
Luego el Espíritu Santo condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo. Y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
Entonces, se le acercó el tentador y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, ordena que esas piedras se conviertan en pan”. Pero Jesús respondió: “Dice la Escritura que el hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”
Después de esto, el diablo lo llevó a la Ciudad Santa, y lo puso en la parte más alta del Templo, y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí para abajo. Puesto que la Escritura dice: “Dios ordenará a sus ángeles que te lleven en sus manos para que tus pies no tropiecen en piedra alguna”. Jesús replicó: “Dice también la Escritura: No tentarás al Señor tu Dios”.
En seguida lo llevó el diablo a un cerro muy alto, le mostró todas las naciones del mundo con todas sus riquezas y le dijo: “Te daré todo esto si te hincas delante de mí y me adoras” Entonces Jesús le respondió “Aléjate de mí, Satanás, porque dice la Escritura: Adorarás al Señor tu Dios, a él solo servirás”.
Entonces lo dejó el diablo y acercándose los ángeles se pusieron a servir a Jesús.
Oyó Jesús que habían encarcelado a Juan, por lo que se alejó, volviendo a Galilea. Allí, dejando la ciudad de Nazaret, fue a vivir a Cafarnaún, cerca del lago, en los límites de Zabulón y Neftalí.
Así se cumplió lo que dijo el Profeta Isaías:
“Oigan, territorios de Zabulón y Neftalí y los de las orillas del Mar y de más allá del Jordán: escúchame, Galilea, tierra de Paganos.
El pueblo postrado en tinieblas acaba de ver una luz grande: sobre los habitantes de la mortal oscuridad la luz amaneció”.
Entonces fue cuando Jesús empezó a predicar. Y les decía: “Cambien su vida y su corazón, porque el Reino de los Cielos se ha acercado”
Caminaba Jesús a orillas del lago de Galilea y vio a dos hermanos: Simón, llamado después Pedro, y Andrés, que echaban las redes al agua porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”.
Los dos dejaron inmediatamente las redes y empezaron a seguirlo.
Más allá vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, que con Zebedeo, su padre, estaban en su barca, zurciendo las redes. Jesús los llamó, y ellos también dejaron la barca y al padre y empezaron a seguirlo.
Jesús recorría toda la Galilea enseñando en las sinagogas. Predicaba la Buena Nueva del Reino y sanaba todas las dolencias y enfermedades de la gente. Por eso se extendió su fama a toda Siria.
Le traían todos los enfermos, los aquejados por males y dolencias diversas, los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y a todos los sanaba. Lo seguía un gentío inmenso de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán.
LAS BIENAVENTURANZAS
(Lc.6)
Jesús, al ver a toda esa muchedumbre, subió al monte, allí se sentó y sus discípulos se le acercaron. Comenzó a hablar, y les enseñaba así:
Felices los que tienen espíritu de pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra de herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.
Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Dichosos ustedes cuando por causa mía los maldigan, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo.
Pues bien saben que así trataron a los profetas que hubo antes que ustedes.
SAL Y LUZ DE LA TIERRA
(Mc 4,21; Lc 14,34;8,16;11,33)
Ustedes son la sal de la tierra. Y si la sal se vuelve desabrida, ¿con qué se le puede devolver el sabor? Ya no sirve para nada sino para echarla a la basura o para que la pise la gente.
Ustedes son la luz para el mundo. No se puede esconder una ciudad edificada sobre un cerro. No se enciende una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Así, pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al padre de ustedes que está en los Cielos.
UNA LEY MÁS PERFECTA
No crean que yo vine a suprimir la Ley o los Profetas: No vine a suprimirla, sino para darle su forma definitiva. Les aseguro que primero cambiarán el cielo y la tierra antes que una coma de la Ley: todo se cumplirá. Por tanto, el que deje de cumplir uno de los mandamientos de la Ley, por insignificante que parezca, y enseñe a los hombres a desobedecerlo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; al contrario, el que los cumpla y los enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
Y les digo que si su vida no es más perfecta que la de los maestros de la Ley y de los fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han escuchado que se dijo a sus antepasados: “No matarás, y el que mate deberá responder ante la justicia”.
Yo les digo más: cualquiera que se enoje contra su hermano comete un delito, y el que lo trate de tonto merecería responder ante el tribunal supremo, y el que lo trate de renegado de la fe es digno del infierno. Por eso, cuando presentes una ofrenda al altar, si recuerdas allí que tu hermano tiene alguna queja en contra tuya, deja ahí tu ofrenda ante el altar, anda primero a hacer las paces con tu hermano y entonces vuelve a presentarla. Llega a un acuerdo con tu enemigo mientras van de camino, no sea que tu enemigo te entregue al juez y el juez al carcelero y te echen al calabozo. Te aseguro que no saldrás de ahí sino cuando hayas pagado hasta el último centavo.
Se dijo a los antepasados: “No cometerás adulterio.”Ahora yo les digo que quien mira con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio en su interior. Por eso, si tu ojo derecho es ocasión de pecado para ti, sácatelo y tíralo lejos; porque es más provechoso para ti perder una parte de tu cuerpo y que no seas arrojado entero al infierno. Y si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela; porque es mejor perder una parte de tu cuerpo y no que vayas entero a parar al infierno.
Se dijo también: “El que despida a su mujer le dará un certificado de divorcio”.
Pero yo les digo que el que despide a su mujer¬ -fuera del caso de infidelidad- la empuja al adulterio. Y también el que se case con esa mujer divorciada comete adulterio.
NO JURAR
Ustedes aprendieron también lo dicho a sus antepasados: “No jurarás en falso, sino que cumplirás lo que has prometido al Señor”. Ahora yo digo: No juren nunca: ni por el cielo, porque es el trono de Dios. Ni por la tierra, que es la tarima de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad de el Gran Rey; ni por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos. Digan sí cuando es sí, y no cuando es no, porque lo que se añade lo dista el demonio.
AMAR A TODOS LOS HOMBRES
(Lc 6,29)
Ustedes saben que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. En cambio, yo les digo: No resistan a los malvados. Preséntale la mejilla izquierda al que te abofetea la derecha, y al que te arma pleito por la ropa, entrégale también el manto. Si alguien te obliga a llevarle la carga, llévasela el doble más lejos. Dale al que te pida algo y no le vuelvas la espalda al que te solicite algo prestado.
Ustedes saben que se dijo: “Ama a tu prójimo y guarda rencor a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores. Así serán hijos de su Padre que está en los cielos. El hace brillar el sol sobre malos y buenos, y caer la lluvia sobre justos y pecadores.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué premio merecen?, ¿no obran así también los pecadores? ¿Qué hay de nuevo si saludan a sus amigos?, ¿no lo hacen también los que no conocen a Dios? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto su Padre que está en los Cielos.
HACER EL BIEN SIN DECIRLO
Tengan cuidado de no hacer el bien delante de los hombres, para que los vean; de lo contrario, el Padre celestial, Padre de ustedes, no les dará ningún premio. Por eso, cuando des limosna, no lo publiques al son de trompetas, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo les digo que ya recibieron su premio.
Tú, en cambio, cuando das limosna, no debe saber tu mano izquierda lo que hace tu derecha; cuida que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que ve los secretos, te premiará.
Cuando recen no hagan como los hipócritas, que gustan orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los hombres los vean. Ellos ya recibieron su premio. Tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y reza a tu Padre que comparte tus secretos, y tu Padre, que ve los secretos, te premiará.
Al orar no multipliquen las palabras, como hacen los paganos que piensan que por mucho hablar serán atendidos. Ustedes no recen de ese modo, porque, antes que pidan, el Padre sabe lo que necesitan.

