sábado, 11 de abril de 2009
CONCIENCIA CRISTICA Y ESPIRITU CRISTICO
“…Una vez terminó de salir el último participante y se retiró en dirección al campamento, mi esposa Marinita y yo —que habíamos supervisado el desenvolvimiento del contacto—, nos miramos el uno al otro, y a pesar de que en varias oportunidades ya habíamos cruzado el Xendra, nos animamos a ingresar en aquella ocasión también, por cuanto cada vez había sido diferente y siempre una experiencia enriquecedora.
Nos tomamos de las manos y con una sonrisa esbozada en su bello rostro —que una vez más me cautivó—, fuimos avanzando hacia esa intensa luz en arco que se abría delante de nosotros sintiéndonos de inmediato abrazados por un intenso calor. De pronto, una fuerza se hizo presente habiéndonos separados sin percatarnos en qué momento nuestras manos se soltaron. Atrás quedaron el frío, el viento y la ligera llovizna que es característica de la costa peruana.
En frente de mí había un ser muy alto con un traje suelto de color brillante, pero al principio no podía ver su rostro por cuanto todo alrededor era muy luminoso, pero sí sentía claramente que estaba allí para recibirme, invitándome a acompañarlo; y así lo hice, definiéndose poco a poco todo el panorama a mi alrededor.
Fui caminando lentamente por lo que parecía ser un largo pasillo hasta que aparecí en un lugar bastante amplio, con paredes poligonales como de vidrio, en diferentes planos que no permitían ver hacia el exterior. Al parecer me encontraba dentro de un edificio muy grande, de cristal, donde abundaban los colores amarillo brillante, blanco y azul celeste. Al irme integrando con el ambiente pude percibir gradualmente algunas de las características propias del ser que me guiaba. Se veía que era de sexo masculino y lucía una cabellera clara que le caía sobre los hombros, y su vibración era tan elevada que me hacía sentirme a su lado como levitando. Se dirigió entonces hacia mí, diciéndome que era un enviado de los Maestros y especialmente de Aquel que había alcanzado la Conciencia Crística aquí en la Tierra y que ahora se encuentra en el centro de este universo local esperando que llegue el tiempo de la Humanidad y del planeta para volver.
Le pregunté entonces:
— ¿Qué es realmente la Conciencia Crística?
—Es saberse uno libre por el autoconocimiento y a la vez contemplarse como parte activa de la voluntad creadora de la unidad universal. La Conciencia Crística es haber llegado a la capacidad de entendimiento de que se ha venido para asumir un rol, una misión personal y colectiva; y además estar dispuesto a llevarla a cabo, poniéndose en las manos de las más altas jerarquías espirituales, dejándose guiar por ellas con humildad y fe. ¡Y todo ello por amor!
—¿Si los hermanos mayores del cosmos lo tienen tan claro, por qué no lo aplican de inmediato en vez de cifrar sus expectativas sobre la humanidad de este planeta?
—Ya les dijimos que la Tierra es un proyecto cósmico, un lugar de aprendizaje colectivo para ustedes y para nosotros. Pero una cosa es entender las cosas y otra tener claro cómo aplicarlo o tener la capacidad para hacerlo. No sólo se requiere conocimiento con convicción y fortaleza interior como para asumirlo con hechos y actitudes, sino una buena dosis de espontaneidad, pureza y sencillez.
El amor de ser vivenciado en su real dimensión y magnitud, es capaz de conectar universos paralelos y proyectarlo a uno mismo a dimensiones superiores, transformándolo. Todos estamos motivados en esa dirección, que es la vía de la elevación y estamos dispuestos —por ello estamos aquí—, a dejarnos afectar por las consecuencias de vuestro proceso. Y pueden ser nuestros maestros porque ustedes tienen menos pasado de programaciones y estructuraciones, quedando un buen margen para la originalidad y la libertad de acción.
—¿El Espíritu Crístico es lo mismo que decir Conciencia Crística?
—El Espíritu Crístico es aquella entidad o ser que por su evolución personal llegó a un elevado nivel de avance y acepta volver para ayudar a otros a conocer su misión personal y colectiva, lo cual les permitirá a ellos también alcanzar la madurez de la “Conciencia Crística”. Pero nadie puede hacer el trabajo de otros; se puede guiar pero no caminar por otros.
