viernes, 3 de abril de 2009
LA ORDEN DEL SERVICIO
La Orden del Servicio
Todo propósito en vuestro camino debe tener un orden; el cual debe ser como a continuación sigue:
Humildad
Humildad es el primer precepto que debe caracterizar al bien amado discípulo, pues la humildad es sinónimo de amor, y aquello que en lo simple y lo sencillo se consigue, contiene la fuerza de la pureza expresada en un sentimiento más profundo, cual es, el que nace del corazón.
Armonía
Armonía que no es sino el equivalente a la paz perpetua, al equilibrio de todo lo expresado, al orden de lo perfecto, a la Divinidad misma manifiesta en la infinita creación. “¿Estoy yo en paz y orden con mi mente, con mi cuerpo y con mi ser?”, debe el bien amado preguntarse, “¿merezco beber de la sabiduría universal?”, “ayudadme, amados maestros, a que vuestra luz que no es sino la del Eterno, encuentre cobijo en mi morada y se expanda desde mi corazón, aclarando mi mente, mi cuerpo y mi ser”, debe el iniciado pedir.
Inteligencia y sabiduría
Inteligencia y sabiduría, en tanto que el Poder Divino aclara la conciencia, proyecta los pensamientos más elevados, apertura sendas y caminos, obra maravillas en vuestro cuerpo, en vuestra mente y, consecuentemente, en vuestro ser. La Inteligencia Una es la infinita comprensión de sí misma, es el haber develado el acceso a la Fuente de la Vida y, correspondientemente, la Fuente de Sabiduría.
El bien amado que osa tomar de la luz, lo que por derecho de ella se expresa, compartirá la savia divina en coherencia, dando el pan al hambriento, agua al sediento y no deslumbrando al caído: aprenderá más bien a orientar al perdido. Es así que cada acto de él será un motivo de alegría, así como cada palabra, de aprendizaje, pues lo que se vierte de la Fuente de Vida es sabiduría, y hasta el más anciano, a la postre del trono se detiene y, amorosamente, escucha.
Paciencia
La paciencia, pues el que no sabe esperar que el árbol dé su fruto más querido y quiere alcanzar de él lo que por su ignorancia, atrevida impaciencia, se cree permitido, cogerá fruto que por no estar maduro no saciará el hambre ni colmará apetito, pues, desabrido, habrá que esperar otra temporada de florida y consecuentemente de cosecha. Así pues, tomad las cosas en su justo momento, en su tiempo correcto de real madurez, para que el fruto, producto de su adecuada cosecha, se os brinde en su mejor estado, saciándoos en vuestro apetito y en vuestra hambre de conocimiento.
El servicio
El servicio como máxima meta de avance: pues sirven los grandes maestros al Plan Cósmico y se disponen a las necesidades de la humanidad, y no así es la humanidad la que está al servicio de los grandes maestros. Si ellos en su amorosa presencia están aquí entre vosotros para humildemente serviros, ¿qué debéis hacer vosotros por vosotros mismos en reciprocidad a la entrega de los grandes maestros? Deberéis, siguiendo su propio ejemplo, pues, también, servir. El servicio como fórmula de avance proyectará de vosotros todo lo mejor, canalizándose de la manera en que mejor podáis ayudar: en lo mental, en lo espiritual, como también en lo físico o material.
La universalidad del pensamiento
La universalidad del pensamiento creado identificará al hierofante iniciado, pues en su corazón habrá aprendido que vive la Divina Presencia en él y que así como en él, todos reciben de Su luz y amor, sin importar credo o condición. La Luz ilumina a todos por igual, Ella no os separa a unos de otros, os imbuye intensamente y os abriga en Su seno. El discípulo, amante de la Luz, como Ella, debe aprender a difundir e irradiar sin distinciones, sintiendo en el mejor momento la oportunidad de lo que se dará y de cómo se compartirá.
Soromez
Viaje hacia el Templo Interior (Luis Fernando Mostajo)