jueves, 9 de abril de 2009
CORAZON COSMICO -MISION RAHMA
CORAZÓN CÓSMICO
El Santo y Sublime que os ama, os saluda y os llama desde el umbral de la puerta a la cual fuisteis convocados para que develando con humilde esfuerzo sus siete sellos, la abrierais. Aquí, en este lugar donde desde siempre os aguardan vuestras Blancas Vestiduras, las que vestiréis si en verdad estáis animados a ofrecer la prueba final que debe verificarse en vosotros, y que se llama: “El Encumbramiento o Alumbramiento Final del Amor”.
Debéis saber que el Corazón Cósmico dio a conocer el poder y la gloria de sus latidos, su resonancia da vida al universo y vosotros sois pulso y huella en su insondable camino. Debéis de volver al Corazón del corazón. En esta hora deberíais haber comprendido que la separación es muerte, dolor y olvido. Qué en la unidad con vuestro Creador – que está en vosotros -, está asegurado el gozo y la obra divina. ¡Venid y resplandeced conmigo en el Corazón Cósmico! ¡Os anuncio para vuestro gozo, el que está conmigo es el Cristo, fuego, gloria y potencia cósmica!
El Altar de los dioses ha convocado y reunido a los llamados y escogidos que se ofrecieron en el huerto de los siglos. Sois vosotros los que están de pie a la diestra del Profundo y Todopoderoso. Vosotros sois el cáliz sagrado, el Santo Grial donde reposa en paz la gracia y la bondad de mi Espíritu. He abierto mi boca y no callaré, te llamé por tu nombre para santificarte y ofrecerte a las naciones. Afirma tus pasos porque adonde te envíe irás tú a hacer y cumplir, para que sea consumada la obra del Amor. Yo estaré contigo.
Apresuraos gozosamente con la paciencia del Santísimo. Yo soy el que ha encendido la lámpara de tu corazón y ha llenado de luz todos los resquicios de tu mente, porque el que viene a la luz recibe luz y el que busca encuentra en abundancia. Os diré un secreto, sin mí nada sois, yo soy el poder y las facultades divinas en vosotros, entregadme entero vuestro corazón, no me lo deis partido, entregádmelo entero y os gratificaréis más que colmadamente con la obra de vuestras manos.
Recordad de dónde vinisteis y que estabais muertos. Yo soy vuestra resurrección. En la unidad de mi Espíritu obraréis lo que os parece imposible; yo, el Señor; yo, el Autor, contigo. Unidos, conciencia eterna, separado de mí, muerte, dolor y olvido. ¿A qué esperáis, si os he dicho todo? Os he descubierto mi abundancia porque me soy queridos, haced mi obra, bendecid la tierra para que produzca los frutos de mi Espíritu. Orad, yo estoy presente ahora y siempre en el altar que arde en vuestro corazón. ¡Amén!