EL PADRE NUESTRO
(Lc 11,1 Mc 11,25)
Ustedes, pues, oren de esta forma:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre celestial los perdonará. En cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Cuando ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que se desfiguran la cara para mostrar a todos que ayunan. Les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, cuando ayunes, perfúmate el cabello y no dejes de lavarte la cara, Porque no son los hombres quienes deben darse cuenta de que tú ayunas, sino tu Padre que está en el secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te premiará.
(Lc 11,34; 12,33)

No se hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el gusano los echan a perder y donde los ladrones rompen el muro y roban. Acumulen tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni el gusano los echan a perder, ni hay ladrones para romper el muro y robar.
Pues donde están tus riquezas, ahí también estará tu corazón.
Tu ojo es tu lámpara. Si tu ojo es limpio, toda tu persona aprovecha la luz. Pero, si es borroso, toda tu persona estará en la confusión. Si lo que había de luz en ti se volvió confusión, ¡cómo serán tus tinieblas!
PONER SU CONFIAZA EN DIOS Y NO EN EL DINERO
(Lc 12,22; 16,13)

Ningún servidor puede quedarse con dos patrones, porque vera con malos ojos al primero y amara al otro, o bien preferirá al primero y no le gustara el segundo. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a DIOS y al DINERO.
Por eso les digo: No anden preocupados por su vida, ¿Qué vamos a comer?, ni por su cuerpo: ¿Qué ropa nos pondremos? ¿No es más la vida que el alimento y el cuerpo que la ropa? Miren como las aves del cielo no siembran, ni cosechan, ni guardan en bodegas, y el Padre Celestial, Padre de ustedes, las alimenta.
¿No valen ustedes más que las aves?
¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede alargar su vida? Y ¿Por qué preocuparse por la ropa? ¡Miren como crecen los lirios del campo! No trabajan ni tejen, pero créanme que ni Salomón con todo su lujo se puso traje tan lindo.
Y si Dios viste así a la flor del campo que hoy esta y mañana se echara al fuego. ¿no hará mucho mas por ustedes, hombres de poca fe?
¿Por que, pues, tantas preocupaciones? ¿Que vamos a comer?.o ¿Qué vamos a beber? o ¿con que nos vestiremos?
Los que no conocen a DIOS se preocupan por esas cosas. Pero el Padre de ustedes sabe que necesitan todo eso. Por lo tanto, busquen primero el Reino y la Justicia de Dios. Y esas cosas vendrán por añadidura: Ni se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupara de si mismo. Basta con las penas del día.
LA VIGA Y LA PELUSA
(Lc 6,37; 11,9; 6,31; 13,23)

No juzguen y no serán juzgados; porque de la manera que juzguen serán juzgados y con la medida con que midan los medirán a ustedes. ¿Por qué ves la pelusa en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decir a tu hermano; Déjame sacarte esa pelusa del ojo, teniendo tú una viga en el tuyo? Hipócrita, sácate primero la viga que tienes en el ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
No den las cosas sagradas a los perros, ni echen sus joyas a los cerdos. Ellos podrían pisotearlas y, después, se lanzarían encima de ustedes para destrozarlos.
Pidan y se les dará: busquen y hallaran; llamen a la puerta y les abrirán. Porque el que pide, recibe; el que busca, halla, y al que llame a una puerta, le abrirán ¿Quién de ustedes da una piedra a su hijo si le pide pan, o una culebra si le pide pescado? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón el Padre celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan.
Entonces, todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos: ahí tienen toda la Biblia.
Entren por la puerta angosta, porque la puerta ancha y el camino amplio conducen a la perdición y muchos entran por ahí. Angosta es la puerta, y estrecho el camino que conducen a la salvación, y son pocos los que dan con él.
EL ARBOL SE CONOCE POR SUS FRUTOS
(Lc 6,43)

