viernes, 26 de junio de 2009

MISION RAHMA - LOS SEMBRADORES DEL EDEN



LOS SEMBRADORES DEL EDÉN
SIXTO PAZ WELLS
MISION RAHMA

Habían pasado varios días desde que se recibiera aquel importante mensaje que venía a unir distintas recepciones, comunicados y conceptos; muchos de ellos incompletos hasta ese momento. La captación había sido contundente, habiéndonos motivado sobremanera como para repetir la reunión, y con la misma intención. Esta vez, nos encontraría apertrechados de una mayor cantidad y calidad de preguntas. Contaríamos con un cuestionario lo más completo posible, preparado entre todos, para que los guías redondearan el tema, y pudiéramos entender a cabalidad la importancia y el sentido de las informaciones, aprovechando esta vía de información directa, de primera mano y actualizada.
El mensaje anterior planteaba muchos conocimientos nuevos, pero también repasaba otros, que ya conocíamos de comunicaciones anteriores, experiencias pasadas de contacto físico, proyecciones mentales y viajes astrales. Con él, de pronto, todo se unía y adquiría una unidad maravillosa y un sentido cada vez más coherente, para entender así la verdadera profundidad del contacto extraterrestre con la humanidad.
Los guías extraterrestres habían prometido desde los comienzos del contacto, años atrás, que llegaría el tiempo en que despertaríamos a un conocimiento oculto en nosotros; o sea, que recordaríamos no sólo una programación voluntariamente adquirida, sino que también tendríamos la capacidad para atar cabos sueltos o para discernir de entre lo recibido, qué es la verdad. Dicha programación era la misión de cada uno y la colectiva, que había permitido el que nos reuniéramos y estuviésemos allí juntos.
La experiencia de tantos años nos permitía conocer los elementos propios de toda buena comunicación. Experiencia que consistía en una preparación y madurez conseguida a lo largo de los años, arriesgándonos al error y al fracaso, por las posibles falsas recepciones que nunca faltan. Preparación y conocimiento como para poder establecer ahora la anatomía propia de todo verdadero mensaje.
Como el catador de un buen vino, la experiencia había incrementado nuestra capacidad como para percibir la infiltración de mentalismos, preconceptos y hasta prejuicios que pudiesen infiltrarse en la comunicación, y así reducir al mínimo, los márgenes de error que toda recepción contiene. Y es que un buen mensaje debe cumplir con una serie de requisitos, que garantizan su buena captación y su mejor contenido.
Los requisitos para reconocer un buen mensaje, ya sea extraterrestre, de maestros ascendidos, ángeles, la Virgen María y otras entidades superiores, son:
1) Un buen mensaje lo recibe una buena antena receptora... ¿Y quién es una buena antena receptora?:
a. Una persona equilibrada y sana, física, mental y espiritualmente hablando.
Si alguien no está sano físicamente, tiene su atención dispersa por su cuerpo, por lo cual no puede concentrarse; y si no puede concentrarse, no debería ni siquiera intentar canalizar. Si la persona no está sana mentalmente, es como si fuese una radio que tiene el dial malogrado, captando varias estaciones a la vez. Podríamos decir que mucha bulla y ninguna música. Y si uno no está sano espiritualmente, o sea, está en una crisis interna de fe, se encuentra vibrando bajo, por lo que intentar tener algún tipo de contacto lo tendría con entidades bajas, siendo ello bastante peligroso.
b. Una persona disciplinada.. Porque la disciplina fortalece la voluntad y la voluntad impide la manipulación. Y es que el gran problema que se presenta en estos temas, es que uno fácilmente puede ser víctima de la manipulación de su propia mente; o ser asechado por bajos astrales; o engañado por otras personas psíquicamente más fuertes que ella que no posean ética ni moral.
c. Una persona con sentido común. Alguien que sepa escoger el mejor momento y las mejores condiciones de recepción.
Sabemos que son las entidades superiores las que se comunican con nosotros y no nosotros con ellas, pero existe por parte nuestra, la prerrogativa para realizar la recepción en el momento que consideremos nosotros, más oportuno, o en el que nos sintamos mejor preparados, sin que esto sea una ofensa para quienes se dirigieron a nosotros para dar a través nuestro un mensaje.
d. Una persona que cultive la virtud de la humildad
Si uno ama la verdad, debe estar abierto a al crítica de los demás y a la vez, debe desarrollar la auto-crítica más sincera, planteándose siempre la posibilidad del error.
2) Un buen mensaje siempre es coherente y lógico... Y es que un mensaje de entidades superiores puede dar grandes aportes en pocas palabras, o en ideas muy sucintas, y con tal claridad, como cuando un adulto con inteligencia y tacto le explica algo a un niño. Por ello su sola claridad, capacidad de síntesis y coherencia son garantía de su procedencia.
3) Un buen mensaje es positivo y ofrece alternativas.