El Espíritu Crístico es aquel que llega a desarrollar la Conciencia Crística, que es un estado vibratorio que corresponde al plano espiritual; pero como en todo, hay niveles de responsabilidad y actuación dentro de lo que es la Misión Crística y del estado de Conciencia Crística.
—¿El Espíritu Crístico se ha alcanzado o encarnado en otros planetas como la Tierra?
—Sí, en varios planetas antes que en éste ha habido seres que han evolucionado hasta alcanzar un alto nivel de conciencia espiritual, pero aun cuando han vuelto para guiar a otros, no lo han hecho en las mismas condiciones dramáticas que en el proceso terrestre, donde podría sellarse una redención cósmica.
También en la Tierra se ha manifestado varias veces el Espíritu Crístico, a lo largo de diversas humanidades que se han venido sucediendo, siendo una de las últimas y entre las más contundentes manifestaciones del Espíritu Crístico la del Maestro de Galilea.
—¡El Maestro Jesús, obviamente!... ¿Pero entonces son distintos seres los que llegan a ese estado?
—¡Tú lo has dicho!... Todos pueden llegar a ese nivel de conciencia y actuación.
—¿Esta información no enfrenta acaso a las otras religiones?
—No, porque como ya dijimos: en su momento en muchas de ellas y a través de grandes seres, también se ha manifestado la Conciencia Crística. Porque no es la primera vez que se ha asumido generosa y desinteresadamente la responsabilidad de guiar a otros actuando como “maestros de la luz” ¡a riesgo de la propia vida!
La Conciencia Crística llega a manifestarse cuando la elevación del individuo es tal que su expansión de conciencia le permite trascender toda ambición personal, deseo o pasión, de tal manera que pudiendo romper consciente y voluntariamente el ciclo de encarnaciones, prefiere seguir y continuar guiando a otros, o simplemente decide regresar para ayudar.
La Conciencia Crística se manifiesta también cuando un ser eleva su vibración a tal punto, que despierta sus potencialidades, descubre su capacidad de actuar a través de sus siete cuerpos, y de sus planos y dimensiones de conciencia. Y siempre esa actuación es en función del servicio a los demás.
—¿Pero cuál fue la diferencia de la actuación de Jesús y otras manifestaciones crísticas anteriores?
—Jesús como también fue en el caso de Krishna, vino conscientemente para realizar una actuación compartida. Esto es, vino a prepararse para dejar fluir al lado de su ser, el Padre Creador. Pero la diferencia radica en que después de esa breve integración que duró tres años, Jesús se quedó sólo para cumplir su misión última y lo aceptó, culminándola exitosamente.
Es así que el nivel más alto de la Conciencia Crística se evidencia cuando el nivel de servicio es de total entrega, de tal manera que habiendo superado las limitaciones físico temporales, el ser es convocado a volver a los planos densos, desde al esfera de lo mental, para que se prepare a conectar con el universo espiritual mediante un puente vibratorio, que le permitía asumir la gran responsabilidad de canalizar en su momento al mundo material una presencia aun mucho más elevada, para que con dicho apoyo solidario pueda enfrentarse al ataque de las fuerzas negativas y a la vez, pueda guiar correctamente a los demás hacia un despertar de conciencia colectivo. Para esto, vuelve a encarnar como un servicio, aunque como dijimos ya había superado la rueda de encarnaciones y no necesitaba los vehículos densos.
La actuación Crística es la aceptación voluntaria de una grande y difícil misión como es volver a la corporeidad material para orientar las mentes y los corazones de cuantos pueden iniciar la reacción en cadena del despertar colectivo, arriesgándose en un enfrentamiento sin igual con los grandes poderes y fuerzas ultraterrestres y extraterrestres interesadas en boicotear el proyecto planetario.
Algunas de estas fuerzas y poderes se encuentran —como ya saben—, atrapadas en el planeta, ejerciendo su dominio a través de la confusión, el desorden y el caos. Lamentablemente son muchas las personas cuya debilidad de voluntad les hace fácil presa de los grandes manipuladores satánicos, de los que con el tiempo se hacen tributarios energéticos, convirtiéndose a su vez estas personas en otros peores manipuladores por cuanto sus carismas son sobreestimulados para subyugar a grandes masas extrayéndoles la energía. Estos esclavos psíquicos van accediendo poco a poco a puestos de poder y medios de información desde donde puedan encubrir sus tenebrosas intenciones actuando impunemente, y desde donde se les facilita mantener la ignorancia, la confusión y el desaliento de la población.