Tengan cuidado con los falsos profetas, que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, cuando en realidad son lobos feroces. Ustedes los conocerán por sus frutos. No se sacan uvas de los espinos, ni higos de los cardos. Todo árbol bueno da frutos buenos, y el árbol que no es bueno no los da. El árbol bueno no puede dar frutos malos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Por lo tanto, reconocerán al árbol por sus frutos.
El árbol que no da frutos, se corta y se echa al fuego.
LA CASA EDIFICADA SOBRE LA ROCA
(Lc 6,47; 13,26 Mc 1,22)

No es el que me dice. ¡Señor!, ¡Señor!, el que entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. En el día del Juicio muchos me dirán: Señor, Señor, profetizamos en tu Nombre, y en tu nombre arrojamos los demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros. Yo les diré entonces: No los reconozco. Aléjense de mí todos los malhechores.
El que escucha mis palabras y las practica es como un hombre inteligente que edificó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia a torrentes, sopló el viento huracanado contra la casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre la roca. En cambio, el que oye estas palabras sin ponerlas en práctica, es como el que no piensa, y construye su casa sobre la arena. Cayó la lluvia a torrentes, soplaron los vientos contra la casa, y ésta se derrumbó con gran estrépito.”
Cuando Jesús terminó estos discursos, lo que más había impresionado a la gente era su modo de enseñar, porque hablaba con autoridad y no como los maestros de la Ley que tenían ellos.
JESUS LLAMA AL OPOSTOL MATEO
(Mc 2,13 Lc 5,27)

Jesús, al irse de ahí, vio a un hombre llamado Mateo, en su puesto de cobrador de impuestos, y le dijo: “Sígueme.” Mateo se levantó y lo siguió.
Luego, Jesús estuvo en una comida en casa de Mateo. Se presentaron buen número de cobradores de impuestos y otra gente pecadora, y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al ver esto, decían a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publícanos y pecadores?”
Pero Jesús los oyó y dijo: “Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos. Aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Yo no les pido ofrendas, sino que tengan compasión. Pues no vine a llamar a hombres perfectos sino a pecadores.”
En ese momento se le acercaron algunos discípulos de Juan y le preguntaron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y tus discípulos no ayunan?”
Jesús les contestó: “¿Sería bueno que los compañeros del novio anden tristes cuando el novio está con ellos? Vendrán días en que el novio les será quitado; entonces ayunarán.
Nadie remienda ropa vieja con un pedazo de género nuevo, porque el pedazo nuevo agrandaría la rotura. Ni nadie echa vino nuevo en vasijas viejas, porque si lo hacen, se rompen las vasijas, el vino se desparrama y las vasijas se pierden. El vino nuevo se echa en vasijas nuevas, y así se conservan el vino y las vasijas.”

JESUS ENVIA A SUS PRIMEROS MISIONEROS
(Lc 9,1; 10,1; Mc 6,8)
Estos son los Doce que Jesús envió con las instrucciones siguientes: “No vayan a tierras extranjeras ni entren en ciudades de los samaritanos, sino que primero vayan en busca de las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
Mientras vayan caminando, proclamen que el Reino de Dios se ha acercado. Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, echen demonios. Den gratuitamente, puesto que recibieron gratuitamente. No traten de llevar ni oro, ni plata, ni monedas de cobre, ni provisiones para el viaje. No tomen más ropa de la que llevan puesta; ni bastón ni sandalias. Porque el que trabaja tiene derechos de comer.
En todo pueblo o aldea en que entren, vean de qué familia hablan en bien y quédense ahí hasta el momento de partir.
Al entrar en la casa, pidan la bendición de Dios para ella. Si esta familia merece la paz, la recibirá; y si no la merece, la bendición volverá a ustedes.
Donde no los reciban, ni los escuchen, salgan de esa familia o de esa ciudad, sacudiendo el polvo de sus pies. Yo les aseguro que esa ciudad, en el día de juicio, será tratada con mayor rigor que Sodoma y Gomorra.
Fíjense que los envió como ovejas en medio de lobos. Por eso tienen que ser astutos como serpientes y sencillos como palomas.




LOS TESTIGOS DE JESUS SERAN PERSEGUIDOS
(Lc 12,11; Mc 13,19; 4,22; 8,38)
Cuídense de los hombres: a ustedes los arrastrarán ante las autoridades, y los azotarán en las sinagogas. Por mi causa, ustedes serán llevados ante los gobernantes y los reyes, teniendo así la oportunidad de dar testimonios de mí ante ellos y los paganos.
Cuando los juzguen, no se preocupen por lo que van a decir ni cómo tendrán que hacerlo; en esa misma hora se les dará lo que van a decir. Pues no van a ser ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
Entonces, un hermano denunciará a su hermano para que lo maten, y el padre a su hijo, y los hijos se sublevará contra sus padres y los matarán. A causa de mi Nombre, ustedes serán odiados por todos; pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará.
Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Créanme que no terminarán de recorrer toda la ciudad de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre.
El discípulo no es más que su maestro, ni el sirviente es más que su patrón.
Es ya bastante que el discípulo sea como su maestro y el sirviente como su patrón. Si al dueño de casa lo han llamado demonio, ¡qué no dirán de su familia! Pero no los teman por eso.
No hay cosa oculta que no venga a descubrirse, ni hay secreto que no llegue a saberse. Así, pues, lo que les digo a oscuras, repítanlo a la luz del día, y lo que les digo al oído, grítenlo desde los techos.
No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede echar el alma y el cuerpo al infierno. ¿Cuánto valen dos pajaritos? Algunos centavos, ¿no es cierto? Y, sin embargo, no cae a tierra ni uno solo, si no lo permite el Padre. Entonces no teman, pues hasta los cabellos de sus cabezas están contados: con todo, ustedes valen más que los pajaritos.
Al que me reconozca delante de los hombres, yo lo reconoceré delante de mi Padre que está en los Cielos. Y al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.
No piensen que vine a traer la paz a la tierra; no vine a traer la paz, sino la espada. Vine a poner al hijo en contra de su padre; a la hija, en contra de su madre, y a la nuera, en contra de su suegra. Cada cual encontrará enemigos en su propia familia.
No es digno de mí el que ama a su padre o a su madre más que a mí; no es digno de mí el que ama a su hijo o a su hija más que a mí. No es digno de mí el que no toma su cruz para seguirme. El que procure salvar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida por mí, la hallará.
El que los recibe a ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa digna de un profeta. El que recibe a un hombre bueno por ser bueno, recibirá la recompensa que corresponde a un hombre bueno.
Lo mismo, el que dé un vaso de agua fresca a uno de los míos, porque es discípulo mío, yo les aseguro que no quedará sin recompensa”.