Las verdaderas revelaciones no tienen un sentido fatalista o catastrofista, sino de advertencia por cuanto las entidades superiores saben que ningún cambio sincero y maduro se produce por miedo o coacción. Si se han de producir cambios en el ser humano, estos deben ser por madurez y por amor...
4) Las verdaderas comunicaciones no se contradicen, sino que más bien se complementan entre sí, y siempre traen aportes nuevos.
Los mensajes no pueden ser sólo la repetición de informaciones conocidas.

5) Un mensaje real es universalista, respetuoso de todo y de todos, y es trascendente.
6) Todo verdadero mensaje se puede y se debe comprobar.
Los extraterrestres son conscientes de lo importante que es el evitar los desvaríos y los delirios, y el que no lleguemos a estas cosas por fe y menos aún, que nos mantengamos igualmente dentro del tema por fe. Porque la fe es materia de las religiones, y la fe es la seguridad de lo que no se ve. El tema ovni y contactos requiere de convicción y mucho sentido común, así como que es algo a lo que todos podemos acceder si nos disponemos para ello con algo de esfuerzo en la preparación.
Una típica confirmación de los mensajes es el avistamiento previa cita de una o más naves en un lugar determinado, del que sean testigos varias personas además del receptor.
La comunicación recibida había cumplido con todos los requisitos propios de un buen mensaje, incluso se sucedieron gran cantidad de avistamientos en los días siguientes, algunos de los cuales habían sido anunciados con total exactitud y debida anticipación. Todo ello creaba alrededor de nosotros, una atmósfera de confianza y de alegría tal, como para continuar profundizando en los temas planteados a través de nuevas captaciones.
Aquella noche el número de los asistentes se había incrementado significativamente, quizá por la euforia que producía la cercanía de las naves y la continuidad de los avistamientos que poblaban las primeras planas de los periódicos en esos días. Era muy grato y estimulante ver entre la gente que tenía tiempo trabajando, grupos de jóvenes que por primera vez se acercaban, y que en sus rostros, alegres y expectantes se evidenciaba la sed que teníamos todos de conocer y comprender. Y es que todos ansiábamos encontrar tras los mensajes, pautas definidas, sencillas y claras para orientarnos en la vida, sobre todo hacia algo superior y trascendente. En este sentido, grande era la responsabilidad de los más antiguos en el tema como para no defraudar a los venían detrás, procurando mantenernos en la línea de la ecuanimidad, fieles al mensaje, la verdad y los principios morales. La velada se nos presentaba prometedora. Había una gran alegría en el ambiente, que se traducía en la armonía de rostros sonrientes, comentarios diversos; intercambios de preguntas y datos, etc. Hasta que llegó el momento de comenzar el trabajo interno de preparación previa, para lo cual, una vez más nos colocamos en círculo e hicimos entre todos una armonización con la cúpula de protección y la gran invocación, acompañando con ejercicios de respiración.
Una vez finalizado este primer paso, aprovechamos lo nutrido de la reunión como para hacer una cadena de sanación, ya que la espiritualidad se justifica por el servicio al prójimo.
Pedí entonces a todos los asistentes que nos pusiésemos de pie, con la columna recta y los talones juntos; y que colocaran sus brazos estirados encima de la cabeza, con las palmas de las manos juntas. A continuación, debíamos todos tomar tres respiraciones lentas y profundas, imaginando con cada una de ellas, que al exhalar descendía a través de las manos y por la cabeza, una energía de luz dorada procedente del cosmos, envolviéndonos la parte superior del cuerpo.
En cada respiración el aire se inhalaba por la nariz, se retenía en los pulmones, y al exhalar uno debía sentir cómo aquella energía formaba sobre uno, una pirámide de luz dorada, cuya base quedaba a la altura de nuestra cintura.
A la segunda respiración ya debíamos ir descendiendo ambas manos siempre juntas, por delante de la cabeza y del rostro. Luego seguir bajándolas por delante de la boca, del cuello y la garganta, hasta ubicarlas delante de nuestro pecho.
Cada vez era más nítida en nuestra mente la imagen de aquella pirámide de energía, así que con la tercera respiración, fuimos separando lentamente nuestras manos que permanecían juntas. Y las fuimos ubicando poco a poco hacia los lados del cuerpo, percibiendo con ello que la energía nos envolvía y protegía.
Terminado este paso, volvimos a juntar las palmas de las manos, las invertimos colocándolas hacia abajo y relajamos nuestros brazos. Volvimos después a tomar tres respiraciones lentas y profundas, y con cada una de ellas, visualizamos, que de la tierra misma iba brotando una energía de color verde brillante que iba ascendiendo por nuestros pies y piernas, cubriendo la parte inferior de nuestro cuerpo. Paralelamente, imaginábamos que aquella energía de color verde iba surgiendo en forma de una pirámide invertida; esto es, con la base hacia arriba y la punta hacia abajo.