Pero volvamos al punto: cuando se llega a este estado de conciencia superior se está cerca de enlazar los universos, especialmente el material con el espiritual, para ello como ya dijimos, el voluntario da cabida para que una entidad muy elevada del universo siguiente (universo mental) coexista durante una etapa determinada del proceso apoyando solidariamente la misión del enviado, todo esto a manera de una trasmigración.
—¿Entonces ese Padre Creador que ustedes mencionan, no es el Dios que nosotros conocemos?
—Ya hemos dicho que lo que nosotros sabemos es que hay un solo Dios con múltiples manifestaciones, y que cada uno lo percibe de acuerdo a su nivel de comprensión. Pero este universo material en el que vivimos, fue creado por un grupo de seres ultraterrestres, por encargo del Absoluto, de la Unidad, de Dios mismo en las esferas espirituales. Estos ultraterrestres creados directamente por Dios, son los padres creadores de todos nosotros, y uno de ellos es Miguel, el mismo que encarnó a través de los siete vehículos del real ser de Jesús, conviviendo en una unidad que duró los tres años de vida pública del Rabí de Galilea.
—¿Es posible que a pesar de contar con el apoyo de dicha entidad superior, se sienta uno abrumado por el peso de la responsabilidad y quiera desistir?
—Los grandes maestros siempre han sido un ejemplo de honestidad por lo que no se ha ocultado el que en más de una ocasión, pensaron en desistir y no lo negaron, por constituir aquello una de las más grandes de sus enseñanzas: “que no triunfa el que camina sino aquel que persevera hasta el final”...
—¿Qué pasaría si uno llegado a ese nivel, y aun habiendo aceptado la responsabilidad, renunciara en el camino a la tarea? Pregunto porque reconozco la debilidad que nos asalta frente a las pruebas.
—Las pruebas se dan a la medida de quien las enfrenta, y nadie sabe de lo que es capaz sino hasta que lo intenta.
La libertad es el don más preciado que existe en el universo material, y su justa administración garantiza el crecimiento interno. El respeto a las decisiones de cada uno y el asumir la consecuencia por los aciertos o desaciertos en ellas, constituye la dinámica de la evolución. Pero cuando uno llega al nivel de ser requerido en aquel rol tan trascendental, es que ha pasado por muchas pruebas que lo han fortalecido a lo largo de diversas encarnaciones, y las posibilidades de caer se reducen, aun cuando no desaparecen.
—¡Pero se flaquea! (Replicamos más de uno)
—¡Claro que sí!... ¿Si no qué mérito tendría? Por ello, si alguien se quedara en el camino otro tomaría la posta. Todos son necesarios pero nadie indispensable para que se cumpla el Plan Cósmico, y no está determinado nada sólo sugerido; la última palabra la tiene la humanidad de cada uno.
—De acuerdo a todo esto, ¿cómo podemos entender qué es el Espíritu Santo?
—Es la manifestación de la unidad de Dios en el universo material. Es la fuerza y la energía del amor de la Conciencia Universal, colaborando e inspirando las mentes y los corazones, en la evolución de los seres en su proceso de regreso a las fuentes.
En poco tiempo más seréis llenados de esa energía como para tener el valor y la fuerza, para realizar audaces viajes hacia lugares ignotos donde conectarán con la Hermandad Blanca de los Retiros Interiores, que completarán vuestro aprendizaje y la enseñanza hoy trasmitida. ¡Vayan en paz!...
De un momento a otro aquel ser que me acompañaba hizo un largo silencio, y sentí que mi tiempo para estar allí estaba llegando a su fin, por lo que debía disponerme a regresar. Además, estaba inquieto por Marinita pensando cómo le estaría yendo a ella.
Ante una señal de mi acompañante me di la vuelta y volví por donde había venido, atravesando una luz muy intensa, al final de la cual me encontré nuevamente en el desierto y seguía siendo de noche. Simultáneamente Marinita también salió del interior del Xendra y ambos todavía nos sentíamos conmovidos por nuestras respectivas experiencias, y maravillados porque dentro de la luz no habíamos sentido ni frío, ni viento ni la lluvia ligera que cubría el ambiente. …”
MISION RAHMA NEW YORK.
VICTOR SALAZAR