EL PECADO MÁS GRAVE
(Mc 3,22 Lc 11,15)

Le trajeron en ese momento un endemoniado ciego y mudo. Jesús lo sanó, de modo que pudo ver y hablar. Con esto, todo el pueblo quedó asombrado y preguntaban: “¿No será éste el hijo de David?” A lo que respondían los fariseos: “Este echa los demonios por obra de Beelzebú, rey de los demonios.”
Jesús sabía lo que estaban pensando, y les dijo: “Todo reino dividido en dos bandos está perdido, y toda ciudad o familia dividida se viene abajo. Si fuera Satanás el que echa Satanás, se haría la guerra a sí mismo; por tanto, ¿cómo podría durar su poder? Y si yo echo los demonios con el poder de Beelzebú, los amigos de ustedes, ¿con qué poder los echan? Ellos apreciarán estos comentarios.
Pero si yo echo los demonios con el soplo de Espíritu de Dios, comprendan que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
¿Quién podrá entrar en la casa de un hombre valiente y robarle sus cosas, si primero no lo amarra? Sólo entonces le podrán saquear la casa.
El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.
Por eso yo les digo: Se perdonará a los hombres cualquier pecado y cualquier palabra escandalosa que hayan dicho contra Dios. Pero las calumnias contra el Espíritu Santo no tendrán perdón.
El que insulte al Hijo del hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo, ni en el otro.
Si se planta un árbol bueno, su fruto será bueno; si se planta un árbol malo, su fruto será malo, pues el árbol se conoce por sus frutos.
Raza de víboras, ¿cómo pueden hablar cosas buenas, siendo malos? Puesto que la boca habla de lo que está lleno el corazón.
El hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene adentro, y el que es malo, de su fondo malo saca cosas malas.
Yo les digo que en el día del Juicio los hombres tendrán que dar cuenta hasta de las palabras ociosas que hayan dicho. Por tus palabras serás declarado justo, y por lo que digas vendrá tu condenación.”
LA COMPARACION DEL SEMBRADOR
(Mc 4,1; Lc 8,4; 10,23; 13,26)

En ese día, saliendo Jesús de la casa, fue y se sentó a la orilla de lago.
Pero se juntaron alrededor de él tantas personas que prefirió subir a una barca, donde se sentó mientras toda la gente estaba en la orilla. Jesús les habló de muchas cosas mediante comparaciones. Les decía:
“El sembrador ha salido a sembrar; al ir sembrando, unos granos cayeron cerca del camino; vinieron las aves y se los comieron. Otros granos cayeron entre piedras y, como había poca tierra, brotaron pronto. Pero, cuando salió el sol, los quemó y, por falta de raíces, se secaron. Otros granos cayeron entre espinos; crecieron los espinos y los ahogaron. Otros, finalmente cayeron en buena tierra y produjeron, unos el ciento, otros el sesenta, y los otros el treinta por uno. El que tenga oídos, que entienda.”
Los discípulos se le acercaron para preguntarle: “¿Por qué les hablas con parábolas?”
Jesús respondió: “Porque a ustedes se les ha permitido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque, al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo con parábolas, porque cuando miran no ven, y cuando oyen, no escuchan ni entienden. Y se verifica en ellos lo que escribió el profeta Isaías:
Oirán, pero no entenderán, y, por más que miren, no verán.
Porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y taponado sus oídos. Con el fin de no ver, ni de oír, ni de comprender con el corazón. No quieren convertirse ni que yo los salve.
Al contrario, dichosos ustedes porque ven y oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos santos ansiaron ver lo que ustedes ven, y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Escuchen ahora la explicación del sembrador:
Cuando uno oye la palabra del Reino, pero no la escucha con atención, viene el Malo y le arranca lo que encuentra sembrado en el corazón: esto es lo sembrado en la orilla del camino.
Lo sembrado en tierra pedregosa es la persona que al principio oye la palabra con gusto, pero no tiene raíces y dura poco. Al sobrevenir las pruebas y la persecución por causa de la palabra, inmediatamente sucumbe.
Lo sembrado entre espinos es la persona que oye la palabra, pero las preocupaciones materiales y la ceguera propia de riqueza ahogan la palabra y no puede producir fruto.
Por el contrario, lo sembrado en tierra buena es el hombre que oye la palabra, la medita y produce fruto: el ciento, el sesenta y el treinta por uno.”
EL TRIGO Y LA HIERBA MALA

Les propuso otro ejemplo: “El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, cuando todos estaban durmiendo, vino su enemigo y sembró maleza en medio del trigo. Cuando el trigo estaba echando espigas, apareció la maleza. Entonces los trabajadores fueron a decirle al patrón: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo?; ¿de dónde, pues, viene esta maleza?”
Respondió el patrón: “Eso es obra de un enemigo.” Los obreros le preguntaron: “¿Quieres que la arranquemos?”
No, dijo el patrón, no sea que al arrancar la maleza arranquen también el trigo. Dejen crecer juntos el trigo y la maleza. Cuando llegue el momento de la cosecha, yo diré a los segadores: Corten primero la maleza y en atados échenla al fuego, y después guarden el trigo en las bodegas.”
EL GRANO DE MOSTAZA
(Mc 4,30; Lc 13,18)