Poco a poco íbamos subiendo nuestras manos y brazos hacia el pecho y simultáneamente, percibíamos que ambas pirámides de energía se iban uniendo por la base, de tal manera que nos sentíamos dentro de una estructura romboidal; con la pirámide superior de color dorado y la inferior de color verde, representando la energía del Sol (mente, conciencia y sabiduría), y de la Tierra (la vida y la salud).
En ese momento pedí a todos que tomaran una nueva respiración, y que se imaginaran que ambas pirámides unidas por su base se compenetraban, formándose en nosotros una estrella de seis puntas, símbolo del equilibrio cósmico.
El siguiente paso era ahora utilizar todo ese potencial energético en un servicio de ayuda, para lo cual les pedí a los participantes, que colocaran sus manos formando un triángulo a la altura del pecho; luego, que tomaran una nueva respiración profunda, y que al exhalar sintieran cómo a través de cada una de las puntas de la estrella, se introducían en nuestro cuerpo poderosas energías del universo. A continuación, con una nueva inhalación, sugerí a todos que exhalaran extendiendo lentamente los brazos y las manos hacia adelante proyectando esa energía hacia el centro de la reunión, formándose allí una esfera de luz blanca brillante, que iba creciendo con los aportes de todos y cada uno de nosotros.
Nuevamente flexionamos los brazos, formando el triángulo en el pecho y con una nueva respiración, repetíamos el paso anterior extendiendo las manos y enviando la energía que extraíamos de nuestro pecho hacia delante, incrementándose la esfera de luz blanca hasta ocupar la totalidad del círculo interior.
Pedí entonces, que colocaran los brazos flexionados con las palmas de las manos a la altura de los hombros; y mientras manteníamos todos una respiración rítmica, cada uno podía decir en voz alta o baja –como desease—, el nombre de algunos familiares, conocidos, amigos y aun enemigos que requieran ayuda física, mental o espiritual. Bastaría con que los visualizásemos y los proyectáramos en el interior de la esfera de luz, para que recibiesen los beneficios de la ayuda.
Así cada uno empezó a nombrar y proyectar las imágenes mentales de sus más allegados. Al cabo de un rato, se hizo silencio, por lo cual pedí a todos, que una vez más extendieran sus brazos y manos hacia el centro del círculo; tomaran una nueva respiración, y que al exhalar se imaginaran que descendía a través nuestro y se proyectaba simultáneamente por el pecho y nuestras manos, una energía de color violeta procedente del sol central de la galaxia; energía del fuego trasmutador; luz ésta de la mística, la devoción y la fe; energía de la alquimia, capaz de transformar y de transformarse a través de ella.
Todas y cada una de las personas por las que pedimos, recibirían los beneficios de la energía de la luz violeta.
Hasta allí la sensación era muy clara y nítida. Se percibía como un chorro de energía que ingresaba por nuestras coronillas, y se proyectaba por el pecho y las manos en dirección hacia la esfera de luz blanca, ayudando a todos cuantos la recibiesen a fortalecerse y transformarse, saliendo de cualquier proceso negativo.
Invité a continuación para que todos tomáramos una nueva respiración, y que al exhalar sintiesen cómo descendía a través de nosotros, una energía de color azul índigo; energía de la espiritualidad, que de inmediato nos envolvía por dentro y por fuera, proyectándose por el pecho y las manos hacia la esfera blanca, cubriendo a quienes estábamos ayudando, con una intensa y sentida paz espiritual, que a la vez les fortaleciera para un crecimiento espiritual frente al desaliento y el pesimismo, ayudándoles a su vez a recuperar con confianza una actividad positiva frente a la vida.
A continuación vino mi pedido de una tercera respiración, para canalizar la energía de la luz azul-celeste aguamarina; energía relacionada con el poder del verbo, que es la magia creadora del sonido. La idea era sentir dicha energía descendiendo a través de nosotros, mientras exhalábamos; y orientarla en dirección hacia quienes eran motivo de dicha cadena, cubriéndolos completamente. Simultáneamente decretamos: –¡Qué la paz, la salud, la abundancia, el equilibrio y la armonía envuelvan a todas y cada una de las personas por las que hemos pedido!...
Una cuarta respiración, nos debía encontrar manteniendo los brazos extendidos. Al exhalar nos permitimos visualizar que descendía en medio de nosotros una energía de color verde brillante, luz ésta de sanación, de amor a la vida y de respeto a la vida; energía de salud, equilibrio y esperanza.
De tal manera vivíamos lo que hacíamos, que al exhalar procurábamos proyectar con todas nuestras fuerzas dicha energía hacia el frente, ayudando a restaurar la salud en todos aquellos por quienes pedimos.
Una quinta inhalación nos permitió sentirnos inundados de otra energía. Esta vez, era una energía de luz dorada, que penetraba por nuestras cabezas, y que al exhalar se difundía desde nuestro interior por las manos, irradiando hacia el centro de la reunión con gran fuerza: poder mental, conciencia espiritual y lucidez. Esta luz nos envolvía a todos pero especialmente a aquellos por los que habíamos pedido, fortaleciéndolos en la parte mental, como para ayudarlos a superar cualquier situación.
