EL DESIERTO
Pregunta: ¿Por qué los primeros contactos se dieron en el desierto, y es a este mismo lugar donde una y otra vez se nos invita a volver?
Uno es el desierto como porción geográfica con características propias, que facilita la intimidad y el aislamiento como para los contactos cercanos con quienes se han preparado a través de una disciplina y actitudes adecuadas. Y otro es el desierto simbólico, el interior, donde uno se encuentra solo y así mismo, debiendo en ese autoconocimiento, verse tal cual es y aceptarse para poder cambiar.
En cada salida los invitamos a los dos lugares. En uno estarán solos con la naturaleza, aguardando nuestras manifestaciones que les demostrarán nuestro apoyo siempre oportuno y contundente, pero siempre con relación a su preparación previa; y en el otro, estarán solos con el mensaje y con la urgencia de un compromiso mayor por la humanidad.
En vuestras Sagradas Escrituras se dice: “es en el desierto donde Dios forja a sus profetas”, y así que en el desierto se han dado algunas de las más importantes experiencias de misticismo así como de contacto con nosotros los Guías Extraterrestres, porque en vuestros desiertos uno se confronta así mismo en un paisaje que invita a la introspección. Es allí en medio de la soledad aparente del desierto, en un lugar donde pocas cosas ocurren, donde más fácilmente puede darse la oportunidad de un contacto interno.
En el desierto el contactado se encuentra antes que nada, enfrentado con su mente, debiendo lidiar con sus pensamientos y su propia naturaleza. Es en esos parajes solitarios que sólo cambian con el juego de las sombras, que los miedos y temores ocultos adquieren forma y sonido. Y es entonces cuando la prueba puede ser superada si es que llegan a hacerse parte de ese paisaje, y llegan a descubrir la profunda belleza y armonía que el ambiente de silencio les regala para la comunicación y la experiencia a múltiples niveles.
Sólo cuando descubran el desierto interior, y cuando su aridez no sea ajena a ustedes sino que más bien lo comprendan y asuman como parte de la diversidad de la belleza de la naturaleza, y del proceso de aprendizaje, llegarán a valorar el oasis siempre existente. Entonces descubrirán el ojo de agua, la fuente secreta espiritual que no sólo se halla en el lugar sino que podrá acompañarlos donde vayan. Pero no sólo el recuerdo, sino que la fuente seguirá manando pero desde dentro de ustedes, como un pozo de sabiduría y orientación para muchos.
Integrarse con el propio desierto constituye un momento de pureza, una experiencia de autodescubrimiento, y el primer gran paso para establecer el puente con las estrellas.