Jesús les propuso otro ejemplo: “El Reino de los Cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.
Este grano es muy pequeño, pero, cuando crece, es la más grandes de la plantas del huerto y llega a hacerse arbusto, de modo que las aves del cielo se posan en sus ramas.”
Y añadió esta parábola: “El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que toma una mujer y la mezcla con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.”
Todo esto lodito Jesús al pueblo en parábolas, y no les hablaba sino en parábolas. Así se cumplía lo que dijo el profeta: Hablaré con parábolas; daré a conocer cosas que estaban ocultas desde la creación del mundo.
Jesús entonces despidió a sus oyentes y se fue a casa, rodeado de sus discípulos. Esto le dijeron: “Explícanos la parábola de la maleza sembrada en el campo.”
Jesús le dijo: “El que siembra la semilla buena es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo. La buena semilla son los que pertenecen al Reino. La mala hierba es la gente del demonio. El enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el fin del mundo. Los segadores son los ángeles.
Así como se recoge la maleza y se quema, así será al fin del mundo.
El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles para que quiten de su Reino todos los escándalos y saquen a los malvados. Y los arrojarán en el horno ardiente. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Al mismo tiempo, los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que entienda.

EL TESORO, LA PERLA, LA RED

El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo descubre lo vuelve a esconder y, de tanta alegría, vende todo lo que tiene para comprar ese campo.
El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas. Si llega a sus manos una perla de gran valor, vende cuanto tiene, y la compra.
El Reino de los Cielos es semejante a una red que se echa al mar y recoge peces de todas clases. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla. Ahí se sientan, escogen los peces buenos y los echan en canastos, y tiran los que no se pueden comer. Así pasará al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno ardiente, donde habrá llanto y desesperación.
Preguntó Jesús: “¿Entendieron bien todas estas cosas?” Ellos le respondieron: “Si.” Entonces, Jesús añadió: “Todo maestro de la Ley que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos se parece a un padre de familia que, de su reservas, va sacando cosas nuevas y cosas antiguas.”
Una vez que terminó estos ejemplos, se fue de allí. Y, al pasar por tierra de Nazaret, se puso a enseñar en la sinagoga, de tal manera que la gente, maravillada, se preguntaba: “¿De dónde le ha llegado tanta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y judas? Y sus hermanas, ¿no están todas viviendo entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?” No creían en él; todo lo contrario.
Pero Jesús les dijo: “A un profeta sólo lo desprecian en su tierra y en su familia.”
Y como no creían en él, hizo pocos milagros.

LA FE DE PEDRO Y LAS PROMESAS DE JESUS
(Mc 8,27; Lc 9,18; Jn 6,69)

Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos; ¿Quién dice la gente que soy yo, el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: “Unos dicen que eres Juan Bautista; otros dicen que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas.”
Jesús les preguntó: ¿Y ustedes, quién dicen que soy yo?” Simón contestó: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.” Jesús le respondió: “Feliz eres, Simón Bar-jona, porque no te lo enseñó la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos.
Y ahora, yo te digo: Tú eres Pedro, o sea Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las fuerzas del Infierno no la podrán vencer”
Yo te daré la llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el Cielos”
En seguida, Jesús ordenó a los discípulos que no le dijeran a nadie que él era el Cristo.



JESUS ES TRANSFIGURADO
(Mc 9,2 Lc 9)

Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó al un cerro alto, lejos de todo. En presencia de ellos, Jesús cambió de aspecto: su cara brillaba como el sol y su ropa se puso resplandeciente como la luz. En ese momento se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Jesús.
Pedro tomó entonces la palabra y dijo: a Jesús “Señor, ¡qué bueno que estemos aquí!
Si quieres voy a levantar aquí tres chozas; una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.”
Pedro estaba todavía hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz que salía de la nube decía: “Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido; a él han de escuchar”
Al oír la voz, los discípulos cayeron al suelo, llenos de gran temor. Jesús se acercó, los tocó y les dijo: “Levántense, no teman” Ellos levantaron los ojos, pero no vieron a nadie más que a Jesús. Y, mientras bajaban del cerro, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de lo que acaban de ver, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos.”
Los discípulos le preguntaron; “¿Cómo dicen los maestros de la Ley que Elías ha de venir primero? Contestó Jesús: “Bien es cierto que Elías ha de venir para restablecer el dominio de Dios. Pero sepan que Elías ya vino, y no lo reconocieron, sino que lo trataron como se les antojó. Y también harán padecer al Hijo del Hombre.”
Entonces, los discípulos comprendieron que Jesús se refería a Juan Bautista.

EL QUE NO PERDONO A SU COMPAÑERO
“Por eso sucede en el Reino de los Cielos lo mismo que pasó con un patrón que resolvió arreglar cuentas con sus empleados. Cuando estaba empezando a hacerlo, le trajeron a uno que debía diez millones de monedas de oro: Como el hombre no tenía para pagar, el rey dispuso que fuera vendido como esclavo, junto con su mujer, sus hijos y todas sus cosas, para pagarse de la deuda.
El empleado se arrojó a los pies del rey, suplicándole; “Ten paciencia conmigo y yo te pagaré todo.” El rey se compadeció, y no sólo lo dejó libre, sino que además le perdonó la deuda.
Pero apenas salió el empleado de la presencia del rey, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas; lo agarró del cuello y casi lo ahogaba, gritándole “Paga lo que me debes” El compañero se echó a sus pies y le rogaba: “Ten un poco de paciencia conmigo y yo te pagaré todo” Pero el otro no le aceptó: Al contrario, lo mandó a la cárcel hasta que le pagara toda la deuda.
Los compañeros, testigos de esta escena, quedaron muy molestos y fueron a contarle todo a su patrón. Entonces, el patrón lo hizo llamar y le dijo: “Siervo malo, todo lo que me debías te lo perdoné en cuanto me lo suplicaste. ¿No debías haberte compadecido de tu compañero como yo me compadecí de ti? Y estaba tan enojado el patrón, que lo entrego a la justicia hasta que pagara toda su deuda.
Y Jesús terminó con estas palabras: “Así hará mi Padre Celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.”