Con una nueva y sexta respiración, nos imaginamos que arribaba a nosotros una luz de color naranja brillante, que simboliza la fuerza de la voluntad, el carácter y una personalidad positiva. Por lo cual, al exhalar, visualizamos que dicha luz se proyectaba a través de nosotros hacia el interior del círculo, fortaleciendo la voluntad de todos aquellos por los que estábamos pidiendo.
Pedí finalmente que tomáramos todos una séptima respiración lenta y profunda, de tal manera que sintiésemos todos cómo descendía a través de nosotros una energía de color brillante, que entraba por nuestra coronilla y bajaba por toda la columna vertebral, concentrándose especialmente en el pecho, desde donde se proyectaba hacia el centro de la reunión. Esta luz, que también fluía por nuestras manos envolvía en amor a todas aquellas personas por las que estábamos intercediendo. Y es que el color rojo junto con el rosado son los colores de la solidaridad, de la hermandad y del amor.
Para terminar, pedí a todos que flexionáramos los brazos y nuevamente colocáramos las manos formando un triángulo a la altura del pecho. Tomamos una nueva respiración, retuvimos y al exhalar imaginamos que la estrella de seis puntas que nos envolvía, se iba reduciendo poco a poco de tamaño; pero a la vez iba creciendo en intensidad, ocupando el lugar del triángulo formado con nuestras manos en el pecho. Por una vez más, repetimos el paso anterior, afianzando la estrella del equilibrio en nuestro interior y visualizando delante de nosotros, la esfera de luz blanca brillante, rodeada de un arco iris armónico de colores hermosos.
Con una tercera respiración extendimos por última vez nuestros brazos y manos hacia delante, apuntando al centro de la reunión; y lo fuimos haciendo muy despacio, como si extrajéramos la estrella de nuestro interior y la enviásemos hacia la esfera blanca. Inmediatamente visualizamos que la esfera incrementaba su energía con el aporte de las estrellas de cada uno de nosotros, llegando a cubrir a todos los reunidos allí, al lugar donde nos hallamos, la ciudad, el país, el continente y todo el planeta, recibiendo todos por igual los beneficios de esta cadena de sanación.
Terminamos el ejercicio cruzando las manos a la altura del pecho, y dando gracias al Profundo Amor de la Conciencia Cósmica, por la oportunidad que se nos brindaba de ayudar... Y es que toda cadena de sanación es provechosa, porque no sólo permite canalizar sin más límites que los que permite nuestra fe y amor a la humanidad, las energías del universo, sino porque también va desarrollando nuestros potenciales internos.
Podemos y debemos intervenir en toda ayuda que podamos y que se nos solicite, pero siempre conscientes de que los resultados no están en nuestras manos, debido a que aún desconocemos las razones o leyes que están detrás de cualquier situación, de tal manera que lo que en algún momento pudiese ser interpretado como un castigo, bien podría ser una purificación, una expiación o un aprendizaje. Pero es bueno saber que la sola intervención siempre trae consecuencias positivas, que muchas veces hay que saberlas ver.
La energía canalizada por un colectivo amplifica los resultados positivos; pero más que el número de personas que intervienen, es la fe y la convicción la que inspira al que ayuda y da confianza al que la recibe.
Para realizar una ayuda no necesariamente la persona por la que se pide tiene que estar presente, ni tiene que estar avisada, porque la mente creadora no conoce ni distancias. Y es que bastaría que un pariente cercano o amigo fuese consciente del proceso, pudiendo servir de puente para canalizar dicho servicio.
Técnicas de curación a distancia hay muchas, como las hay de imposición de manos y hasta de autocuración; pero lo más importante es recordar que la clave siempre es la actitud mental positiva, y no necesariamente la forma o la técnica. Por ello evitemos ritualizar, aunque nunca está de más el que juguemos un poco con las formas, usándolas con imaginación creativa. Porque si uno cree lo que hace, consigue lo que busca, pero si no lo cree, de nada le sirve utilizar fórmulas exóticas.
Terminado el trabajo de la cadena, nos sentamos todos cómodamente, procurando la posición de meditación. A continuación hicimos una práctica de vocalizaciones continuadas, de tal manera que los asistentes nos dividimos en tres grupos, uno de los cuales empezó a mantralizar la palabra OM y a la mitad de dicho canto se añadió otro de los grupos, y finalmente se sumó el siguiente, retomando el primero, y así todos intervenían en distintos tiempos de tal manera que la vocalización no terminaba sino que continuaba ininterrumpidamente.
