jueves, 14 de enero de 2010



DIOS! , EXISTE UNA ESPERANZA.

Américo Valenzuela G.

Hoy como todas las mañanas subí al vehiculo de transporte publico para asistir a la Oficina y cumplir mis labores cotidianas.
No advertí la presencia dentro del carro Concho, de dos mujeres haitianas sino hasta que escuche la voz de una de ellas entonando plegarias y oraciones al Profundo Amor de Dios, al Padre.
Su voz apagada denotaba cansancio y dolor, un terrible sufrimiento las embargaba, y talvez llevaban días en oración y silencio, en ayuno y peticiones.
Pedían por sus familiares y amigos, por los vecinos.
Habia un silencio de respeto por parte de otros pasajeros y pasajeras dominicanos.
Incluso el Chofer o Conductor del Vehiculo de Servicio Publico en esta ocasión se manifestó en respeto.
Solo en esta ocasión.
Talvez es la única ocasión en que uso uno de estos Medios de Transporte en que el Conductor no estaba usando la Radio o narrando sus historietas.
En la generalidad de los casos estos Trabajadores no se pierden programas como el de la emisora Z101 del Periodista Álvaro Arvelo, o escuchan música a toda bocina.
Y el Pasajero sufre las consecuencias.
Era una escena de solidaridad y respeto por las mujeres sufridas y por las victimas del terremoto de Haití.
Y me agrado porque ahí se demuestra que el pueblo dominicano tiene amor por los haitianos.
No era en creol ni francés sino en español que la Dama oraba, emanaba una gran devoción, sentimiento.
Y un pedido de disculpas ante Dios se destilaba de sus plegarias y peticiones ya que mucha gente cree que el terremoto de Haití es un castigo divino.
No hay mal que por bien no venga, como un canto de esperanza me sonó esa frase al ingresar a mi Oficina, abrir mi correo electrónico, y encontrar el mensaje de Sixto Paz.
Si, asimile de inmediato, es así.
Sabia que Sixto se refería al sufrido pueblo haitiano.
Dentro de todo lo malo, y más allá de toda imaginación, el fenómeno del terremoto puede verse como la oportunidad de volver a surgir con mayores brios y mejores oportunidades.
El dolor que vemos en las calles de Haiti viene despertando en toda la humanidad sentimientos de solidaridad y compasión nunca antes levantados.
Haiti existe, las grandes potencias lo habían olvidado, pero late y vibra y se dilata. La atención mundial esta sobre Haiti para que no lo olvidemos.
Haiti merece mayores y mejores oportunidades de la comunidad mundial, de los centros financieros, de las instituciones mundiales.
Tantos recursos gastados en armas de destrucción, entonces tenemos al frente un pueblo necesitado.
Que Haiti estremezca la conciencia y los corazones de todos. Y que se ponga fin a la indiferencia y la irresponsabilidad.
La gente de raza negra de Haiti es tan humana como todos nosotros, millones de corazones están ahora con Haiti.
Ha salido del olvido y de las penumbras, ha despertado sentimientos de solidaridad, amor, caridad.
Haiti ha estremecido conciencias y despertado corazones.
La gente aprendió amar la gente de Haiti. O de pronto recordó su olvidado amor por Haiti.
Existe un mañana mejor para todos, y Haiti estará allí con todos y con todas. Y su gente hermosa preñada de esperanzas nuevas entonara los cantos del amanecer.

Que el destino levante Haiti, lo modernice, lo actualice, lo haga resplandecer..