EL JOVEN RICO
(Mc 10,17; Lc 18,18; 12,33; 22,29)

En ese momento se le acercó uno y le dijo: “Maestro, ¿qué obras buenas debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús contestó: ¿Por qué me preguntas sobre lo que es bueno? Uno solo es Bueno. Si quieres entrar en la vida eterna, cumple los mandamientos.” El joven dijo; “¿Cuáles?” Jesús respondió: “No matar, no cometer adulterio, no hurtar, no levantar testimonio falso, honrar padre y madre y amar al prójimo como a sí mismo.”
El joven le dijo: “He guardado todo esos mandamientos, “¿Qué más me falta?” Jesús le dijo; “Si quieres llegar a la perfección, anda a vender todo lo que posees y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el Cielo, y luego vuelves y me sigues.”
Cuando el joven oyó esta respuesta, se fue triste, porque era muy rico.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: “Créanme que a un rico se le hace muy difícil entrar al Reino de los Cielos. Se los repito, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar al Reino de los Cielos.
Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y decían; “Entonces, ¿quién puede salvarse?”. Fijando en ellos su mirada, Jesús les dijo: “Para los hombres es imposible, pero para Dios todo es posible”.
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: “Sabes que nosotros lo dejamos todo para seguirte: ¿Qué habrá para nosotros?”.
Jesús contestó: “A ustedes, que me siguieron, les digo esto: En el día de la Renovación, cuando el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, ustedes también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que deja casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades, por amor de mi Nombre, recibirá cien veces lo que dejó y tendrá por herencia la vida eterna.
Muchos que ahora son los primeros serán entonces los últimos, y muchos que ahora son los últimos, serán los primeros”.

NO IMITEN A LOS MAESTRO DE LA LEY
(Lc 20,45; Mc 12,38)

Entonces Jesús dirigió al pueblo y a sus discípulos el siguiente discurso:
“Los maestros de la Ley y los fariseos se hacen cargo de la doctrina de Moisés. Hagan y cumplan todo lo que dicen, pero no los imiten, ya que ellos enseñan y no cumplen. Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas, Todo lo hacen para aparentar ante los hombres: por eso hacen muy anchas las cintas de la Ley que llevan colgando, y muy largos los flecos de su manto. Les gusta ocupar los primeros asientos en los banquetes y los principales puestos en las sinagogas: también les gusta que los saluden en las plazas y que la gente les diga: Maestro.
No se dejen llamar Maestro, porque un solo Maestro tienen ustedes, y todos ustedes son hermanos. Tampoco deben decirle Padre a nadie en la tierra, porque un solo Padre tienen: el que está en el Cielo. Ni deben hacerse llamar Doctor, porque para ustedes Cristo es el Doctor único.
Que el más grande de ustedes se haga servido de los demás. Porque el que se hace grande será rebajado, y el que se humilla será engrandecido.

LA DESTRUCCION DE JERUSALEN Y EL FIN DEL MUNDO
(Mc 13; Lc 21; 17; 23; 12,36)

Jesús salió del Templo y, mientras caminaba, sus discípulos se le acercaron y le hacían notar las imponentes construcciones del Templo.
Pero él respondió: “¿Ven todo esto? En verdad les digo que aquí no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido.”
Luego se sentó en el cerro de los Olivos y los discípulos fueron a preguntarle en privado: “Dinos, ¿Cuándo tendrá lugar todo esto? ¿Cuál será la señal de tu venida y del fin de la historia?
Jesús les contestó: “Tengan cuidado de que nadie los engañe. Porque muchos se presentarán como el SALVADOR y dirán: Yo soy el MESIAS, y engañarán a muchos. Se hablará de guerras y de rumores de guerra. Pero no se alarmen, porque todo eso tiene que pasar, pero no será todavía el fin. Unas naciones se levantarán en contra de otras, y pueblos contra otros pueblos. Habrá hambres y terremotos en diversos lugares. Pero todo esto no será sino los primeros dolores del parto.
Entonces los entregarán para atormentarlos y los matarán, y por causa mía serán odiados por todo el mundo. En esos días muchos tropezarán y caerán; unos a otros se traicionarán y quedarán enemigos.
Aparecerá gran cantidad de falsos profetas, que engañarán a muchos; y tanta será la maldad, que en muchos el amor se enfriará. Pero el que se mantenga firme hasta el fin, ése se salvará. Esta Buena Nueva del Reino será proclamada por todas partes del mundo para que la conozcan todas las naciones, y luego vendrá el fin.
Por tanto, cuando vean al ídolo del invasor instalado en el Templo, según las palabras del profeta Daniel (que el lector sepa entenderlas), los que estén en Judea huyan a los montes.
Si entonces estás en la azotea de tu casa, no te demores ni vayas adentro a buscar tus cosas. Si te hallas en el campo, no vuelvas a buscar tu capa. ¡Pobres de las que, en esos días, se hallen embarazadas o estén criando! Rueguen para que no les toque huir en invierno o en día sábado.
Porque éstos serán tiempos de angustia, como no ha habido igual desde el principio del mundo, ni habrá nunca después. Y esos momentos no se acortaran, nadie se salvaría. Pero Dios acortará esos días en consideración a sus elegidos. Si en este tiempo alguien les dice; Aquí o allí esta el Mesías, no lo crean. Porque se presentarán falsos cristos, y falsos profetas, que harán cosas maravillosas y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, aun a los elegidos de Dios. Miren que se lo he advertido de antemano.
Por tanto, si alguien les dice: ¡En el desierto está!, no vayan. Si dicen: ¡Está en tal lugar retirado!, no lo crean. En efecto, cuando venga el Hijo del Hombre, será como relámpago que parte del oriente y brilla hasta el poniente, o según dice el proverbio: “Donde hay un cadáver, ahí se juntan los buitres”.