Estuvimos unos quince minutos mantralizando hasta que poco a poco fuimos haciendo silencio, y la sensación que vino a continuación era que el OM seguía como si fuese un eco, pero dentro de nosotros. Quedamos pues todos en silencio relajados, y el siguiente paso fue la meditación mental del ¿quién soy yo? Todo esto continuó hasta que nuevamente se dieron los síntomas de la recepción de comunicación. En ese momento, a más de uno se nos presentó en la mente, la imagen de uno o dos ojos rasgados que nos observaban, como si aquello fuese un patrón de sintonía que anticipaba la inminencia del contacto. Luego llegó la ansiedad o necesidad compulsiva de tomar el lápiz y el papel, para transcribir lo que vertiginosamente llegaba a la mente.

Una vez establecida la conexión, aprovechamos cada uno de los que allí nos sentíamos en condiciones de comunicar, como para plantear mentalmente las nuevas preguntas, elaboradas durante la semana, y que habíamos copiado todos en blancas hojas de papel.
El diálogo que se estableció más o menos fue así:
—Sí, Oxalc nuevamente en contacto con ustedes.
—Quisiéramos profundizar los conceptos vertidos anteriormente, ¿es eso posible?
—Estamos captando sus inquietudes y nos parecen adecuadas.ç
Me encuentro cerca de la zona donde se hallan reunidos. Estamos en una de nuestras naves que está de paso hacia una de las bases submarinas frente a vuestras costas, en las profundidades del mar. Nuestra tecnología permite que grandes naves base o nodrizas, como las llaman ustedes, aterricen en los fondos oceánicos, y desde allí puedan soltar las naves de exploración e investigación, que son las de corto alcance.
—¿Hay alguna razón para que tengan esas bases submarinas?
—Procuramos evitar el conflicto con los gobiernos de las grandes naciones de vuestro mundo. Allí en las zonas abismales, no somos detectados por los satélites espías y militares, y no podemos ser agredidos por vuestros submarinos nucleares, algunos de los cuales, lamentablemente han naufragado persiguiéndonos, no pudiendo resistir las grandes presiones del fondo marino.
—¿Ustedes hacen rescates en casos como esos?
—Siempre que las condiciones lo permitan, sí.
—¿Qué hacen allí en sus bases? ¿Cómo viven?
—La vida en una base nunca es algo normal, pero se puede sobrellevar cuando uno tiene conciencia del por qué está en ese lugar y para qué ha sido convocado allí. Ser un autoseleccionado significa tener clara la misión personal y colectiva, así como el papel a desarrollar. En nosotros abunda la mística, como la que hay en muchos de los monasterios de las diversas religiones de la Tierra. Por lo que estar aquí, venir y volver, uno y otra vez, es un compromiso libremente asumido de crecimiento y aprendizaje para nosotros. Tiene su sacrificio, pero sabemos las consecuencias positivas que para todos puede llegar a tener el que estemos cerca para guiar y a la vez aprender.
—¿Qué pueden aprender de nosotros?
—¿Qué puede el hombre conociendo su propia realidad interior?... ¿Cuánto puede crecer y madurar un individuo viéndose reflejado en los demás?... Ves a un niño igual que a un anciano y te estarás viendo a ti mismo en las distintas facetas de la evolución. Ustedes son para nosotros, nuestro pasado como civilización pero a la vez nuestro futuro como espiritualidad, ya que nosotros nos estancamos, quedándonos un poco más allá de la mitad del camino. Viéndolos, se observa entonces el proceso de la vida y la necesidad de encontrarle sentido a la existencia; y se comprende lo frágil que puede ser la vida cuando uno no se posee a sí mismo. Por eso estando cerca de ustedes estamos aprendiendo cuán lejos y a la vez cerca se puede estar de alcanzar grandes cimas o desbarrancarse en tenebrosos precipicios, si uno no mantiene la vista dirigida hacia la meta y a la vez en cada paso a darse por el abrupto camino; porque uno mismo debe tratar de hallar los estímulos del propio caminar.
En nuestras bases vivimos en comunidad, pero cuando realmente hacemos comunidad es cuando nos dejamos contagiar del espíritu planetario y quedamos tan pendientes de vuestros logros y caídas, que nos dejamos conmover recuperando sentimientos y emociones que nos enternecen, afectando algunas veces nuestra objetividad y nuestra bien ganada y evolucionada paz interior... Sí, nos dejamos afectar por muchas cosas que ustedes están viviendo para así conocerlos mejor, y también comprender sus posibilidades y las nuestras a vuestro lado.
—¡Bien!... Ahora vayamos al cuestionario preparado para esta ocasión. Ustedes dijeron que la Tierra era un proyecto, ¿cómo fue evolucionando dicho proyecto? ¿Pueden continuar con la historia?
—Para que vayan recordando les iremos soltando elementos que podrán ayudarlos a armar el rompecabezas que tienen entre manos y que les permitirá al final comprender la gran misión que posee la humanidad de este mundo.
—¿Cómo es eso de que “cuando vayan recordando”? ¿Recordar qué?
