lunes, 26 de noviembre de 2012


El Maestro de la Túnica Blanca



Os saluda desde vuestro interior el Maestro de la Túnica Blanca. Hermanos míos, habéis recorrido el sendero hasta este encuentro en que la unidad del amor se manifiesta como corresponde desde dentro hacia afuera, Habéis caminado y tropezado en su afán de abrir la puerta y descorrer el velo, mas yo soy la puerta y el colirio en vuestros ojos para que vean.

Yo, desde el sagrado lugar de vuestro corazón donde residen las cosas puras vengo a vosotros para que reconozcáis que pertenecéis a la unidad del amor. He aquí mi Padre en vosotros. El amor os recibe y os descubre sus gloriosos aposentos. Yo soy el decreto de Dios, el Sello del Dios Vivo. Gozaos en el espíritu.

Ahora, inclinad vuestro oído y escuchad. ¿Aún falta alguno? ¡Vamos, volved y traedlo aquí conmigo! Porque ciertamente os digo que para todos he venido y nadie, absolutamente nadie debe faltar en tu corazón, premiado con las riquezas del amor, la gracia del perdón. Con ello la gloria de Dios llenará la tierra. Obrad mi amor.

Escuchaos unos a otros, mas escuchad primeramente la voz interior que os brota del corazón donde arde la eterna llama del amor, la sabiduría de la que sois hijos, luz santísima admirable que llena cósmicamente. Seguid, pues, sus huellas, para que donde ella esté, vosotros estéis. El Padre que os ama os ha llamado, escuchad su voz para que acudáis a la cita en vuestro propio templo, hoy.

Allí recibiréis las pautas para vuestra integración en la luz, porque aquello que estuvo previsto tiene plazo y se cumple hoy. Cuidad a mis pequeñitos. Amaos de verdad, intensamente, ahora que sabéis, si habéis inclinado vuestro oído, que sólo yo soy, que aquí y en todas partes estoy. Volved, traedme a mis corderitos. Yo, el Maestro de la Túnica Blanca.