VENIDA DEL HIJO DEL HOMBRE
(Mc 12,38; Lc 17,29)

Porque, después de esos días de angustia, el sol se oscurecerá, la luna perderá su brillo, caerán las estrellas del cielo y el universo entero se conmoverá. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre: mientras todas las razas de la tierra se golpeen el pecho, verán al Hijo del Hombre viniendo en la nube del cielo, con el Poder divino y la plenitud de la Gloria. Mandará a sus ángeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del mundo.
Aprendan este ejemplo de la higuera: Cuando están tiernas sus ramas y le salen hojas, ustedes entienden que se acerca el verano. Asimismo, cuando noten todas estas cosas que le dije, sepan que ya está cerca, a la puerta. En verdad les digo: No pasará esta generación sin que sucedan todas estas cosas: Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán.
En cuanto se refiere a ese Día y a esa hora, no lo sabe nadie, ni los ángeles de Dios, ni siquiera el Hijo, sino sólo el Padre.
En la venida del Hijo del Hombre, sucederá lo mismo que en los tiempos de Noé. En aquellos días que precedieron el diluvio, los hombres seguían comiendo, bebiendo y casándose, hombre y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el Arca.
Y no se daban cuenta, hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Lo mismo sucederá en la venida del Hijo del Hombre.
Entonces, de dos hombres que están juntos en el campo, uno será tomado, y el otro no.
De dos mujeres que están juntas moliendo trigo, una será tomada, y la otra no.

ESTEN ALERTA
Por eso, estén despiertos, porque no saben en qué día vendrá su Señor. Fíjense bien: Si un dueño de casa supiera a qué hora lo va a asaltar el ladrón, seguramente permanecería despierto para impedir el asalto de su casa. Por eso, estén alerta; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos piensan.
¿Quién será el servidor fiel y prudente que su señor ha puesto al cuidado de su familia para repartirles el alimento a su debido tiempo? Feliz ese siervo a quien su Señor al venir encuentre tan bien ocupado. En verdad les digo: le confiará la administración de todo lo que tiene.
Al contrario, el servidor malo piensa: Mi señor demora, Y empieza a maltratar a sus compañeros y a comer y a beber con borrachos. El patrón de ese servidor vendrá en el día que no lo espera, y a la hora que menos piensa. Le quitará el puesto, y lo tratará como a los hipócritas: allí habrá llanto y desesperación.

TOMAN PRESO A JESUS

Estaba todavía hablando cuando llegó Judas, uno de los Doce, y con él un buen grupo armado de espadas y de palos, enviados por los jefes de los sacerdotes y por las autoridades judías. Pues bien, el traidor les había dado esta señal: “Al que yo dé un beso, ése es; arréstenlo”. Y en seguida se acerco a Jesús y le dijo: “Buenas noches, Maestro”, y lo besó. Pero Jesús le dijo: “Amigo, has lo que vienes a hacer”. Entonces se acercaron, detuvieron a Jesús y se lo llevaron.
Uno de los que estaba con Jesús sacó la espada e hirió al sirviente del Sumo Sacerdote, cortándole una oreja. Entonces Jesús le dijo: “Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada, perecerá por la espada. ¿No crees que pueda llamar a mi Padre, y él al momento me mandaría más de doce ejércitos de ángeles? Pero entonces no se cumplirían las Escrituras, porque así había de ser”.
En ese momento, Jesús dijo al tropel de la gente: “¿Por qué salieron a arrestarme con espadas y palos, como a un ladrón? Si yo me sentaba diariamente entre ustedes en el Templo para enseñar, y no me detuvieron. Pero todo esto ha pasado para que se cumplieran las Escrituras proféticas.” Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.

LA NEGACION DE PEDRO
(Mc 14,66 Lc 22,56)

Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio, y acercándose una muchachita de la casa le dijo: “Tú también seguías a Jesús de Galilea.” Pero él lo negó delante de todos, diciendo: “No entiendo lo que dices”.
Y como Pedro se dirigiera hacia la salida, lo vio otra sirvienta, que dijo a los presentes: “Este estaba con Jesús de Nazaret.” Pedro negó por segunda vez, jurando: “No conozco a ese hombre”.
Poco después se le acercaron los que estaban ahí y le dijeron: “No puedes negar que eres uno de los galileos: se nota en tu modo de hablar”. Entonces Pedro se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre. Y al momento cantó el gallo.
Y recordó Pedro las palabras que Jesús le había dicho: “Antes del canto del gallo me negarás tres veces”, y saliendo afuera lloró amargamente.
Cuando amaneció, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías celebraron una reunión, para ver la manera cómo hacer morir a Jesús. Luego lo ataron y lo llevaron para entregárselo a Pilato, el gobernador.