—El contacto con nosotros se mantiene más allá del consciente. Cada vez que ustedes sueñan se desdoblan, separándose de su vehículo físico y viviendo experiencias en el plano astral, donde nos encontramos con ustedes y a la vez ustedes con mucha gente, para afianzar lo recibido, compartir cosas nuevas acelerando procesos y programar futuros encuentros. Además, en muchas de sus salidas al campo, ustedes por la intensidad de las vivencias han perdido la conciencia y el recuerdo de ciertas experiencias. ¿Es que acaso no han constatado en más de una ocasión de regreso de las salidas a terreno, la sensación de un tiempo perdido?
—¿A qué se refieren con “un tiempo perdido”?
—Hagan memoria y podrán cotejar que en sus relojes no correspondía el tiempo transcurrido con el recuerdo y las sensaciones de vivencias experimentadas. Y es que muchas de las experiencias son demasiado fuertes, y al no estar lo suficientemente preparados para guardar conciencia de ellas, surgen los mecanismos de defensa de vuestra propia mente, que los llevan a ocultarlas hasta que se alcance la madurez necesaria para recordar. Llegado el tiempo surgen los mecanismos activadores de toda esa información; estos activadores pueden ser números, símbolos o situaciones diversas que funcionan como un reloj despertador al que uno mismo se ha programado.
—¿Quiénes eran los que ustedes llaman como los Padres Antiguos?
—Les habíamos dicho anteriormente que los Padres Antiguos de la vida en el planeta, fueron un grupo de seres venidos de la Constelación del Cisne, ellos se instalaron en bases submarinas y supervisaron el desarrollo planetario hasta que llegó el momento de ser reemplazados por un grupo de Guardianes y Vigilantes. Este contingente de reemplazo llegó en lo que ustedes conocen como Era Mesozoica o Secundaria, hace millones de años de los de ustedes. Era la época en que los dinosaurios poblaban la faz de la Tierra.
Debido a la inestabilidad del planeta se ubicaron los visitantes en un área de lo que hoy correspondería al extremo norte de Europa, llamando a aquel lugar “Tule”, asiento de la civilización de los Hiperbóreos, quienes eran gigantes en comparación con la estatura media del ser humano actual, pues medían más de tres metros de altura. Su constitución física y energética les permitía soportar las intensas radiaciones que emitía la actividad volcánica.
Pero la dinámica cósmica no pudo ser revertida, a pesar de las variaciones que supusieron la intervención; y hace unos sesenta y cinco millones de años, la Tierra atrajo sobre sí el inevitable impacto de lluvia meteórica, sumergiendo al planeta en terribles terremotos, inundaciones, nubes de polvo y gases... El colapso planetario fue tal, que acabó con la mayor parte de la megaflora y la megafauna.
Poco antes de que esto pasara, los hiperbóreos sabiendo del desenlace fatal que se acercaba, empezaron a organizar la evacuación. Pero todo se aceleró por el mismo proceso al que estaba sujeto el planeta, lo cual llevó de emergencia a aperturar un puerta dimensional en el extremo norte del mundo, por la que lograron fugar los remanentes que no pudieron huir de otra manera.
—¿Será esa la explicación de por qué a comienzos de siglo, el almirante Bird de la armada de los Estados Unidos sobrevolando el polo norte avistó zonas con selvas tropicales, actividad volcánica y hasta animales prehistóricos?... Algunos han creído ver en ello la existencia de vida dentro de la Tierra, como si el planeta fuera hueco.
—Ciertamente lo que allí ocurre es que la puerta abierta en el espacio y en el tiempo, actúa para quienes se acercan a ella ahora, como una ventana hacia otra época, y permite vislumbrar cómo era el planeta hace tantos millones de años. Pero esto no significa que la Tierra sea hueca, que de hecho no lo es. Lo que sí es cierto, es que está atravesada por una red de túneles y galerías pero sólo en la corteza que flota sobre el manto, y que es bastante delgada en relación con el volumen del mundo. Esos túneles han sido conocidos y transitados desde la antigüedad por muchos pueblos antiguos. Allí recibieron instrucción los antepasados de los aztecas y los incas; y fue lugar de refugio para otros pueblos como los mayas.
—¿Qué hubiese pasado si no se hubiese producido el impacto de ese gran meteorito?
—Originalmente la Tierra iba a desaparecer totalmente producto de dicho impacto, pero se pensó que interviniendo podría evitarse, y así se llevó a cabo el proyecto hasta que ocurrió lo ya mencionado, lo que hizo pensar que las energías planetarias llevaban a una destrucción inexorable, lo cual hizo descartarla del proceso.

Pero si no se hubiese producido la destrucción, los reptiles habrían evolucionado hasta desarrollar niveles de inteligencia comparables a los del hombre actual o quizá superiores, repitiendo formas de vida que se encuentran dispersas en esta galaxia, como es el caso de algunos planetas en lo que ustedes conocen como la constelación del Orión, donde tienen aspecto reptiloide.
Hace millones de años de los de ustedes, vuestro mundo quedó allí, solo y abandonado a su suerte; un mundo envuelto en las tinieblas de sus propias convulsiones, en medio de las cuales se retorcía como un indefenso animalito desamparado, condenado a muerte por la naturaleza.
Como habían sido ocho los planetas programados para el proyecto, el descartar uno no resultaba significativo, por lo que se continuó trabajando con los otros siete. Pero más adelante se repitieron problemas similares con otros tres más, llegando al punto en que a pesar de los cuidados dispensados se destruyeron estos totalmente, sin dejar en la actualidad restos visibles de ellos. Esto obligó a un trabajo más concienzudo con los cuatro sobrevivientes.
Cuando los otros tres planetas se destruyeron, y se pensó en lo peligroso que era la rápida reducción de posibilidades, alguien de las altas jerarquías hizo recapacitar sobre el caso de la Tierra, sonde la destrucción se había atenuado, y por lo tanto existía la conveniencia de darle una segunda oportunidad. El planeta no sólo continuaba en su lugar, sino que por sí mismo se estaba recuperando de la gran destrucción, ingresando prometedoramente en una nueva etapa que ustedes conocen como la Era Terciaria, con vida adaptada por la propia naturaleza a las condiciones imperantes.
Se dieron cuenta de que se habían apresurado en descartar a un participante, por lo que de inmediato se dispuso que un grupo de siete Ingenieros Genéticos o también llamados Sembradores de Vida viniesen y procuraran acelerar el proceso, recuperando el tiempo transcurrido y nivelando los avances para equipararlo con el de los otros.
Llegado el momento la nave laboratorio descendió en un punto de la actual África y allí se hicieron modificaciones genéticas sobre ciertos mamíferos, y posteriormente sobre ciertos antropoides, lográndose a través de una hembra, la modificación necesaria que determinó la aparición del género humano sobre la superficie del planeta.

—¿Todo lo que se menciona en nuestros libros sagrados sobre la intervención divina es metafórico y simbólico?
—La materia prima para la aparición de la vida planetaria fue tomada del propio mundo; y aunque se puedan crear o programar cuerpos, nosotros no podemos programar espíritus, pues ello viene dispuesto de altas esferas espirituales. Al final de cuentas el Padre-Madre Dios actúa a través de intermediarios; y esa intermediación la realizamos todos en algún momento de nuestras aparentes limitaciones, y a veces a diario.
Dentro de la nave laboratorio fueron introducidas varias parejas, y a todos se les instruyó dentro de sus posibilidades de comprensión de los pasos que debían seguir en su proceso de crecimiento y madurez, así como se les enseñó para que se alimentasen fundamentalmente de vegetales, frutos y frutas, y que usasen a discreción ciertas plantas con fines medicinales; pero por ningún motivo debían de consumir ciertas plantas con propiedades alucinógenas. Estas podrían producir un efecto negativo de sobre estimulación y despertar violento de facultades psíquicas, las cuales debían irse activando normalmente solas de manera gradual. Un consumo inapropiado de dichas plantas aceleraría un proceso de destrucción celular de las neuronas del cerebro, iniciándose un proceso de destrucción celular y de muerte, bloqueando toda posibilidad de desarrollo futuro de dichas facultades de forma natural y controlada.
—¿Y por qué entonces los chamanes, brujos o hechiceros utilizan indiscriminadamente dichas plantas?
—El mundo de ustedes actualmente está en búsqueda, pero de manera confusa. No saben lo que buscan, ni lo que pueden hallar; y menos aún están dispuestos a encontrar a través de la vía del trabajo interno que puede ordenar sus ideas, aclarándoles la ruta y el motivo del viaje de la vida. Más bien buscan atajos y nuevas sensaciones; emoción y no comprensión; sensación y no entendimiento; poder sobre todo y todos, y no autodominio.
Los verdaderos chamanes o hombres santos de los mal llamados pueblos primitivos, son conscientes de que su vida es un oficio sagrado, un sacrificio en beneficio de su colectividad, de la que son guardianes físicos, psíquicos y espirituales. Ellos saben de lo dañino que resulta el consumo de ciertas plantas, así como del perjuicio y riesgo que acarrea el uso para ellos como individuos, pues supone también una transacción con los elementales de la naturaleza. Pero lo hacen por el amor a la tribu, de la que terminan convirtiéndose en sus ojos y oídos; en sus protectores, sanadores y curanderos.
Esta mística no la comprenden los hombres de la cultura occidental, que como niños sólo buscan neciamente nuevas experiencias sin disposición a un compromiso interno. Y es que un verdadero chamán no suele inducir a su gente a consumir las plantas sagradas, sino que más bien las usa él a sabiendas que ello lo perjudicará, pero a su vez beneficiará al colectivo. Esta mística viene siendo transmitida de padres a hijos, de generación en generación.
—¿Cómo pueden saber tanto de nuestras costumbres y actitudes, de nuestro folklore y cultura?