JESUS RESUCITADO SE MANIFIESTA A SUS DISCIPULOS
(Mc 16,1; Lc 24,1 Jn 20,1)

Pasado el sábado, al salir la estrella del primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a visitar el sepulcro. De repente se produjo un gran temblor: el Ángel del Señor bajó del cielo y, llegando al sepulcro, hizo rodar la piedra que lo tapaba y se sentó encima. Su aspecto era como el relámpago y sus ropas blancas cono la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de miedo y quedaron como muertos.
El Ángel dijo a las mujeres: “Ustedes, no teman, porque yo sé que buscan a Jesús crucificado. No está aquí, pues ha resucitado tal como lo había anunciado. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto.
Y ahora vayan pronto a decir a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos y que ya se les adelanta camino de Galilea; allí lo verán. Esto es lo yo tenía que decirles”. Ellas salieron al instante del sepulcro con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y corriendo fueron a dar la noticia a los discípulos.
En eso, Jesús les salió al encuentro y les dijo: “Paz a Ustedes” Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Jesús les dijo en seguida: “No teman; vayan a anunciarlo a mis hermanos para que se hagan presentes en Galilea y allí me verán.”
Mientras ellas iban, algunos de los guardias fueron a la ciudad a contar a los jefes de los sacerdotes todo lo que había pasado. Ellos se reunieron con las autoridades judías y acordaron dar a los soldados una buena cantidad de dinero, junto con esta orden: “Digan que mientras dormían, vinieron de noche los discípulos y se robaron el cuerpo de Jesús. Si esto llega a oídos de Pilatos, nosotros lo calmaremos y les evitaremos molestias a ustedes”. Los soldados recibieron el dinero y siguieron las instrucciones; de ahí salió esta mentira que corrió entre los judíos y perdura hasta hoy.

JESUS ENVIA A SUS APOSTOLES

Por su parte, los Once discípulos partieron para Galilea, al cerro donde Jesús los había citado.
Cuando vieron a Jesús se postraron ante él, aunque algunos todavía desconfiaban. Entonces Jesús, acercándose, les habló con estas palabras: “Todo poder se me ha dado en el Cielo y en la tierra. Por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, Bautícenlos, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todo los días hasta que se termine este mundo.”

ALGUNAS PALABRAS FINALES

Este trabajo esta dirigido para todos aquellos que se reclaman seguidores del MAESTRO JESUS, también para todos los que hacen de estas palabras y hechos una luz para su propio camino en el avance espiritual.
El ejemplo y el simbolismo en las palabras del Maestro Jesús, hijo de nuestro Padre Creador, de Nuestro Dios, son aun mas profundas para quienes se reclaman Devotos seguidores de un camino que nos lleva al encuentro con esa energía maravillosa de la trascendencia en nosotros mismos. No hay pues, luego de leer esta vivencia y esta enseñanza una pizca de posibilidad de acomodar estos hechos a nuestros caprichos o sentidos materiales, y si bien lo puede haber, será amparados en el Libre Albedrío que nuestro padre nos regalo. Sin liberarnos del karma correspondiente.
El que asume a Jesús como Maestro, pasa a ser un Discípulo, y el Discípulo vive con su Maestro, sigue sus palabras, continua sus enseñanzas y sigue sus consejos.
No hay dos caminos, si los hay, es por única responsabilidad nuestra, que los creamos para sastifacer nuestras necesidades materiales, pero no porque las palabras del Maestro así las enseñe.
La no interpretación Bíblica responde a razones muy profundas para nosotros como misioneros rahmas: Una, los reparos que estas escrituras tienen tomando en cuenta la intervención del hombre en las misma, dejando un manto de interrogantes que no ha permitido asumir las ESCRITURAS BIBLICAS como los Hindúes toman las Escrituras Vedicas. Dos porque si existe un LIBRO DE LOS DE LAS VESTIDURAS BLANCAS que contiene el origen de nuestra vida planetaria y como civilización, nos permite saber que teniendo parte de la SEMI-VERDAD no somos dueños de la VERDAD ABSOLUTA hasta que llegue el momento anunciado por nuestros mayores.
Esto nos plantea a todos una reflexión permanente para ascender en un camino espiritual que nos permita tomar el camino al encuentro de nuestro hermano Jesús, Maestro y conductor, pero aun mas importante, es el camino que nos lleva a nuestro Padre, pues a el debemos adorar y a el debemos regresar en la búsqueda de nuestro origen definitivo, lógicamente para volver a empezar, allí donde se nos necesite.
Por eso ya es hora que los pillos no tomen atajos, y que no nos engañen con falsas expectativas espirituales, que las traducen para grandes conquistas materiales. Romper con el mundo material, no es rechazar lo que nos rodea, ni volar hacia una montaña solitaria. La ruptura del mundo material, esta relacionada con el distanciamiento del mundo de ilusión al cual nos sometemos diariamente, es comprometernos profundamente con la MISION INDIVIDUAL Y COLECTIVA QUE VENIMOS A REALIZAR A ESTE PLANETA, que no seria otra (según el Maestro) que evolucionar espiritualmente hacia una acción de AMOR permanente transformándonos en seres humanos BUENOS.

Si tu te reclamas DEVOTO DEL MAESTRO, no te pre-ocupes de caer en fanatismos, entre otros “ismos”, ocúpate de seguir sus palabras y hechos, porque ese es el camino del verdadero devoto, aprender de su Maestro, para poder superarlo, tal cual, el nos anuncia en sus palabras, de tal manera que el discípulo pasa a ser MAESTRO y el MAESTRO PASA A SER DISCUPULO PARA QUE LA LEYES SE CUMPLAN, esta claro que hablamos de las Leyes Universales, que son la Leyes de Dios.

Esperamos que este aporte al conocimiento y a la comprensión del mismo cumpla para todos el objetivo de una profunda reflexión en nuestros caminos espirituales. Que nos permita corregir el andar diario de nuestras vidas profundizando los lazos de amor que nos deben unir entre todos los seres humanos.
Que el MAESTRO SEA EL GUIA y sus discípulos buenos estudiantes del saber.

RICARDO SOSA CLAUDIO VALLEJOS
NUEVA ERA ANRROM
MISION RAHMA
SANTIAGO- CHILE