—Se olvidan que venimos observándolos desde sus inicios, y hemos acompañado el auge y la caída de muchas culturas y civilizaciones, que se han venido sucediendo de sobre la faz de la Tierra.
—¿Qué nos pueden decir sobre los malos chamanes, de los hechiceros, brujos o magos?

—En un mundo como el de ustedes, la dualidad está presente en todo, y el peligro de ser atraído por las fuerzas negativas, o ser víctima del poder despertado es muy grande. Si uno no se protege adecuadamente puede ser fácilmente agredido e invadido en su profunda intimidad por aquellas entidades que se encuentran atrapadas en el bajo astral, que es la dimensión frontera con el mundo físico, y donde van o se quedan los que no pueden trascender a la hora de la muerte.
Las plantas alucinógenas y aquellas que crean adicción, como el propio tabaco, perforan el aura, debilitando vuestra protección, y dando paso a la asechanza.
—¿Y nuestros antepasados respetaron las restricciones, o es como dice la Biblia, que nos dejamos seducir tan fácilmente?
—Ellos sí respetaron las restricciones, pero no se había calculado el que pudiese producirse un sabotaje desde dentro del proyecto, por parte de los propios sembradores. Y es que uno de ellos, llamado “Gardel”, leal seguidor del ultraterrestre Lucifer, se reunió aparte y en secreto con vuestros antepasados, variando las instrucciones y recomendando el consumo de aquellas plantas. Y fue por la confianza inocente, que sus antecesores cometieron la trasgresión a las directivas del programa, lo cual complicó todo.
Se habían organizado las cosas de una manera tendenciosa, como para que aparecieran los terrestres como autores directos de su propio tropiezo, por lo que los demás sembradores no relacionaron el error con el verdadero promotor sino que de inmediato juzgaron el peligro que suponía seguir trabajando con seres tan impredecibles y curiosos, por lo que se dispuso la cancelación del proyecto en la Tierra, y así por segunda vez, este mundo fue apartado del programa.
—¿Cómo puede ser que seres tan avanzados y tan elevados puedan actuar de semejante forma? Nos cuesta creerlo.
—El mayor avance no es garantía de nada. Si subes en una escalera, cuanto más alto llegas, más te aferras a ella y con cuidado continúas ascendiendo; pero si te caes, la caída no es lo mismo si ocurre desde el último escalón o del primero. Y es que cuando los seres ultraterrestres entran en conexión directa con el universo material, se dejan afectar por las contradicciones de este plano material, cargado de emociones y sentimientos de los que ellos originalmente están ajenos, pero no inmunes. Peor es el caso de quienes como ustedes pertenecemos al mismo universo, nuestro comportamiento puede llegar a ser tan o más contradictorio que el vuestro. No es tan fácil que se dé, pero puede ocurrir.
—¿Pero entonces en quién podemos confiar?
—Sólo en ustedes mismos y en el Creador, que estimulará en vuestro interior los mecanismos que les permitan detectar la buena o mala intención de cuantos se os acercan. Confían en vuestra intuición e incrementen su fortaleza interna a través de una preparación integral física, mental y espiritual, lo cual les permitirá recibir y canalizar energías extraordinarias que actualmente están llegando al planeta.
—Consideramos que de ahora en adelante podremos prescindir del cuestionario de preguntas que teníamos preparado, y más bien introducir nuestras inquietudes e interrogantes sobre la marcha, a medida que el relato lo permita. ¿Eso estaría bien?
—Preparen sus preguntas, pero no se limiten sólo a ellas. Dejen que fluya en ustedes la inquietud por preguntar y conocer.
—¿Qué fue de nuestros antepasados?
—Fueron arrojados de la nave laboratorio, y una vez fuera, empezaron a hibridarse con aquellos que no estuvieron sujetos al experimento. Esta primera raza original del planeta fue la raza negra o también llamada Lemuriana, extendiéndose por África, Asia y Oceanía.
—Si la raza negra es oriunda de la Tierra, ¿de dónde surgieron las otras razas?
—La humanidad en la Tierra ha sido el resultado de diversas intervenciones foráneas a lo largo de toda su historia y en diferentes momentos; como ya os lo dijimos antes, aquí ha habido: experimentos genéticos, hibridación y mestizaje, naufragios estelares, colonias y hasta deportación de ciertos seres a vuestro mundo.
—Sentimos que ha sido mucha información durante esta noche, por lo que quizá debamos continuar en la próxima reunión. Gracias por todas sus revelaciones, las cuales trataremos de asimilar.
Y así terminó en aquella velada, la recepción de esos importantes mensajes extraterrestres, quedándonos todos los asistentes comentando lo captado, y compartiendo a continuación un reconfortante refrigerio preparado con mucho amor por mi esposa Marinita, con la colaboración de algunas viandas traídas por algunos de los asistentes, hasta que lo tarde de la hora nos hizo despedirnos y retirarnos cada uno a su casa.